Partida Rol por web

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

A MEDIA MAÑANA.

Thomas espera un momento a sus compañeros, pero viendo que nadie se mueve, finalmente opta por empujar las dobles puertas basculantes del elegante Saloon y entrar él solo.

L​unes, 8 de enero de 105 PA

A MEDIA MAÑANA

James contempló impasible como Quick y Thomas entraban en el Saloon. Tras unos instantes, lanzó un suspiro que más parecía un gruñido, antes de decir:

—No sé lo que nos hemos perdido durante nuestra recuperación, boche —comentó sin mirar al borg alemán—, pero estos dos ni siquiera se acercaron a Angstville y ahora los tenemos pegados al culo como garrapatas...

El excomando escupió a un lado, un salivazo grande y espeso que se perdió en un charco como la lluvia en un océano. Giró la cabeza a un lado y a otro, haciendo crujir las vértebras como un luchador antes de entrar en el ring.

—Bueno, sea como sea, es hora de volver al hogar —dijo mientras apoyaba una mano en una de las puertas batientes y empujaba para abrirse paso—. Si te quedas ahí fuera te vas a oxidar.

Una de sus pícaras risas le acompañó al perderse en la oscuridad preñada de humo del interior del local.

L​unes, 8 de enero de 105 PA

A MEDIA MAÑANA

Shidi tenía razón, ahora iban a tenerles pegados. Pero no les quedaba otra, y mejor tener una compañía que no estuviera deprimida y/o de mal humor, así que simplemente asintió débilmente, para después responder con aquella voz robótica entrecortada que aún conservaba un fuerte acento alemán.

-Detrás de ti, vaquero.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

A MEDIA MAÑANA.

- Tras hablar unos segundos, los dos veteranos de Angstville entran al Saloon de DarkGate.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

MEDIA MAÑANA.

- Noa sale de la Clínica seguida por Emil, que ante la brillante luz de la mañana parece encogerse, y uno casi podría jurar que marchitarse.

- No se ve por ninguna parte a los Rifts Warriors, antiguos y nuevos.

- Se ve la explanada de tierra seca al Norte de la Clínica, más allá está el circo y rodeo, actualmente cerrado.

- El Templo del Panteón Griego está al Oeste, casi al otro extremo de la pequeña ciudad.

- Desde aquí se ve fácilmente el Templo del Panteón de la Luz (Egipcio) y el Gremio de Magos.

- La casa de la mística Alexa es la que está dos manzanas más al Oeste.

Es evidente que la luz no me gusta. Nada. Musito entre dientes unas maldiciones en elfico antes de suspirar.

- Como te dije, Noa... voy al Saloon. Allí estarán Shidi y Quick. Y quizás alguien más. ¿Quieres venir? Serías bienvenida, al menos por mi.

Emil espera la respuesta, y sea cual sea esta, asiento y, bien me despido, bien le acompaño, diriguiéndome hasta el Saloon.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

MEDIA MAÑANA.

- Tanreack sale de la Clínica por la puerta Norte, la que da a la explanada de tierra donde suele estar el circo y rodeo de la pequeña ciudad, aunque ahora está cerrado. La luz de la mañana resulta muy brillante, tras la luz artificial de los fluorescentes de la Clínica.

- Inmediatamente ve las espaldas de Emil y Noa. El elfo parece haber hecho una pregunta a Noa y estar aguardando respuesta, pero la joven sacerdotisa parece confusa.

- Tanreack mira al Norte y más allá sólo ve algunas casas y el herbolario, nada de interés. Mira al Este y ve algunos ranchos y granjas, enseguida se acaba la ciudad en esa dirección. Al Sur, varias callecitas conducen eventualmente al "Grand Garage" de Mek, al Gremio de Mercenarios y al almacén de Bandito Arms. Al Oeste se divisa el Gremio de Magos y el Templo de la Luz.

No esperaba aquella invitación. De hecho, ¿desde cuándo no la invitaba nadie a tomar algo?

Sus obligaciones la llamaban, pero la tentación de compañía, de la compañía de sus antiguos compañeros, tiraba de ella tensando la cuerda hasta donde no se tensaba hace semanas....o meses.

-Yo...bueno...supongo que...sí, voy contigo -Se escuchó decir sin pensar.

Su corazón había decidido.

Hago un gesto a Tanreack quien por cercanía debe haber escuchado la conversación para que nos acompañe si lo desea y, ya sin esperar más, camino hacia el Saloon mientras me intereso por Noa y por sus obligaciones y día a día.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

MEDIA MAÑANA.

- Noa y Emil caminan por las poco concurridas calles de la ciudad hasta el Saloon, dejando que Tanreack decida por su cuenta si quiere seguirles o no.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

MEDIODÍA.

- Pensativo y algo ensimismado, Daeron sale de la mansión élfica y camina por las calles de la pequeña ciudad de DarkGate.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

CASI A MEDIODÍA.

SALÓN DE LA CASA ELDORAIEN Y CALLES DE DARKGATE

Daeron se despidió correctamente de la dama y con paso lento se dirigió al cercano cementerio. A cada paso que daba sentía que el cuerpo le pesaba más y más. Se le hizo agotador llegar ante las placas conmemorativas de sus amigos caídos y de su esposa. Y también se le hizo decepcionante. Merecían más. Mucho más que unos pequeños metales con sus nombres.

Se acercó y se arrodilló ante la estela funeraria. Acarició suavemente la placa de Indira Drognan y finalmente apoyó sobre ella su frente. No supo cuanto tiempo estuvo así, pero pareció despertar con los ojos humedecidos: después de varios días las lágrimas parecían querer aflorar aunque no con demasiado éxito.

Eran lágrimas de pena, dolor, rabia y frustración. Lágrimas de impotencia y de culpabilidad. Daeron lo tenía bien claro: si él hubiera estado al frente del grupo, si él no hubiera cedido el mando, el desastre no hubiera ocurrido. Si él, como alto magus, hubiera tenido un mínimo de poder mágico combativo, las bajas enemigas hubieran sido más cuantiosas y el combate más equilibrado.

¿La federación de magia una amenaza? Que payasada. Eso no se lo cree nadie. Si todos son como yo, creadores de escudos y portadores de revólveres no hay nada que temer, pensó desconsolado. Pero eso puede cambiar. DEBE cambiar, se mentalizó alzando la vista y mirando al sur de la ciudad. Claramente podían verse los pináculos de las altas torres de los Lores de Darkgate.

Esos sí saben de magia ofensiva, se dijo incorporándose.

- Amigos. Amor mío. Espero que vuestras almas reposen en paz. Gracias por vuestra amistad y camaradería. Mientras viva seguiréis vivos, en mi. Sed pacientes, pronto me reuniré con vosotros. Contigo, Indira. Hasta pronto - se despidió el joven. 

Con paso cansado comenzó a andar hacia una de las torres más visibles sobre el perfil de la ciudad: la torre de Lord Akeimus el Blanco.

Tanreack se acercó al pensativo Daeron, muchas cosas bullían en su cabeza, pero quizás no era el momento ni el lugar para muchas de aquellas atribulaciones. Pero, conocía a Daeron más que a muchos otros de aquellos Rifts Warriors, o antiguos miembros de. No veia como mala opción acercarse al mago, de todas maneras, estaba herido, y Jack Tanreack, era un curandero bastante apañado, entre otras muchas más cosas.

Al llegar a su lado, le saludó.

-Daeron- Comenzó para llamar su atención.

-¿Como estas?, dentro de la clínica no era el lugar adecuado para hablar, demasiada gente,  mas de la necesaria para agobiar a los heridos-

-Si necesitas que eche un vistazo a tus heridas o las del resto, no habrá problema, aunque necesitaré ver vuestro partes médicos para saber donde empezar-  Meticuloso como siempre.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

CASI A MEDIODÍA.

CALLES DE DARKGATE

A la salida del Cementerio observó como una figura le esperaba.

Tanreack, reconoció el archimago sin especial gana de entablar conversación con él.

No estaba de humor para hablar con nadie, aunque, tras hablar y despedirse de su esposa y compañeros, su rabia interna ya no bloqueaba tanto su capacidad comunicativa.

- Jack - saludó con desgana y continuó caminando. Tenía cosas importantes que hacer. Advirtió que el tecnomago le seguía. Suspiró y se detuvo, girándose hacia él.

- ¿Que quieres, Jack? - le preguntó con una mezcla de enfado y artazgo -. ¿Que como estoy?. Tras ello le dedicó una triste sonrisa y comenzó a reírse amargamente - Jack, lo he perdido todo. TODO. La clínica no era buen lugar para hablar ni tampoco aquí. No existe buen lugar para hablar de una tragedia, especialmente si no hay solución para ella - le dejó bien claro mientras continuó andando.

Observó como el tecnomago le seguía, insistiendo y ofreciendo sus conocimientos para revisar su estado.

- Tienes mi historial en la clínica. Es todo tuyo si lo quieres. Y respecto a mis heridas...- negó con la cabeza -... esas no se pueden tratar. De ninguna manera - dijo dejando bien claro que no se trataba de nada físico.

Cuando fueron terminando la conversación Daeron alzó la mirada. Ya había llegado a su destino: la torre de Lord Akeimus, el Blanco. Sin dudarlo avanzó y llamó al portón de la inmensa torre. No apreció guardias. Sin duda no los necesitaba pues intuía y daba por hecho que poderosas protecciones mágicas guardaban la entrada.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

MEDIODÍA.

- Ambos aventureros, Daeron y Tanreack, llegan juntos ante la Torre de Lord Akeimus el Blanco. Nadie atiende a las llamadas, y a todas luces el lugar está cerrado y actualmente vacío.

L​unes, 8 de enero de 105 PA.

PASADO EL MEDIODÍA.

- Vicky se decide a salir de la Clínica al fin. Pese a ser una mañana de invierno, el Sol cae a plomo desde este cielo azul y despejado. Es un día muy brillante y luminoso.

- Vicky entrecierra los ojos, al Norte de la Clínica. Más allá se ve el Circo y Rodeo, actualmente cerrado. Mira hacia el Oeste y recuerda que esta es la calle en la que vive Alexa.

- Hacia el Noroeste le ha parecido ver a Daeron y a Tanreack, andando juntos, aunque les ha perdido de vista cuando han girado la esquina del Gremio de Magos.

- Hoy tiene el día libre de servicio en la Guardia de la Ciudad, y tampoco es que tenga gran cosa que hacer.