Partida Rol por web

Realmente no entendía a sabino. A veces parecía que le deseaba todo el mal del mundo y, acto seguido salía a defenderla sin pensar en las consecuencias. Ese joven no dejaba de sorprenderla a medida que pasaba más tiempo con él.

Estaba a punto de contestarle sobre la alianza que acababa de plantearle, cuando ambos miraron hacia el jefe y comprobaron que estaba haciendo señas para que “Leo” se acercara. Algo en ella la avisó de un peligro inminente. No obstante, no podía hacer nada para cambiar su situación, por lo que, asintiendo ante los consejos de sabino, le miró significativamente durante unos segundos antes de alejarse de allí.

Una vez junto al hombre de piel oscura, la joven cruzó la morada y se encontró en el recibidor desde donde el cual fue conducida cada vez más al interior de aquella siniestra casa donde la iluminación brillaba por su ausencia. Estuvo a punto de dar media vuelta y salir de allí corriendo, cuando el Jefe pareció intuirlo y agarró su brazo para que no intentara escapar si al final se le ocurría llevar sus pensamientos a cabo.

Finalmente llegaron hasta una sencilla habitación decorada únicamente por una silla y por un ataúd que no dejaba de resultarle extremadamente siniestro. Cuando el falso sacerdote le pidió que se sentara, volvió a tener el impulso de salir corriendo de allí, imaginándose qué tipo de criatura podría contener aquel ataúd y las razones ocultas por las cuales la habían sentado frente a él.

Mientras el hombre hablaba, observó milimétricamente cualquier posible vía de escape por si la situación se ponía demasiado fea. No le gustó nada el tono con el que se estaba refiriendo a ella, y algo le hizo sospechar que quizá había descubierto su secreto a pesar de todo el hollín que se había puesto en la cara y bajo los ojos, y sabía que realmente ella no era ningún muchacho.

-¿De mí? No creo que yo sea nada del otro mundo, pero le agradezco el cumplido, señor. Dígame qué quiere que haga y lo haré. – Dijo, tratando de ser convincente e imitando la mejor voz de hombre que fue capaz.

Aquella era una habitación cerrada, sin ninguna otra salida que la misma entrada por la que Leonor y el hombre habían ingresado. Mientras revisaba noto otra cosa muy extraña una sensación de vacío que inundaba la habitación apartándola de cualquier ruido u olor que podría filtrarse de afuera pero a la vez no encontraba ningún olor dentro de ese lugar, ni ataúd desprendía un olor que la pequeña esperaría.

Sola en ese extraño lugar en aquella silla que la hacía sentir pequeña, haciéndole pareced que tanto el ataúd como el hombre crecían en tamaño para intimidarla aún más de lo que ya hacían.

“La modestia no es un don que es fácil de encontrar en estas tierras…” dijo en principio antes de guardar silencio por un buen rato como si estudiara tu oferta. “Quiero dos cosas de ti en un principio, que respondas con la verdad cuando continuemos hablando luego de mi segunda petición y mi segunda petición es que tomes infusión que te daré.” Dicho eso metió su mano en la túnica y con una lentitud desesperante comenzó a buscar la medicina, produciendo un pequeño frasco que extendió gratuitamente a la pequeña.

“Esto ayudara a que te cures más rápido tu herida y que te sientas más fuerte.” Le explico esperando aun con la mano extendida que tome el frasco.

Tras echar un rápido vistazo a su alrededor, la jovencita fue consciente de que estaba totalmente encerrada en aquella sala, de no ser por la puerta por la que había venido. La Habitación no tenía ventanas y el ataúd que estaba frente a ella la asustaba más que cualquier otra cosa. ¿Qué habría dentro? Fuera lo que fuera no olía a cadáver, por lo que, o bien podía estar vacío, o bien contenía a alguien que acabara de morir o bien portaba en su interior cualquier otra cosa que pudiera ser usada para contrabando.

El miedo que sintió fue creciendo a medida que los minutos pasaban. Ella sabía que tan solo tendría una pequeña oportunidad de escapar, puesto que, si aquel charlatán volvía a agarrarla, de seguro no podría soltarse teniendo en cuenta la fuerza que había demostrado, y que estaba haciendo que su brazo aun tratara de recuperar el flujo sanguíneo.

Cuando el hombre de piel oscura volvió a hablar y expuso sus condiciones, Leonor se dio cuenta de que debía salir de allí cuanto antes si no quería que todo acabara muy mal. El contenido de aquel frasco de seguro era una potente droga o algo para dormirla. Lo más probable es que aquel siniestro ataúd fuera para ella una vez que terminaran de arrebatarle los órganos internos, tal y como había visto cuando se cruzó con el pobre infeliz que moría desangrado en un rincón apartado de la casa derruida por la que escapó del alemán. No podía permitirlo, por lo que, tras aceptar el frasco de la mano del jefe, abrió el contenido como si fuera a obedecer sin rechistar, para luego ponerse en pie rápidamente y tratar de huir a la desesperada.

Esperaba ser lo suficientemente rápida y ágil como para que no la atraparan mientras huía de aquel horrible lugar, aunque si lo hacían, rompería el frasco contra el suelo antes de que la obligaran a beberlo.

El jefe miraba bastante interesado a la pequeña cuando esta estuvo a punto de beber el líquido, pero rápidamente cambio su gesto a uno de decepción cuando la vio levantarse para dirigirse a la puerta. Todo ocurrio en un segundo donde bien la pequeña pudo haber pensado que habia sorprendido al hombre y por eso no se movia. Pero luego de recorrer el corto camino a la puerta y dar una corta mirada atras siguió viendo que este no se movió ni un centímetro de su lugar.

La razon no fue tan evidente, al menos no hasta que abriera la puerta y notara aun en la oscuridad a dos jóvenes esperando en el pasillo. Ahora sabia que no seria nada facil escapar, aunque volver ahora a la habitacion luego de esa escena que hizo tal vez no seria la mejor idea.

Unas perladas gotas de sudor recorrieron su frente mientras realizaba su plan de fuga. El hombre le estaba prestando toda su atención, seguramente para comprobar que realmente bebía la droga que le daba, cuando dando un salto se incorporó rápidamente y se dirigió a la salida.

Al instante supuso que algo andaba mal, al ver como aquel fanático no tenía la menor intención de perseguirla, por lo que se preparó para lo peor justo delante de ella, e intentó que los dos muchachos que salieron a su paso, no la atraparan bajo ninguna circunstancia. Había sido una estúpida al creer que evitar la comida que le daban durante tres días consecutivos la salvaría. Ahora tan solo su agilidad y su destreza podían ayudarla, y no estaba demasiado segura de si podría con todos sus asaltantes.

Armándose de valor, lanzó con todas sus fuerzas el frasco abierto contra el suelo delante de ellos, con la esperanza de que sirviera de distracción y el contenido se filtrara entre la piedra y la madera del lugar, y se dispuso a correr hacia la salida esquivando a cualquier enemigo que le saliera al paso.

La táctica de distracción no pareció surgir ningún efecto en sus atacante, aunque Leonor podía sentir aun en la lejanía como una mirada fuerte parecía atravesarle la nuca luego de hacer eso aunque seguía sin escuchar a nadie corriéndole por detrás.

Entonces supo que solo debía enfrentar a aquellos dos en ese pasillo y por eso empezó a encogerse en la carrera ni bien estuvo lo suficiente cerca para hacerse más difícil de agarrar sin embargo aquello no sería lo único que debería hacer. Aunque a diferencia de otros ella tenía cierta experiencia en correr y escapar de gente que la trataba de agarrar, ya sean guardias o monstros de la noche por lo que poseía una confianza merecida en sus rápidos movimientos.

Todo ocurrió en un segundo, en un salto que la elevo fuera del agarre bajo de uno e hizo atravesar el agarre del otro por el impulso que habia ganado en carrera. Este ultimo con rabia fricciono uno de sus brazos sin agarrarlo. Mas ella sabía que debía continuar por lo que siguió avanzando esquivando a un joven dormido que aparecido de una de las habitaciones, sin intención alguna de agarrarla. Aun en la corrida lo noto bastante palido como si no viera mucho el sol del dia.

Pero no podía pensar mucho en ello, llegando al primer desvió y recreando el camino que habían hecho con el cultista busco la salida en aquel oscuro pasillo. De nuevo empezó a encontrar jóvenes pálidos alguno de los cuales parecían aún mayores hasta parecer adultos, mas ninguno habia movimiento para atrapar sino que se te quedaban mirando pareciendo confundidos por tu accionar.

Finalmente llegaste al portar que daba a la sala con los jóvenes mirándote con sonrisas aun mas perversas de las que habias visto antes, entre ellos el alemán parecia querer adelantarse a ellos y por su mirada adivinabas que no era precisamente para salvarte. Desde atrás sentías los gritos de los jóvenes que dejaste atrás, sumándose a otros gritos extraños que te daban escalofríos.

“Porque escapas pequeño? Nadie te va hacer mal, el jefe te selecciono para que distribuyas su mensaje.” Te explico uno de los jóvenes con una navaja en la mano apuntando a tu persona.

“Vuelve por donde viniste, no tienes que pedir perdón solo vuelve con el jefe. No hiciste nada mal.” Dijo otro casi al tiempo que el otro termino, con un tono no menos amenazante que el primero.

Otro parecio acercársete “Oh, estas herido deberíamos curarte. Ven! Lo haremos rápido para que no deje marca.” afirmo otro que llevaba un pedazo de tela vieja en su mano.

Todo se detenía para la pequeña mientras cuatro de los jóvenes se acercaban a ella y otros se ocupaban de ir a cerrar la puerta del edificio. Dejándola con una ventana de madera cerrada, otra abierta que estaba bloqueada por uno de los jóvenes y una chimenea vieja. Por detrás le pareció que habían otros pasillos que no había ido con el sacerdote y además estaban aquellos hombre de antes aunque estos habia quedado muy detras.

La joven huérfana se sintió terriblemente sorprendida de que su maniobra de distracción no surtiera efecto. Cualquier persona hubiera hecho ademán de agarrar o esquivar un objeto desconocido que era lanzado directamente hacia sus manos, pero aquellos muchachos simplemente la ignoraron y trataron de atraparla, sin importar lo que hiciera.

No tuvo demasiado tiempo para meditar sobre ello, puesto que tenía cosas más importantes en las que pensar, como por ejemplo huir de allí antes de que la drogaran y la cortaran por piezas para vender sus órganos en el mercado negro. Por ese motivo, y realizando una maniobra distractora y un salto propio de un acróbata, consiguió engañar a sus atacantes, dejándolos atrás mientras corría.

En ese momento, todo comenzó a parecerle más y más siniestro. Venecia no era un lugar poco soleado, por lo que a no ser que se perteneciera a la realeza, era muy difícil no tener la piel bronceada. El hombre semidormido con el que se cruzó mientras trataba de escapar, parecía enfermo a juzgar por su palidez, y lo mismo le ocurría a muchos otros muchachos que se mostraron ante ella en su camino a la salida.

Finalmente, cuando por fin llegó al lugar donde se encontraba la puerta que le permitiría ser libre, fue consciente de que los jóvenes que había visto la primera vez que entró acompañada de “el jefe”, incluido el alemán que se la tenía jurada, se habían recolocado de tal forma, que le cerraban el paso, con no muy buenas intenciones, a pesar de sus palabras cargadas de miel.

Aquello le gustaba cada vez menos, y tuvo que realizar un esfuerzo sobrehumano para tranquilizarse y poder analizar la mejor vía de escape. Con la puerta y una de las ventanas cerradas, tan solo le quedaba adentrarse en el interior de la casa a ciegas, o tratar de salir por la otra ventana o por la chimenea. El interior de aquel lugar no le parecía una buena opción, puesto que desconocía si habría alguna ventana por la que escapar y, además, sus perseguidores tendrían ventaja sobre ella al estar familiarizados con el sitio. La chimenea era demasiado arriesgada, puesto que ella no era nada buena trepando, por lo que su opción más factible era tratar de burlar al muchacho que se interponía en su libertad.

¡Dicho y hecho! Con un juego rápido de piernas, Leonor realizó otra de sus maniobras para tratar de hacerles creer que se dirigiría hacia la chimenea, y poder cambiar su trayectoria lo más rápidamente posible, con el objeto de burlar al chico que guardaba la salida. Esperaba que aquello realmente funcionara. De otro modo, lo más seguro es que estuviera irremediablemente perdida.

Aquella idea no era mala si funcionaba como Leonor tanto habia deseado pero lamentablemente solo distrajo a dos de los jóvenes que se estarían reprochándose en su cabeza por caer en ello, aunque no por ello dejaron de dirigirse a la chimenea para tapar esa salida. Mientras los dos que quedaban, entre ellos el alemán siguieron con la mirada a la pequeña y partieron junto a ella a la ventana.

Frente a ella tenía un sujeto que no había podido tapar completamente la ventana al tener un escritorio justo debajo de ella. En el escritorio había utensilios de comida y platos junto con vasos de metal de una baja calidad. Parecía que esa había servido como la mesa para comer o al menos eso veía la pequeña por algunos platos medio llenos y otros que se veían vacíos pero con restos de comida.

Este era su momento tal vez final para su escape, por lo que usar su cuchillo no estaría fuera de sus opciones pero hasta donde llegaría para escapar o pensándolo de otra forma donde llegarían ellos si la atrapaban y descubrían su disfraz.

Leonor era totalmente consciente de que si sacaba el cuchillo, aquello sería como darles carta blanca para hacer lo mismo y dañarla una vez que la tuvieran a tiro. No obstante, si tenía que hacerlo, no dudaría en blandirlo para salir de allí, esperando no tener que herir a nadie ante las represalias que recibiría si la atrapaban. Lo tenía en la bota, así que quitó el seguro para poder sacarlo de una forma rápida en caso necesario.

-Está bien. Volveré con el jefe. Siento haberme asustado un poco. – mintió para tratar de confundirles haciendo ademán de hacerles caso.

Quitarse a dos enemigos de encima aun podía considerarse como una buena noticia, por lo que no desfalleció y, sin pensarlo dos veces y cuando todos pensaron que rectificaría y volvería con el líder, Leonor trató de esquivar a los muchachos restantes para poder saltar por la ventana a toda velocidad. Si le cortaban el paso, pararía en seco para correr con toda la velocidad que pudiera en dirección contraria y adentrándose en lo desconocido de aquellas oscuras habitaciones… Realmente esperaba no tener que llegar a esos extremos.

De nuevo un plan desesperado en un momento necesario. Si bien ella tenía cierta habilidad para disfrazarse, no era la mejor mentiroso en esa ciudad aunque eso era mucho pedir para alguien tan joven pero aun en esa habitación no era la mejor mentirosa. Por lo que aunque algunos parecieron calmarse, el de la ventana y uno de los que te perseguían, el alemán probo ser más cauto yendo con la mano abierta para apresarse.

De nuevo la agilidad de la joven probo mejor que la del hombre evitando un agarre al delicado cuello de ella, mas esto volvió a poner en alerta a la gente reunida que tenían toda su atención en tu persona.

Si bien esto seguía sonando como una mala idea en su cabeza mientras corría al interior, se recordaba a si misma que no era intangible por lo que la ventana estaba bloqueada a menos que hiciera una muy osada maniobra que podría dejarla más expuesta que ahora. Sin embargo trato de no pensarlo mucho corriendo de nuevo a esos pasadizos oscuros tanteando con la mano la pared hasta notar la primera intercepción donde meterse.

Su plan no había resultado como esperaba, y ahora se veía acorralada tanto por el alemán que no le tenía absolutamente nada de cariño, como por otros dos muchachos de la casa. Antes de que pudieran agarrarla, saltó hacia atrás con rapidez y se dirigió corriendo hacia el interior del pasillo antes de que el resto de los muchachos a su alrededor decidieran acudir a ayudar a sus compañeros para intentar sujetarla.

Algo en su cabeza le decía que estaba cometiendo un grave error, pero sopesando todas las alternativas que tenía, esta era la opción menos mala. Una vez en la oscuridad, trató de que sus ojos se ajustaran a la luz lo antes posible mientras se adentraba más y más en aquellos pasillos. Finalmente encontró la primera intersección, aunque decidió saltarla puesto que resultaría demasiado evidente y seguramente aquel sería el primer lugar donde la buscarían, por lo que esperaba encontrar una segunda o una tercera intersección antes de que nadie pudiera verla entrar en ella.

Los pasos de Leonor tuvieron que ser rápidos para que no fuera alcanzada por los demás jóvenes su plan en un principio había sido adentrarse aun mas pero por suerte su memoria le recordó de los dos jóvenes que había pasado segundos después de escaparse del supuesto jefe.

Se encontraba en medio de dos grupos que pronto se cerrarían en ella por lo que tomo aire para calmarse un poco antes de meterse en el pasillo oscuro, en la intersección que no tenía idea donde la llevaría. No avanzo mucho antes que empezara a notar con algo de dificultad algunas habitaciones a ambos lados del pasillo, algunas con las puertas abiertas y otras cerradas aunque eso no era algo que ayudara a las primeras que se mostraban aún más oscuras de lo que la pequeña creía posible.

Continuo avanzando sintiendo un extraño frio que no le recordaba a los habituales fríos que había sentido junto a su hermano, sino algo distinto en un modo que no podía terminar de determinar. Sin embargo sabia que no podía detenerse por los pasos que comenzaban a escucharse aunque no parecia que ellos estuvieran corriendo sino caminando tranquilos, tal vez porque al final no habia salida por el camino que habia ido o simplemente no querían atropellarse entre ellos en la oscuridad.

Ahora que lo pensaba alguna de las habitaciones podrian ser buenas para ocultarse o simplemente podia seguir adentrandose en esa fria oscuridad continuando por el pasillo.

Cada vez estaba más asustada. Al darse cuenta de que los dos jóvenes que había dejado atrás podrían intentar atraparla de nuevo, decidió adentrarse en la oscuridad sin más preámbulos. Fue entonces cuando sintió aquel frio extraño que le parecía de todo menos normal y que le calaba los huesos. Los pelos de la nuca se le erizaron a medida que avanzaba, por lo que, aprovechando que los chicos habían reducido la velocidad al perseguirla, trató de intentar concentrarse en mantener la calma para poder analizar la situación.

¿Qué sería aquella extraña sensación que la embargaba? ¿Acaso se trataba de otro espíritu al que habrían asesinado en aquella casa de locos y que pretendía comunicarse con ella? ¿O era el aura de una criatura de la oscuridad que deseaba atraparla? En cualquier caso, llegó a la conclusión de que este no era el momento de averiguarlo, sino que más bien tenía que encontrar una salida lo antes posible, y algo le decía que si continuaba avanzando no encontraría nada parecido.

Por esta razón, decidió introducirse en una de las habitaciones de delante que parecían estar abiertas, para esconderse allí, rezando para que los muchachos pasaran de largo, y aprovechando la confusión para volver por donde había venido y poder escapar por fin de aquel espantoso lugar. Esperaba que no hubieran cerrado la ventana aunque su corazón cada vez estaba más y más acelerado.

Aun con la mente llena de dudas sabía bien que lo importante en esa circunstancia era sobrevivir o al menos no ser atrapada por aquellas personas. Por lo que a pesar de que el frio que sentía no disminuía se me metió en una de las habitaciones abiertas. Que pronto descucbriste que estaba abierta porque le faltaba una puerta, para darle privacidad a lo que se encontraba dentro. Si bien los primeros pasos dentro no generaron el mínimo problema aun en esa oscuridad, los siguientes se encontraron con un obstáculo que la hizo frenar para no tropezar.

Los ojos de la pequeña se habían adaptado un poco a la oscuridad del lugar, pero no era algo que la ayudara ya que no habia ni una mínima luz que pudiera usar en ese momento. Moviéndose a un costado del objeto con el cual choco su pie antes, volvió a chocarse con un objeto parecido que la hizo detenerse de nuevo y volver a tratar de internarse en esa habitación pero parecia algo complicado de logran sin chocarse con aquella masa que parecia ocupar todo el espacio. Aunque solo le estorbaba en los pies porque no importaba cuanto adelantaba los brazos no lograba tocar nada tan arriba.

Finalmente la curiosidad pudo mas que ella y empezó a dar toques hacia abajo a la altura de los pies, tocando algo blando que pronto mientras seguía tocando se transformó en un cuerpo humano en la imaginación de la joven pero no estaba segura. Por otro lado aun cuando le había pateado sin querer no escucho queja alguna, pero tampoco olía mal ese lugar por lo que por suerte se descartaba un cuarto de cadáveres.  

En un lugar así se encontraba cuando sintió los pasos de los pasos de sus persecutores y algunas pocas palabras.

“No se ve una mierda…prende una vela o una antorcha.” Dijo uno que hasta el momento no habías escuchado y de lo único que estabas segura era que no era el alemán por el acento.

“No queremos despertarlos, serian difíciles de controlar y el jefe me castigaría a mi por obedecerte.” Respondio otro que parecio sentirse aludido por el pedido del otro.

“Unas pocas velas no pueden afectarlos y este ingrato no se nos puede escapar.” Le devolvió enseguida la primera voz.

Por un momento permanecieron callados hasta que el segundo acepto con algo de duda en su voz. De pronto tuviste un poco de luz que te permitió finalmente disentir que habías estado tocando hace segundos. Como habías imaginado eran cuerpos humanos bastante palidos, incluso los que eran de hombre oscuros parecían haber perdido algo de negrura.

Escuchando de nuevo a los de afuera, supiste que se dividieron unos cuantos continuando por el pasillo y solo dos se quedarían revisando juntos los cuartos. Aunque si no la encontraban seguirían junto al resto. Tu suerte como siempre los arrastro a ver tu habitación como la primera. Por lo que solo te quedaba tirarte al suelo y rezar que no te reconocieran entre tantas otras personas. Lo que parecio surtir efecto en un principio...

Leonor sabía que llegado a ese punto nada la salvaría de una paliza o algo peor si esos chicos conseguían atraparla. La oscuridad se cernía sobre ella a cada paso que daba y el frío iba calando sus huesos minuto a minuto en aquellos pasillos sin luz. No importaba cuanto se estrujara la cabeza pensando en posibles salidas, puesto que parecía que no encontraría ninguna en aquellas habitaciones cerradas desprovistas del más mínimo ápice de claridad.

Extrañamente, un pensamiento pasó por su cabeza y se lamentó a sí misma de ser tan estúpida como para darle vueltas a algo así en estas circunstancias, pero… ¿Y si su misterioso hombre enmascarado realmente había querido protegerla, salvándola de aquellos vampiros que se alimentaban de la gente de la plaza delante de ella? ¿Y si alguno hubiera percibido que lo sabía y al huir de él hubiera firmado aquí y ahora su sentencia de muerte? Si no, por qué razón el jefe la había conducido directamente a aquella habitación y la había sentado delante de un ataúd apoyado en la pared… Tenía tantas ganas de llorar, que tan solo el miedo y su instinto de supervivencia conseguía mantenerla entera.

Un nuevo obstáculo se interpuso entre la entrada que había escogido y ella, casi haciéndola tropezar. Pero ¿de qué se trataba? No parecía un mueble, puesto que el golpe habría sonado y habría alertado a sus perseguidores, pero tampoco parecía un saco de alimentos ni nada parecido. Finalmente, la curiosidad y la apremiante necesidad de darse prisa hicieron que se agachara para tantear con cuidado aquello que le impedía traspasar el umbral. Cuál fue su sorpresa cuando descubrió con horror que se trataba de un cuerpo humano de extraordinarias características que estaba lo suficientemente blando como para no llevar muerto un tiempo, pero lo suficientemente frío como para pensar que no respiraba… o que se trataba de alguna otra cosa más terrorífica si cabe.

Pero no tuvo tiempo de desandar los pasos y volver por donde había venido, puesto que las voces de los muchachos la sorprendieron antes de que pudiera salir de allí. ¿De que estaban hablando? ¿A quiénes no debían despertar? La luz de la antorcha fue suficiente como para que descubriera que estaba rodeada de cuerpos a su alrededor, pero pese al miedo que aquello le producía, no le quedó más remedio que echarse al suelo y hacerse un ovillo junto a los hombres allí tirados, esperando que, una vez pasaran de largo, pudiera salir de allí corriendo y dirigirse hacia la ventana. Su corazón no dejaba de latir con fuerza mientras los segundos pasaban. Tan solo esperaba salir de allí de una pieza para no volver jamás…

Arropada entre los sujetos que se encontraban en el suelo de la habitación espero con paciencia, sintiendo la luz que producía la pequeña vela que llevaba en la mano uno de los cultistas.

El vistazo en la habitación no duro demasiado, antes que los presentes escucharan un gruñido desde el fondo. Un gruñido que no era animal pero se le acercaba bastante, aunque Leonor estaba segura por la mirada rápida que hecho a la habitación que se debía tratar de alguno de los hombres tirados.

Por su lado los jóvenes se retiraron rápidamente de nuevo advirtiéndose a ellos mismo de no despertar a alguien. La joven ahora tenía la oportunidad de hacer lo mismo aunque sintió un agarre en uno de sus pies que provenía de uno de los palidos. Sin pensarlo mucho retiro rápidamente el pie al tiempo que veía como el pálido fallaba en un mordisco dirigido a su fina pierna.  

Asustada y nerviosa quiso dejar todo este escenario terrorífico detrás por lo que salio hacia el pasillo encontrándose a los jóvenes revisando otro cuarto y dejándole el pasillo hacia la salida solo para ella. De nuevo la joven pensó poco en lo que se disponía a hacer mientras avanzaba hacia la salida terminando de nuevo en esa primera sala grande que se encontraba abandonada en ese momento.

La puerta claramente estaba cerrada y con eso las ventanas, aunque nada parecia evitar que la pequeña las abra. Por lo que por precaución eligió una de las ventanas y escapo de ese lugar para empezar a deambular en las calles de la ciudad que se encontraba oscura por la noche que habia llegado sin que la pequeña lo supiera. Sin embargo aun habían antorchas y la luz de la luna por lo que la pequeña podía orientarse como lo habia hecho tantas otras veces.

Los segundos parecieron horas mientras la antorcha iluminaba los cuerpos de la habitación. Leonor estaba cada vez más aterrorizada, y su miedo fue en aumento al escuchar el extraño gruñido procedente del fondo del lugar en el que se escondía.

Afortunadamente para ella, aquellos chicos también se inquietaron y se alejaron rápidamente de la puerta de entrada para comenzar a revisar otras habitaciones colindantes. No obstante, justo cuando ella pensaba salir también, una gruesa mano trató de agarrar su tobillo y unos afilados dientes intentaron morder su pierna. Presa del pánico, consiguió zafarse con agilidad y echó a correr hacia la salida como alma que llevaba el Diablo, rezando por no tropezarse con alguno de los muchachos del jefe y poder salir de allí con éxito.

Casi se le para el corazón al escapar de aquel oscuro y aterrador pasillo y descubrir que la ventana por la que pensaba saltar se encontraba cerrada. No obstante, tuvo la suficiente habilidad como para abrirla antes de que la atraparan y para salir corriendo de allí. Aun le extrañaba que el jefe hubiera permanecido totalmente impasible ante su huida, pero había visto tantas cosas extrañas en aquella casa que una más no suponía una notable diferencia.

Por fin había salido de allí y podía respirar el fresco aire de los canales de Venecia. No se había dado cuenta hasta ahora de que hacía rato que era de noche, pero la joven pelirroja sospechó que quizá esto la ayudara a ocultarse mejor hasta que pudiera volver a la taberna sana y salva. Pese a todo, su precaución le impidió tomar el camino más rápido, por lo que decidió callejear, para no darle ningún tipo de pista a sus posibles perseguidores sobre el lugar donde vivía.

Aun mientras corría le parecía extraño que se hiciera de noche mientras estaba dentro, incluso creyendo la posibilidad en ella que aquel lugar le robo de alguna forma algo de su tiempo.

Corriendo rápido por los callejones de la ciudad no se encontró con nada que saliera de lo habitual, algunos ciudadanos escapándose en pareja a disfrutar la noche, borrachos y vagabundos durmiendo en el piso o en las zanjas y animales como los gatos saliendo a pasear en tan linda noche.

Pero su corrida no podía durar por siempre, deteniéndose contra una pared para tomar aire. La adrenalina que había tenido se fue esfumando rápidamente cuando salió del lugar junto a la sensación helada. Por lo que debía juntar algo de aire y avanzar con algo de lentitud  a su hogar.

Lamentablemente esa lentitud no la ayudo ya que hasta hace poco había escapado del más problemático pensamiento que traía esta situación. Por lo que ahora con más calma y un latido que disminuía de su frenético, se daba cuenta su nueva realidad de que aquel grupo la perseguiría o al menos la buscaría.

¿Qué haría ella?

Entonces unos pasos rapidos que parecieron diriguirse en su direccion respondieron su duda antes que lo pensara demasiado. Haciendo un nuevo esfuerzo a su cansado cuerpo para librarse de los supuestos persecutores, corriendo como tanto habia hecho este dia hasta el momento que choco con alguien. Un sujeto rubio con un rostro que no parecia el tipico italiano sino mas del norte y una fortaleza que se palpaba solo con el corto contacto que tuvo la pequeña con él.

Entre el interrogatorio y la huida, no creía haber pasado tantas horas en aquel horrible lugar. No obstante, la urgencia por escapar de allí de una pieza, le impidió fijarse en todos los detalles. Fue mientras corría, cuando su cerebro empezó a procesar y le hizo alarmarse al meditar en la hora que era. ¿Acaso el tiempo había transcurrido a toda velocidad, o alguien o algo le había robado horas de su vida sin que se hubiera percatado de ello?

En cualquier caso, debía llegar a lo que ella consideraba actualmente su hogar, sin poner en peligro a Camila. La amable tabernera no se merecía que le ocurriera nada malo, por lo que se dedicó a moverse por los oscuros callejones como una ratita nerviosa, para tratar de despistar a sus perseguidores.

No obstante, las emociones que había vivido hasta ahora no pudieron mantenerla activa por siempre, por lo que, dándose unos segundos de respiro, Leonor tuvo que detenerse durante unos momentos para evitar caer desfallecida por el cansancio. Pero ¿Cómo despistaría a sus perseguidores? La joven huérfana pensó en ocultarse entre unas cajas y tratar de modificar su aspecto para que los secuaces del jefe pasaran de largo ante su versión femenina, pero lamentablemente no disponía de ningún vestido que pudiera utilizar para tal menester y estaba segura de que, si la veían portando los mismos pantalones del muchacho que se les había escapado delante de las narices, descubrirían el engaño y sería mucho peor para ella.

El sonido de los pasos la sacó de sus elucubraciones mientras volvía a ponerse en movimiento a toda velocidad. No obstante, las prisas no fueron buenas consejeras, puesto que la pobre huerfanita no pudo esquivar a tiempo al hombre rubio de aspecto extranjero que se cruzó en su camino, chocando irremediablemente con él.

-Lo siento mucho, señor – Dijo sin alzar demasiado la voz y sin mirarle a los ojos, mientras trataba de apartarse de su lado para alejarse lo más rápidamente posible tanto de él como de sus perseguidores.