Partida Rol por web

La noche de Gianna transcurría como ella empezaba a acostumbrarse con una nueva fiesta tras unos días de pausa que le había rogado su “tio”. Las fiestas de ella no se habían vuelto una costumbre solo para ella sino que también lo hacía para la nobleza joven de la ciudad de Venecia.

Las fiestas habían empezado lo suficiente tranquilas con la invitación de solos sus conocidos pero pronto los invitados fueron trayendo amigos y conocidos a esta, aumentando mucho la población de las fiestas tras las primeras veces. Sin embargo a pesar de la gran cantidad de invitados pocas veces habían causado un problema grande, solo hubo un enfrentamiento entre dos hombres una vez por causa de una mujer pero estos fueron echados efectivamente a la calle por los guardias.     

Gianna se encontraba en medio de esta siendo saludada amistosamente por ser anfitriona mientras daba un vistazo para ver como estaba transcurriendo. La pista de baile estaba casi llena de bailarines que danzaban con sus parejas y otras danzarinas que mostraban sus pasos, junto con algo de piel a quienes miraran. Sentados en unos cojines, que había conseguido la familia en las cruzadas, se encontraba un grupo que disfrutaba de una pipa de agua que le habían regalado a Gianna poco después de que empezó a realizar las fiestas. Cerca de donde se servia el vino también había gente hablando algunos ya conocías como personas que no sabían como decir que no a las bebidas de alcohol.

Todo parecía andar por buen puerto, aunque por otro lado la noche recién había comenzado por lo que todo podía pasar.

Gianna se encontraba como pez en el agua, recibía los Saludos con cortesía y amabilidad, después de todo era ella quien organizaba aquellas fiestas. Dio un saludo más con una amable sonrisa y se fue apartando, mirando cada detalle; le gustaban mucho más las fiestas de máscaras, que nadie supiera quién era ella o dónde se encontraba pero por esa noche esa fiesta estaba bien. Se apartó de la muchedumbre para verse en el espejo, le gustaba estar perfectamente porque algo de vanidosa era.

Uno de los sirvientes se acercó con una copa de vino para ella y la tomó sin casi mirarlo a los ojos, él se retiró prestamente y ella volvió al ruedo, junto con las personas que se sentían especiales de que ella hiciera alguna diferencia con ellos. La música no permitía mucha conversación por suerte pero las sonrisas que ella devolvía encantaban a hombres y mujeres por igual.

-Será una noche estupenda.

Dijo a alguien por allí y siguió rondando el salón hasta que uno de los jóvenes hombres se atrevió a tomarla de la mano tras un último trago de su copa y la llevó al centro del salón para bailar con ella, Gianna sonreía mientras danzaba, irradiaba una alegría que pocas personas podían con una simple sonrisa y sus gráciles movimientos.

El joven que la había tomado llevaba puesta una mascara simple comparada a las que usaba en general la nobleza de Venecia siendo solo un antifaz azul oscuro. Aunque eso no evitaba que este hombre tuviera un aura de misterio rodeándolo. Lo que si podias ver eran sus ojos azules que se encontraban muy animados no solo por lo divertido de la fiesta sino por posibilidad de estar con ella en ese baile que estaba poco de volverse muy caótico. Su pelo escuro aunque corto dejaba escapar unos cuantos mechones que se median por delante del rostro del hombre aunque a este no parecían molestarle en lo absoluto.

“Es una alegria que haya decido aceptar mi invitación.” Le susurro acercándose un poco a ella para que le escuchara a pesar de la música, dejándole oler involuntariamente a ella que el hombre usaba un dulce perfume y que su acento le hacia parecer que venia del reino de Francia. “Prometo no decepcionarla.” Comento siguiendo susurrando a aun su tono parecía mas meloso y hasta bien podría intuir la joven ciertas intensiones.

Alrededor de ellos la gente bailaba y se los veía muy contentos de estar en esa fiesta, algunos incluso mas ansiosos lo empezaban a mostrar con toques que estaban muy lejos de ser los castos que la iglesia tanto promulgaba. Por su lado el francés parecía avanzar hasta ahí pero lo hacia con algo de cuidado como esperando que se lo permitieras con la vista.  

Para Gianna bailar con alguien de fuera no era una novedad pero si algo sabía reconocer era cuando había interés en ella y aunque eso la halagaba muchísimo no era una muchacha fácil de impresionar. Sonrió a la vez que seguía danzando con él sin responderle enseguida sólo para crear expectación, un par de pasos más y ella susurró.

-No me habéis dado motivos para no hacerlo, así que continuad de esa manera...

Le guiñó un ojo y miró a su alrededor, no era nada extraño lo que estaba sucediendo, las fiestas terminaban así o peor caso siempre. Confidente se acercó a su pareja de baile con suavidad y gracia y le habló en voz normal.

-Tal parece que esto ha empezado a ponerse intenso... ¿Cuál es tu nombre? Porque sé que sabes el mío pero yo no el tuyo.

Lo miró fijamente, eran unos ojos preciosos y que encantaría fácilmente a cualquiera. A ella le gustaban pero aún necesitaba algo más, sin embargo, dejó que él la abrazara un poco más mientras danzaban, aunque no parecía que al ritmo de la música.

Una sonrisa traviesa se mostró de su parte luego de la demora de ella y siguió mientras escuchaba sus palabras al ritmo de la danza. “No me atrevería a darle un motivo a una mujer tan hermosa para que me abandonara en una noche tan linda.” Le respondió con picardía mientras su mano delicadamente se apoyaba en las telas de ella por el momento no propasándose.

“Puede ser…pero preferiría que te presentaras vos misma.” Le respondio sonriendo enigmáticamente devolviéndole un poco de esa pausa que había hecho ella antes de responder “Mi nombre es Bastien, mi dama.” Dijo con cierto tono de elegancia que conocias bien de caballeros o duelistas educados. “¿Se ha puesto muy intenso para vos? Porque si es así podríamos aprovechar un balcón de su casa para tomar algo de aire si lo necesita.” Le propuso señalando con la mirada pero sin moverse por el momento de la pista de baile.

Aunque no fue por mucho tiempo que saco su atención de la mujer, volviéndola a mirar mientras el ritmo de la música obligaba a otros a acelerar el ritmo pero ellos dos seguían a su propio ritmo uno mas lento e intimo. “Bailas muy bien.” Le halago mientras él sin problema se había acostumbrado al ritmo de ella casi al instante.

La mujer danzò a buen paso, disfrutando de la adulaciòn de aquel hombre y aunque por un momento pensò que debìa ser èl quien se presentara, decidiò ceder pero no aùn. Lo tomò de la mano y lo halò consigo llevàndolo hasta el balcòn màs cercano pero èste estaba ocupado por una pareja que estaba de todo menos recatada, Gianna sonriò sin sorprenderse y lo llevò un poco màs lejos, no sin antes tomar dos copas de vino de un mozo que pasaba, una vez afuera, la fresca brisa se sintiò agradable, incluso hacìa volar los rizos de su pelo y las telas de su vestido.

-Pensè que era muy famosa en Venecia...

La joven de ojos grises pero intensos sonriò sin dejar de mirar al joven con la màscara, sus ojos azules brillaban aùn màs.

-Soy Gianna, Gianna Scarpati. Es un nombre muy lindo...

Realmente que èl supiera el suyo no era del todo malo, todo el mundo la conocìa pero se sentìa en ligera desventaja de no saber quièn era èl, ahora ya no era asì pero necesitaba saber mas.

-¿Quièn te trajo a mi fiesta y que te trajo a Venecia?

Sin duda estaba curiosa y èl podìa notarlo.

Una pequeña risa escapo del hombre al notar a la otra pareja y también la actitud confiada de Gianna que no solo lo llevaba como un muñeco sino que en el trayecto conseguia mas vino para avivar aun mas esta linda noche. Igual su risa no duro tanto como su mirada cuando la tuvo frente suyo con la briza peinando su cabello y la luna iluminándolos.

“No dudo que lo seas…pero yo lamentablemente he llegado solo hace un par de semanas a esta ciudad, la cual nunca he visitado.” Le explico para aclarar cierto desconocimiento de su parte. Entonces escucho su presentación sonriendo. “Es un nombre precioso y como pensé se escucha mejor cuando eres vos quien lo pronuncia.” Afirmo acercándose mas a ella acariciándole la mejilla corriéndole del rostro un par de mechones rebelde ignorando que los de él hacían lo mismo.

Dejo de tocarla cuando escucho sus preguntas, no le molestaban aunque tomo un poco antes de responder. “Me trajo mi amigo, que tiene un buen olfato para encontrar fiestas.” Comento con humor tal vez acordándose de este. “La verdad nada en concreto, acompañamos al Cardenal que venia de Roma. Pero nuestra razón o mi razón para venir acá no era ninguna en especial.” Comento con lo que se veía como una actitud sincera. “Aunque al final pienso que fue por curiosidad de ver si era una ciudad tan hermosa y fantástica como dicen.” Entonces tomo mas de su copa.”Ademas era algo que tambien decían de las mujeres de la ciudad.” Dijo sonriendo pareciendo aun mas guapo de que antes mientras se desprendia de la mascara. "Te veia algo curiosa..."

Ella sonriò satisfecha con sus respuestas.

-Venecia es una gran ciudad para recorrer y encontrar secretos y divertirse como puedes ver, Bastien... Aunque sospecho que de eso si que sabes.

Entonces se quedò mirando còmo se desprendìa de la màscara y no pudo evitar sonreìr, era un hombre muy guapo, mucho màs interesante que casi todos los que conocìa. Una vez conociò a un hombre, algo mayor que le habìa resultado interesante pero habìa ido tan ràpido que ella terminò por echarlo de su casa a tiempo y sin mayores contratiempos pero Bastien parecìa distinto y mucho muy cercano a su edad. La veneciana se removiò un poco y se quitò entonces la màscara blanca con brillos que cubrìa tres cuartas partes de su rostro. El roce de la mano de èl no la hizo titubear, despuès de todo, ella no era una niña pero sujetò la mano antes que èl la retirara.

-Siempre soy curiosa, mi padre me enseñó que en la vida no tenemos que quedarnos con dudas, si algo te interesa tienes que investigar...

Entonces se escucharon unos gemidos que provenían desde el otro balcón y Gianna sonrió tras beber de su copa.

-¿Realmente creíste que afuera íbamos a estar más tranquilos?

Gianna no se apartó de él, no retrocedió ni un paso pero antes que él pudiera decir algo, ella lo tomó de la mano nuevamente.

-Ven, te enseñaré algo...

Entraron de nuevo en el salón, la fiesta había cambiado bastante desde los últimos minutos que ellos pasaron allí pero ella no tomó importancia a eso y lo condujo por un pasillo apenas iluminado por algunas velas que hacían brillar el cabello de su anfitriona. Tras unos cuantos pasos que los alejaron del bullicio, la joven abrió una puerta de doble hoja y lo condujo por un salón elegante, como lo era casi todo allí y tras cruzarlo, al fondo él pudo ver su cama pero no iban para allí, sino que ella lo llevó a otro balcón, uno más amplio, el de su alcoba con una vista de la ciudad que sólo era para privilegiados.

-Ahora puedes hablar de Venecia y de sus mujeres...

Bastien sonrió enigmático sin contestar sus sospechas. “Es una ciudad muy grande aunque una buena guía podría hacerla más accesible a un extranjero.” Comento mientras observaba como ella le correspondía el gesto aunque no se lo había pedido. Pero por su mirada no parecía desear que ella se la volviera a poner.

“Es una muy buena enseñanza.” Comento y se disponía a decir mas pero un gemido proveniente de otro de los balcones lo tomo por sorpresa haciendo que negara incrédulo antes que Gianna le preguntara sobre su creencia. La respuesta del hombre fue un encogimiento de hombres mientras la seguía donde lo guiara.

Cuando el recorrido se detuvo en el balcón de ella y tras escuchar sus palabras, Bastion la miro y negó. “Me gustaría hablar de Venecia, pero no veo que necesario hablar de otras mujeres estando a solas con la mas hermosa de ellas.” Le halago volviendo a tocar su rostro aprovechando que ahora no estaba su máscara. “Aunque sinceramente no se si ahora pueda concentrarme en lo que me digas sobre Venecia.” Comento mirándola fija a los ojos.

“Gianna, ¿en que piensas cuando invitas a un hombre desconocido a un lugar asi?” pregunto pareciendo no poder contenerse.

-No tengo dudas de que encontrará una buena guía, señor Bastien.

Dijo ella a modo de broma mientras miraba la ciudad con atención. Seguramente la había visto cientos de veces, seguramente la sabía de memoria pero tenía un amor entrañable por ella y por esa vista maravilloso que le daba cada día de su vida.

-Debo ser honesta, los halagos son algo que recibo muy a menudo y son embargo en ti parecen sinceros pero soy hija de un mercader y tengo muchas enseñanzas más... Que quizá un día conozcas.

Pero entonces él fue directo a algo que aunque bien sabía que lo podría pensar, no esperó que se lo preguntara así de directo.

-¿Acaso te molesta? ¿Te hice sentir incómodo?

Gianna sonrió y se apartó de él sentándose en la parte ancha del balcón, confiada.

-No lo pensé, no muchos hombres conocen este lugar contrario a lo que podrías pensar... De hecho, tú y mi tío... Pero en todo caso, no, no tengo dobles intenciones y me disculpo si te has sentido coaccionado.

Ella sonrió, se levantó y corrió la cortina para que él viera la puerta desde allí.

-No quiero que te arrepientas de conocer a una mujer hermosa que no piensa en su seguridad.

Le guiñó un ojo y aguardó a que él tomará una decisión. A Gianna le parecía que quizá se había precipitado en confiar en él y que él se había sentido amenazado por ella, bueno, ella no tenía a nadie a la fuerza.

“Le prometo que son sinceras mis palabras, no veo necesidad alguna de mentirle.” Le comento con sinceridad observando con ella la ciudad que para quien había muchas otras ciudades sabia lo especial que era ver aquella ciudad llena de lagunas en vez de calles y con ese aire oceánico con la que ninguna otra ciudad contaba. “Esperare paciente ese dia.” Expreso sobre las enseñanzas con las que lo tentaba.

Las preguntas de ella junto con el gesto hacia la puerta le sorprendieron pero en su mente empezaba a notar el error de sus palabras. Siguió escuchando sus palabras luego de mirar la puerta de salida y como ella tan confiada se sentaba en el balcón.

“No me incomodas, ni me molesta ni me obligas a nada. Es solo que me sorprendes a la vez que te me haces mas interesante para mi. Por lo que con mi pregunta esperaba investigarte un poco…” comento haciendo un poco de referencia a las palabras del padre de él.

En silencio se acercó mas a ella con cuidado tocando los brazos de ella. “No quería insinuar nada mas que lo que pregunte, pero me disculpo sinceramente que no haya dejado en claro mis palabras o si te he ofendido.” Se disculpó con algo de pena pero sin miedo a mirarla con esos ojos azules a ella. “Siento que sentiré algo contigo, pero no creo que sea nada cerca de un arrepentimiento.” Le dijo sin verse duda alguna en sus calidas palabras. “Me quedare aquí si me lo permites.” Termino diciendo para dejar la decisión afuera.

Eso estaba mucho mejor que si hubiera corrido dando un portazo, que también estaba en su derecho pero él hizo todo lo contrario y cuando se acercó, ella no se apartó, en realidad no tenía sentido hacerlo.

-Me gustan las cosas claras, siendo honesta te diré que no te considero un desconocido.

Ella soltó la cortina volviendo a quedar ambos en el balcón.

-Y para seguir siendo honesta, si te traje aquí es porque me inspiraste confianza y porque esos ojos tuyos hacen que cualquiera se rinda a ellos... Estoy segura que has conocido a muchas incapaces de negarse...

Gianna se acercó a él lentamente dejando apenas unos centímetros de separación entre ambos.

-No me has ofendido, sólo no pretendo tener nunca nada a la fuerza.

Sus palabras eran un juego, en él estaba seguirla o no.

-Me gusta tu compañía, creo que eso no es malo, francés.

Ella también usaba un perfume con notas dulces y cítricas, quizá algo de flores.

-¿Deseas beber algo?

Ella seguía muy cerca de él.

El hombre sonrio ante las palabras de Gianna, dejando que ella continuara hablando sin interrumpirla en ningún momento mientras se la quedaba admirando como si la ciudad detrás de ella no existiera. “Como dije antes no hay necesidad de hablar de otras con vos presente Gianna. Agradezco que no pienses como un desconoció y me veas con confianza…” comento deteniéndose ante la cercanía de ella casi pareciendo paralizado.

“Me imagino que asi eres, dulce en todas las instancia para conseguir lo que deseas.” Comento pareciendo acostumbrase a la cercanía hasta envolverla en sus brazos como si estuvieran bailando de nuevo abajo aunque con un peso mas intimo al estar solos.

Ante su pregunta solo negó lentamente con la cabeza, ya su confesión lo había satisfecho mas que cualquier vino en el mundo. “A mi también me gusta tu compañía. Ahora déjame demostrártelo.” Dicho eso avanzo los centímetros que faltaban hasta ella para entregarle un beso en los labios, que no pretendía hacerlo corto disfrutando del sabor de los labios de ella y de ese perfume tan dulce que portaba.

Quería responder pero sentía que no hacía falta, sentía que si decía algo esa especie de magia de iba a romper, así que guardo silencio durante algunos instantes, los mismos que él tardó en acercarse a ella y sujetarle entre sus brazos. Se daba cuenta que había un problema en aquella ecuación y era que le gustaba mucho, como nadie nunca y terminó de convencerse de que estaba en problemas cuando él la besó. Siguió a sus instintos por más que la mente le decía que parara, que siempre esperaba a otro momento pero no, aquella vez no hizo caso a su sentido común y se entregó largamente a aquel beso haciéndolo de manera apasionada. Cuando se apartó de él, sus ojos grises brillaban aún más.

-Te prometo que no lo pensé antes de venir a aquí...

Echó las manos sobre su cuello y fue ella la que lo besó al tiempo que parecía danzar suavemente al ritmo de una música que apenas llegaba hasta los oídos de la pareja. Su beso era suave y recorría el interior de la tibia boca de Bastien a consciencia hasta que separó sus labios de los suyos sin dejar de mirarlo.

-Esto si...

Ella miró detrás de él, la entrada del balcón a su alcoba, suerte tenía de ni haber llevado nunca a nadie allí.

-¿Cuál es tu hechizo? Dímelo...

“Yo si lo pensé.” Admitió luego de disfrutar del dulce beso de ella, respirando con ansias mientras le devolvía la mirada. Ni siquiera dio un vistazo detrás de él donde había visto la dama de la sonrisa encantadora. “Mi hechizo son mis ojos eso lo descubriste, aunque mi otro hechizo es que yo amo más que otros.” Respondió abrazando hasta atraerla más hacia él.

Dicho eso volvió a besarla y mientras sin forzarla la iba moviendo hasta la cama, impactando con ella y con cuidándola ayudándola a sentarse. “Gianna. Yo tampoco deseo tomar nada por la fuerza entiendes…” comento al apartarse un poco de ella, escuchando como la música se filtraba entre las paredes queriendo contagiar un ritmo que ambos aun no seguían. “Este no era mi plan, pero siento que me arrepentiría si fuera a dejarte ahora mismo luego de este acercamiento.” Comento dejando en claro que él deseaba que continue.

Mientras sus manos que habían recorrido su espalda y cadera por unos segundos se detuvieron en sus piernas mientras ella estaba sentada.

A Gianna sólo le importaba sentir sus besos en ese momento, si lo había planeado antes no encendió alarma alguna en ella por lo que se dejó llevar hasta la cama, su cama, su, hasta ese momento, Inmaculada cama. No es que ella fuera Virgen pero el único amante que había tenido siempre la había llevado a su terreno y para ella era mejor así, como fuera, tampoco era la gran cosa. Sin embargo, con Bastien todo parecía distinto. Tenía razón sus ojos eran especiales.

-¿Ama dices? ¿Me estás ofreciendo amor, a mí, una desconocida?

Pero habría sido muy estupido negar lo que estaba sintiendo y que sin duda se parecía mucho a lo que sentía él. Mirándose en sus ojos puso sus dos manos en las mejillas de él y sonrió brevemente.

-No te dejaría besarme si no creyera que ser tuya no es una equivocación... A Gianna Scarpati nadie podría tomarla por la fuerza.

Se acercó a sus labios y lo besó dejando que sus lenguas continuaran la danza que ellos habían iniciado en el salón. Sus manos lo atrajeron por la parte de la camisa cuyos lazos ella buscó para desatar, si ese no era el mensaje que él quería entonces ninguno podía serlo.

Ambos amantes disfrutaron de aquella noche en que dos desconocidos se un unían en gesto tan íntimo que cualquiera pensaría que habrían tenido un encuentro previo pero ambos sabían que a veces ciertas cosas no necesitaban de un complejo planteo para que dieran resultados bastante deseados. Esa noche fue maravillosa para ambos, sin que les llegara interrupción alguna a esa habitación.

A la mañana siguiente la joven veneciana se encontró en su cama muy cómoda arropada con las suaves telas de esta. Aunque hubo un detalle que le perturbo un poco ese buen despertar y eso era la falta de su caballero que al parecer habia partido antes que el sol se levantara. Algo que si lo pensaba no era nada raro en estas tierras pero igual la dejaba algo mal.

DSin embargo antes que se pudiera enterrar en sus recuerdos de la noche pasada, su tio toco varias veces a la puerta. "Señorita Gianna, Señorita Giana esta presentable?" pregunto pareciendo algo apurado en entrar. "Necesito informarle sobre algo urgente que paso anoche. Puedo esperar a que se vista, pero permitame pasar cuando este lista." dijo aquel sirviente fiel que a pesar de la prisa en sus palabras, se prohibia a si mismo invadir la privacidad de su señora.

Gianna se quedó pensativa durante un rato, no sabía por qué pero esperaba que al despertar Bastien no hubiera huido como había hecho. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo de pensar en ello porque pronto sus cavilaciones se vieron interrumpidas por su tío.

-¡Un segundo, enseguida abro!

Aunque sabía que la puerta debía estar abierta, se levantó y se puso un salto de cama bastante discreto y se levantó el cabello en una coleta alta, entonces fue a abrir la puerta dejando pasar al recién llegado pero antes de cerrar, pidió al sirviente que siempre estaba cerca de su puerta que trajera bebidas calientes para ambos.

-Toma asiento y dime qué es eso que te trae con tanto apuro a estas horas de la mañana.

Se sentó en la cama dejando un bonito y cómodo sillón frente a ella para él.

El hombre espero el tiempo que le pidió y luego acepto el trago caliente cuando finalmente ingreso. Toda su prisa al parecer se había evaporado cuando entro pero en realidad quien prestara mas atension veria que esperaba a que ella se sentara y que el sirviente terminara su encargo antes de volver a hablar.

Sentado en el sillón la miro con algo de pena y tristeza. “Le tengo malas noticias señorita. Anoche sin que los guardias pidieran darse cuenta ocurrio un asesinato.” Le informo rápidamente dejando un tiempo para que la información se sintiera en ella. “Una mujer rubia, fue ahorcada en la parte baja de la mansión. El instrumento usado para esa muerte se encontró en su cuello. Fue un cinturón aunque en el no hay símbolos o signos alguno que lo diferencie del resto.” Continuo informándoselo a su señorita mirando para abajo y quedándose callado esperando su respuesta.

Gianna aguardó y cuando habló de malas noticias no le gustó para nada, especialmente porque Vincenzo no solía ser alarmista, así que algo grave era.

-¿Pero cómo es eso posible? ¡En mi casa! ¿Quién era ella? ¿Quién la encontró y a qué hora? ¿Nadie vio nada?

La joven se levantó, no podía creer lo que estaba pasando.

-No quisiera involucrar a nadie pero deberíamos dar parte a la policía...

Aquello era un gran problema en sí, la mujer negó con la cabeza. Necesitaba saber si alguien había visto a la rubia con alguien.

-Reúne al personal, hablaremos con ellos antes de ir con la policía...