Partida Rol por web

La mirada del agente de la iglesia parecía un claro no para el pedido de la joven. “¿Y de que mierda me va servir alguien como tu para enfrentar un espíritu?” pregunto aunque sus palabras no era lo unico que parecía estar a punto de recibir Leonor ya que veia al hombre levantar su mano para darle un golpe con el dorso de su mano.

“Además prefiero tu temor enano. Ahora vete o te pegare hasta que lo hagas…” le devolvió dándole una decisión binaria a todo el asunto y menos prescindiendo los sentimientos de ella.  

Si había un lado bueno en el guerrero parecía estar muy bien escondido. Al igual que el espiritu que se dejaba sentir pero no ver, aunque tal vez tenia miedo del hombre como tantos otros.

Leonor no le respondió, puesto que sabía que no se podía razonar con gente como él. Quizá su afán por intentar ver el lado bueno en todas las personas la había cegado esta vez.

Por todo ello, decidió irse antes de que realmente la golpeara, prometiéndose a sí misma que volvería cuando ese indeseable no andara cerca, para poder descubrir quien era ese espíritu que percibía y como podía ayudarle.

Horas tuvieron que pasar hasta que finalmente el agente dejo esa sala y no fue por propia voluntad sino que uno de sus hermanos religiosos pedia su presencia para hablar en sus habitaciones. Ambos hombres se fueron pareciendo no notar a la huerfana que se encontraba fuera de la vista esperando su momento para volver.

Al volver noto con algo de temor como no habia sensación alguna del espiritu como si habria abandonado el lugar o tal vez el agente se habia encargado de él. De cualquier forma la joven habia quedado preocupada.

Fue en el viaje hacia el otro lado de la habitación que volvio a sentirlo, incluso lo vio volando por ensima suyo con cierta prisa. El espiritu era de un hombre viejo con ropas dañadas y humildes, al pasarla pudo ver su espalda lastimada. No era una lastimadura ligera sino que parecia que alguien le habia dado una cantidad perturbadora de latigazos dejando su espalda destrozada con los cortes profundos.

Tras terminar las tareas que tenía asignadas para hoy, Leonor permaneció oculta esperando su momento hasta que finalmente aquel desagradable guerrero dejó la sala. Nuevamente se coló en la estancia, tras estar segura de que nadie la veía y comenzó a registrar cada rincón sin éxito y sin ser capaz de encontrar al espíritu.

Pero no fue hasta que no decidió desandar sus pasos, que la dama que antaño había portado unos hermosos rizos de fuego no vio por fin al difunto, el cual parecía haber sido asesinado brutalmente a latigazos.

-Espera, no te vayas. – Le susurró cuando este pasó sobre ella. – Quiero ayudarte.

El viejo no se detuvo, aunque disminuyo su velocidad y miro para atrás a la joven. Su rostro estaba lleno de arrugas y debajo de sus ojos había unas bolsas oscuras que parecían marcar la falta de sueño mientras sus ojos permanecían bien abiertos y activos.

Al pasar solo un segundo dejo de observar a la joven para volver a moverse por el pasillo que habia venido la joven. Seguir al espiritu probo ser algo complicado, ya su movimiento no a través de pasos como ella sino que flotaba en el aire y sin resistencia alguna como si se tratara de un pajaro. Aunque estaba lejos de un animal asi.

Lo viste detenerse frente a algunas puertas que pasaban, observando las habitaciones antes de volver a avanzar. Al parecer tenia un objetivo en mente ya que aunque la pelirroja de cabello corto lo llamaba este tras un par de veces de darse vuelta decidio ignorar a la joven.

Fue cuando llegaron al gran salon que el espiritu fue mas complicado de seguir, lo mirabas esconderse en las sombras, tras las columnas y en los mas alto del sagrado salon. Aunque eso no parecia afectar a las personas que estaban ahí dedicándose a sus quehaceres singulares, tal vez era al agente de la iglesia de quien se ocultaba o tal vez lo hacia de ella. Sin embargo no tenia mucha practica para esconderse y menos de la mirada atenta de Leonor.

Finalmente parecio dirigirse a un lugar que ella conocia bien, donde habia encontrado ella al espiritu de Vico.

Afortunadamente, el espíritu disminuyó la velocidad para que la joven pudiera seguirle a pesar de las dificultades. La joven tuvo que sortear varios obstáculos al mismo tiempo que trataba de no llamar la atención, simulando estar atareada limpiando o haciendo cualquier labor típica de un monaguillo.

Posiblemente no sería importante, pero Leonor memorizó todas y cada una de las puertas en las que se detuvo el pobre anciano, para revisarlas posteriormente y saber a quién pertenecían las habitaciones.

Cuando aquella alma en pena llegó hasta el salón, la jovencita pensó que le perdería, por cómo se escondía entre las columnas. Afortunadamente no fue así, y por fin pudo acercarse hasta el lugar donde decidió detenerse, el cual no era otro que la discreta sacristía donde el padre Vico se le había aparecido la primera vez que descubrió su extraño Don.

No sabía qué era lo que la esperaría allí, pero se preparó para todo lo que aconteciera puesto que, en lo más profundo de su corazón, deseaba encontrarse con el sacerdote, el cual Celia había querido tanto.

En la Sacrista se encontró con el espíritu con la espalda destrozada, pero no estaba el sacerdote presente ahí o al menos no lo estaba su espíritu. Aunque si se escondía o no ella no podía saberlo porque no podía distinguir si pudiera sentirlo con el espíritu del viejo tan cerca.

Este espíritu pareció ponerse a buscar antes de terminar enfrente de de Leonor haciéndole un gesto cerca de su cara, comprobando los gestos de ella.

“Puedes verme….Porque me sigues?” pregunto el dando vueltas en ella y causándolo cierto escalofrió. “¿Quien eres?” pregunto curioso aunque empezabas a sentir cierto temor en su voz y como el hombre se ponia mas nervioso mientras esperaba respuesta.

Parecía que no había ni rastro del padre Vico, aunque no por ello la jovencita se daría por vencida. Si tenía que permanecer más tiempo fingiendo ser monaguillo para ayudarle, así lo haría. No obstante, su prioridad ahora era el espíritu de aquel pobre hombre, el cual parecía haberse sorprendido bastante al darse cuenta de que ella podía verle.

Aun le causaba cierto escalofrío la presencia de las pobres almas en pena, aunque procuró no mostrárselo al espíritu, y en su lugar intentó parecer lo más inofensiva y calmado posible ante él, antes de hablarle.

-Sí que puedo veros… es algo que descubrí hace poco, y desde entonces he intentado ayudar a todos los que son como vos siempre que puedo. Por eso estoy aquí. ¿Hay algo que necesitéis de mí para poder descansar en paz? Mi nombre es Leo y haré todo lo que esté en mi mano por vos. ¿Puedo saber quien sois? – Le preguntó apaciblemente, siendo consciente de que este espíritu parecía conocer bien su condición, siendo bastante probable que hubiera fallecido hace algún tiempo.

El espíritu parecia dudar con las palabras de ella aun algo nervioso. “No necesito tu ayuda Leo, estoy aquí por mi propia voluntad.” Comento el hombre que habia dejado de examinarla para pararse cerca de la mesa y dejando de flotar apoyo sus pies en el piso. “Tengo un trabajo que hacer. Necesito encontrar un espíritu de un sacerdote que se encontraba en esta Basilica…” Le explico pareciendo que agregaría algo mas pero callándose.

“No, no puedes saber quien soy. No es necesario.” Aclaro casi de la nada pero evadiendo su mirada mientras tocaba con algo de cuidado su herida, haciéndote ver que parecía saber de sus heridas a diferencia de otros que habías encontrado.

-¿Un espíritu? ¿Os referís quizá al padre Vico? – Preguntó la jovencita aun extrañada porque ese hombre atormentado se mostrara tan racional e incluso se llevara las manos a las terribles heridas que le habían infringido en vida.

-Yo le vi hablé con él… fue la primera vez que supe que tenía este don… Aunque él no sabía que era un espíritu y temo que algo malo le ocurra. Yo también quiero encontrarle para ayudarle a superar lo que le pasó – Se sinceró, sin estar muy segura de si aquel hombre aceptaría su ayuda.

El espíritu asintió ante las preguntas de la joven vestida de chico. “Si, al sacerdote Vico estoy buscando.” Decia el espíritu que daba unas miradas a los costados mientras la escuchaba a ella.

“Que cosas malas le pueden pasar a un espiritu? Acaso piensas que el cruzado ese le hizo algo?” di varias preguntas curioso dejando su herida en su espalda para rascarse la mejilla con sus ojos muertos en Leo. “Como te llamas de nuevo? y que haces en la Basilica?” siguió preguntando pareciendo su atención mas en ella.

-Me llamo Leo – Respondió respetuosamente a la pregunta del espíritu – No sé si ese cruzado le ha hecho algo malo, aunque si he descubierto que su muerte fue por causas antinaturales… Un sacerdote me contó que puede que la criatura que le mató, también condenara su alma, pero yo me resisto a creer que no hay forma de ayudarle, por eso me he hecho monaguillo, para tratar de buscar la manera de que descanse en paz… y para tratar de impedir que algo parecido vuelva a suceder – Se sinceró, al ver algo en aquel hombre que le infundía confianza.

-¿Creéis que el cruzado es capaz de haceros algo malo? ¿Cómo es posible si no tenéis cuerpo al que pueda dañar? – Preguntó genuinamente, tratando de comprender un poco más.

En el espíritu se mostró un rasgo humano repitiendo el nombre que le daba ella en un susurro tal vez esta vez memorizando su nombre a diferencia de antes.

“Quien es ese sacerdote?” preguntaba aunque no sin escuchar el resto de sus palabras. “Te haz hecho monaguillo para ayudar a un espiritu? Nunca había escuchado una razón asi.” Afirmo el espiritu que por un segundo pareció sonreír pero su cara volvía a su neutralidad mientras se rascaba la barbilla como si en verdad le picara.

Ante la pregunta directa a su persona este se quedo pensativo antes de decir palabra alguna. “No se, con la fe. Ya sabes como son algunos.” Comenta con poca importancia aunque también parecía justificar su propia ocultación cuando el cruzado se encontró en la sala. Pero eso no sacaba que hubiera mucha ambigüedad en su respuesta.

-Es un sacerdote de la Basílica de Santa María dei Frari. El padre Massimiliano – Respondió la joven educadamente mientras asentía ante su pregunta de si se había hecho monaguillo para ayudar a un espíritu – Eso, y también para ayudar a los vivos que puedan ser víctima de su asesino, aunque aún no sé por dónde empezar – Confesó con humildad.

Ante la respuesta del espíritu sobre las razones de por qué se ocultaba, Leonor decidió no ahondar más. Esta era la primera vez después de Imanu, que podía hablar de forma totalmente razonable con un fallecido, por lo que tampoco le pareció raro que le diera respuestas ambiguas.

Por todo ello, se limitó a tratar de ayudarle todo lo que pudiera al tiempo que le preguntaba - Decidme ¿Por qué buscáis vos al padre Vico? ¿Hay algo que pueda hacer por vos? Desconozco cuanto tiempo lleváis vagando por la abadía pero quisiera ayudaros. ¿Erais un sacerdote en vida?

“Santa María dei Frari… Massimiliano” repitio el espíritu de nuevo tratando de memorizar lo que le decia ella. A pesar de eso seguias notando en su actitud que no parecía tan perdido como otros espiritus dándole dentro del todo una conversación normal a la joven. “Una tarea demasiado difícil para un pequeño.” Comento sin un tono burlon pero igual subestimando a la joven.

Las preguntas de parte de ella parecieron ponerlo nervioso por alguna razon, haciéndole dudar en contestarle. “No era un sacerdote en vida, solo un hombre de calle.” Respondio de nuevo siendo algo ambiguo y volviendo a alejar su vista de ella. “Necesito hablar con él, ver como esta. Por lo que si puedes ayudarme a buscarlo te estaria muy agradecido.” Dijo mirandola de nuevo mientras una de sus manos se posaba en su herida en su espalda.

Por la reacción del espíritu, no parecía que conociera a Massimiliano, aunque tampoco era extraño. Lo que si le pareció raro era que aquel hombre no quisiera su ayuda y que deseara encontrar al sacerdote por encima de los problemas que pudiera tener en el mundo de los muertos.

-No soy tan joven. Además de que he visto muchas cosas malas en lo que llevo de vida como para hacer algo al respecto para remediarlo... Hay demasiadas desgracias en este mundo. – Respondió ante las burlas del fantasma.

-Claro que os ayudaré a buscarle. Yo también querría saber cómo está ¿Qué es lo que os une al padre Vico? ¿Era vuestro confesor o acaso sabéis quién o qué le mató?... ¿Me daréis vuestro nombre ahora? – Preguntó con una sonrisa amigable que denotaba confianza, esperando la reacción del fantasma.

“Eres pequeño y por lo tanto joven…” argumento el espíritu de vuelta a ella. “Yo soy mayor y he visto mucho mas que tu del mundo pero mejor no te cuento nada o perderías la fe en la humanidad también.” Pareciendo algo mas activo mentalmente para tener una conversación más o menos normal con ella aunque también reencontraba muy deprimido.

Pero su tristeza trato de desaparecer tras la afirmación de ella. “Gracias.” Dijo aunque tardo bastante en responder las demás preguntas, al parecer no quería darlas por algún motivo que solo él sabía. “Marco. Aunque me llamaban ojos.” Respondio mientras abria grande los ojos en un gesto bromista, antes de volver su rostro mas neutral. “Solo quiero ver que paso o pasa con él. Interes propio.” Siguió respondiendo tras una demora que le permitiría pensar en algo.

-Soy joven, es verdad, aunque lo suficientemente mayor o desafortunado como para saber que no solo es la humanidad de lo que debemos preocuparnos – Le respondió algo criptica, aun reticente a hablar sobre vampiros a pesar de que seguramente no importaba tratar estos temas delante de un espíritu.

-Ojos es un apodo divertido. Un placer conoceros, Marco – Le respondió sonriente mientras hacía una elegante reverencia a modo de saludo - ¿Entonces no conocíais al padre Vico en vida? – Preguntó sin saber por qué deseaba mantener aquel aura de misterio alrededor suyo. – Yo tuve la desgracia de conocerle casi cuando acababa de morir. De hecho fue la primera vez que vi a un espíritu por lo que me asusté bastante y no me atreví a decirle que… que había fallecido. Desde entonces me siento culpable, puesto que no estuvo bien por mi parte, a pesar de que he cumplido su última petición. Realmente me gustaría poder hablar de nuevo con él e informarle, por lo que ambos podríamos buscarle juntos… Y vos ¿De verdad no queréis que le de ningún mensaje a alguien por vos o que revele el nombre de quien os mató a las autoridades? Yo puedo intentar ayudaros en lo que necesitéis – Le sugirió.

El hombre se le quedo mirando atentamente tras su frase aunque cualquier palabra que quisiera expresar respecto a ello se quedo sellada en su boca pareciendo que no quería internarse mas por ese camino.

El espíritu observo curioso la reverencia y la imito como pudo aunque sin la elegancia que había utilizado la pelirroja. “No. Aunque tengo una idea como es.” Le respondió volviendo a rascarse la espalda mientras se ponía a flotar un poco mientras se alejaba sutilmente de ella.

“Tal vez es lo mejor que no le digas que esta muerto ¿Algunas vez has escuchado de los espiritus malignos?” pregunto pareciendo excusar los movimientos de ella. “Yo si lo he hecho y tengo miedo de alguna vez encontrarme con uno. Tienes que tener cuidado con los espiritus.” Le advirtió con cierto nerviosismo a pesar de ser un espiritu. “Aceptare tu ayuda pero no le cuentes lo que es.” Le dijo haciendole un trato para su cooperación.

Ente sus preguntas el espiritu sonrio grande. “Yo me mori de hambre, asi que no se a quien culparas con las autoridades.” Le respondio divertido a pesar de lo horrible que sonaba esa muerte. “No hay ningun mensaje que quiera dar a nadie. No necesito tu ayuda Leo.” Le dijo volviendose mas serio enfocándolo con firmeza con sus grandes ojos que le daban ese sobrenombre.

A Leonor le gustó la reverencia que el espíritu le hizo. Cada vez le parecía más simpático a pesar de su apariencia y sus enormes ojos saltones.

No obstante, cuando Marco le pidió que no le revelara a Vico que estaba muerto y le explicó sobre los espíritus malignos, la damita se extrañó bastante, al no conocer nada de lo que le decía - ¿Espíritus malignos? Pensé que eso era algo que decía el templario para asustarme. ¿Qué mal puede hacer alguien que ya no está entre los vivos? – Preguntó bastante confundida, justo antes de añadir – Pero... si consideráis que es una mala idea, no le diré nada hasta que no me deis permiso, aunque estaré encantado de que me contéis un poco más sobre ellos para poder evitarlos.

Cuando Marco le confesó que él murió de hambre y que no había ningún mensaje que quisiera transmitirle a nadie, la damita de ojos azules le miró sorprendida, justo antes de añadir – Pensé que las heridas de vuestra espalda eran lo que os habían matado. Parecen latigazos profundos… También pensaba que algo de este mundo os mantenía aquí y que quizá podía hacer algo por vos para que pudierais ir al cielo, pero si no es así… Sería todo un honor poder haceros compañía de vez en cuando, si me lo permitís. – Finalizó sonriendo amigablemente al hombre que la miraba con sus grandes ojos.