Partida Rol por web

Nada más entrar en la arena la contrincante, y sin darle tiempo a Ricardo a saludar, las paredes cambiaron y un calor asfisiante emanaba de ellas.

Mierda, la lava. Ten cuidado de retrocer mucho Anat, si tocas las paredes te lelvaras mucho daño.

Cita:

Mientras hablaba sus puñales danzaban en sus manos.

Por supuesto, Anat. No pensaba hacerlo de otra manera.
Por cierto recuerda que hemos de vernos con Parnassus y Deseo. Tenemos que hablar de ciertas cosas. Entre ellas sobre el chico hakhim que nos encontramos. ¿Conoces a su padre? Me pareció entenderle que era una especie de vidente u oraculo

Cuando Ricardo nombró a Deseo su sonrisa se agrandó, pero a pesar de lo agradable de la charla, ninguno de los dos se olvidaban que estaban en una arena de peleas. El calor agobiante le daba algo de ventaja a Anat, pues acostumbrada a los calores del desierto, lo pasaba mejor que Ricardo, el cual se sentia mejor con el frio de las montañas nevadas.

La hakhim se movió primero, pero el norteño fue aun más rápido. Amagó un ataque a la cabeza que hizo que Anat tuviese que agacharse para esquivarlo, lo cual era lo que pretendía. Cuando se levantaba la estaban esperando los puñales para golpear su vientre. El fuerte golpe empujó a Anat cerca de la lava, pero Ricardo retrocedió hasta el centro para que pudiese volver sin problemas y alejarse de la peligrosa lava.
Los elfos oscuros abuchearon a Ricardo por lo que acabava de hacer. Ellos querían sangre y violencia y espectaculo. Y un cuerpo ardiendo era muy bien recibido entre esos sadicos.

El golpe fue tan rápido, tan certero.. tan brutal... Su puñal se hundió en mi cuerpo sin resistencia... y sentí el frío morderme las entrañas... y la sangre nublarme la vista... y el dolor negarme el aliento....

El cuerpo retrocedió hacia atrás... gesto instintivo que me desclavaba de su acero... y me detuve en seco al sentir el crepitar demasiado cercano de la lava... su aliento abrasador...

La mano derecha se posaba en mi vientre, incapaz de sujetar una sangre que manaba de la herida a borbotones... y mientras la sentía recorrerme, mientras se mezclaba con el sudor que ya me envolvía para teñirme de rojo la respiración se me aceleraba... Hacía tanto calor....

La mirada roja se me entornó sobre el hombro para contemplar el hechizante discurrir de aquel fuego.... Tan letal.. y aún así... tan hermoso... Demasiado cercano en todo caso... y al volver la mirada al norteño vi cómo este se retiraba... Y las pupilas se enredaron en las suyas llenas de intención... No hacía falta decir nada.... él sabía....

La sombra de una sonrisa se me dibujó en los labios... y hacía él caminé sintiendo los velos ceñirse a mi piel... obligados por la sangre... obligados por un sudor que domaba el azabache del pelo... mechones que se me enredaban sobre la piel del cuello húmedos de la sal de mi cuerpo...

Su padre?... No.. no le conocía.... Pero somos los Hakim un pueblo que vive más allá de la sangre... Y todos.. en el fondo... somos uno... y a todos nos guía lo mismo... sonreí aún más por la ironía.... Nuestro fuego interior....

Frente a él inclinaba la cabeza cómplice... con el miel de los ojos replegado malicioso, y con el labio inferior entre los dientes que apenas podían sujetar la sonrisa...

Y sí.. no he olvidado nuestro entrenamiento... y nuestras charlas pendientes... dije entornando levemente los ojos hacía las gargantas que nos abucheaban.... Aunque... por esa sonrisa tuya... yo diría que ese entrenamiento se te esta haciendo demasiado lejano... y esas charlas demasiado... concurridas... la sonrisa aún se ampliaba más en los labios... en los ojos... La voz se dibujo de una malicia divertida... Así que el rojo es tu color... eh, norteño?

Cita:

Ricardo sonrió ante el comentario. Por fortuna con el calor en el ambiente y el sofoco no se le noto el rubor en el rostro.

Pues por lo visto sí. No voy a engañarte. Ha logrado calentar mi corazón de manera que no creia posible. Y veo las cosas de otra manera. No se como explicartelo, pero a pesar de lo que sucede estoy contento con mi situación actual.

De todas formas me tiene preocupado con un par de cosas que pasarón en la mansión. Tenemos que reunirnos pronto. Está en juego mucho más de lo que crees.

La cosa se puso un poco tensa ante los abucheos del publico. Y Anat se decidió a atacar. El golpe era flojo y dirigido a la pierna, pero Ricardo no logró reaccionar a tiempo y las dagas de plata mordieron la pierna.

A pesar de la herida en el vientre, y de la sangre que manaba de ella, Anat era una de las veteranas del coliseo y se notaba. Sus dagas de plata eran peligrosas y su agilidad impresionante. Habia que andarse con cuidado con ella.

Volviendo a lo del chico. Fué él quien me dijo que su padre era una especie de vidente, y vamos a tener que ir a verlo. Necesito hacerle unas preguntas, y supongo que seré mejor recibido si voy contigo.
O por lo menos tendré más posibilidades de salir vivo contigo que sin tí.

El norteño atacó a los brazos, si lograba desarmarla sería todo mucho más facil.

Mi daga buscó su pierna sin demasiada convicción, y aún así... giro de blanco y acero, el filo de las dagas le seccionaron el muslo uniendo su sangre a la mía en aquel coso... Los gritos de júbilo atronaron todo... la lava cayó con más fuerza...

Fue un quiebro.. un zizaguear de la cintura que, al arrancar las armas de su carne, elevaron las cuchillas en diagonal.. Baile suave que segaba alientos... que buscaba corazones... Baile de muerte que muchas veces había danzado... Y su pecho se abrió bajo ellas mientras el olor a jazmín y sal volvía a envolverle... como lo hizo la mirada miel.. que enredada en la suya se perdía tras mechones húmedos de pelo azabache en el giro...

Un giro... y uno más...

Me separé de él.. con el blanco manchado de mi rojo y del suyo lamiéndome el cuerpo, túnica pesada ahora... anegada de sudor y sangre... Y de nuevo en el centro de la arena le escuché... y allí... sintiendo el calor abrasador del lugar, la debilidad de las heridas... sonreí a sus palabras... y un brillo casi de júbilo me desbordó en la pupilas... Me alegraba por él.. tanto...

Las gargantas negras pedían más, y la voz de Ricardo me inclinó el gesto.. me afiló la mirada... mientras las dagas volvían a alzarse, regalando destellos anaranjados que se perdían entre nosotros...

Mucho más... de lo que creo?.. Curioso... realmente... teníamos que hablar... Es mi sangre reconocida con respeto entre los míos... sí... pues las lineas de mi frente hablan de mi servicio a él... de mi dedicación... de mi entrega... y las luzco orgullosa... Si quieres que te acompañe, lo haré sin dudarlo ni un segundo... las dagas habían iniciado un baile suave ante mi pecho.. mientras el cuerpo se me espigaba, se me inclinaba y se cimbreaba como un junco en el río... Pero... no creas, norteño... que conocer el discurrir futuro de las sendas es fácil... ni esta permitido para cualquiera. No lo esta para la mayoría de los míos... dudo que lo esté para alguno de los tuyos...

Un nuevo receso para las voces... Eran los aceros los que debían hablar ahora...

La sonrisa de Anat era sincera. Se alegraba por él. Tal y como lo haría una amiga. Eso eran. No aliados, sino más bien extraños amigos. Habían coincidido en un mundo brutal, pero que no logró despojarles de su humanidad.

No estoy tan seguro Anat, no estoy tan seguro. Últimamente han sucedido cosas...extrañas.

Pero sin embargo el momento de las palabras había terminado, era la hora de que acero y plata hablasen. Ese lenguaje que tanto gustaba a los oscuros.

Envalentonada por sus últimos ataques tan certeros Anat presionó a Ricardo haciendole apoyarse en la pierna mala. Pero aun así los puñales del norteño se cruzaron y detuvo firmemente las hojas de plata manchadas de rojo.

El calor seguía en aumento, y unido al esfuerzo físico hacía que las ropas de ambos estuviesen pegadas a sus cuerpos. Se oía un leve jadear. Pero la pelea no había terminado, ni mucho menos.

Había una gran diferencia cuando Ricardo peleaba contra un elfo oscuro que cuando lo hacía con alguno de sus "amigos". Cualquiera con un poco de habilidad podría notarlo. No era tan agresivo. No se dejaba llevar tanto por la violencia.

Aún así, alguien que lo conociese bien notaría algunos sutiles cambios en sus peleas desde el entierro de Adrian. Ni siquiera contra Delderius fue tan fiero. Había más cabeza y menos instinto en su forma de luchar.

Ahora intentaba sorprender a sus contrincates con fintas y maniobras de despiste. Como ahora. Amagó un ataque violento contra la cabeza de Anat para cambiar en el último momento al torso herido de la hakhim.

Ricardo golpeó más duramente de lo que había pretendido. No tenían otra opción que pelear, pero quería hacerlo de la manera menos dolorosa posible, por más que le disgutara a los sadicos oscuros.
El gesto de dolor de Anat le hizo detenerse en seco, un error fatal. Pues la hakhim, aunque no lo había hecho intencinadamente, aprovechó el tituveo del norteño para hundir sus dagas de plata en el estomago.

Ambos estaban malheridos, y aunque Ricardo además cojeaba por el corte en la pierna, no era nada seguro quién podría ganar.

Era el momento de ir a por todas. Ricardo volvió a hacer un amago de ataque a la cabeza, para lograr golpear en el pecho y terminar con la pelea y el sufrimiento de Anat. Y luego podrían descansar los dos, y salir de ese calor infernal.