Partida Rol por web

Ricardo escuchaba atentamente a Deseo mientras hablaba.

No lo se. Todo ese rollo de la mágia, nigromancia y esas mierdas escapa a mi entendimiento. Y tampoco conozco ningún mago aparte de la bruja del coliseo. Ya no digamos uno de confianza. Pero...

El norteño se detuvo un momento.

El chaval. El chaval al que estabais interrogando Parna y tu al lado de la casa de Kurgle. Su padre es una especie de vidente o algo así, algo mistico. Anat sabía más de esto. Pero tal vez pueda ayudarnos. Al menos con información. Si lo que hay que hacer es destruir esta cosa debemos tratar de averiguar como y hacerlo nosotros.

Ricardo reanudo la marcha.

Estoy seguro que Anat sabe donde encotrar a ese viejo. Debemos hablar con ella cuanto antes. Mientras habrá que darle largas a Morkhlee. A menos que sea imprescindible no le digas nada todavía. Hemos de ganar tiempo.

De repente Ricardo se puso muy serio.

Por cierto Deseo. ¿Qué sabe Parnassus de todo esto? Te recuerdo que él es leal a la casa de Obsidiana.

-¿Ese chico...? Bien. Pues hay que hablar con Anat. Es una Sacerdotisa, y veo que confías en ella. De acuerdo, vayamos a encontrarle, y veremos qué puede decirnos ese hombre...

Un par de pasos más, y de nuevo se detiene.

-En cuanto a Parnassus... no sé lo que sabe. Cuando Morkhalee me pidió que encontrara el Orbe y se lo entregara, uno de los de Obsidiana estaba allí. El hombre, Olshva. Y si he de fiarme de mi instinto... bien... te diría que no me extrañaría que fuera de los elfos que están dispuestos a ayudar a los humanos. No te digo que no tenga esclavos. Ya he partido de esa premisa... es algo natural para ellos. Pero por como habló...

Deseo se ha puesto otra vez en marcha, ensimismadose de nuevo. Se muerde el labio, recordando. Ante sus ojos aparece de nuevo la actitud del Oscuro. Amable, comprensivo. Realmente desconcertante.

-Olshva me dió un pergamino para Parnassus, ordenándole ponerse a mis órdenes, y así lo ha hecho. Sin condiciones. Pero por obediencia. No sé qué sabe... y qué siente. Lo he intentado, puedes creerme. He intentado que me abriera su alma, saber qué puedo esperar de él... necesitaba confiar en él. No lo sé. No sé qué decirte...

Mmmm. Sí ya te he dicho que Parnassus es leal a la casa de Obsidiana y hará todo lo que le ordenen sin preguntar ni quejarse. Que conste que lo considero un buen amigo, y se que mientras no esten mezclados los intereses de su casa le confiaría mi vida sin dudarlo.

Ricardo se detiene un momento pensantivo y luego continua.

Pero lo que he oido de la familia Obsidiana no concuerda con lo que me has dicho. Si bien es cierto que puede que no todos sean igual de sádicos.

Se vuelve a callar.

Creo que lo mejor de momento es decir que sabemos donde se encuentra el orbe pero que para conseguirlo necesitamos hablar con ese vidente, el hakhim. Dependiendo de lo que nos diga ya veremos si se lo entregamos a Morkhalee o no.

¿Qué te parece?

-Sí, me parece bien. Aunque hay que actuar deprisa. El Orbe no es lo único que Lorethien necesita para su Ritual. No sé qué es lo otro, pero hay que evitar a toda costa que siga adelante.

Aprieta el paso, sonríe. Está preocupada, pero está satisfecha. Ricardo es alguien noble, sincero y honesto, lo percibe en cada palabra suya. Incluso...

-Antes me has dicho que siguiera los dictados de mi corazón, que eso no me fallaría. Y has añadido que lo sabías por experiencia... ¿pensabas quizá en Anat, mi buen Norteño...?

Le mira, esperando quizá una confesión. Pero aparta de nuevo enseguida los ojos, se da cuenta de que ha sido indiscreta, y no quiere violentarle. Soy demasiado directa, maldita sea. Este modo de ser va a traerme problemas, no estoy acostumbrada a confiar en nadie, ni tan siquiera a compartir sentimientos con nadie...

Ricardo se quedó sorprendido tan sorprendido que a punto estuvo de tropezar. No esperaba esa pregunta.

¿Eh? No, no. Para nada.
Quiero decir que... Que no me refería a eso. Es más complicado. No quiero decir que Anat no sea una mujer formidable, y una buena compañera y amiga. Pero es demasiado ferviente a su diosa. Creo que Parnassus a llegado a acercarse un poco más intimamente a ella. Pero no es algo que me atreva a preguntar. No tengo ninguna relación intima con ella, si es a lo que te refieres. Ni con nadie ya puestos.

No, a lo que me referia antes es...

El norteño bufó, visiblemente turbado.

A ver como me explico. Ya te dije que hasta hace poco era una persona bien distinta. De hecho hacía honor a mi apellido. Sólo me guiaba por mi odio. Pero luego me pasó algo.
Una especie de epifanía. Ya me viste antes, con mi gente. Podría haber ido a la guerra contra los oscuros y me habrían seguido. Pero en lugar de hacerle caso a mi odio, se lo hice a mi... corazón, y preferí evitar muertes.

Suena tonto lo se. Pero es que no se me ocurre otra manera de explicarlo. Es como con la niña, o contigo... O Anat o Parnassus. Algo aquí dentro me dice que me fie. Y eso hago. Y de momento me ha ido bien.

El norteño balbuceaba un poco al hablar, no estaba muy acostumbrado a mostrar sentimientos de ese tipo. Así que decidió seguir caminando.

Deseo respetó la turbación de Ricardo. No sonrió, anduvo a su lado, pensativa. Simplemente asintió en silencio tras unos pasos.

Si, sé de que hablas. Es algo que no conocía, algo nuevo para mi. Pero desde que ha brotado en mi espíritu, desde que apareció como un brote joven, no ha dejado de crecer, de fortalecerse. Confiar... ¡se me hace tan extraño...!

-Crecí sola. Me obligaron a ello. Tengo familia, padres, hermanos... nunca me dejaron lugar entre ellos. Algo hizo que me prepararan para este momento, algo está escrito en mi destino, que requería un sacrificio. Yo misma. He sido entrenada como un objeto mecánico, sin sentimientos ni juicio. Matar o morir, no temer al dolor, no comprometerse a nada. Nunca. Excepto a mi sino.

Y estaba escrito que a mi mayoría de edad, a los dieciocho, tenía que venir a Angkortak a cumplirlo. No sé qué es... pero empiezo a comprender que tengo que luchar contra algo muy poderoso. Por eso me entrenaron bien... y por eso ahora los dioses han puesto la semilla de la confianza en mi. Como a ti...

Levantó los ojos súbitamente, para buscar los suyos.

-Es complicado decirte como me siento. Nunca antes había analizado mis sentimientos, sencillamente, no los tenía. Tenía, tengo, un gran vacío. Una ausencia. Sé que algo me falta, mi soledad y mi aceptación son tristeza. Ahora... es distinto. Pero... por primera vez...

Vacilaba. Confiar...

-... creo que tengo miedo. Y de mí misma... no sé manejar los sentimientos...

Ricardo le mantuvo la mirada a Deseo. Y sonrió amablemente.

He peleado contra tí y junto a ti. Y creo que puedo decir sin equivocarme que no nunca has sido una mujer sin sentimientos. Ponías pasión en la lucha, lo he notado. Y esa misma pasión es la que me ha convencido para ayudarte con el orbe. Porque se que crees en ella y es importante para ti. Eso me basta.

Ese vacio que sientes, que sentias, no era tal. Lo que pasa es que nunca te habías parado a examinarlo.

¿Ahora tienes miedo? Pues tranquila, que luego será peor. Es una batalla más dura que cualquiera que hayas tenido. Pero merece la pena.

¿No sabes manejar los sentimientos? ¿Y quien sabe? Lo único que puedes hacer es aceptarlos y dejarte llevar.

Es muy duro, sí. Pero estoy seguro de que no tendrás ningún problema.

Planteatelo de esta manera. Si a lo que te enfrentases fuera un horrible monstruo contra el que tuvieras que pelear, ¿no dominarías tu miedo y te enfrentarías a él hasta vencerlo? Pues esto es igual.

Además...

... no estás sola.

Le devolvió la sonrisa.

-...Gracias.

Estaba turbada, ahora, mucho más turbada que incómoda. Había vaciado su corazón a Ricardo, y había bebido de sus ojos en una fuente que era nueva para ella. Se daba cuenta de que el norteño era un hombre distinto a todos los que había conocido, y que la trataba de un modo diferente. No estás sola. Y sabía que era verdad...

Siguió andando, a su lado. No muy lejos, delante de ellos, los otros norteños que habían dado el último adiós al que hasta ahora había sido su líder, Adrian, se retiraban también del Bosque Antiguo. Algunos les miraban con discreción, y volvían rápidamente la cabeza si Deseo les devolvía la mirada. Debían preguntarse qué hacía una mujer como ella en una Ceremonia tan privada. Y, sobre todo, que hacía al lado del que iba a conducir sus destinos a partir de este momento, del que habían aceptado como nuevo líder.

Deseo pensó en el Orbe, en Morkhalee, y en lo que podía pasar...

-Hemos de encontrar a ese vidente...