Partida Rol por web

Ricardo se miraba atonito las manos. No era la primera vez que estaban manchadas de sangre. No era la primera vez que veia morir a alguién. No era la primera vez que mataba a alguien.

Pero algo en esta muerte era diferente. Empezó a llorar sin darse cuenta. No tenía sentido que le afectase tan profundamente pero lo hacia. Aguantandose las lagrimas recogió el cuerpo inerte de Adrian y se encamino hacía el bosque de sus dioses.

Pobre del que se pusiese en su camino.

Lorethien, no se quien eres pero tienes los días contados

A medida que se acercaba, Delderius tenía una extraña sensación, como si algo grande, enorme hubiese pasado allí. Pero no sabía qué.

El edificio humeaba, y parecía faltarle un trozo del segundo piso, el superior. Para ser de un Elfo Oscuro, era una residencia modesta, con adornos sencillos.

En la calle, el Juez Ragnar y sus hombres parecían encargarse de que nadie husmease, así como de custodiar a los dos criados que quedaban. Delderius no envidiaba su suerte.

Era una situación extraña, sin duda. Muy extraña. Y tenía pocos datos con los que trabajar. Sin embargo... curiosidad. Algo de arrojo. Y cierta elegancia personal

DElderius se acerco al juez e hizo una cortés reverencia.

- Juez Ragnar... disculpad que os interrumpa. ¿Puedo serviros de ayuda en este lugar?, ¿hay algun peligro para nuestra ciudad?

El juez miró a Delderius de arriba abajo, Los Jueces tenemos la situación bajo control, gladiador. Se volvió para mirar a los criados Llevaos a esos humanos de aquí. Será mejor dejarles en la Casa de Justicia para su protección. Tras volver a centrar su atención sobre Delderius, comienza a interrogarle. Estáis muy lejos de la arena, gladiador. ¿Qué os trae por aquí?

- Esta es mi ciudad - dije con absoluta calma, y sin perder la elegancia- Y están pasando en ella cosas que no me alegran, y que me causan honda preocupación, juez Ragnar. Vi humo, y pensé que finalmente nuestros esclavos se habían rebelado, o que los Ejecutores habían tomado cartas en el asunto, para desgracia de todos. Y pensé que lo menos que podía hacer era venir aquí, y tratar de ayudar. Soy un gladiador, juez. Pero sobre todo soy un elfo negro, libre, y preocupado por mi gente. Y por mi bienestar, indudablemente

¿TU ciudad? la voz de Ragnar estaba cargada de desprecio. Veo que la pose de tu nuevo maestro se te ha pegado, gladiador. Y sin embargo, tengo claro que hay algo que no me cuentas. Está bien. Si algo aprendes en mi causa, hermano, es como hacer que la gente te confiese sus secretos.

Niego con la cabeza

- No me refería que fuera de mi propiedad, juez Ragnar. Me refería a que soy natural de esta ciudad, y me preocupo. Eso es todo. Veo que considerais que lo mejor que podeis hacer con vuestro tiempo es amenazar a uno de los pocos elfos negros que queremos hacer algo para que nuestra ciudad no se derrumbe, en vez de intentar que haga algo a vuestro favor. Lo comprendo. Supongo que las prioridades son las prioridades - digo, elegante, cortés, y con un punto de malicia en la voz- No he venido a pelear con vos, juez. Ni busco enfrentamiento. Lo que he dicho es cierto: he visto humo, y he venido porque me preocupa lo que pueda estar pasando en la ciudad. Busco a varias personas, eso es cierto. Intento ayudar, por supuesto por mis propios motivos. Y en mis propios términos. Lo que no entiendo es el motivo de vuestro enfado para conmigo

¿Donde está Valter? No tengo tiempo para juegos, niño.

- ¿Buscais a Valter? - pregunto visiblemente extrañado- ¿Por qué?

No acostumbro a explicarme ante necios. ¿Donde está? Algunos de los ayudantes del juez levantaron la vista, al escuchar la voz más elevada del Juez.

Me encojo de hombros.

- En eso y en la importante labor que haceis para la ciudad Valter y tu os asemejais. El tampoco se explica ante necios. - respondo tragándome el orgullo y poniendo, mentalmente, la ofensa en una lista en mi cabeza. Cualquier deseo de colaborar con Ragnar acababa de esfumarse, pero sabía que debía darle algo, que fuera cierto, a fin que pensara que estaba siendo sincero- La última vez que lo vi fue esta mañana. Vino a verme porque quería encontrar a un mago elfo que debía acabar de entrar en la ciudad y que podía ser peligroso para la misma

Maldito sea... Ragnar se vuelve sobre su hombro. Juez Oldrien, juez Ekham, vayan a la Casa de los condenados y retengan a Valter. A pesar de que ningún juez tiene autoridad sobre otro, ambos acatan las ordenes de Ragnar. Se lo había ganado. Después se vuelve haia Delderius. Si Valter y Lorethien se encuentran... Los destrozos que ves ante tí fueron el resultado de que el Alto Elfo se enfrentase a un grupo de ejecutores. Y si no ha caído la ciudad sobre nuestras cabezas es porque el Elfo de la Luz exiliado no usó su pleno potencial. No creo que Valter ni Lorethien tengan semejantes miramientos si se encuentran. ¿Y vos?

Los jueces toman a sus compañeros y se dirigen a la Casa de los Condenados

- Supongo que no. Pero eso confirma que el Alto Elfo es un peligro para todos. ¿Sabemos que busca en la ciudad?

Los Jueces, dijo remarcando esta última palabra, estamos trabajando en ello. Si me disculpais, Delderius, tengo mucho que hacer. Sin más, el juez se da la vuelta para volver a internarse en la Residencia de Khurgle.

Delderius mira como el juez se marcha mientras múltiples ideas rondan su cabeza. La peor: el elfo exiliado había combatido con Ejecutores. Eso era malo. Muy malo. Y el que aparentemente hubiera vencido era casi peor. Muy cercana a esa: el juez Ragnar iba a por Valter, por el razonable motivo de temer que si el elfo exiliado y Valter se enfrentaban la ciudad pudiera resultar destruida. Y por supuesto se negaba a ayudarme. Era sencillamente genial... y sin embargo no había sido del todo improductivo el viaje. El elfo exiliado podía estar herido. Y sabía donde había sido visto por última vez. También sabía que el juez buscaba a Valter.

¿Cual era la mejor opción ahora?. Delderius miró como el juez se marchaba mientras su cabeza pensaba a gran velocidad. Hizo una reverencia, sin saber si alguien le veía, y se perdió en las calles.

Temía estar siendo seguido, así que se tomó su tiempo. Dio un paseo por las calles, probando el pulso de la ciudad, mientras se aseguraba que no era seguido. Y hecho todo esto, cuando se cercionó de que estaba solo, comprobó que nadie había pegado a su cuerpo ningún tipo de objeto que pudiera permitir que un místico le siguiera.

Solo entonces fue a reunirse con Svaltafer, en el lugar acordado.

Y con Valter, claro. Y con Valter