Partida Rol por web

El círculo de sangre brotaba del suelo hasta los cielos. Solo uno de los dos saldría de allí. Los árboles que habían quedados en medio del círculo yacían cortados y sin vida. Sin embargo, el círculo parecía seguir los movimientos de los dos gladiadores, alejándose si uno se acercaba.

No podía haberse tropezado con un contrincante más rápido, y salvaje, desde luego. Deseo se estremeció cuando el imponente orco quedó ante ella, cercados ambos por el círculo cambiante de sangre.

Dos luchadores, un sólo superviviente.

No pensó, si lo hacía, tendría miedo. A veces le habían preguntado si no temía a nada. Se encogía de hombros. Pero sí, claro, claro que tenía miedo. Domeñar el miedo...

Inspiró profundamente, y empezó a preparar su Guadaña...

Garruk se encontró frente a frente con Deseo, no había gladiadora en el coliseo a la que respetara más. Su destreza con la guadaña no tenía parangón.

Deseo cargó con rapidez y Garruk intentó evitar su mortifera guadaña con todas sus fuerzas, consiguiendo desviar el ataque con su brazo izquierdo... la sangre comenzó a manar de la profunda herida.

El primer vuelo del ave de acero había posado su filo en el musculoso brazo de Garruk, y lo había cercenado de cuajo, pero Deseo no dejó que ni la más leve gota de satisfacción inundara su ánimo. En primer lugar porque apreciaba al orco, a pesar de que le mataría si podía. Y en segundo, porque nada se podía dar por hecho en un combate con un contrincante así... incluso si lo viera moribundo, en el suelo, no bajaría su guardia.

El golpe había sido tremendo, y la mujer trastabilleó. Perlas de brillante sudor descendían por su piel, tensa, erizada por la angustia y el despliegue de fuerza.

Intentaba centrarse en los movimientos de Garruk, adelantarse a ellos. Poco más podía hacer, sólo mantener su defensa firme. El orco era ágil, y letal. Se movía a su alrededor de un modo increiblemente rápido y preciso, lejos de la torpeza que un cuerpo como el suyo haría presagiar. No, Garruk no era torpe... pero ella tampoco. Parpadeó, rápida.

Deslizó fuera de su mente cualquier pensamiento, y, sobre todo, cualquier sentimiento. Una imagen se mantenía viva en su conciencia, Ricardo, sus ojos, como le miraron antes de separarse, antes de decidir, de respetar, de aceptar... Era difícil... Con una lágrima no llorada lo apartó de su espíritu. De sí misma.

A cada giro de su Guadaña, a cada segundo que pasaba, su corazón estaba un latido más cerca de la muerte. Pero... ¿de la muerte de cuál de ellos...?

No se hizo esperar. Cuando la muerte aparecía de la mano de su Guadaña, era implacable, y solía ser veloz. También esta vez...

...sólo que Deseo, esta vez, sabía que era distinto. Tantas muertes a sus espaldas, tantas batallas, tantas luchas... y ésta era la primera que sentía, que sentía de veras. No había Monjes, no había ni testigos. Garruk, su compañero de arena, acababa de caer frente a ella, como un coloso derribado por el rayo, una montaña ciclópea a la que se sentía unida.

Se arrodilló junto al cuerpo sin vida del Gladiador, el orco valiente y fuerte, orgulloso de su estirpe.

-Te saludo, Garruk, guerrero, amigo. Que tus dioses te acojan, y tu alma se vea recompensada por una gloria que mereces. Sigue luchando allí en tu Paraíso, y que aquí tu memoria perdure...

Se irguió de nuevo, se cuadró, y venció su Guadaña ante él. Nadie podía verla. Pero ella sabía que estaba ante un Gladiador...

Después, se giró rauda, apagando sus emociones, ahogándolas en su pecho, las emociones que la hacían humana. Y vulnerable. Y se alejó, dispuesta a seguir... o a empezar de nuevo...