Partida Rol por web

Un dia mas le quedaba enfrentar a Leonor en su prueba para unirse al grupo que Naywa le habia señalado como un posible lugar donde recidian seres oscuros. En el segundo dia en ese lugar se dedico a actuar de la misma manera que antes con quienes le acompañaron en la pequeña merienda pareciada a la del dia de ayer.

Ahora en el tercer dia se sentia algo mas nerviosa ya que se suponia que luego de esto seria inciada en el grupo y los demas jovenes rumoreaban que se haria un trabajo luego de la comida, en el momento que la noche caiga.

Todo esto no debia parecerle demasiado extraño, pero continuaba sintiendose incomodo ante los discursos del hombre de color que parecia haber convencido a mas jovenes que en la noche pasada, aunque seguia sin tener exitos con ella y sus conocidos. Por otro lado comenzo a sentirse observada por alguien ese dia, no sabia porque quien pero sentia como si ella sola fuera el objetivo de su mirada y eso la inquietaba. Por lo que ahora diriguiendose hacia el lugar se pregunto si habia algo mas que tendria que hacer en preparacion.

Leonor, o mejor dicho, Leo, se había estado preparando mentalmente para lo que fuera que le deparara esta noche. Cada día, y antes de acudir al lugar donde se reunían con el extraño predicador, había procurado comer bastante en la taberna de Facciolo para no sentir la tentación de picar algo de los alimentos que se les ofrecían. Realmente no sabía si se trataba de aquello o de algún otro factor en particular, pero las palabras del hombre de color sonaban tan vacuas a sus oídos, que realmente desconocía la razón por la que el resto se sentía tan inclinado a seguirle.

En cualquier caso, no podía permitir que nadie la descubriera. Por lo que, a ojos de los demás, se comportaba como si fuera su mayor admiradora, procurando no llamar la atención en ningún momento e incluso tratando e convencer a sus allegados de que estaban ante un gran hombre…

Entonces ¿por qué tenía la inconfundible sensación de que alguien la escrutaba meticulosamente? Debía estar terriblemente atenta si no deseaba ser descubierta o algo peor, por lo que se prometió a sí misma no perder ni un solo detalle de lo que sucediera a su alrededor en esta noche tan especial.

Continúo su paso con calma llegando al lugar donde se encontraban jóvenes sentados charlando entre ellos. Mientras daba una mirada pensaba en el pequeño grupo que se había formado con ella, Mamadou y Sabino no parecían muy convencidos incluso parecían obligarse a ellos mismos a asistir pero ninguno de los dos parecían querer hablar de ello. El pequeño amigo de Sabino en cambio se lo notaba genuinamente convencido. Fue rápida en encontrar a los tres esperando apoyados en la pared.

La comida no tardo en venir y con ella se encontraba el jefe que comenzó de a poco a saludar a cada uno de los presentes personalmente dándole una mirada especial a Sabino con el que aún tenía una relación algo tensa.

“Cuando terminen de comer comenzaremos con nuestra primera prueba. Los espero a todos parados contra la pared para que nuestros miembros veteranos los elijan para acompañarlos si es que lo consideran adecuado.” Comento antes de sentarse en un banco que alguien había colocado antes que llegaras.

La joven huérfana no tenía muy claro por qué Sabino y Mamadou no estaban convencidos del todo por las palabras del predicador. Ellos si habían probado los alimentos, y aun así seguían sin sentirse muy contentos por lo que estaba ocurriendo. En varias ocasiones se sintió tentada a advertirles que lo mejor era que fingieran que aquello les gustaba tanto como a ella, pero no quería arriesgarse a que pensaran que sus convicciones eran una absoluta farsa para averiguar qué era lo que estaba pasando aquí.

En cualquier caso, el malencarado ladroncillo se había ganado un poco más su respeto al notar que no era tan estúpido y confiado como creía en un principio, y esperaba no tener más encontronazos con él en el futuro, puesto que hubiera lamentado cualquier posible trifulca.

Cuando volvieron a traer la comida y el hombre de los tatuajes les explicó lo que tenían que hacer, Leonor asintió para sus adentros algo nerviosa por descubrir qué era esa tarea que los veteranos les pedirían realizar. De nuevo, volvió a disimular que comía, mientras que su corazón se aceleraba ante la expectativa de lo que el destino les deparaba, y no pudo evitar pensar qué era lo que pasaría si no salía elegida.

Al terminar su comida cada uno de los jóvenes comenzó a reunirse contra la pared parándose mas o menos de forma ordenada para mejorar la visión de todos para los veteranos.

Estos parecieron tardar un buen rato en aparecer por la puerta, poniendo nervioso a alguno de los jóvenes que el supuesto jefe calmaba con palabras que les recordaba la importancia de la paciencia. Pasado un tiempo empezaron a aparecer unos cuantos adultos y jóvenes adultos, en su mayoría con un aspecto italiano. Aunque también habia extranjeros africanos, musulmanes y del resto de Europa.

Pero lo que más sorprendió y asusto a Leonor fue un sujeto rubio que fue reconociendo más lento de lo que esperaba por el cambio de aspecto. Su peinado era diferente con su pelo totalmente recortado a los costados y el resto peinado para atrás, hasta incluso generar una colita de pelo con el restante. Junto a eso había dejado crecer algo de barba y hasta que estuvo cerca permaneció con una mirada baja.

El deseo de la joven era enorme pero en unos segundos se probó que ningún dios escucho sus deseos ya que el hombre la miro directamente a ella con una pequeña sonrisa y en unos pocos segundo le mostro su mano herida dejándole un claro mensaje a la pequeña.

A pesar de eso nadie parecio correr a apresarla y el hombre se encontraba quieto, ignorándola luego de ese pequeño gesto que le hizo antes escuchando las nuevas palabras de jefe. Esta vez hablaba de las nuevas generaciones.

“Todos saben que ningún humano es inmortal y por eso necesita de hijos para continuar con su legado. Pero estos hijos no deberían obtener los beneficios de su padre sin antes probarse merecedores de esto y es por eso que estamos aquí para decidir quienes serán los que sigan nuestro legado.” Parecio explicarle a todo el mundo aunque ambos grupos ya habia sido testigos de un discurso asi antes.

La pelirroja permanecía quieta en la pared junto al resto de los chicos y chicas allí reunidos y, pese a que la joven se había preparado mentalmente para cualquier eventualidad, aquella espera también estaba causando estragos en su estado de ánimo. Afortunadamente, uno tras otro, los miembros más mayores de la organización entraron en escena y comenzaron a evaluarles para el momento en el que tuvieran que escoger.

Cuando Leonor se disponía a respirar aliviada, sus ojos se abrieron de par en par tras ver como el muchacho alemán al que le había robado las botas haciéndole una fea herida en el proceso, entraba en escena junto con el resto de italianos y extranjeros. Su aspecto era muy diferente ahora, e incluso parecía bastante más apuesto que cuando le conoció, pero aquel rostro anguloso y esos duros y penetrantes ojos azules eran tan inconfundibles, que intentó desviar la mirada lo más rápidamente para evitar que la reconociera.

Pero ya sabía de antemano que la suerte nunca estaba de su parte y, tras quedar bastante claro que no solo sabía quién era sino que se acordaba perfectamente de su último encuentro, el cuerpecito de “Leo” tembló ligeramente ante la perspectiva de lo que podría hacerle, una vez estuvieran a solas.

No obstante, y pese al profundo miedo que la embargaba, la huérfana mantuvo el tipo y permaneció en su posición escuchando aquel discurso, que para ella no significaba nada en absoluto, y rezando con salir de allí de una pieza.

El temblor no fue tan sutil como ella habría querido, en especial porque todos los jóvenes se encontraban bastante cerca entre ellos. Mamadou junto a ella le tomo el brazo y susurro algo. “¿Porque estas nerviosa reconoces a alguien?” pregunto por lo que parecía como simple curiosidad, aunque su tono parecía querer insinuar algo.

Mientras joven oscuro hacia su pregunta el supuesto jefe seguía comentando la importancia de las nuevas generaciones y de cómo este grupo se podría terminar convirtiendo en una familia para todos ellos. Sin embargo el discurso no duro mucho más antes que diera dos golpes al suelo con su bastón, pareciendo ordenar a los mayores que se pararan rectos o al menos eso parecía cuando todos se posicionaron más formalmente.

“Me gustaría seguir compartiendo palabras de sabiduría con todos ustedes, pero hay un trabajo que nos compete a todos nosotros. Hoy para ser aceptados no solo deberán comer sino que acompañaran a los mayores para realizar algo de distribución de riqueza en esta ciudad.” Comento con firmeza y algo de orgullo dedicándole una mirada de pocos segundos a cada uno mientras hablaba. “Quiero que recuerden que para esto espero su mejor trabajo, ya que si caen en manos de la ley no serán rescatados y cualquier palabra acerca de este grupo con alguien que no pertenece será castigado. Así que háganme orgulloso.” Dicho eso realizo una bastante pronunciada reverencia antes de retirarse hacia dentro dejándolos con los mayores.

Los mayores en principio parecieron tranquilos en sus pasos hacia ellos, pero pronto algunas sonrisas sádicas se empezaron a ver entre ellos. Mas no habia mucho que hacer arrinconados contra la pared, por lo que cuando empezaron a revisar a cada uno bruscamente como si fueran animales midiendo la fuerza de los brazos y piernas o agrediéndolos con palabras para ver sus reacciones no hubo una gran resistencia aunque algunos se mostraron rebeldes ganándose desde un golpe a una felicitación dependiendo del hombre frente a ellos.

Leonor estaba segura quien le tocaria a ella, porque sabia que no solo su suerte era mala sino que el hombre la buscaría a ella.

"Ver de nuevo." fueron las primeras palabras que recibiste de él ni bien estuvo cerca. Era claro que no habia mejorado mucho en su diccion y por lo que tardo en dar sus siguientes palabras esperabas que entre los jovenes sin techo hubiera uno que pudiera hablar aleman e italino. "¿Donde estar?...Botas." dijo bajando su mirada a tus pies antes de negar y apretar su puño preparandose para golpear al alguien.

Leonor procuró mantener la compostura todo lo que pudo y regular su respiración para no ponerse aun más nerviosa de lo que ya estaba. Cuando Mamadou le hizo aquella pregunta, la joven pelirroja suspiró pausadamente antes de decir en un leve susurro – Digamos que no tengo nada de suerte.

Tras ello, permaneció en silencio tratando de esforzarse en recolectar todo el coraje que pudiera para no amedrentarse ante lo que fuera que estuviera por llegar y, mientras el predicador continuaba con aquel insufrible discurso, su convicción se hacía cada vez más y más férrea, puesto que, pasara lo que pasara afrontaría su destino con la barbilla bien alta.

Entonces llegó el momento de la verdad, donde aquellos adolescentes se quedaron a solas con los nuevos reclutas y empezaron a ponerles a prueba para cebarse con ellos o para descubrir de qué madera estaban hechos. Ella sabía que el Alemán no dudaría en cobrarse su venganza, por lo que, cuando vio como preparaba su puño para atizarle un golpe y escuchó su pregunta, la huerfanita disfrazada de chico le dedicó una sonrisa mordaz mientras decía.

-Ya sabes… Distribución de riquezas.

La clara alusión a las enseñanzas del falso sacerdote eran una forma de provocarle, pero a su vez supuso que aquella respuesta le desconcertaría lo suficiente como para que tuviera más facilidad para esquivar su puñetazo, si es que se decidía a pegarle finalmente.

Efectivamente la respuesta que le dio ella desconcertó al alemán, si no fuera por la sonrisa de la chica no habría sabido que se le estaba burlando en la cara. Por lo que no aguantándose más le lanzo un puñetazo que la joven logro esquivar fácilmente al estar preparada para agacharse cuando llego el momento, por su lado el alemán por poco y se golpea la mano contra la pared.

El alemán vio al “chico” con más rabia y le escupió una palabra en alemán que no podía ser buena. Parecía dispuesto a continuar golpeándole pero antes dijo. “Quieto, debes estarte.”

En ese momento intervino Mamadeo. “Creo que ya es suficiente, acaba de probar que es muy ágil al poder esquivarte en este pequeño espacio. No es eso suficiente.” Comento el moreno saliendo a tu defensa.

“Te comprendo hombre, yo también tengo ganas de darle un golpe a este infeliz cuando me contesta pero es escurridizo.” Agrego Sabino que no sabías bien si te defendía o solo hablaba por hablar.

El Alemán miro ambos y rápidamente se enfocó en Sabino. “Saludos.” Dijo sorprendiendo al ladrónsuelo que no comprendía porque lo decía. Desconcertado como el Aleman hace un rato, recibió un golpe en el centro del estómago dejándolo sin aire. A su ayuda salió el pequeño que sirvió de apoyo mientras Sabino se agachaba a causa del dolor.

“Ustedes...no probar suerte.” Comento a Leonor y Mamadou. Antes de mirar fijamente a Leonor. “Trabajar...como burro...o golpe” Dijo sonriendo con malicia.

Leonor no tuvo problemas en esquivar el puñetazo del alemán que, aparte de desconcertado, no podía superarla en velocidad. Casi volvió a sonreír al sentir la rabia de aquel hombre que acababa de destrozarse los nudillos contra la pared, cuando escuchó su orden de quedarse quieta para que la apaleara a placer.

No supo qué hacer, puesto que si obedecía seguramente acabaría totalmente desfigurada a puñetazos, pero si no obedecía posiblemente no pasara la prueba para formar parte de la extraña secta en la que estaba intentando infiltrarse. Pero antes de que pudiera siquiera tomar una decisión, los chicos salieron en su defensa, siendo Sabino el que terminó peor parado para sorpresa de la joven que no pudo evitar sentirse impotente, furiosa y culpable por lo que acababa de pasar.

Cuando el extranjero impuso sus condiciones, la huérfana dio un paso al frente, y mirándole a los ojos con intensidad, le respondió con resignación indicándole que esta vez le había ganado.

– Haré lo que tú quieras.

El Aleman se puso a la defensiva cuando noto que te adelantabas hacia él con aquella mirada y Mamadeo pareció querer detenerte con un agarre pero dudo al final. Fueron tus palabras las que calmaron una situación para nada buena para ninguno de los involucrados.

“Lo haras…” respondió con seriedad y levantando su puño de nuevo. Ese momento te esperabas un severo golpe en la cara o posiblemente varios pero su puño se abrió para dejar su mano abierta con su palma para arriba. “Tus botas.” Termino diciendo dedicándole una mirada a tus botas gastadas antes de volver a los ojos del joven. Al parecer quería hacerte sentir como lo hizo él cuando robaste sus botas, lo que se suponía era un precio mas bajo a que te rompiera la cara.

Con un gesto te apuro mientras pensabas ello, a los costados parecia que los demás iba terminando ya sea de atormentar o ser atormentados. Tu rabia aumentaba al verlos mientras pensanbas que al final no eras mas que una joven ingenua siendo pisoteada como el resto.

La joven pelirroja ya estaba preparada mentalmente para afrontar el golpe que le propiciaría el extranjero, cuando, de repente la palma de su mano se abrió y éste le exigió las botas que llevaba puestas.

-Es justo – dijo al final mientras se las extraía para entregárselas – Pero aun hay una deuda que tengo que saldar.

Acto seguido sacó la pequeña daga que tenía guardada en la bota y, con un tajo limpio, se hirió el brazo en un corte que, gracias a sus escasos conocimientos de medicina, fuera bastante vistoso a pesar de que no le impidiera ningún tipo de movilidad ni le causara demasiado dolor. Dicho esto, y mientras su propia sangre goteaba en el suelo hasta teñirlo de carmesí, le miró de nuevo con intensidad antes de decirle – Ahora no te debo más de lo que ninguno de los presentes le debe a tus compañeros, aun así continuaré haciendo lo que tú quieras.

Leonor no sabía si aquello apaciguaría al alemán, si conseguiría ganarse su respeto o si, por el contrario, le enfurecería enormemente. No obstante, sin que supiera exactamente de donde le vino aquel impulso, algo en su interior le dijo que saldar aquella deuda era lo correcto.

El hombre no pareció entender tus palabras y por un momento sentiste lo equivocada que estuviste al sacar un cuchillo frente a un hombre que actuaba de forma agresiva. Sin embargo cuando vio que te cortas el brazo, detuvo sus manos que iban al cuello y brazo de ella. De nuevo se la quedo viendo desconcertado y pareciendo tratando de traducir las palabras que le daba.

Luego de unos segundos Leonor gano la respuesta del Aleman, que fue un fuerte empujón en su frente que le hizo golpearse la cabeza con la pared detrás de ella y casi le hizo caer el gorro. Hecho eso se retiro con el resto de los jóvenes que habían estado probando a los chicos.

Tu compañero africano espero unos segundos y se te acerco tomando tu brazo para ver la herida. “Un noble gesto, pero no creo que te haya ganado nada con él.” Comento Imamu observando tu herida y antes de mirar decepcionado a la joven. “Por un momento pensé que lo atacarías.”

“Tuviste que hacerlo…” Reclamo el pequeño que habia dejado de sujetar a Sabino, el cual se habia recompuesto en algun momento del intercambio de Leonor y el Aleman. “Al Final Sabino tiene razón sos un maricon.” Comento enojado aun afectado por el golpe que habían dado a su jefe o amigo tal vez.

Leonor sabía que su acción era arriesgada, pero aun así tenía que intentarlo. No obstante, el intenso dolor que sintió en la nuca fue el pago por sus buenas acciones y, aunque no parecía que se hubiera hecho ninguna herida en la cabeza, de seguro le saldría un chichón y puede que se sintiera mareada durante unos minutos. Cuando el Alemán se alejó finalmente e Imamu le dijo que no pensaba que se hubiera ganado su simpatía, la joven se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa antes de añadir – Bueno, no ha sido un corte profundo y ha merecido la pena ver como se asustó al verme sacar el cuchillo. - Afirmó, disimulando el dolor que sentía en estos momentos tanto por la herida como por el golpe contra la pared.

Las palabras del pequeño compañero de Sabino tan solo le hicieron gracia. Estaba claro que el chavalito era demasiado joven como para estar aquí, puesto que atacar a aquel hombre con un cuchillo tan solo hubiera sido una sentencia de muerte si no a sus manos, a la del resto de veteranos del lugar. No obstante no deseaba dejar en ridículo al muchacho, por lo que tan solo se limitó a contestar – Yo seré un maricón, pero no permitiré que te pase nada si puedo evitarlo, así que no te alejes mucho.

Imamu sonrió divertido por momento ante tu comentario, aunque rápidamente volvió a su seriedad. “Espero no pienses hacer lo mismo con cualquiera que le debas algo o terminaras todo marcado.” Comento observando de nuevo tu brazo, posiblemente buscando otro corte que te hubieras hecho.

Mientras el joven que acompañaba a Sabino te miro intensamente hasta que escucho tus palabras que lo hicieron sonreír en un principio cuando aceptaste su infantil insulto, pero su rostro se mostró confuso cuando terminaste. “Porque dices esas cosas raras que nadie te entiende.” Comento más calmado que antes, pareciendo relajarse en el momento que Sabino colocaba su mano en su hombro.

“Déjalo es un chico raro como el resto y cobarde cuando le conviene.” Comento Sabino que “¿De dónde lo conoces? Veo que el negro no te lo quiere preguntar, pero yo si estoy interesado en ello.” Pregunto tocando aun su estomago que parecia dolerle aun.

-Jajaja, no es mi intención te lo aseguro, aunque muchas gracias por tus consejos – Dijo con una sonrisa mientras dejaba que la examinara.

Tras ello, hizo presión en la herida para que cerrara pronto mientras escuchaba al pequeño amigo de Sabino. Estaba a punto de responderle cuando el mismo Sabino le respondió, y Leonor se encontró sonriendo al ver que el puñetazo no le había causado demasiados problemas al fin y al cabo.

-Quise robarle cuando estaba dormido y me agarró, así que le corté con el cuchillo para escapar y me llevé sus botas para que no me persiguiera – dijo encogiéndose de hombros para quitarle importancia al asunto – Fue la primera y última vez que le vi, pero parece que no tuve tanta suerte después de todo. – finalizó riendo un poco a pesar de lo precario de la situación.

Sabino pareció seguir tu risa, aunque la de él sonaba falsa. “Ya veo, así que querías robar a extranjero pobre. Se nota que sos un ejemplo a seguir.” Dijo dándole un codazo suave a su compañero para que siga su risa. “Bah no me importa mucho la verdad…” algo que era mentira ya que habias visto interés en sus ojos. “Al menos es bueno saber que no sere el único que no quieren mucho en este grupo. Eso podría unirnos.” Dijo como pareciendo a punto de proponerte algo pero su mirada fue atraída por algo mas.

Cuando siguieron su mirada se encontraron al jefe haciendo señales a Sabino señalando a Leonor, aunque cuando vos te diste cuenta de sus señales te miro a vos y te aviso que vinieras dentro de la casa. “Bueno parece que te llaman…” dijo con un tono que se pensaría neutro en un momento pero habia cierta preocupación en este. “No lo hagas esperar…y tampoco ruegues.” Agrego lo ultimo en un susurro para sus compañeros.

Haciéndole al menos un poco de caso a Sabino decidiste ir hacia la casa donde te invitaban sin demasiada demora. Dentro te encontraste un recibidor de tamaño medio con alguno de los jóvenes que antes salieron a probarlos charlando a un costado, mirando con curiosidad tu llegada como si no hubieran sido informados de esta.

Sin embargo tu trayecto no terminaba ahí, internadote aun mas en la casa vieja y poco cuidada hasta notar que la iluminación de esta iba decreciendo mientras mas avanzabas incluso hasta hacerte pensar que se habia vuelto de noche. Pero antes que pudieras tener tiempo para detenerte sentiste la gran mano del hombre negro tomándote del brazo, por suerte el que tenías sano ya que su agarre era lo bastante fuerte para causarte dolor.

Continuaron caminando dando varios desvíos en el pasillo pasando lo que suponías eran habitaciones y donde veias algunos jóvenes dormidos en ellas. Finalmente llegaron a un lugar iluminado de mejor manera aunque las velas se encontraran en el piso y no terminaban de iluminar el techo. La habitación poseía una única silla y ataúd puesto de pie enfrente del asiento.

“Siéntate, por favor.” Te pidió el hombre soltando tu brazo que recuperaba la circulación de su sangre de a poco. “Me han contado cosas de ti y yo he observado otras con mis propios ojos. Mas que piensas que debo creer de tu persona, porque si soy sincero contigo me gusta lo que veo en ti pequeño.”