Partida Rol por web

La noche había llegado a Venecia y con ella seres que se habían mantenido ocultos salían a rondar las calles de la ciudad, realizando una salida tan rutinaria como necesaria. Sin embargo la noche a pesar de lo que muchos digieran no era solo de esos seres, los humanos también salían para demostrar cómo mientras la humanidad avanzaba menor era su miedo de la noche.

Aunque esa noche no se trataba de la continua batalla que habia en las noches, a pesar que estaba relacionada con esta. Esta noche una joven huérfana quería rencontrarse con alguna gente que habia sido tan buena con ella y ella los habia abandonado. En su cabeza empezaba a pensar si la recibirían tan bien como antes o si habia perdido la oportunidad, aunque hechos que vivi antes le hicieron pensar que sería recibida al menos por Piero.

Entrando a la taberna te diste cuenta que esta estaba habitada con gente aunque los de la capacidad máxima de la taberna.  Sirviendo a alguna de la gente se encontraban un par de muchachas, entre ellas Velia, la mesera con la que habia hablado muy poco. No veía a Donna y por un momento pensó que Camila tampoco estaba pero entonces salio de la puerta que daba a las habitación aunque no parecio darse cuenta de su presencia yendo hacia la ventana que daba a la cocina para dar algunas ordenes.

Al parecer nadie se habia dado cuenta de su presencia aun cuando entro al local.

Estaba temblando. A cada paso que daba hacia la Taberna de Facciolo su corazón latía con más intensidad. Por un lado, la idea de volver a encontrarse entre aquellas paredes y volver a ver a las personas a las que tanto había amado en tan poco tiempo, la llenaba de alegría. Pero por otro, sacar el valor de todo lo que tenía que decirle a Camila era demasiado difícil y no sabía la reacción que tendría la hermosa mujer al escuchar de sus labios lo que necesitaba confesarle.

En su interior se repetía una y otra vez que esperaba que Piero no se encontrara allí, aunque en el fondo de su alma saboreara el oscuro deseo de volver a perderse en la profundidad de aquellos hermosos ojos, o en su encantadora sonrisa. Aquello la torturaba mucho más de lo que hubiera podido confesar y, aun así, decidió atravesar el cálido umbral, a pesar de que se le formó un nudo en el estomago por el mero hecho de oler el inconfundible aroma a hogar de la acogedora taberna, o de ver a Velia primero y, posteriormente, a la encantadora Camila.

Nadie la había reconocido, por lo que la damita estuvo muy tentada a salir de allí corriendo para no mirar atrás. No obstante, respiró profundamente esforzando por no llorar, y se dirigió hacia la barra de forma tímida, esperando a que la atendieran.

Al llegar a la barra los ojos de la rubia se posaron ella, notándose como estos se iluminaban y una media sonrisa se asomaba en ella. “Espera…” dijo antes de dejar lo que hacía y darle la vuelta a la barra para tomarla de la mano. “Sígueme por favor.” Comento la rubia tomándola de la mano y llevándola hacia atrás, atravesando la puerta que iba a las habitaciones.

Tras atravesar la puesta le pego un gran abrazo a la joven, sin conteniendo sus fuerzas y el cariño que luego de demostró con varios besos en la mejillas de ella. Sacando un pañuelo la limpio un poco en la cara mientras la miraba con algo de tristeza. “¿Porque nos abandonaste Leo? Que te hicimos a vos sino quererte?” pregunto no viéndose enojada con ella de ninguna forma sino que triste. “Me he sentido muy mal estos días con tu desaparición, creí enzima como nunca volviste que algo malo te habia pasado. Pero por suerte Amedeo me confirmo que estabas bien, por lo que decidí trabajar hoy.” le confeso aun observándola con algo de incredulidad.

“Quisiera no preguntarte, pero siento que debo.” Dijo la rubia suspirando antes de hacer la pregunta. “¿Porque has vuelto entre nosotros y cuanto te quedaras? Pero antes de responder recuerda que puedes quedarte aca cuanto quieras.” Le recordó lo que le habia dicho antes.

No tuvo tiempo ni para hablarle a la mujer que servía en la barra, puesto que nada más posar sus ojos en ella, Camila se acercó sin pensarlo con el rostro iluminado por la alegría y la llevó de la mano hasta la entrada a las habitaciones de las chicas, sin darle opción a que rechistara.

Luego, una vez que ambas estuvieron solas, la hermosa mujer la abrazó y besó sus sonrojadas mejillas, logrando que casi se le saltaran las lágrimas a la pequeña, que estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para no llorar.

-Camila yo… - Comenzó a titubear tratando de ordenar sus pensamientos, aun sin saber muy bien cómo dirigirse a ella, e intentando apartarse un poco de aquellos besos y abrazos que no merecía – He venido para explicar la razón de mi marcha y… y…. para que me odies. – Respondió mordiéndose el labio inferior, y alzando la mirada para contemplar fijamente los ojos de ella, aun resistiéndose a llorar, aunque por muy poco.

-Yo… me fui de aquí porque traicioné tu confianza y tu amistad… y… y…. no pude perdonármelo a mí misma. He regresado porque ahora siento que debes saberlo en lugar de seguir preocupada por mí… Lo siento tanto…. Siento haberte hecho daño… siento todo el mal que te he causado…. y siento tener que decirte adiós de nuevo – Continuó, deseando poder estar sentada para lo que tenía que decirle a continuación.

La rubia se sorprendió con las palabras de Leonor. “¿Como te voy a odiar?” pregunto la rubia dandole otro beso mas en su frente a pesar del rechazo de la joven. “Igual por favor explícame porque te fuimos. ¿Acaso alguna de las chicas te trato mal?” pregunto posiblemente recordando el incidente de su primera noche o de la otra noche mas privada para la rubia.

La rubia enfrento la mirada de chica con tranquilidad y algo de preocupación sosteniéndole los hombros para darle confianza para que confesara lo que la ponia triste. En silencio escucho y cuando la pequeña termino de hablar empezo a negar fuerte con la cabeza. “No, no te dejare que te vayas de nuevo. No por una razon que no tiene sentido, tu nunca me haz hecho daño ni me has causado mal alguno. Al contrario me he sentido feliz cuando estoy con vos.” Comento la rubia que sonreia y parecia ignorar las palabras de ella decidiendo ir por su relato para cambiar el tono del encuentro.

Se encontraban en el pasillo sin ningun lugar para sentarse, por lo que ambas estarian de pie pasara lo que pasara. “Pero puedo ver que eso te causa mucho dolor asi que te propongo algo.” Comento rapidamente llevando su dedo indice a la boca de la joven en una señal de silencio. “Yo te perdono por todo daño que me hayas hecho, por todo el mal que me haz causado. No es necesario que me lo cuentes ya que te acabo de perdonar todo. Asi que olvidatelo, no lo pienses mas.” Dijo con una bella sonrisa y un tono tan cariñoso como maternal. “¿Te sientes mejor?”  pregunto apartando su dedo de la boca de la pelirroja.

No había ningún lugar en ese pasillo donde ambas pudieran sentarse y donde pudiera explicarle qué era lo que le había hecho a la rubia mujer. No obstante, Camila continuaba besándola y tratándola amorosamente, sin importar la gravedad del mal que ella le hubiera hecho…

Pero la huérfana sabía que no se merecía ese trato. No sin antes contarle por qué había decidido irse de allí cuando ni siquiera tenía un sitio donde poder pasar la noche y por qué sentía aquel nudo horrible en el estómago. Por lo que, cuando la tabernera le dijo que no permitiría que se fuera y que la perdonaba incluso antes de conocer su pecado, Leonor negó con la cabeza ante su pregunta sobre si se encontraba mejor, mientras respondía.

-No Camila… Necesito sincerarme contigo o si no jamás podré creer que he hecho lo correcto y nunca podre sentirme mejor pensando que aun sigues preocupada por mí cuando no lo merezco. – Dijo mientras la tomaba de la mano y la conducía a lo que antes había sido su querida y acogedora habitación que tanto echaba de menos. Acto seguido cerró la puerta tras de sí después de echar una nostálgica mirada a la distribución de los muebles, y se sentó en la cama haciéndole un gesto a la mujer para que la imitara.

Cuando por fin se situó frente a ella y la miró con sus ojos claros, la damita de cabellos de fuego suspiró hondo justo antes de comenzar – Yo… No sé cómo pasó, pero… pero…. He hecho que Piero te sea infiel… incluso le besé en tu propia habitación, así que ni merezco tu cariño ni tu respeto. Soy una persona horrible y decidí marcharme para no seguir traicionándote después de lo buena que has sido siempre conmigo.... Lo... lo siento muchísimo. Me marcharé de aquí y nunca más tendrás que preocuparte por mí. – Afirmó, conteniendo las lágrimas para poder aguantar estoicamente los insultos merecidos que de seguro vendrían.

La posadera no se veía muy dispuesta a escuchar la confesión de la joven, eso quedaba claro por el rostro de ella pero igual accedió a ir con la joven al que fue en un momento su cuarto. Este se encontraba como lo habia dejado la joven, tal vez mas ordenado pero sin que se viera la presencia de alguien mas en esta. “No es tu decisión saber lo que te mereces y pienso que exageras.” Fue su única respuesta casi un susurro que bien podría ser una lamentación no dirigida a ella.

Tras sentarse junto a la joven espero, colocando suavemente una mano en el regazo de la joven que en parte le daba la voluntad para comenzar a hablar. Siguió paciente mientras escuchaba las palabras de ella aunque su gesto se habia vuelto mas neutro y no cariño. “¿Le has besado?” pregunto con un tono que guardaba bien las emociones que sentía en ese momento. “¿Es asi como has vuelto a Piero un infiel o hay mas? Se sincera conmigo Leonor, esto es importante.” Comento posiblemente de una forma muy distinta de la que esperaba la pelirroja.

Leonor estaba decidida a confesar ante Camila todo cuanto había pasado, aunque algo le impedía culpar a Piero de lo sucedido. Por alguna razón no quería que la rubia supiera que había sido él quien la besó y que ella le abofeteó justo después de eso, puesto que en su cabecita imaginaba que si lo contaba, de seguro se rompería la relación entre ambos por su culpa, por lo que prefería sumir toda la responsabilidad de lo sucedido aunque aquello implicara el odio de la mujer a la que tanto quería.

No obstante, y a pesar de que creía estar preparada para la reacción de su interlocutora, el semblante serio que fue adoptando a medida que hablaba la hirió profundamente y le hizo ver que no era tan fuerte como pensaba en un principio.

-Camila yo… yo ya no soy virgen – respondió lentamente para que asimilara las implicaciones de sus palabras – No podía seguir permitiendo que estuvieras tan preocupada por mí cuando te he causado tanto daño. Ya me odio lo suficiente… yo... saldré de tu vida y no volveré a causarte problemas. Ni siquiera tendrás que verme nunca más… - Respondió, esta vez sin poder evitar que sus ojos se tornaran algo vidriosos, aun luchando para no llorar frente a ella.

El gesto de Camila cambio de nuevo saliéndose de su seriedad para mostrar algo de tristeza aunque no había lágrima alguna cerca de sus ojos y continuando accionando como la joven no se esperaba le dio un beso en la frente cuando la pelirroja confirmo que ya no era virgen.

“Leonor…” dijo por de vuelta pronunciándose mientras una leve sonrisa se encontraba en su rostro. “Si no quieres que me preocupe por ti, no vuelvas a dejarnos de esa forma y si no quieres causarme mas daño por favor…por favor Leonor, deja de hablar de esa forma.” Le rogo la mujer teniéndole con fuerza la mano. “Leonor creo que exageras mucho con tus palabras y me preocupa que te hayas criado con estas malas enseñanzas que ahora mismo usas como una pobre excusa para irte de nuevo.” Comento pareciendo molesta y no queriendo que te marcharas.

“Con Piero tenemos una relación muy distinta a la habitual entre dos personas, seguramente distinta a la que haz escuchado de tu hermano. Por lo que te pido antes que hagas algo precipitado espero que me escuches y no me juzgues con dureza.” comento la mujer pareciendo apenarse y suspirando con pesadez esperando la respuesta de la joven.

Cuando Camila alteró sus facciones por un gesto de tristeza, Leonor no pudo evitar pensar que, de alguna manera, había destruido aquello tan bonito que tenían Piero y la rubia. Estuvo a punto de intervenir en favor del hombre asumiendo toda la culpa de lo sucedido, cuando la hermosa mujer se volvió a acercar a ella para darle un beso en la mejilla que no esperaba en absoluto, y le pidió que la escuchara antes de decir nada.

Por todo ella, la joven huérfana permaneció allí sentada, algo confundida, mientras asentía dándole permiso para que continuara hablando y le explicara lo que deseaba contarle.

-No creo que pudiera juzgarte de ninguna manera. Lo único que siento por ti es cariño y gratitud…

El rubia sonrió ante la respuesta de la joven acariciando con cariño el brazo de ella en un gesto para tranquilizarla, tal vez para calmarla para lo que vendría.

“Yo no he tenido una vida fácil, aunque seguro vos ya sabes como puede ser la vida de una joven en la calle de esta ciudad. Si bien vos tuviste la suerte de tener un hermano que te cuido, yo por mi parte me encontré siendo la hermana que tuvo que proteger a su hermanita. Aunque lamentablemente termine fallando y esta falleció víctima de una fiebre…” le comenzó a contar sus ojos desviándose a un punto en el muro sin darle la mirada a la joven, pero igual Leonor podía ver la tristeza que tenia al contar ese historia que se notaba que resumia bastante.

“Sola como estaba no sabia que hacer e incluso tras la muerte de mi hermana vino a mi mente la idea de matarme y abandonar este mundo. Pensaba en ahogarme en uno de los canales de esta ciudad pero antes que pudiera hacerlo conoci a un hombre bello que parecio sentir mi soledad y tristeza acercándose a mi para hacerme compañía.” Continuo contando poniéndose mas contenta mientras Piero entraba en escena. “Ese hombre era Piero y nuestra conversación termino en un contrato de trabajo que en verdad no me intereso mucho en su momento. Pero servia como una excusa para estar con él.”

Suspiro contenta poniéndose algo colorada como si un pensamiento privado habría ocupado su mente. “Nuestra relación empezó poco después y con los años se volvió mucho mas intensa. Pero no por ello se volvió algo estructurada como otras parejas. A lo que voy es que nos hemos acostado con otras personas antes y eso no nos ha hecho daño alguno a los otros porque al final del dia seguimos juntos.”

Leonor se dejó acariciar esta vez sin oponer resistencia mientras escuchaba con atención las confesiones de la tabernera. Saber que había tenido una hermana que perdió a causa de la enfermedad y el hambre, la lleno de tristeza, aunque ella era consciente de lo dura que era la vida en las calles como para entender lo común que era este tipo de situaciones, a pesar del dolor que la perdida de una vida tan importante con aquella. No importaba cuando se luchara a veces, que este mundo cruel te arrebataba lo que más querías en el mundo.

Por todo ello, continuó prestando atención a todo cuanto Camila decía sin interrumpirla, sabiendo lo difícil que debía ser para ella el hecho de abrir su corazón de aquella manera…. Entonces, Piero entró en escena y los ojos de Leonor no pudieron evitar iluminarse ante la mención de aquel apuesto caballero en rescate de la damisela en apuros, sabiendo cuán importante debía ser para la rubia mujer, aquel hombre que aun era un misterio para ella.

Cuando finalmente aquella hermosa mujer le confesó el tipo de relación que mantenía con Piero, la damita de cabellos de fuego permaneció unos instantes asimilando su revelación, para pasar a sentirse bastante mal por haberse ido de allí en primer lugar, sin haber sabido todo aquello.

-¡Maldito sea Piero! ¿Por qué no me lo dijo antes? ¿Por qué me besó sin previo aviso para hacerme sentir como la persona más horrible e ingrata de la tierra? ¡Le odio! ¡Tenía que haberle abofeteado más fuerte antes de alejarme corriendo de aquí! - Estalló por fin sin poder evitarlo y esta vez sin contener las lágrimas que habían estado luchando por escapar de sus ojos color mar. – Yo pensé… creí… que te había traicionado… que había destruido nuestra confianza y que el daño era irreparable. Y ahora… ahora no puedo hacer nada para cambiar las cosas… ni siquiera puedo regresar… - Sollozó, mientras la abrazaba, descargando toda su frustración contra el hombre al que continuaba deseando y por quien sentía una atracción que le resultaba imposible de contener.

La respuesta de Leonor le hizo suspirar cansada y pronto la acaricio en sus cabellos de nuevo queriendo tranquilizarla. “Piero no podía confesarte eso, porque no era algo que creerías o acaso me equivoco?” pregunto estando segura de que sabía la respuesta de la pelirroja por lo que continuo hablando sin esperar su respuesta. “No se cómo puedes pensar eso de un beso y no pensar que él te lo dio por sentir una atracción por ti, porque tal vez te quiso mostrar que lo suyo no fue solo algo de una noche.” Comentaba la rubia con paciencia no viéndose afectada por el estallido de la joven tal vez porque su experiencia con su hermana.

Contuvo el abrazo de ella y la dejo descargarse como ella quería. “Puedes disculparte o hablar con él para aclarar las cosas. Puedes volver con nosotras y no escaparte como siento que quieres hacer. Puedes olvidar lo que paso ahí y que volvamos a empezar.” le sugirió con cariño en el oído de la joven sin exigirle nada sino por el tono pareciendo aconsejarla.  

Una explosión de sentimientos se apoderó de ella al mismo tiempo que Camila la abrazaba y permitía que se desahogara. Realmente no odiaba a Piero ¿Cómo podría odiarle con todo lo que sentía por él? Pero las circunstancias habían transformado su vida y su porvenir sin que ya nada pudiera detener el frenético devenir de acontecimientos.

Por todo ello, y después de descargar su frustración en los brazos de su amada tabernera y escuchar cómo ella trataba de animarla a hablar directamente con él, la jovencita se secó las lágrimas al tiempo que se recomponía, para pasar a mirarla fijamente con tristeza, antes de hacerle la pregunta más difícil de todas las que había querido realizar aquella noche.

-Yo… necesito saber una cosa antes de nada y necesito que seas sincera conmigo y, ni te asustes, ni me mires como si estuviera loca, por favor... – Comenzó, haciendo una pausa que le resultó más dura de lo que pensó en un principio – Camila… ¿Piero es un Vampiro? – Le preguntó con absoluta seriedad, esperando una respuesta de la hermosa mujer que tenía frente a ella.

La tabernera asintió. “Te contestare lo mejor que pueda y controlare mis gestos para que no te avergüences, pequeña.” Respondio con una simple sonrisa que buscaba darle confianza.

“Un vampiro? De donde sacas esas ideas?” pregunto la tabernera quedándosele mirando por un buen rato, posiblemente esperando que fuera una broma rara pero al comprobar la seriedad de la jovencita respondio mejor. “No es un vampiro, no es un santo tampoco. Pero a mi no me importa. Igual que me digas esto me preocupa en gran manera…¿Qué te ha pasado Leonor para que tengas estas ideas en la cabeza?” pregunto preocupada la rubia que continuaba abrazándole, no pareciéndola querer expulsarla aun ante tal pregunta.

Entonces a pesar que la pequeña aun no habia contestado continuo. “Ves algo malo en Piero? Acaso sigues enojada con él o es algo mas? Me preocupa que me digas algo asi y con esa seriedad.”

Leonor contuvo la respiración esperando la respuesta de la rubia. Aquella había sido una pregunta muy atrevida y si ella le hubiera contestado afirmativamente, al menos habría tenido una amiga con la que poder hablar sobre confidencias. Alguien que la comprendiera, que compartiera su misma situación y que entendiera por lo que estaba pasando. Alguien que, como ella, fuera una Ghoul ligada a un vampiro sin demasiadas posibilidades de decisión…

Pero en lugar de ello, la tabernera la miró con extrañeza afirmando que no sabía de qué estaba hablando, lo que le produjo una profunda tristeza, aunque no lo demostrara abiertamente frente a ella. – No veo nada malo en Piero. Soñé que lo era y parecía muy real. Igual que el sueño que tuve sobre mi hermano asesinado en los canales…. Supongo que siempre has tenido razón con respecto a mí y estoy perdiendo la cordura, aunque no te preocupes que estoy luchando para ponerle remedio e intentar discernir qué es un sueño y qué es la realidad. – Respondió con medias verdades, tratando de tranquilizar a la hermosa mujer, a pesar de que aquello le producía un nudo en el estómago al saber que sus esperanzas se habían desvanecido como el humo.

Tras ello, la miró con una sonrisa suave mientras decía – Lo cierto es que con la única persona con la que debo disculparme es contigo, aunque sí que me gustaría ver a Piero. Aun considero que se mereció mi bofetada por ser tan directo y confundirme de aquella manera... debido a ello yo… mi vida… ha cambiado mucho… Tanto, que ya no puedo volver – afirmó manteniendo silencio por unos segundos antes de explicarse – Existe un hombre… Un noble extranjero que se ha interesado en mí y quiere que viva con él a partir de ahora y… me ha pedido que me vaya con él cuando acabe sus asuntos en la ciudad.

La mujer continuo viéndola preocupada, incluso casi te parecía que te veía como si estuviera algo mas en ti a pesar que habia prometido no hacerlo. “Leonor, que yo tenga cierta razón no me pone contenta. No me gusta escuchar que estas teniendo problemas para distinguir entre la realidad y tus sueños.” Comento la mujer mirándola fija a sus ojos haciéndola sentir algo mas triste no solo por sus palabras sino por algo mas. “Te estas estresando mucho e incluso no quise decírtelo pero se nota que no has dormido mucho. Te ves muy palida Leonor y no creo que sea solo por el hambre que posiblemente tenes.” Le comenzó a decir tal vez explicando un poco mejor su mirada.

“No tienes que disculparte nada, yo casi te bese antes pensando por un momento que eras de esas mujeres.” Comento haciéndole recordar a ella ese momento que casi tuvieron ambas. “Aunque admito que soy algo mas empático que Piero, si es posible.” Comento pareciendo aceptar las palabras de ella respecto lo que habia causado. Sin embargo quedo algo en silencio cuando escucho que alguien la quería tomar lejos. “No es lo mismo que le pasa a tu hermano?” pregunto sacando de su manga que sabia eso que habia contado a Amedeo. “Creo que debemos hablar con Piero, él conoce gente que podría evitar que eso pasara.” Ofrecio a la joven pareciendo con deseos de ir con ese hombre y haciéndole sentir que sin duda estaba en la taberna.

Odiaba tener que dar la impresión de estar chiflada frente a Camila, aunque prefería eso a ponerla en peligro contándole lo que sabía sobre las criaturas de la noche. Si Piero había decidido no decirle nada, no sería ella quien le revelara aquel secreto, puesto que seguramente tan solo le causaría dolor. Pese a todo, Leonor estaba casi convencida de que el apuesto amante no era quien decía ser, a pesar de que lo único que recordaba nítidamente era lo que había vivido en el despacho del príncipe y no tuviera pruebas concretas de ello. Tan solo tenía que ser más cuidadosa cuando decidiera indagar un poquito más, y evitar que la linda tabernera se enterara.

Leonor pestañeó sorprendida ante la mención de que se encontraba muy pálida. No obstante, aquello no fue nada comparado con la sorpresa que le produjo el saber que Camila había intentado besarla. Tanto, que abrió mucho los ojos y a punto estuvo de echarse hacia atrás de forma involuntaria. – E… estoy bien. No he pasado hambre. Tan solo he dormido poco últimamente. – Se disculpó, tratando de tranquilizar a la mujer y minimizar un poco su sorpresa inicial.

-Veo que Amedeo no puede mantener la boca cerrada. Pero sinceramente aun desconozco el paradero de mi hermano y tan solo tengo una pequeña pista que bien puede pertenecer a otro muchacho que no sea él – Respondió con tristeza tras reponerse un poco – No creo que Piero pueda ayudarme, aunque no tengo problema en hablar con él… siempre que no intente besarme a traición – Dijo al fin poniéndose de morros, a pesar de sentirse extrañamente ansiosa de volver a estar a su lado.

La tabernera pareció darse cuenta de la reacción de ella sonriendo divertida antes de alejarse ella para no ponerla incomoda. ”Lo siento, no sé qué me pasaba por la cabeza en ese momento.” Confeso poniéndose colorada y tal vez por la prisa de sus palabras se veía que tampoco era que estuviera orgullosa. ”De cualquier forma volviendo a tu palidez espero que sea solo el sueño, aunque igual es malo pequeña.” Comento preocupada alejándose un poco de ella y levantándose de la cama.

“No dijo mucho, no me dijo dónde estabas debes creerme porque si no ya te habría ido a buscar.” Comento con una gran sonrisa excusando un poco al guardia. “Aunque algunas cosas termine sacándole o averiguando de sus palabras. Siento si era algo que deseabas no contarme pero tengo cierta facilidad de convencer a los hombres.” Comento suspirando mientras escuchaba la confirmación de ella y el problema actual que tenía. “Es mejor saber eso que nada. Eso ya es algo.”

Se acercó a ella ofreciéndole la mano buscando ayudar a levantarla. “No te besara lo estaré vigilando y si lo hace te dejare pegarle primero para luego pegarle yo.” Le aseguro dándole un guiño cómplice. “Pero créeme si alguien puede ayudarte podría ser él.”

-Gracias por preocuparte por mí… intentaré cuidarme más - le respondió, descartando definitivamente el hecho de que Camila hubiera intentado besarla.

Cuando Camila trató de justificar a Amedeo, la jovencita no pudo evitar sonreír retomando el buen humor ante las explicaciones de la rubia. A decir verdad, era realmente cierto que tenía facilidad para convencer a los hombres, e incluso a muchas mujeres como a ella, por lo que no le dio mucha importancia al hecho de que el apuesto guardia se hubiera ido de la lengua un poquito – No te preocupes que conozco tus artimañas, por lo que estoy convencida de que se las hiciste pasar realmente mal, como para haberle sonsacado toda esa información – Respondió aceptando su mano y poniéndose en pie junto a ella.

-Pobre Piero. Ahora me da cierta pena – Afirmó con brillo en los ojos, justo antes de volver a su anterior estado de seriedad l tiempo que decía – No creo que pueda ayudarme, entre otras cosas porque ni siquiera estoy segura de lo que quiero, pero acudiré gustosa a hablar con él si eso te hace feliz.