Partida Rol por web

La estancia tenía un enorme foso circular, que abarcaba su centro. En cuanto ambos gladiadores entraron en la sala, los muros y puertas se cubrieron con un velo de sangre.

Solo uno de ellos saldría de allí.

Había subido las escalera buscando la voz que había lanzado el extraño grito. Entró en la Sala para encontrarse con una visión espeluznante, sangre y muerte.

-¡Juan! ¿Qué haces aquí...?

Pero, la respuesta era obvia. Había llegado el momento. La sangre que caía de los muros, que llenaba su vista la dirigiera donde la dirigiera, lo afirmaba con rotundidad. Tenían que luchar. Y uno, tenía que morir.

Se preparó. No había velos esta vez, no había cuentas, monedas ni abalorios. Solo el negro kaftan, sucio de su huida...

Juan Bautista continuo subiendo los peldaños que lo sepraban de esos extraños sonidos. Cuando llego a la habitacion en la que desembocaban las escaleras, se quedo perplejo al ver a Aymee aparecer por la entrada opuesta.

Escucho su voz como un lejano zumbido que intentaba llegar a sus oidos... mientras se daba cuenta que su consciencia se perdia mas y mas en su interior.

Trato de mantenerse cuerdo... de seguir en pie y mantenerse focalizado... Su entrenamiento de soldado le estaba sirviendo por el momento, pero cuanto tiempo aguantaria...

-Aymee... parece que... tenemos.. que... luchar...

Articulo con tristeza mientras desenvainaba su espada curva.

Vio como desenvainaba. Era inevitable, dos entraban, sólo saldría uno. Ambos se miraron a los ojos, ambos con la tristeza impregnando sus corazones, asomando a través de su piel, en cada mínimo gesto.

Sabía que debía moverse deprisa. Juan era rápido con su espada, y además, la sombra implacable que habitaba su alma, que ocupaba parte de sí mismo, no tenía piedad. Se dio cuenta de que el abismal foso que tenían junto a ellos sería tan peligroso como el Espadachín. Tenía que hacer de esa trampa un aliado...

Se acercó a Juan como una cobra, tanteando sus movimientos. Las agujas en sus manos amenazaban, volaban en sus dedos, la serpiente dispuesta a hundir sus mortales colmillos en la piel...

-No sólo luchar, Juan... parece que tenemos que morir...

Pero habían elegido. Luchar y morir, todo por un fin.

-¿qué has venido a buscar aquí, Juan...? ¿Qué te ha traído al todo o nada de la isla...? ¿cuál es tu deseo...?

Ella sabía qué pediría. Durante años se había entrenado, adiestrado y preparado para conseguir estar aquí... desde que su vida se truncó en el Harem del Sultán, desde que la traición selló su pacto de odio, y bebió de la fuente de la venganza. Ahora quizá colmaría esa sed abrasadora...

Los timbales de Amelio seguían una cadencia extraña. Como si intuyera que esta lucha no era sólo un Baile de Muerte. ¿Era el baile? ¿El definitivo...? Quizá para Juan sería su liberación...

-¡Déjale ahora, alma de sombras! ¡Déjale en paz!

Súbitamente Aymée giró, dio un rápido giro envolviendo a Juan Bautista, que estaba dirigiendo una estocada baja, quizá para engañarla y asestar el golpe después. No le dejó, no llegó a ella. Pasando con osadía y peligro a un cabello de distancia del filo, la danzarina trazó una espiral a su alrededor, y olvidando las agujas que sin duda vigilaba el luchador, apoyó el peso de su cuerpo sobre el pecho de Juan, se reclinó sobre él, un gesto que la desniveló, pero le arrastró a él hacia el foso...

Era todo o nada. Empujó, empujó con todas sus fuerzas, y al mismo tiempo se irguió un instante después. Solo uno. Debe caer sólo él... yo tengo que salvarme...  Cayeron ambos. Él en la negrura... ella en el suelo...

El combate con Aymee recien comenzaba, pero el combate que Juan libraba en su interior habia comenzado unos minutos antes.. cuando vislumbro la figura de la bailarina al otro lado de la habitacion. Los movimientos de Juan eran algo toscos e imprecisos... si bien peligrosos dada su gran habilidad podia notarse como el espadachin luchaba y a la vez parecia guardarse algo...

Aymee, siempre tan hermosa y llena de brillo comenzo su baile lentamente... el simpatico simio que la acompañaba seguia el ritmo como siempre, pero esta vez los ojos de Aymee no florecian con esa chispa que los caracterizaba... ella estaba triste.

El espadachin blandia su espada como si estuviera pesada.. o acarreara una carga que no se podia ver a simple vista. Lo que el antiguo soldado humano no estaba teniendo en cuenta, era que aquella batalla era definitiva... aquel lugar era la culmine de sus dias de luchador.. y en esa arena.. el mas pequeño de los errores o la mas leve de las distracciones... podia ser fatal.

Asi fue... mientras Juan peleaba arduamente por reprimir su oscuridad y luchar contra Aymee, la bailarina de los desiertos demostro su destreza en el combate. Ella se acerco hacia Juan Bautista esquivando con perfecta maestria los ataques del experimentado guerrero, hasta tal punto que ella llego a juntar sus cuerpos en un abrazo mortal. En ese instante en el que el espadachin sintio el calido cuerpo de la danzarina de las arenas, cuando su dulzura se esparcio por todos los sentidos del antiguo soldado, Juan Bautista gano una batalla... pero perdio la otra.

La intensa luz que Aymee llevaba consigo y con la que ahora iluminaba el alma de su amigo logro repudiar el odio y la ira reprimida en las sombras del corazon del espadachin. Su oscuridad sufrio un duro golpe y tuvo que refugiarse en las profundidades de la inconsciencia y eso le abrio paso al verdadero y bondadoso Juan que yacia dormido hace tiempo en la prision de su mente.

Al tiempo que Juan recobraba su mente y su cuerpo, este se elevaba y era impulsado por la fuerza de Aymee hacia el foso que ocupaba el centro de la habitacion. En sus ultimos instantes antes de caer, el espadachin logro clavar su espada en el borde de aquel abismo y aferrarse a ella para evitar la caida.

-Aymee...

Dijo mientras miraba a los tristes, pero a la vez llenos de luz, ojos de Aymee.

-Gracias... por dejarme morir con mi consciencia... si tu no me hubieras detenido aqui... solo dios sabe lo que hubiera hecho.
Lamento tener que ponerte una carga... pero debo pedirte dos cosas antes de partir. Primero que cuides de esta espada y cuando ganes tu libertad, porque estoy seguro que lo haras, que la lleves a la capital del oeste y la regreses a mi familia.."Del Corral".

Y lo ultimo... y mas especial... cuando cruzes tu camino con Anat.. dile lo que yo no tuve el valor de decirle... que... la amo...

En su ultimo suspiro Juan Bautista confio a Aymee su legado y sus sentimientos. Luego de pronunciar la ultima palabra se solto de su espada y cerro los ojos, dejandose caer al oscuro abismo bajo sus pies.. mas no al olvido de su alma.. que sabe que vivira en su espada, que ahora yacia clavada en el borde de aquel foso, y en el recuerdo de aquellos a los que conocio y pudo llamar... amigos.