Partida Rol por web

El dia de su boda estaba mas cerca de lo que ella quería y aunque ella esperaba que algo pasara que evitara que esa unión ocurriera todo indicaba que seguiría su curso. Incluso escuchaba de parte de su prometido que la organización estaba yendo por buen camino a pesar de que habían planeado tener una boda mas temprano que tarde. Lo que también sabia que no seria una boda pequeña ni humilde, el dinero que habia dejado su padre especialmente para ello era cuantioso pero ni Leonzio ni su primo tenían alguna intensión de rebajar ese monto ambos con la excusa de hacerle ese el dia mas especial de su vida.

Aunque habia ciertas miradas de parte de Cirino que te hacían pensar que no se sentía muy satisfecho con esa unión e incluso algunos besos cariñosos pero secretos te lo iban confirmando. Aunque no era el único Bastien las noches que parecía no volvia insistir con la idea de alejar al rubio pero no se lo veía muy contento a pesar de lo que hacían esas calurosas noches. Tu tio seguía ausente pero por la última letra se veía que estaba contento y prometia estar para el dia de la boda para entregarte al novio si se lo permitías.

 Todo eso rondaba dentro de la cabeza de Gianna mientras caminaba por las calles de Venecia hasta llegar al mercado que ella habia visitado frecuentemente con su padre. Junto a ella habían un par de guardias que se encontraban a cierta distancia para no molestarla pero para estar cerca por si algo le pasaba.

Aunque la idea de conseguir un vestido no era lo que más le atraía en ese momento, Gianna amaba ir de compras y gastar cuanto pudiera, eso nunca era problema para la joven y mucho menos en un sitio donde todo el mundo la conocía por lo cual los guardias no tenían que estar encima de ella, con que estuvieran a unos cuantos pasos alcanzaba.

Mientras iba decidiendo donde entrar a comprar y qué cosas comprar, iba pensando en Bastien y en Cirino, su corazón estaba partido en dos y menos mal que Leonzio no se había propuesto enamorarla porque entonces las cosas estarían aún más difíciles. A ella le habría gustado que ellos dos fueran valientes y lr impidieran la boda con Leonzio pero eso no iba a pasar y ella lo sabía.

Se detuvo frente a la perfumería en la que no entró con Bastien y está vez si se adentró a buscar un par de botellas de su perfume favorito pero ese acto hizo que volviera a pensar en aquellos dos hombres que compartían su lecho, lo cierto era que ninguno en los dos la amaba, la querian si pero como a cualquiera, no era nada especial. Trató de olvidarse de nuevo y recogió las dos botellas volviendo a la calle para entrar en uba zapatería, fue recibida por el dueño, la conocía desde que era una niña y rápidamente le explicó lo que quería para su boda.

-¡Quiero que sean los mas elegantes y hermosos zapatos! No importa lo que cuesten.

A pesar de sus palabras, Gianna no se veía feliz.

Ese mercado la conocía muy bien y le tenia mucho cariño especial por las muchas veces que ella los visito. Aunque no era solo ella su familia tambien estuvo ahípor varias generaciones, incluso mucha de la riqueza de la familia fue a la mantención de ese agradable y lindo paseo comercial. Aunque eso no era algo que pensaba demasiado la joven que era saluda amablemente por todos, sino en los amores de su vida.

El perfume fue facil de conseguir a la joven y cuando termino en la tienda de zapatos fue recibida por un hombre elegante que dudabas que fuera el encargado de hacer los zapatos que vendia.

“Enseguida mi signora. Le conseguiré los zapatos mas elegantes y hermosos que poseeo y que estoy seguro le quedaran magníficos junto al vestido de novia.” Decia con orgullo en sus mercancías y yendo a la parte de atrás por unos segundos antes de volver.

“Mi signora disculpe si la molesto pero la veo algo triste, a pesar que debiera estar feliz. Mucho se habla de su boda y lo feliz que esperando que sean los novios.” Comento con una sonrisa que te parecia sincera. “Por eso no dude que buscare solo lo mejor para usted.”

No era para Gianna una novedad el modo en que la trataban, lo cierto era que estaba algo ausente porque pensaba en otras cosas y sin embargo no dejó de ser amable porque era así como la trataban y ella agradecía eso. Poco a poco iba llenando sus manos pero claro, cuando tenía algunos paquetes los entregó a los guardias, una Scarpatti no podía ir por la vida cargando paquetes por más que fueran las compras que tanto adoraba hacer. A su paso algunas miradas se fijaban en ella, era famosa en la ciudad pero también porque era hermosa y porque alguno que otro ya se había cruzado con ella en algún momento.

Cuando llegó a la zapatería aquel hombre no parecía ser el vendedor sino el dueño pero estaba bien, a Gianna le parecía siempre que los dueños tienen más interés en vender sus cosas y por tanto eran mucho mejores a la hora de ofrecer precios y mercancía pero cuando él le dijo aquello, la joven mujer se sobresaltó porque no era que quería que se supiera por toda la ciudad que no estaba feliz por lo que iba a hacer así que cambió a su sonrisa, esa que todo el mundo conocía y le respondió.

-Oh, realmente estoy feliz pero tengo muchas cosas que hacer y eso me preocupa, es todo simplemente. Me gustaría, si no fuera mucho atrevimiento que me recomendaréis un buen joyero por aquí, un caballero importante debe recibir de mi parte un hermoso presente.

Suponía que no muy lejos de allí encontraría a uno bueno y que no le demorara mucho lo que le iba a pedir porque tenía que hacer algo y pronto. La mujer volvió a mirar a aquel hombre y le hizo un gesto por si aún no se había ido a buscar los zapatos prometidos. Se estaba poniendo impaciente, compraría los primeros zapatos que ese hombre trajera y luego se marcharía, quería comprar además un regalo para Leonzio, para el día de la boda y aquella noche planeaba cenar con su tío.

“Oh…” dijo el vendedor dejando su rostro de preocupación fuera y sonriendo grande. “Ya veo no se preocupe que mi padre siempre me ha dicho que es mejor estar muy ocupado que sin hacer nada.” Mientras hablaban un joven se acercó a ambos con un par de cajas de madera.

El vendedor se puso a abrirlas mientras respondía tu duda. “No es ningún atrevimiento, me alegra poder ayudarla. Sobre un buen joyero conozco a unos tres puestos a la izquierda de este, el lugar pertenece a un extranjero de ultramar aunque no por eso es muy mal tipo. Al parecer tiene sus contactos en el barrio musulmán y eso le consigue cosas exóticas.” Comento mientras sacaba de una caja un zapato de mujer rojo decorado con varios gravados de flores, el otro que saco era uno oscuro con un diseño mas brillante por los varios dibujos blancos que se resaltaban mas.

“Aquí están mis dos mejores, espero alguno de ellos sea de su gusto mi Signora.” Le dijo y se los ofrecio para que los vea mejor.

En algo estaba de acuerdo con el vendedor y era precisamente en eso que le había dicho su padre, ella estando ocupada pensaba menos en todo, especialmente en su boda.

-Si es bueno, es lo único que importa,m i señor.

Esperó pacientemente a que viniera con los zapatos y los miró, examinó durante varios minutos, ambos. Luego miró al vendedor, daba igual así que se decidió.

-Me llevaré ambos, sois muy en vendedor. Usaré los blancos para la boda y los otros me los llevo porque me gustan.¿Cuánto os debo?

La joven noble sonreía amable, parecía haber dejado atras el mal humor pero sólo porque se le habia ocurrido algo.

El vendedor no pudo verse mas feliz ante la decisión la noble, asintiendo varias veces a sus palabras y ordenando al joven que los guardara para que ella pueda llevarlos. “Me parece una excelente idea.”

Cuando llego el momento de cobrar el vendedor se puso algo más serio y en su rostro se vio una pequeña lamentación. “Mis trabajadores han tomado mucho tiempo en fabricarlos y lo han hecho con el mayor de los cuidados para producir los tesoros que vio. Por lo que aunque me gustaría regalárselos por su boda, debo pagarle a mis trabajadores…” comento dando una excusa y una especie de actuación que casi parecía como si le doliera cobrarle, aunque la joven sabia mejor que ningún comerciante veneciano regalaba cosas y si lo hacia uno debía tener cuidado con los objetos. “Me debe **** grossos.” Le dio el precio y paciente espero esa suma.

La joven noble le pagó lo que le decía y sonrió.

-Realmente no regatearía, es un hermoso trabajo que vale cada moneda que yo os pueda dar.

Pagó rápidamente y salió tras despedirse asegurando volver hasta el siguiente puesto que sería el del joyero. Antes de entrar en el local inspeccionó todo por fuera y luego miró la calle con cierta tristeza y melancolía porque tenía que hacer aquello sola, hubiera querido invitar a Leonor pero tampoco había tenido oportunidad. Resopló, se armó de valor y dio varios pasos más que la condujeron hacia el local.

-Buenas tardes...

Y esperó que alguien apareciera para atenderla.

El local tenía una gran ventana de vidrio que dejaba ver una gran cantidad de joyas que estaban en exhibición no solo para la noble sino para cualquier persona que pasara sin duda. Por la ventana también se podía ver parte del local, era mas bien chico comparado con la zapateria pero por una puerta detrás de la barra suponías que habia mas que el cliente no podía ver.

Al entrar vio salir al hombre de piel oliva saliendo de debajo del mostrador con una sonrisa bien grande. El hombre poseía un largo pelo negro enrulado que ataba con una cuerda detrás de su espalda y vestia de una forma mas tradicional de medio oriente que de Italia. Sin duda destacaba mucho con los demás vendedores.

“Buenas tardes…” saludo rápidamente notándose un acento en su habla. “¿En que puedo servirle mi noble señora? Dígame que desea que le muestre y hare lo mejor para ponérselo frente a usted. Aunque también puedo ofrecerle un arreglo de joyas de forma personalizada si lo desea.” Le ofrecio juntando sus manos que notabas eran muy finas y algo pequeñas.  

Gianna observó un rato la vitrina y luego entró sin más a buscar al joyero que le habían recomendado. No evitó mirarlo de pies a cabeza, era lógico que era de fuera y le gustaban ese tipo de personas porque le recordaban a los artistas. La joven mujer sonrió.

-Signore, antes que yo pueda deciros qué deseo, tenéis que hacerme una promesa: Lo que yo os pida aquí, quedará sólo entre vos y yo y el dueño de la joya que os encargaré.

Aguardó a que el hombre le respondiera y ella comenzó a mirar más de lo que allí había.

-Agradezco vuestra discreción. Lo que necesito es una joya... Una cadena con un dije en forma de flor de lys que tenga piedras preciosas y por la parte de atrás debe llevar dos iniciales grabadas también en piedras preciosas, rojas de preferencia.

Miró al hombre y sonrió.

-Las iniciales son C y G, deberán estar entrelazadas.

La noble se sentó en un pequeño banco de madera y miró al hombre fijamente.

-No importa cuánto cueste pero lo necesito lo antes posible, ¿cuándo podréis tenerla?

Gianna se levantó, estaba nerviosa o ansiosa o parecía que no se estaba quieta nunca y miró un anillo, uno de hombre y que parecía de buena calidad.

-Quiero ese también, para mi futuro esposo... Tendré que darle algún presente, quiero que lleve su nombre y el mío grabado por dentro. ¿Os tomará mucho tiempo?

Si el hombre era inteligente y lo parecía, sabría que una de las joyas, la mejor, no era para su futuro marido.

El mercader extranjero no solo asintió una vez sino varias. Él como cualquiera sabia que si guardaba el secreto ya tenia la confianza de ella en ese momento y sin olvidar que ella era querida por los demás comerciantes por lo que lo peor que podría hacer seria arruinar su confiada. “Su secreto esta a salvo mi signora.” Respondio costándole un poco decirlo con su acento.

Luego se quedo en silencio tomando una nota mental de todo lo que ella le pedia. Solo cuando ella dejo de hablar fue que el joyero contesto. “Todos los diseños sean letras o dibujos llevan su tiempo. Aunque sin duda podre conseguir la cadena antes que el anillo, si eso es lo que la signora desea.” Termino diciendo guardándose cualquier comentario del valor de cada uno de los regalos.

Saco un papel y una pluma de debajo de la barra. “Dígame el nombre de ambos para escribirlo. Por lo demás si le parece pagara *** por adelantado y luego cuando reciba cada uno le pediré el resto.” Comento el hombre sin excederse para lo que le parecía a ella en el precio de cada articulo.

Gianna miró al hombre satisfecha porque su secreto estaría a salvo pero resopló un poco molesta, no quería demorar mucho aquello.

-Sé que tardará pero, ¿podría decirme cuánto tiempo tardaría? Hay uno que me precisa especialmente, la cadena con el dije y las iniciales que llevará son C y G como ya os dije... El anillo, mmm... Quiero ese que tenéis en exhibición, sólo tendriaís que agregarle los nombres: Gianna y Leonzio. Os daré la parte que me habéis pedido y al finalizar el resto.

La noble sacó el pago para el hombre y sonrió.

-¿Sabéis dónde podría conseguir una daga?

Sin duda estaba dispuesta a consentir a sus chicos.

El hombre se tomo la pera y se puso a mirar al techo, murmurando algunas palabras delicadamente. Si bien la noble podía con algo de esfuerzo escucharlas notaba que hablaba su idioma natal. “Creo que en un par de días podría conseguirlo para que usted o quien usted desea lo recoja. El anillo posiblemente un dia luego de la cadena.” Respondio el hombre finalmente tras un tiempo pensando.

Tras recibir contento el pago escucho su pregunta y señalo a la izquierda. “Depende de lo que quiera conseguir, pero ambos negocios quedan a la izquierda de este local. Al final de la cuadra hay una herrería que produce buenos diseños de armas, pero un poco antes hay un hombre que vende armas ornamentadas. Ese ultimo seria para armas que se use mas como decoración y no para la pelea.” Respondio el hombre.

Gianna asintió.

-Vendré entonces en un par de días. No, nadie puede recoger estas cosas por mí y vos me las entregaréis solo a mí,¿no es así?

La noble sonrió como ella sonreía para los demás.

-Bien, entonces iré a buscar lo que me hace falta. ¿Alguna otra sugerencia, signore?

Lo miró fijamente sin sonreír.

Asintio “Solo se la entregare a usted y guardare el secreto. No es un problema mi signora.” Dijo devolviéndole la sonrisa y esperando paciente por si tenia mas que pedirle. “No…bueno, depende de los gustos de su signora o de los hombres. Pero es su decisión.” Dijo con humildad esperando si habia mas.

Gianna se despidió y salió de la tienda pero antes de entrar se quedó mirando la calle, aquel lugar le encantaba y decidió comer algo antes de seguir con sus compras. Se quedó mirando al canal un rato largo, pensando en nada realmente, quería seguir haciendo compras pero no tenía fuerzas. Se quedó un rato más allí antes de buscar la tienda que le había indicado el joyero.

Luego de tomar uno de sus descansos habituales que para otra persona podrían verse preocupantes o como un signo de alguna enfermedad, pero no era algo que la noble le diera mucha importancia mientras continuaba con su vida. En este caso con las multiples compras que debía realizar.

Al llegar a la tienda de espadas ornamentadas se encontró a un hombre con bigote muy singular y una ropa que se veía exageradamente vistosa aun para los gustos de cualquier noble. El hombre no solo era peculiar en su pinta sino que utilizaba un acento que no sabias cual era, pero se notaba que lo hacia apropósito y no porque hubiera nacido en otro reino.

“Buenos días mi signora, en que puedo servirle?” pregunto tras hacer una reverencia educada.

La mujer volvió a entrar en las tiendas, en la primera todo era ornamentado, más que nada para presumir pero ella necesitaba algo más y eso era una daga bonita pero útil. Respondió al hombre con amabilidad.

-Buen día, signore. Necesito una daga, algo que se vea elegante pero al mismo tiempo sea letal.

Ella sonrió pero no era su última palabra.

-No es para mí, es para un hombre que suele meterse en problemas pero cree que no lo sé. ¿Cuánto me saldría algo así? Bueno, no importa el precio, ¿cuándo podría tenerla en mis manos? Pagaré muy bien entre antes me lo entregue.

"Ese hombre debe tener mucha suerte si usted lo cuida mi signora." comento el hombre con una sonrisa amable mientras se diriguia al fondo por las dagas, aunque seguia hablando con ella. "Puede tenerla en su mano ahora mismo si encuentra la que desea en mi coleccion. Sino el tiempo puede variar entre unos dias o semanas." le respondio el hombre volviendo con un gran cajon.

"No quiero complicarle la compra mi signora, pero no me gustaria no mostrarle la gran varierdad que poseemos en el local." dijo con cierto orgullo mientras le mostraba varias degas diferentes. "Estan las dagas comunes de estilo europeo que son rectas, estan las de los musulmanes que se estan poniendo de moda que son curvas y luego hay dabas con diseños proppios y grabados propios. Todos los estilos poseen una estetica orgamentada que seguro pondra en buena mirada al hombre y lo hara sentir mejor. Junto a eso el arma se puede utilizar para la defenza siendo las musulmanas bastante mortiferas en las manos de un experto." le fue explicando las distintas opciones con sus ventajas.

Gianna sonrió al hombre con amabilidad.

-Bien, entonces que sea ahora y creedme, no sabe el hombre lo afortunado que es, quizá no dbería darle nada. Pero sabe cómo somos las mujeres. Elegiré una musulmana ahora mismos, son preciosas y letales, así que tengo que aceptar que me habéis sorprendido gratamente.

La muchacha fue viéndolas una a una y por fin luego de un rato eligió una que consideraba que se vería bien en las manos de Bastien y no sólo eso, sino que sería letal.

-Esta es la elegida, signore.