Partida Rol por web

Aunque había golpeado a sus enemigos, el Golem sentía que su vida se le escapaba. No le importaba. Su mente no estaba preparada para la autopreservación. Solo para la muerte.

Cita:

La respiración se me desacompasaba… interrumpida de tanto en tanto por algún acceso de tos que me inundaba de sabor de sangre los labios… El pecho herido… el brazo herido… la pierna… Sentía cada músculo de mi cuerpo gritar y retorcerse atravesado por el sufrimiento impuesto por las temibles hachas de aquel ser de infierno… Pero yo, pequeña y blanca… me espigaba frente a él sonriente… Yo, pequeña y roja… quizá rota ahora… me erguía espoleada por el orgullo de mi sangre que ahora se derramaba sobre aquel suelo… me erguía por la grandeza de mi gente y la de mi Diosa… Yo… la hija de la Luna Nueva, llevaba su marca en la frente… y su brillo en la mirada y en el acero de mis dagas… Y su luz brillaría… y deslumbraría…

Apreté los dientes cuando, apoyando firmes las piernas en la arena, el dolor me recorrió como un relámpago… Sentía la sangre empaparme… dibujarme tibia la piel enredándose y adornando de rojo las filigranas de mis tatuajes… sentía el pelo serpentearme en la espalda… adherirse a la piel del cuello, húmedo de mi sangre y de mi sudor salado…enredado de tierra de Coliseo… de viento de aquella mañana… de giros en la lucha… de esfuerzo… Última oportunidad… El cuerpo se me inclinaba hacía delante… las manos se ceñían furiosas a las dagas… El brillo del Desierto estallaba en las pupilas… Sea…

Levanté la barbilla al cielo… como al cielo levantaba la voz y el alma… el ruego… el anhelo… Que la Diosa guíe mi mano… que Luna me de su valor… su fuerza… que aliente mi fuego… que detenga el suyo…. los brazos dibujaban sobre la cabeza arcos de plata mientras el cuerpo se entregaba al rezo… mientras la cabeza se inclinaba atrás... y el pecho se ofrecía a Luna… He aquí mi Fuego… Nada detiene al Sol del Desierto… nada frena a su Viento… Que nada contenga al brillo de su Luna… y las filigranas de plata marcaron el camino y el momento al descender cadenciosas… y mis ojos buscaron los de aquel Gollem… ojos muertos de otros mientras me lanzaba contra él… Y olvidé todo… el dolor… la sangre… las heridas… Pequeña y blanca… pequeña y roja entre sus brazos… Pequeña y blanca cuando apoyándome en una de sus piernas, el giro de mi cuerpo, el torbellino de mis dagas, buscaron su garganta…

Y le miré a los ojos… Pequeña y blanca... roja... rota… mirada miel… Ahora aquel Gollem y todos los demás… lo sabían… El Desierto, es eterno…

El enjendro se tambalea... Los tres humildes represantantes de nuestro pueblo, unidos en comunión de sangre, nos abalanzamos temerariamente contra la torturada criatura... Su enorme hacha golpeo sonoramente mi torso, sin poder evitarlo, frenando en seco mi impulso... hundiendo mi pecho... arrebatándome el aire. La visión se rodeo de una extraña nebulosa, el borroso contorno de la aberración no cesaba de moverse... impidiéndome, además, testimoniar las dispar fortunas de mis semejantes. La fuerzas me abandonan paulatinamente. Renqueante consigo mantenerme en pie... sonriente como siempre... mientras mi agónica respiración emite los últimos gorgoteos bañados en mi propia sangre.

La aberración, aun tambaleándose, se mantuvo en pie... con vida. ¿Cómo era posible que aquella mujer obtuviese el premio de su desafio?... No, no podía permitirlo, no mientras aun quedase en mi un resquicio de vida. Aclamé a mi insaciable alma que acudió rauda en mi auxilio... su incombustible fuego asomó en mis pupilas. Ello no precisa de aire... ella no siente dolor... mi cuerpo se irguió de nuevo, firme... Viento del desierto.

Ambos sabíamos que era nuestra última oportunidad... esta sí. Tomó la voluntariosa lanza, llevándola bien atrás... trazando un amplio arco con el brazo... dió tres pasos hacia la criatura tomando mayor impulso al que se le sumó, finalmente, el de mi recio brazo... el de mi rostro contraído... el de mi último aliento.

-. Aghhhhhhhhhhhhhhhhhh....!!!!-

Algo terminó por resquebrajarse en mi cuerpo... desplomándose, inerte, contra la arena... que lo recibió con el mismo deseo con que lo haría una cariñosa amante.

Mi mundo se apagó...

La Sacerdotisa, pasión ensangrentada, lanzó sus dagas hacia la garganta del engendro, sin miedo, sin importarle su propia vida. No llegó a su objetivo, en ese mismo instante otro de sus increíbles golpes retronó en el Coliseo, el Golem era una montaña de carne hecha pura fuerza, y no cejaba a pesar de las heridas que habían conseguido infligirle.

La Danzarina no podía contrarrestar la desventaja del brazo inerte, y aunque hubiera querido apuntar también a la cabeza, tuvo que contentarse con un amago de ataque, apenas un intento desesperado...

Anat se mueve como un rayo, clavando sus dos puñales en la pierna del Golem, intentando desequilibrarle, pero la dura piel del monstruo aguanta la mayor parte de la acometida, que habría arrancado quebrado la de rotula cualquier otro ser. Ormuz aprovecha entonces para atravesar el torso del engendro, con toda la fuerza de su brazo mientras Aymee se coloca en posicion para añadir su ataque al de sus compañeros.

Desgraciadamente, un ataque tan abierto les coloca bajo los brazos del mosntruo.

Ormuz recibe un golpe directo en su brazo derecho, que le derriba y lo arranca de cuajo. El shock es demasiado para el cuerpo del nómada, que escupe un poco de sangre y perece con los ojos en blanco. La siguiente es Anat, cuyo torso es aplastado por la fuerza del gigante. Por último, Aymée perece con el último golpe del puño del golem, que con la mano abierta la aplasta contra el suelo. Su última sensación antes de pasar al olvido es el dolor de los huesos, rotos, clavándose en sus músculos y organos. El ser, medio muerto, levanta los brazos en señal de victoria...