Partida Rol por web

La joven huérfana escuchó atentamente las explicaciones de su amigo sin parecer prestar demasiada atención al hecho de que Josef posiblemente no viera con buenos ojos que se tratara de un chico de color. Theo le había enseñado a valorar a las personas por sus actos en lugar de por el tono de su piel y ella había tomado aquellas lecciones como suyas propias.

-Si, a mi también me preocupa. Ese pequeño acabará herido o algo peor si continua atacando con un cuchillo a todo aquel que moleste a Sabino… Aunque en esta ocasión me alegro de que escaparan. – Afirmó con sinceridad.

Cuando Imanu la llevó a parte para realizarle aquella pregunta, Leonor supo que no podía llevarle consigo a la Taberna. Para todos allí ella era una chica, por lo que aquel lugar quedaba totalmente descartado. No obstante, no podía dejarle en la calle a su suerte, y más después de todo lo que habían pasado, por lo que, tras suspirar hondo, se encogió de hombros y le dijo con una sonrisa de resignación – Conozco un callejón donde hay una balconada a ras del suelo. Justo debajo de ella hay un hueco lo suficientemente grande como para que quepamos los dos. Es un poco frío, pero no está húmedo, y esos monstruos son demasiado grandes como para poder entrar ahí. – Finalizó, alzando disimuladamente el tono de voz para que Josef pudiera escuchar lo que decían, pero pareciendo que no lo hacía a propósito.

¿Quién sabe? Quizá con un poco de suerte, el extranjero les pagaba un alojamiento aunque fuera tan solo por esta noche.

Imanu no parecía demasiado contento con la opción que le daba ella y se disponía a decir algo cuando fue interrumpido por Josef, que pronto se acercó a ellos con confianza.

“No pude evitar oír lo que decían. No me sentiría bien que duerman en un agujero luego de lo que pasaron, además será más seguro para ambos que se queden en un lugar con gente.” Decía sonriendo amistosamente aun a Imanu que si bien no había tratado bien en un principio parecía tratar de compensárselo. “Si lo desean pueden seguirme a un posada donde me encuentro con mi grupo y jefe. Seguro les puedo conseguir un lugar e incluso un trabajo con mi gente para que aunque no quieran estar con nosotros puedan alquilar un cuarto en otra posada.” Continuo con su propuesta mirando a ambos aunque su mirada terminaba siempre en Leonor.

No se veía como si les estuviera mintiendo e incluso se lo notaba algo tosco en esta venta de un lugar mejor como si fuera lo suyo dar recomendaciones. Pero igual parecia lo suficiente animado para verse que de verdad deseaba algo mejor para ambos.

Aunque no le gustaba utilizar este tipo de estrategias, sus suposiciones sobre Josef habían dado su fruto. Aquel extranjero parecía un buen hombre y así se lo demostró ofreciéndoles un lugar donde poder dormir.

-No queremos ser una molestia – Le dijo finalmente a aquel que les había ayudado a salir ilesos, sin esperar la respuesta de Imanu – Aunque nos vendría muy bien esa posada para dormir esta noche. Con respecto al trabajo… supongo que es algo que tendremos que sopesar una vez que tu gente nos ofrezca las condiciones. Por cierto ¿De donde sois tú y los tuyos? No pareces italiano.

“No lo son pequeño.” Dijo sonriendo de nuevo amistosamente y con simpleza. Antes de afirmar comprensivo ante tus precauciones respecto al trabajo. “Si, seguro. Igual no se preocupen que podrán pensarlo todo el tiempo que necesiten.” Propuso dejando de lado ese tema.

Ante tu pregunta te miro confundido. “¿No te lo había dicho?” pregunto antes de encoger los hombros y señalar al cielo. “Supongo que no. Venimos del norte, del reino de Kiev. Lugar de la nieve, las bestias y los hombres duros o al menos eso dicen.” Comento con una pequeña sonrisa divertida de sus palabras finales. “Es un bonito lugar, aunque parece que todas las ciudades de Italia son más impresionantes que las nuestras.”

Imanu que se había quedo callado escuchando con una cara de molestia ante la intervención del hombre, termino suspirando y relajando el gesto de su cara. “Yo en verdad me encuentro cansado Leo. Te permito que decidas por mí, que se nota que sabrás elegir un buen lugar para ambos.” Entonces lo miro fijo al extranjero y termino diciendo. “A pesar que este hombre no me trato bien cuando nos encontramos.” Declaro.

Josef lo miro serio “Lo que pasa que mi hogar no hay negros, no sabia como reaccionar. Te pido disculpas, no volverá a pasar y me asegurare que mis compañeros no cometan mi error.” Se disculpó con lo que se veía como genuina sinceridad.

“Esta bien…” dijo Imanu aunque no parecia del todo convencido. “Como quieras Leo.” Termino diciendo haciendo que ambas miradas quedaran en ella.

La joven pelirroja se alegró de que Josef fuera tan comprensivo. El altruismo que estaba demostrando para con ellos era encomiable, sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de un extranjero que venía desde tan lejos. Ciertamente la capital de Ucrania estaba bastante apartada de Italia, y aunque a Leonor le picaba la curiosidad por saber qué habían venido a hacer un grupo de hombres a tanta distancia de su hogar, se abstuvo de preguntarle por el momento.

Cuando ambos compañeros solucionaron las diferencias generadas a causa del color de la piel de Imanu y éste le dejó tomar las decisiones con respecto a dónde pasarían la noche, “Leo” se giró con una sonrisa cansada en el rostro a causa de todo el estrés acumulado antes de decir:

-Agradecemos tu ayuda y aceptamos tu hospitalidad, Josef. También consideraremos la oferta que tu grupo quiera hacernos, aunque seguramente necesitemos dormir primero. Estamos agotados por todo lo que ha pasado.

Ambos hombres asintieron levemente sin darse cuenta casi al mismo tiempo. Entonces Josef empezó el camino a la posada donde se hospedaba el grupo en ese momento les comento que los comprendía un poco en lo difícil de su vida, siendo él alguien igual de pobre en su reino hace mucho tiempo y eso era muy peligroso su salvaje tierra.

De cualquier forma no tardaron de llegar a su destino. Una posada que desde fuera se veía como cualquier otra, pero dentro se revelo algo que llamo poderosamente la atención de ambos jóvenes. El decorado era uno muy distinto al que tenían acostumbrado con pieles a los costados y en el suelo, con un calor mayor al que poseía la taberna de Camila y sin olvidar al posadero que se veía en la apariencia de su rostro como Josef pero con claros rasgos italianos. Incluso justo encima colgaba una multitud de armas y entre ellas un hacha feroz pero al parecer nunca usada.

“Hogar dulce hogar.” Dijo en un tono divertido Josef. “Más a menos así son las tabernas en el lugar de donde vengo, el italiano este habrá visitado por ahí porque no me explico entonces.” Comento riendo yendo a una mesa vacía y pidiendo tragos para tres. “Espérenme un rato ya vuelvo, debo hablar esto con mi señor solo para tenerlo informado.” Dijo y espero unos segundos por si alguno de los dos querían decir algo al respecto. Imanu parecia que no diría nada.

Mientras caminaban, Leonor no pudo evitar pensar que Camila probablemente se sentiría inquieta al no saber donde estaba. Aquella era una sensación nueva, puesto que nunca antes desde que su hermano desapareció, había tenido que dar cuentas a nadie de lo que hacía y, a pesar de que aun pensaba que un día se iría de la taberna, una parte de ella se sentía culpable por preocupar a la hermosa mujer.

En cualquier caso, una vez que cruzaron el umbral de la posada, la joven pelirroja se sintió transportada a un lugar totalmente diferente a la Venecia que conocía, como si ya no estuviera en medio de Italia, sino más bien en una zona lejana del norte que tan solo había oído en cuentos.

-De acuerdo – Respondió mientras miraba a Imanu esperando un signo de aprobación en sus oscuros ojos de ébano. – Aquí estaremos.

El joven de piel ébano asintió dejando vía libre al hombre para que se fuera por un pasillo que llevaba a las escaleras que subían al segundo piso del establecimiento.

Cuando tu vista no pudo alcanzar más de él y la volviste a la mesa tu joven compañero se encontraba tomando algo de la cerveza que había servido un joven mesero. “Es un lindo lugar.” Expreso una vez termino su largo sorbo. “Además seguramente es más caliente que cualquier hueco húmedo en un callejón.” Dijo divertido ante la comparación entre ambos lugares, dejando ver una aclara aprobación de este lugar.

Cerca de la mesa había un grupo de hombres extranjeros hablando el idioma del norte que había hablado Josef o al menos así le sonaba a Leonor que no podía terminar de comprender el idioma pero guiada por los tonos suponía que se encontraban teniendo una charla tranquila.

Lo mismo podrían hacer ambos jóvenes que ahora se quedaban en aquel abrigador lugar, sin embargo más allá de sus primeras palabras el joven oscuro parecía meditar en algo mientras se excusaba atribuyendo cansancio. Que no parecía mentira por las veces que se apoyaba en la mesa con sus brazos.

Sin embargo tras unos minutos donde la joven pudo elegir tomar su cerveza o no, Josef volvió dándole una palmada amistosa al pelirrojo. “Ey, me parece que lo tiene impresionado ha querido habla con vos por eso y por tu pelo raro en estas tierras.” Dijo casi riendo de lo segundo. Sin mas le dio una palmada mas fuerte a Imanu que de nuevo parecia dormido y se sento junto a este. “Desea conocerte, se que querías dejar esto para mas tarde luego de descansar una buena noche pero ha insistido un poco. Se encuentra en el segundo piso en la ultima habitación del pasillo.” Te informo dejando un tono de disculpa en sus ultimas palabras.

Dicho eso comenzó a tomar dando un trago mucho más largo que el de Imanu casi consiguiéndose lo tomárselo todo, volviendo el tarro a la mesa con una fuerza que te extra que no la rompiera antes de reír con gusto. “En mis tierras se bebe por muchas cosas y la mejor es beber luego de una misión tan mortal que ha salido mejor de lo esperado.” Dijo con una gran sonrisa señalando el tarro de Leonor e invitándola a beber.

Leonor miró como Josef se alejaba al tiempo que escuchaba las palabras del cansado Imanu y ambos se sentaban en una mesa a esperar. El espíritu desconfiado de la jovencita, le hizo mirar con cuidado cada detalle de aquella posada por si ambos debían salir corriendo de aquel lugar. No obstante, pese a lo extraño de la situación no encontró nada que pudiera indicar que estaban en peligro, por lo que se relajó ligeramente, aunque procuró que sus fuerzas no flaquearan aun, ante lo que podría venir.

Cuando su nuevo compañero se dejó ver por fin y comenzó a explicarle que su jefe deseaba verla a solas, la joven pelirroja no pudo evitar sentir que aquello tenía una preocupante similitud con lo que había vivido hacía no tanto tiempo en la horrible casa de los monstruos. No obstante era simplemente ridículo pensar que esta situación podía ser mínimamente parecida, por lo que tras un suspiro cansado, asintió ante la petición antes de responder.

-No sé qué le has dicho para que quede impresionado conmigo. Lo único que he hecho ha sido salir por piernas de allí. En cualquier caso hablaré con él antes de quedar dormido de pie. – Finalizó dando un trago a la jarra que Josef le tendía y mirando a Imanu justo antes de ascender por las escaleras, suponiendo que su amigo agradecería que se diera prisa.

Rio ante sus palabras mientras ella tomaba el trago. “Solamente lo que vi un joven valiente que se metió en la cueva de los lobos para rescatar a sus amigos…” dijo con cierto tono de admiración hacia ella. “Aunque puede que haya exagerado y dicho que te enfrentaste vos sola a dos seres locos vos solo.” Agrego guiñándole el ojo con complicidad.

Asintió cuando te levantaste. “Haces bien, yo cuidare a tu amigo que me parece que llevare a la cama muy pronto. Por lo dormido que parece.” Dijo observando a Imanu mientras vos te marchabas. "Sera en la tercera puerta a la izquierda, ni bien subis." te indico para que supieras donde buscarlo a Imaru.

A pesar que habias terminado de subir las escaleras el calor de la sala no te abandonaba y tampoco lo hizo al llegar al final del pasillo. En el camino notaste la gran cantidad de habitaciones y otras escaleras. Lamentablemente ninguna abierta o con un rasgo importante para ver quien se encontraba dentro.

Mientras la puerta donde se encontraba el señor de Josef se encontraba un poco abierta, lo suficiente para que escucharas una pluma rozando el papel. Al entrar luego de dar unos toques, te encontraste con un hombre sentado en una mesa con una pluma en su mano anotando cosas en un papel. “Buenas noches.”  Saludo aunque no levanto su mirada al hablarte.

El hombre vestía una camisa y pantalón que suponías por lo fino que se trataba de un piyama aunque nada tan revelador como el de Camila, sumado a que el corte de estas mostraba más nobleza. Su pelo era oscuro recortado a diferencia de los hombres de abajo y su rostro se notaba concentrado en sus notas dejándole solo un perfil de su duro rostro que si se asemejaba a los de su grupo.   

“Me han dicho que tengo la suerte de recibir un héroe en mi grupo y deseaba conocerlo.” Te explico utilizando las palabras de Josef pero con una frialdad que te hacia pensar en el frio que habia comentado el barbudo. “¿Tienes un nombre para acompañar tu acto?” pregunto pareciendo poco interesado.

La jovencita torció el gesto ante las alabanzas del extranjero aunque no añadió nada más al respecto. Sabía que era una pérdida de tiempo discutir con alguien que se había autoconvencido de un hecho, y estaba segura de que no le haría cambiar de opinión.

-Gracias de nuevo por tu hospitalidad. De verdad espero no causarte problemas.

Dicho esto, subió al piso de arriba y recorrió el pasillo con paso firme, tratando de fijarse en todos los detalles de la posada. Una vez llegó hasta la puerta situada al fondo del corredor, la joven golpeó suavemente para anunciar su llegada a persa de que se encontraba entreabierta, justo antes de traspasar el interior.

Para ella fue una agradable sorpresa ver que se encontraba ante alguien capaz de leer y escribir en lugar de al típico jefe cuya única habilidad destacada era la fuerza bruta y, pese a que aquel hombre le infundía un gran respeto a causa del aura de autoridad que emanaba de él, Leonor no pudo evitar sentir que su temple le gustaba.

-Me llamo Leo y lamento deciros que Josef ha exagerado un poco y probablemente os ha hecho perder el tiempo, señor. Yo no soy ningún héroe, tan solo hice lo que pude para sobrevivir.

El hombre continuo con sus papeles aunque por el perfil que veías notabas que te parece que compartía una edad parecida a la Josef, aunque se notaba que como todo noble la terminaba viviendo mejor que la plebe.

Desde el costado una pequeña sonrisa apareció en el hombre. “Uno puede buscar sobrevivir rodeándose de gente amiga y seguir siendo un héroe. La gente cree que el héroe es solitario pero muchas veces los héroes han dependido de otra gente, no menos heroicas.” Comento creyendo entender a lo que se referia la joven.

“De cualquier manera, me dices que nada de lo que hiciste fue con valor?” pregunto pareciendo esperar examinar a la joven basada en su respuesta.

La joven si bien podía quedarse viendo al hombre o examinar la sala que atraía fácilmente su atención. Con una cama extrañamente desordenada, a pesar que te imaginabas que tendría alguien que alguien que se encargara de arreglarla. El mango de una espada que parecia escondida entre las bolsas de equipaje del noble, se asomaba con un escudo que no reconocías de los que se encontraban en tu memoria. Por lo demás había un par de cofre, tal vez con ropa o con tesoros traídos de su país o que serán llevados hacia alla.

Mirándolo fijamente, la joven pudo apreciar que aquel hombre no era demasiado mayor. Tal vez de la misma edad que Josef. No obstante, la diferencia en el estatus también era un condicionante para que éste pareciera más joven que su reciente amigo. Al fin y al cabo el paso del tiempo es más clemente entre la gente con dinero.

La sonrisa del hombre fue algo que no esperaba después de haber visto su talante tan serio y concentrado en sus escritos. No obstante, ante su pregunta, Leonor no pudo sino encogerse de hombros mientras respondía.

-No sé si fue valor o insensatez, porque no me paré mucho a pensarlo. Tan solo sé que no podía dejar a mis amigos en ese sitio horrible y seguir durmiendo bien por las noches.

Realmente le importaba poco lo que aquel extranjero pensara de ella, pero tampoco vio razones para mentir, por lo que, tras hablar permaneció en silencio en aquella habitación de posada esperando su respuesta.

La sonrisa no solo fue chica si no que termino desapareciendo tras unos instantes mientras escuchaba las palabras de ella, al menos así se veía por como había dejado escribir en el papel.

“Es un buen sentimiento al menos.” Dijo apoyando su punta en el tintero, suspirando antes por fin mirarla fijamente con sus oscuros ojos llenos de un aura de autoridad que no hace mucho había sentido la joven.

“Yo puedo ayudarte a que estos se encuentren toda la vida tan cómodos y alejados de la calle para que estos sujetos no les hagan más daño, pero voy a necesitar tu ayuda.” Dijo dejando una pausa deliberada para que pensara, aunque no se daba cuenta que ella ya no podría pensar en ello con su cerebro habiendo encontrado suficiente similitudes en él para recordar a otro hombre.

Parándose incrementando su tamaño más allá de lo imaginado viéndolo sentado. “Necesito saber si conoces a una joven pobre con tu color de pelo…me ha robado algo, que necesito recuperar.” Termino diciendo el hombre enmascarado, que ahora dejaba ver su rostro frente a ella. Uno que poseia una severidad y una voluntad que seguramente hacia a la joven preferir que volviera a enmascararse.

Justo cuanto aquel altísimo hombre de oscuros y profundos ojos la miró directamente, el corazón de la joven huérfana se aceleró de forma visible ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Aquella voz tenía que haberle sonado familiar al instante, y ese porte distinguido y elegante… pero ¿Es que esto era una cruel broma del destino? ¿O acaso ese ser lo había preparado todo para que ella cayera directamente en su trampa y se dirigiera hasta su habitación por propia voluntad? Aquello no podía estar pasándole...

Entonces, ante las palabras que él le regaló, un rayo de esperanza pasó fugaz por su cabeza. Su misterioso enmascarado, el cual era mucho más apuesto de lo que su imaginación había deducido, no la había reconocido a pesar de todo... a no ser que estuviera intentando ponerla a prueba. Por todo ello, tenía que fingir indiferencia ignorando el tañido de su corazón, para evitar que sus nervios la delatasen.

-Con esa descripción no podría deciros, aunque con más datos podría investigar por vos si lo deseáis ¿Qué os ha robado, si no es indiscreción saberlo? Sería bueno para saber en qué círculos empezar a buscar por si intenta venderlo.– Preguntó intentando no temblar, sabiendo que posiblemente la estaba buscando para darle muerte al haber descubierto el secreto sobre su naturaleza.

En este momento notaba las similitudes de la voz, aunque lo recordaba con un mayor acento del norte en sus palabras y una voz menos grave. Tal vez un recurso que utilizo para no ser identificado. Los pensamientos de la joven también iban a recordar el lugar de origen que le dio este aquella noche y la que conocía ahora por Josef, suponiendo que sabía quién mintió de ambos.

“En mis tierras no sería suficientes datos, pero estoy seguro que la pigmentación que comparte ambos no es muy común en este lugar.” Comento observándola más detenidamente de nuevo examinándola con su mirada imperturbable con otro sentido en mente. “Igual lamentablemente no poseo muchos datos de ella, por lo que en parte me imaginaba que algún joven de la calle podría conocerla.”

Negó una sola vez con su cabeza “No hay necesidad que lo sepas. Solo tienes que pensar que fue algo importante que deseo tenerlo de nuevo pronto.” Respondió escuetamente mientras con unos pocos pasos se terminó de acercar a ella, obligandola a mirar para arriba para ver aquel apuesto rostro.

Realmente desconocía si ya la había identificado y estaba prolongando su agonía, o realmente no sabía quién era en realidad, pero cuando se acercó para mirarla a los ojos, agradeció enormemente haber tomado las precauciones de tintarse toda de hollín y haber estado revolcándose por el suelo durante la huída en aquella casa. No sabía si el olor a sudor y la gran cantidad de manchas que cubrían su cuerpo serían suficientes, pero esperaba que aquello bastara para que él no se diera cuenta de su identidad.

-Conozco a varias mujeres pelirrojas – Mintió, suponiendo que el extranjero no llevaba tanto tiempo en Venecia como para saber ese detalle – Pero no me gustaría conduciros hasta la equivocada. Tan solo os preguntaba para saber en qué círculos empezar a buscar por si intenta vender lo que os ha robado. De todos modos, no soy ningún chivato y sé qué es lo que hace la justicia con los ladrones, por lo que tampoco sé si quiero aceptar un trabajo así a cambio de una cama caliente. - Finalizó sin poder evitar que si naturaleza protectora hablara en su lugar.