Partida Rol por web

Sin embargo a pesar del plan de la joven fue cuando atravesó la puerta que detrás de ella esa escena se oscureció completamente como si nunca hubiera estado ahí. Aunque había fallado se sintió impulsada a seguir por eso que se encontraba brillando en el suelo y fue solo cuando lo tuvo en su mano que supo que era ese colgante que había robado a Sabino.

Fue extraño cuando de repente sintió manos tomando la suya que sostenía el colgante, en especial cuando de la nada se formó el hombre dueño de la mano. Era un hombre mayor sin llegar a tener canas en su pelo pero igual lo sentías viejo. Era quien antes habías visto hablar con el hombre que le faltaba los ojos.

“Leonor…” le llamo la atención aunque ya mirabas su cara parecida a la de tu hermano. “Escúchame, cuida este colgante. Guárdalo cerca de ti para que nunca se pierda.” Le pedía el hombre mientras la hacía cerrar sus dedos en el colgante para tenerlo agarrado. “Prométemelo.” Tras un momento en silencio lo viste acercarse hasta depositar un beso en su frente. Se gesto estuvo lejos de ser desagradable sino que se sintió cariñoso, aunque veía cerca al ser que la miraba con una sonrisa haciendo algo tenso el momento.

No entendía nada. Todo aquello le parecía tan irreal que a duras penas podía enlazar lo que ocurría. De repente, todo lo que dejaba atrás se volvía gris e inerte, como si hubiera sido producto de su imaginación, o un escenario preparado para dejar de ser inanimado tras su paso. No obstante, aquel objeto dorado la llamaba con tanta intensidad que no pudo evitar recogerlo del suelo hasta darse cuenta de que se trataba del medallón perteneciente a la familia Amore.

Durante unos segundos permaneció parada allí, tratando de comprender por qué era tan importante y cómo es que Sabino lo había tenido en primer lugar. ¿Habría sido casualidad, o realmente se lo había mostrado intencionadamente para que se lo robara? No obstante no tuvo ocasión de pensar demasiado en aquello, cuando unas manos sostuvieron las suyas y al mirarlas, contempló una versión adulta del rostro de su querido hermano. Dicho rostro era amable y cálido, y le hizo prometer que cuidaría el medallón guardándolo junto a ella y tratando de no separarse nunca.

Pero, pese a todo, lo más extraño fue aquel beso paternal que la reconfortó y le hizo sentir amparada de una forma que le resultaba difícil de explicar… a pesar de que aquel momento no duró demasiado, puesto que no pudo evitar sentir la mirada sin ojos que los observaban.

El momento de reconforto no duro, pero ella quedándose en aquel lugar hizo que esa escena siguiera activa. Eso se demostró cuando el hombre se le quedo mirando un buen rato esperando la respuesta, antes de mirarla confundido. “¿Me escuchaste?” pregunto buscando la atención de la joven que ahí se había quedado en sus pensamientos.

El ser miraba con curiosidad la escena moviéndose a otro rincón oscuro del techo como si buscara un ángulo diferente para ver lo que pasaba con la pelirroja, aunque no parecía haber señal alguna que fuera a atacarla o atacar al hombre.

“¿Comprendes lo que digo?” pregunto el hombre que parecía salir de su lado energético a uno mas cansado. Suspirando frente a ella largando un aliento frio que le causo algo de escalofríos.

-Si… si… Lo prometo – Respondió la pelirroja ante la insistencia del hombre situado junto a ella.

- ¿Qui… quién eres? ¿Acaso eres un espíritu? – Se atrevió a preguntar tras haber salido de sus pensamientos, pero sin retirar la mirada de aquel ser que no había dejado de observarla desde el principio, sin dejar claras sus intenciones.

Finalmente el hombre sonrio satisfecho con la promesa de la pequeña pelirroja, que de pronto empezaba a notar mas de su circunstancia. El hombre no era grande de tamaño sino que ella una niña y por eso muchos adultos se veian grande para su perspectiva. Los pasillos parecieron iluminarse al menos un poco hasta que no quedaran tan solo como lugares oscuros y sin fin.

El hombre que su cara se volvia mas nítida, la miro extrañado y casi ofendio ante tu pregunta. “¿Como que quien soy? Soy tu tio tonta.” Dijo el hombre mirando por detrás de ella, aunque ella por alguna razón no podía ver a quien era, viéndose una figura oculta que no se trataba del ser que continuaba en el techo ignorado por el supuesto tio de Leonor. “¿Que eso de espíritu? Me parece que alguien se te ha aprovechado para asustarte pequeña tonta.” Dijo con una sonrisa divertida.

-¿Mi tío? Pero… pero... - Comenzó a decir, justo antes de darse cuenta de que era una niña en lugar de la jovencita en la que se había convertido.

Tardó unos segundos en darse cuenta de que quizá esto se trataba de los recuerdos de su infancia. Aquellos que había olvidado mucho antes de su vida en el orfanato. – ¿El medallón es de nuestra familia? – Preguntó intentando encontrar la razón por la cual dicho medallón había sido tan importante para ella desde el momento en el que entró a formar parte de su vida - ¿Puedo ver a papá y mamá? y... ¿Dónde está Theo? – Dijo finalmente un poco más esperanzada de poder ver a su hermano de nuevo y deseosa de conocer a sus padres.

El hombre te miraba muy extrañado incluso algo molesto, negando con su cabeza mientras suspiraba. No sabias porque pero te daba la impresión que la escena se estaba volviendo algo más fría en su ambiente.

“Es tuyo ahora mismo. Es un medallón que ha estado en la familia muchos años.” Respondio con un tono formal dándole una gran importancia a aquel objeto y tal vez dándole algo de sentido a la obsesión que ella tenia. “¿Acaso ya te aburriste de mi? Luego de que te di este medallón importante para la familia y que te mostré cariño?” pregunto aunque su tono parecía empezar a agrietarse, viéndose mas molesto. “No es de niña educada en un castillo de tratar asi de mal a su familia. Al final parece que ciertas cosas no te entran en tu cabeza.” Comento con desagrado.

No sabía si era la vida en las calles que la había hecho desconfiar de todo y de todos, pero los gestos y las expresiones de su supuesto tío no le gustaron lo más mínimo. Aquel hombre no era trigo limpio y algo le decía que no tramaba nada bueno, si no era capaz de contestar una pregunta tan simple como si podía ver a sus padres y a su hermano.

No obstante, le siguió un poco el juego para no hacerle enfadar y continuó junto a él para tratar de averiguar qué era lo que estaba ocurriendo – No estoy aburrida. Te agradezco mucho el regalo, querido tío – le respondió, al tiempo que le abrazaba, tratando de buscar entre los bolsillos del hombre sin que se diera cuenta, para encontrar algo que pudiera servirle para entender la situación. Para empezar estaban en un castillo y él la estaba llamando “su familia” ¿Significaba aquello que ella formaba parte de la familia Amore? No lo creía posible, pero tenía que llegar al fondo de todo.

-¿Por qué me das algo tan importante? ¿No tienes miedo de que se me pierda? Aun soy muy pequeña – Afirmó, esperando la respuesta que pudiera darle.

Tu respuesta consiguió que sonriera con cierto orgullo. “Asi esta mejor. Igual no tienes nada que agradecer.” Comento el tío con humildad en su tono, recibiendo el abrazo sin desconfianza.

Era extraño para ella hurgar con sus nuevas manitos que no poseían la costumbre que aprendería mas tarde en la vida. Sintió un pequeño cuchillo entre el pantalón y la camisa, una bolsa de dinero algo pequeña y una cadena larga que terminaba en una cruz. Sin embargo hubo una consecuencia que no esperaba al escuchar la risa de su tio al sentir las manitos de ella. “Basta Leonor, me haces cosquillas.” Reclamo el hombre que separo de la pequeña mientras concluia su risa.

“No tengo miedo que lo hagas, ya que me prometiste que lo cuidarías pequeña. Por eso te lo doy como una muestra de confianza.” Dijo sonriendo grande y apoyando su mano en la cabeza de ella en un gesto casi para una mascota. “Significa que confió en vos y vos también deberías confiar en mi. No me importa que seas pequeña ahora ya sin darte cuenta crecerás.” Le contesto con extremada facilidad casi como si lo tuviera ensayado pero eso una pequeña niña no lo notaria.

Leonor no tenía intención de robarle, aunque el hecho de que aquel hombre hubiera notado que hurgaba entre sus cosas la desconcertó, ya que normalmente no se habría dado cuenta de su pequeña incursión.

En cualquier caso, su supuesto tío seguía sin darle buena espina. Nada de esta situación tenía sentido. Ella siempre pensó que era una huérfana más cuyos padres habían abandonado por no poseer los medios suficientes para mantenerla a ella y a su hermano, pero ahora… ¿Es que acaso tenía sangre noble? Tenía que seguir descubriendo qué era lo que pasaba, por lo que asintió a sus palabras e incluso sonrió, a pesar de que todos sus sentidos le advirtieran del peligro.

-¿Y dónde vamos ahora, querido tío? – Preguntó simulando la curiosidad típica de los niños e intentando localizar con la mirada a la sombra que no dejaba de observarla.

Tu pregunta le hizo sonreír con travesura, aunque su respuesta no fue rápida sino que se tomo un tiempo. “Hay tantos lugares donde podríamos ir pequeña, donde quisiera llevarte. Lugares muy interesantes pero que lamentablemente tus queridos padres no me dejan.” Comento el hombre mirado a los costados como temiendo que con solo nombrarlos estos aparecieran.

“¿Sabes lo que es un guardar un secreto?” pregunto el hombre enfocándose en ella como si nada mas interesara. “No te preocupes que no es nada malo guardar un secreto, incluso tus padres tienen los suyos. Pero este será nuestro…” dijo tomando las pequeñas manos de ella donde tenía el medallón que le habia entregado. “Sera nuestro secreto pequeña.” Repitió acercándose aun mas tal vez muy cerca volviendo muy íntima esa charla.

Por su lado la sombra o espíritu que la seguía, se encontraba aun en el techo observando. Se notaba una sonrisa en este aunque su razón era un secreto para la pelirroja. Eso si lo único bueno era que parecía no muy decidido a intervenir con lo que pasaba aunque una parte de ella sentía que eso era algo solo momentáneo.

La joven sintió un escalofrío a medida que escuchaba las palabras de aquel extraño. La forma en que hablaba y le prometía cosas con zalamería, le ponía los pelos de punta. Había visto demasiado en las calles para saber qué podía significar aquel acercamiento, pero… ¿Acaso esta era la razón por la que no podía recordar nada de su pasado? ¿Quizá ese hombre había abusado de ella siendo una niña? La mera idea casi la hace vomitar, aunque tuvo que esforzarse por mantener la cabeza fría y continuar con esta farsa, para intentar desentramar el misterio que lo envolvía todo a su alrededor.

-Claro que sé guardar un secreto. Ya soy grande – Afirmó, simulando sentirse orgullosa de ello y mirando de reojo a la criatura sombría que les acechaba en el techo de piedra de aquel extraño lugar. Su corazón latía muy rápido y todos los bellos se le erizaron cuando su supuesto tío se acercó a ella. No sabía cuáles eran las intenciones de la sombra, pero la forma en que la miraba no era nada hogareña, y algo le decía que no estaba allí para ayudarla, sino todo lo contrario.

El hombre la miro por rato de forma extraña disminuyendo su sonrisa, tal vez porque ella no habia podido esconder sus gestos tanto como deseaba y eso habia generado dudas en su supuesto tio.

“Ahora eres grande? Antes decias que eras chiquita.” Comento señalando su contradicción con una sonrisa maliciosa. “Bueno no importa sos grande ahora y puedes guardar secretos.” Dijo acariciándole la cabeza despeinándola un poco.

Dicho eso se levantó de la posición en cuclillas que estaba y se separó de ella dejándola más calmada. Le extendió una mano para que la tomara asi parecía que empezarían el recorrido al secreto que quería mostrar su tio. Lo que siguió fue algo extraño porque ambos se dirigieron hacia uno de los pasillos ensombrecidos que a pesar de ahora estar mas cerca seguía oscuro totalmente.

Sin embargo antes que la joven pudiera decir algo ante las sombras se vio confundida ante el instantáneo cambio de escenario. De pronto se encontraba saliendo hacia un balcón de una de las torres del castillo donde estaba ella, el balcón siendo uno grande y protegido con una muralla alta que la dejaba ver para afuera a ella. Aunque presentia que estaban a mucha altura en ese momento.

Su tio se acerco a la muralla y miro aprovechando que no tenia problema con su altura. “¿Quieres ver pequeña? Es un paisaje magnifico.” Le tento habiéndola soltado en algún momento que ella no habia visto y ahora ofreciéndole la mano de nuevo para subierla. "No temas yo te agarro fuerte."

-Soy grande para guardar secretos, pero no soy fuerte. Si me quitan la medalla ¿Qué hago? - Preguntó poniendo carita de inocencia, mientras se decía que tenía que parecer aun más tonta delante de ese hombre si no quería que desconfiara de ella.

No obstante, la caricia que le dedicó en la cabeza y el hecho de que se separó de ella un poco, hizo que respirara tranquila por unos segundos. No sabía qué pretendía, pero debía tratarse de algo bastante malo si ella no recordaba nada de todo esto.

Ambos anduvieron por los pasillos al tiempo que la sombra les seguía, aunque Leonor no supo qué ocurrió de repente, pero el paisaje cambió como si siempre hubiera estado allí, y los dos se encontraron en una amplia balconada, donde el aire frio cortaba su piel y arremolinaba sus cabellos. No existía un lugar tan alto en Venecia, por lo que supuso que debían encontrarse en otro lugar. Tal vez Florencia, tal y como había leído en los libros sobre la procedencia de la familia Amore, o tal vez Siena, muy cercana a Florencia y famosa por sus pendientes en toda la Toscana.

En cualquier caso, aquel hombre malintencionado deseaba que ella se expusiera ante el terrible barranco, ofreciéndole su promesa de sostenerla como única protección. ¿Acaso había interpretado mal los gestos de su supuesto tío y en lugar de abusar de ella, deseaba matarla? Pero ¿Por qué querría hacer algo así? Además de mujer, ella era la hermana menor de Theo, o al menos así lo creía. Por lo que su muerte no significaba nada de nada ¿Tanto la odiaba? ¿o esta situación se trataba de algo más que no alcanzaba a comprender?

-Estoy bien a tu lado querido tío y lo veo todo bien. Me…me dan miedo las alturas – Dijo temerosa, mientras se agarraba a su pierna con fuerzas para indicarle que bajo ningún concepto se acercaría a un sitio tan alto.

La respuesta la pregunta de la joven no llego ya que habían sido cambiados a un lugar diferente tan rápido que lo que había quedado detrás había sido olvidado por el hombre mayor que acompañaba a Leonor. Eso si el humor de este parecía mucho mejor que en el principio del encuentro.

Tras escuchar tu respuesta rio un poco. “No tienes que tener miedo alguno conmigo aquí pequeña. Ademas desde aca se nota que no puedes ver mucho.” Comento el tío de ella sonriendo volviéndose a inclinar junto a ella, apartándola un poco de su pierna para agacharse. “Leonor, no tienes nada que temer aquí. La altura no es nada especial y es probable que cuando seas más grande quieras venir muchas más veces a este lindo lugar. Créeme cuando te digo que esta vista vale superar ese pequeño miedo que tienes.” Dijo con un tono comprensible y más respetuoso que antes mientras te tomaba de los hombres para que miraras su rostro calmado.

“Ya se, ¿que tal si te subo a mis hombros?” pregunto con una gran sonrisa.

¿Qué podía hacer? Ella tan solo había sido una niña cuando lo que parecían unos recuerdos del pasado, fueron borrados de su mente. ¿La habría empujado su tío por el precipicio haciendo que perdiera la memoria en el impacto? Pero ella no tenía ningún rasguño en su delicada piel, y de seguro se habría matado desde tanta altura…. ¿Qué había sucedido realmente ahí?

-Confío en ti, querido tío – Mintió, asintiendo a sus palabras.

Por todo ello, y bastante temblorosa, accedió a que la subiera a sus hombros suponiendo que una confiada niña habría hecho lo mismo, no sin antes agarrarse a él con fuerza para evitar que la soltara en un momento dado. Sabía que algo estaba tramando, aunque esperaba que no fuera tan malo como parecía, mientras buscaba con la mirada a la sombra a la cual había perdido de vista desde el cambio de escena.

Su tío sonrió una sonrisa para nada inocente, pero ya era tarde para cambiar de opinión sintiendo como la elevaba con sus brazos y la colocaba sentada en sus hombros corriendo su falta para que asi ella pudiera apoyarse en la cabeza de él. Cuando ella se agarró con mas fuerza solo tenía la pera del hombre que no se quejaba ante el agarre de ella.

Al elevarse de nuevo su tío sintió un pequeño vértigo ante el cambio de altura rápido, pero eso dejo de importar cuando su tío se acercó al borde para dejarle ver el paisaje.

El paisaje sin duda era uno que la joven habia pensando, la toscana, aunque nada de lo leído se asemejaba a lo que veía ahora mismo frente a ella. Aquel enorme campo abierto sin fin a la vista, ese verde brillante y vivo, junto a los poblados haciendo una imagen que la joven de Venecia nunca habia visto en su vida.

De pronto se olvidó de todo en ese momento increíble e incluso no sabía como pero sentía algo distinto de su tío en ese momento, un sentimiento antiguo por alguna razón que la hacía dudar de todos sus anteriores malos presentimientos.

Sin embargo ese momento no duro y ella lo había presentido. Pero mientras se concentraba en su tio, la sombra realizo sus movimientos escondidos, hasta que la pequeña la encontró colgando del muro del lado exterior mirándola desde abajo. Sonriendo.

Una sonrisa que empezaba a mostrar todos los dientes que tenia el espíritu, unos dientes afilados como si fueran todos colmillos para despedazar a cualquiera con su mordida. Aunque esto no era lo único que se empezaba a ver con más facilidad su cabeza también se mostraba, una piel oscura totalmente a un cráneo de tamaño irregular que parecía más alargado en la parte de su mandíbula. Sus brazos se mostraban dejando ver que estaban formados por solo músculos que traspiraban una secreción oscura y asquerosa. Sus manos con dedos demasiado largos y filosos se acercaban a ellos.

“Te va a tirar…te quiere matar.” Le dijo sonando una voz espectral que extrañamente no sentía frente a ella sino detrás como si le estuviera susurrando al oído aunque estuviera frente a ella. “Te matara y lo disfrutara. Luego ira por tu hermano y le romperá su cráneo contra la pared. Es lo que desea, incluso mas. Tus padres no te salvaran, los matara a ellos también…los torturara.” Continuaba diciendo el espectro.

Incluso demostrando su velocidad escalo las piedras y luego a tu tio, este no pareciendo sentir como este espectro restaba por su cuerpo como si no fuera nada hasta posicionar su raro rostro junto a ella. Ella por su lado no pudo reaccionar siendo unos pocos segundos el tiempo en que tardo en hacerlo. “Podria matarte yo, solo pídemelo ahora.”

Aquellas vistas eran verdaderamente espectaculares. La Toscana resultaba aun más hermosa que las descripciones que hacían de ella los libros que había leído o, incluso, que las coloridas historias de los bardos. Por un momento, la pequeña Leonor se olvidó de todo. De su tío, de la sombra, de la extraña situación en la que estaba sumida… Tan solo las hermosas hojas de los árboles que comenzaban a tornarse doradas, pinceladas por la inminente llegada de un fastuoso otoño cuyo manto lo transformaría todo en cobre y oro, y cuyo azul cielo coronaba el majestuoso paisaje que ambos contemplaban, acariciando sus mejillas dulcemente con la refrescante brisa del atardecer, ocuparon su mente por un efímero periodo de tiempo.

Incluso ese tío, cuyas intenciones no eran para nada puras, tuvo que rendirse ante las fuerzas de la naturaleza, las cuales les recordaron a ambos cuan insignificante es el ser humano y cuan efímera era su existencia.

No obstante, ni siquiera la perfección de un instante como aquel podía durar para siempre. Y en esta ocasión fue aquella sobra la que rompió toda la magia del momento, mostrándose como realmente era: Fiera y temible, esperando reclamar su vida de una u otra forma mientras escalaba por la pared del precipicio y rectaba por el cuerpo del hombre que la sostenía.

Por fin lo supo. Aquello era un espíritu. Pero no uno de los pobres espíritus atormentados que había visto y a los que intentaba ayudar, sino un ser totalmente corrompido por la maldad de un alma que seguramente había dejado de ocupar su cuerpo mucho tiempo atrás.

-Amado tío, es el paisaje más hermoso que jamás he visto. Te quiero tanto…. – Respondió ignorando al ser que intentaba asustarla y empujarla hacia la muerte. Acto seguido se aferró al hombre que decía ser de su propia sangre y comenzó a abrazarle con ternura, e incluso besarle como cualquier niña pequeña hubiera hecho en su lugar. Se resistía a creer que alguien de su familia le deseara tanto mal como para precipitarla hacia el vacío, por lo que jugó la única carta que alguien de su fuerza y tamaño podía jugar en una situación así: El cariño, la compasión y el amor.

Tu tio levanto su cabeza tras los gestos amoroso de Leonor, pretendía verla pero solo podría mirar la punta de la cabeza de ella. “Me alegra escuchar eso pequeña. ¿Viste que no había nada que temer?” pregunto con una sonrisa pequeña.

El espíritu no se quedó paciente mientras era ignorado, alejándose un poco de ella para acercársele al hombre más precisamente a su oído. “Recuerda a ella no le importas…cuando crezca y sepa como que sos te rechazara.” Le susurraba al oído pero no tan bajo para que la pequeña no lo escuchara. “Desastre de ella, ahora que es una niña.”

Ante esos susurro la sonrisa de tu tio desapareció poniéndose mas serio e incluso dejando de notar el maravillo paisaje frente a él. Antes de agitar la cabeza y a la pequeña también sin quererlo. “Ah lo siento. Mejor volvemos tus padres estarán buscándote.”  Termino diciéndose sin bajarla de su cabeza pero avanzando hacia la puerta. Mientras el espiritu salto de tu tio hacia el borde de ese mantel, su sonrisa no desapareciendo a pesar de verse derrotado.