Partida Rol por web

Las cosas pintaban mal para Ricardo. Parecía que ya tenía a Anat, pero esta esquivó gracilmente los ataques del norteño y le regaló un feo corte en el brazo.

A duras penas lograba mantener asida el arma en su mano derecha, el calor era agobiante, la pierna le molestaba. Y la hakhim a pesar de su herida se movia como flotando, con rápidos y agiles movimientos. El norteño percibió el ataque, pero no fue lo suficientemente rápido para detenerlo. Y las dagas de plata mordieron una vez más, esta vez la cara de Ricardo.

Ahora los elfos ya se lo estaban pasando bien. Les hubiese gustado que alguno de los dos ardiera, pero nunca le hacen ascos a una buena cantidad de sangre.

La herida de la cabeza sangraba mucho, le caia por delante de la cara y le molestaba. No le dejaba ver bien. El pecho le dolia cada vez que respiraba. El brazo derecho apenas podía levantarlo, y la pierna le molestaba una barbaridad. Además el calor era sofocante.

Bueno, he estado peor. Creo. Porque ahora no recuerdo cuando. Creo que fue en aquella pelea tan brutal con Deseo.

La sonrisa volvió por unos instantes a la cara de Ricardo. Y de repente ya no le dolia todo tanto. Se lanzó sin pensarselo al pecho de Anat con los puñales por delante. Ganaría o perdería la pelea, pero no aquello que hacía latir su corazón.

Deseo.

Sangre y sudor... dolor y fortaleza... y orgullo de roca fuerte de montaña... de arena indomable de desierto... Y las sonrisas... y el reconocimiento...

Las armas se enredaban una y otra vez... baile preciso y precioso de nuestros aceros y nuestros cuerpos... y nuestras sangres tambien se enmarañaban... rastro rojo que dibujaba nuestros movimientos en aquella arena ardiente... mientras la lava continuaba cayendo... mientras el aire se volvía escaso por el esfuerzo.. por la debilidad...

Sentía cada centímetro de la túnica adherida a mi piel... sentía la sangre manar incensante de la herida del pecho... serpentear por mi vientre... regodearse en mi ombligo para seguir descendiendo y empapar mis piernas... Dolía respirar... tanto.... y aún así, la cintura seguía la danza de plata, el baile de las hijas de la Luna... Baile de muerte aprendido desde niña... baile que ahora se coloreaba de tantos otros... incluso del de él... de Ricardo... sin saberlo aquel hombre me había enseñado tanto...

Las dagas buscaban la cúpula de aquel lugar... aguijón plata de mi movimiento... y hacía él giré, enmarañado el miel de los ojos en mi propio azabache... pelo empapado que se arremolinaba en mechones y lamía mis mejillas.. .mi cuello... mi frente...y el acero se hundió doloroso en su pecho... tanto... que mi piel rozaba la suya... y allí, tan cerca...vi en sus labios el nombre... y vi en sus ojos mucho más que eso...

Ricardo.... lo siento... lo siento.... Retiré la muerte de un corazón que ya se apagaba... y lanzando las dagas a aquella arena le sostuve en brazos mientras caía... con el miel deshaciendose en él... con la sonrisa dulce en los labios... con la voz más que eso...

Que la Diosa te guarde el sueño, Ricardo... corazón de sol.... y que te lo coloreé de rojo... y de deseos cumplidos.... Cerró los ojos... y le bese la frente...

Sabía que la diosa lo concedería...

La situación se tiornó desagradable desde el principio. Los luchadores se miraron un breve instante antes de que la mortal llovizna comenzara y tuvieran que moverse con rapidez. Pafrnassus ya cargaba cuando la hoja de Juan comenzó a bailar:

-Saludos, guerrero. ¿Te veré en la isla, como confío en que ocurra?- preguntó el avezado luchador.

Juan se encontraba cabizbajo y sus pelos cubrian su rostro, cuando Parnassus entro a la arena siempre cambiante. Al momento en que ambos luchadores estuvieron en la arena, la magia de esta comenzo a actuar y el techo se torno de acido que goteaba hacia el terreno de lucha.

Parnassus cargo primero, pensando que habia sido mas rapido que su oponente descargo un duro golpe sobre el pecho de este zanjandole la ropa y la piel. Luego dio un paso atras justo en el momento en que una enorme gota de acido callo sobre la cabeza del espadachin.

La mirada de parnassus cambio drasticamente al ver que el antiguo soldado humano no se movia, simplemente estaba alli quieto, recibiendo sus ataques y el ardor del acido que quemaba parte de su rostro. Los ojos del que se hacia llamar Juan Bautista apenas se vislumbraban bajo la mota de cabello que cubria su rostro, y fue este efecto tan particular el que distrajo a parnassus mientras una gota de aquella sustancia corrosiva caia sobre su casco causandole algunas heridas en la cabeza.

Tras recuperarse del aturdimiento inicial del ataque del gladiador, Juan reacciono por fin, lanzando un tajo contra el brazodel campeon, tratando de no recibir una nueva gota asesina en la frente. Sin embargo, el favorito ya habia estado en esta arena veces anteriores, y avanzo raudo, estampando su escudo en la cabeza de Juan, que quedo momentaneamente aturdido. Sin dar tregua, el segndo escudo ya volaba hacia la garganta del espadachin, mientras el primero pasaba a posicion de cobertura.

La arremetida de Parnassus fue demasiado para la oscuridad de Juan Bautista y todo el caos, la furia y la rabia contenida que ahora habia conseguido liberarse, volvio a dormirse mientras el favorito del Coliseo abria en canal la garganta del humano.

Todo habia terminado, la arena volvio a la normalidad y los monjes retiraron el cuerpo inherte del espadachin. La calma volvia a reinar.

LLegue, Anat. Llegue. A ver si en esta última ocasion tienes suerte

Cuando Delderius Caelis entró en la arena ya sabía quien iba a ser su adversaria. Lo que no sabía es que, en esta ocasión, los hados iban a darle una oportunidad... especial.

- Vaya, Anat. Mentiría si no afirmase que me alegro de verte.. - y en ese momento las luces se apagaron por completo. La risa del elfo oscuro sonó burlona- aunque me temo que tu no puedes decir lo mismo. Tu última oportunidad, Anat.

Sonaros los kukris al girar rápidamente. Anat solo veia formas difusas en medio de la ardiente oscuridad.

Delderius....

Su voz resonó casi dulce en aquel coso... acariciadora... y apenas pude entornar los ojos a mirarle cuando todo quedo ciego... cuando la oscuridad absoluta se apoderó de aquel coso y del miel de mis ojos... Su risa fue un eco lleno de sorna... que se multiplicaba y se amplificaba alimentada de todas aquellas otras risas.... Malditos...

Afilaba la mirada... dibujando con mi plata círculos erráticos a mi alrededor... Y dejé de pensar... dejé de escuchar... cerré los ojos para solo sentir... para elevar mi plegaría a la Diosa... y mi vida... y mi fe....

Última oportunidad... Sea....

Quizá... Elfo negro... pueda conseguir que ademas de alegrarte de verme... yo pueda alegrarme de que me sientas......

Delderius se movió con la velocidad que le caracterizaba. Se calló, y se lanzó contra su enemiga, golpeandole tanto en la cabeza como en el brazo izquierdo, antes que Anat pudiera saber donde se encontraba. Los golpes destrozaron las posibilidades de ataque y defensa de la haakim, que sangraba abundantemente de un corte cercano a la base del cráneo, y de otro que atravesaba su brazo.

Sentí la sombra de su cuerpo rodearme... el giro de sus kukris arremolinar el aire a mi alrededor... y su filo... y el golpe brutal..

Delderius no dijo nada mientras yo sentí la sangre gotearme por la nuca...recorrerme la espalda para anegarme hasta la cintura... y la debilidad del brazo, que apenas podía sujetar ya la daga...

No abrí los ojos.. sintiendo el leve oscilar de la arena bajo sus pies... sintiendo sus ojos rojos sobre mí.. en la oscuridad...

Mi última oportunidad...

Delderius trató de golpear nuevamente a Anat, apuntando a sus piernas. Era evidente que quería hacerlo lento... pero la haakim se movión con rapidez, lanzando un corte alto que acertó en la cara de Delderius.

Este se movió con rapidez, fracasado su intento, agarrando a Anat por el vestido con su brazo izquierdo, mientras con el derecho sajaba brutalmente el brazo herido, cortándolo a la altura del codo. La sangre salió borbotones y Anat estuvo a punto de caer inconsciente

- Voy a matarte, Anat. Como siempre hago. ¿Por qué no te rindes ya? Vivirías mejor en un serrallo que así

Simplemente... porque si me rindiera... no sería yo...

El dolor apenas me permitía seguir en pie... y la voz manaba orgullosa de un pecho que se derramaba en silencio sobre aquella arena... Sangre que no veía.. pero que sentía tan cálida...

Sabía que giraba a mi alrededor... su voz.. su ensencía me envolvía como una araña envuelve a una mosca... Y sonreí en aquella oscuridad... Sonrisa no velada para sus ojos... pensando en la sangre que tambien manaba de su frente...

Sentía el flaquear de las piernas... Lástima...

Le oí acercarse... y casi podía imaginar su sonrisa burlona en los labios... Y yo también sonreí.. hija del desierto.. Sierva de la Diosa, de su profeta... Cálida sangre de arena y sol... Yo moría.. pero lo que aquel elfo no entendía es que.. cada vez que mi sangre manchaba su acero... cada vez que mi valor se mantenía firme ante él... él moría un poco conmigo...

DUELO PARA DELDERIUS