Hago un breve gesto de despedida a Anat cuando se marcha. Ahora en el callejon solo quedamos Hugo, el mercader y su acompañante y yo.
Ciertamente. El tiempo pasa y es indudable que todos tenemos cosas que hacer.
Miro al mercader y añado.
Ten presentes mis palabras en todo momento. Y recuerda. Si ocurre alguna anomalía que condicione el resultado de nuestros duelos en la arena, no me gustara. No, no me gustara en absoluto.
Por tanto, si finalmente haces esa investigación, espero que tu máxima prioridad sea la discreción.
Dicho esto, miro al cielo por unos instantes.
Pues bien, como ya dije, ha sido una noche interesante. Pero si también ha sido esclarecedora, eso ya se vera.
Me giro hacia Hugo y concluyo.
Sospecho que los asuntos que te impulsan son de índole estrictamente privada. Por tanto, creo que lo adecuado sera que me retire. Hasta nuestro próximo encuentro. Si es en la arena o por las calles de la ciudad, eso ya se vera.
Y doy media vuelta para desaparecer por la entrada del callejón.
Salgo de escena. Me vuelvo a la casa de los condenados.