Partida Rol por web

Los árboles crecían incluso a la vera del mar, por lo que en vez de dejar su bote en una playa, Delderius se sorprendió viendose atándolo a uno de ellos. Las hojas, de color carmesí, parecían huntadas en sangre.

Bien, parecía adecuado.

Aquel lugar olía raro. No sabría decir a qué ¿Especias y muerte? todo era posible. Las ramas se golpeaban unas a otras, ocultando la escasa luz de la luna, pero para un elfo oscuro, no era ningún problema.

Sus botas pisaron la tierra a la que ya no llegaban las olas, y escuchó el crujir de las hojas secas. Había llegado.

Ni los dioses se interpondrían en su camino.

Me pongo en camino. Actuo con sigilo y cuidado, consciente que todo en la isla puede ser (y probablemente lo sea) una trampa mortal

A medida que avanzaba, las ramas parecían volverse más y más tupidas, arañando su cara y sus brazos. El avance era más y más dificultoso. Y lento.

Delderius era muchas cosas. Pero desde luego una de las cosas que no era, era tonto. Así que antes de tomar una decisión miró hacia atrás, para confirmar que nada extraño pasaba con la senda que había elegido. Concretamente que la misma no era devorada por los árboles. DElderius sabía que no sabía magia. Así que era mejor prevenir.

Si nada extraño había detrás suya, se detiene un momento. Tal vez sea posible trepar por los árboles. Si se han vuelto tan tupidos no debería ser muy complicado.

La senda tras de sí seguía intacta, pero su instinto le decía que aquello no era normal. Algo pasaba, estaba claro. Alguien no quería que avanzase.

Trepar lso árboles... necesitaría de echar mano de su famosa agilidad, cierto era. Pero no sería excesivamente dificil. Esperaba.

Delderius aprovechó la cercanía de los árboles entre sí para encaramarse a ellos, con gran destreza y velocidad

Tras encaramarse a los árboles, Delderius siguió su camino con gran cuidado, atento a cualquier tipo de imprevisto...

Desde su ahora elevada posición, Delderius pudo ver con claridad el problema. Las ramas se hacían más espesas hacia el centro, en el que un arbol mayor, de color violeaceo, parecía moverse por voluntad propia. El centro del bosque se interponía en su senda, aunque siempre podía rodearlo...

Me muevo aprovechando la frondosidad del bosque, en vez de luchar contra ella. Andando medio encaramado en las ramas, sin abandonar la senda, pero sin recorrerla por donde se espera que lo haga. Como quiera que en el centro hay lo que bien parece ser un arbol capaz de moverse, trato, al llegar a sus cercanías, de aprovechar unos de sus movimientos para seguir mi camino, evitando un conflicto que no se me antoja necesario. Y si potencialmente mortifero