El humano tiembla ante la furia de los ojos de Svaltafer. Mi señora... mi señora se ha ido, noble gladiador. Abandonó la estancia a toda prisa, y se perdió por las calles. ¡No sé donde está, lo juro!
A tu espalda, notas los ojos de los orcos clavados en tí.
Tirada: 6d10
Motivo: Mando + Intimidar
Resultados: 10, 7, 5, 9, 5, 9
Noto las perlas de sudor resbalando por la cara del tabernero, esta asustado, bastante asustado. Con el rabillo del ojo noto que los orcos del a entrada se han puesto un poco nerviosos.
"Mierda creo que me he pasado un poco"
- Muy chaval, te creo, toma un par de monedas por las molestias, y cuando vuelva la dueña dile lo que te he dicho.
Apuro mi cerveza "Joder esta buenerrima esta cerveza" y me dirigo hacia la entrada hay poco más que ver por aquí, cuando salgo me fijo en el elfo que ha estado hablando con Ricardo.
Cuando ya estoy en la puerta le pido al orco que me devuleva mi gancho.
- Mi arma portero
Tenga. Dice el orco, mientras devuelve su equipo al hijo de Valter. Vuelva cuando quiera, señor. A pesar de su natural hostilidad, había visto el generoso pago de Svaltafer. Y el dinero siempre daba derecho a concesiones. Y más en un lugar como aquel.
- Gracias, y ten por seguro que volveré la cerveza aquí es de las mejores que he probado
Me coloco mi gancho a la espalda junto con el otro para que no se note demasiado y voy dando una vuelta por todo el barrio de los elfos oscuros. Quería ver como vivían como se interrelacionaban y lo más interesante, ver las diferentes facciones de las que me había hablado Mitky. El puerto, los comerciantes, todos ellos curiosos.
Pero a la vez no podía sacarme de la cabeza el extraño recuerdo de la tienda Hakhim y por lo que había observado, aquí la gente conocía a mi padre, lo que tenía que averiguar primero era si para bien o para mal, quien podría ser amigo o enemigo.
"Podría ser peligroso preguntar a la persona equivocada, y Mitky salió casi corriendo de miedo cuando vió aparecer a Orhmuz ... en fin ¿a quién podría preguntar por aquí sobre mi padre ... hay otra persona que ya se que lo conoce pero no me apetece ir al Coliseo tan pronto"
Voy paseando por el barrio de los elfos oscuros buscando a alguno anciano, que haya vivido lo sufiente en la ciudad como para recordar a mi padre.
Cuando Svaltafer cruza el umbral de la puerta, los dos Orcos le salen al paso. Mitky dice que tu no entras, así que no entras. Fuera.
Me quedo con cara extraño y pensando en rebanarles la cabeza a los dos, pero no me apetecía montar un espectaculo y ya era bastante tarde.
"Pero que narices pasará aquí, ... ¿los descubro a la fuerza? ... mejor no, no hay que dar demasiado espectaculo"
- Hmmm, bueno, ya es tarde y no me apetece discutir, al menos decidme un sitio donde pueda pasar la noche ya que no puedo hacerlo aquí. Mi mirada es severa, intento que los orcos me teman auqneu sea un poco y me digan algo que sea verdad
Pos ale a ver si consigo intimidar a los orquillos :P
Eso es problema tuyo, elfucho. A la calle.
Si, hombre, y que más...
"Mierda estos orcos no tienen con lo que razonar .. en fin, no me conozco la ciudad y ya no es hora de estar vagando por aquí, tendré que volver al Coliseo y seguir buscando mañana"
Me doy la vuelta de bastante mal humor, el orco me ha sacado un poco de quicio, y me encamino al Coliseo esperando que no surja ningún contratiempo en el recorrido.
Pos ale, p'ala casa de los Condenados :)
Es un alma amable, había dicho el norteño en referencia a la Sierva del Único... y decía verdad, pues la Hija de Luna así lo era... sin máscaras... sin disfraz... al igual que podría ser mortal con aquellos que merecen justo castigo. Sin embargo, algo más me había dicho en sus escasas palabras... siervo de Khurgle... no era de mi incumbencia pero... quién ostenta el poder de tener criados en esta ciudad... qué podría haber sucedido para explicar su reciente trabajo. Preguntas que se responden, si te detienes a pensar, por si solas... la muerte de un Señor... la muerte de un elfo de piel oscura. Extrañas respuestas que, junto a aquella única ocasión que se cruzaron, me llevan a aquella otra cuestión más misteriosa... ¿Qué interés podría una Sierva de Luna en relacionarse con elfos oscuros... en aquella supuesta muerte?, sea el que sea deben estar implicadas las raíces de nuestro pueblo...
Sí algo me enseño la vida es que culpamos al azar de más cosas de las que es responsable. El ambiente de la taberna entre crispado y temeroso muy distinto de aquel que hallé por última vez, las palabras de la norteña... "para ayudar a los suyos" había dicho, la extraña misión que me encomendó... "nadie morirá por tu mano" proclamó, la confusa resolución de ésta... "almendras amargas" y, ahora, la muerte de un señor oscuro... Khurgle...
Cuando salí de mis ensoñaciones deductivas, el norteño ya había abandonado el reservado sin haber obtenido más respuesta que el mutismo de mis labios.
¿Cómo era posible?, la norteña había planificado un atentado contra la hegemonía de los elfos oscuros... me utilizó como baliza mensajera para derramar el contenido de aquel vial en el pozo... con el olor a almendras amargas llegó la obnubilación... norteños sacándome de allí a rastras... mis hermanos cayendo sobre todos ellos. ¿Qué papel había interpretado la hermandad?... ¿aliados o ejecutores?... ¿o ambos a la vez?.
Aquel enmarañado bosque nada tenía que ver con mi sanguinaria senda, sin embargo, ésta parecía atravesarlo y tendría que hacerlo si quería proseguir.
Me puse en pie con determinación y salí del reservado... abandonando la copa... abandonando la penumbra. Mis pasos me encaminaron, decididos, hacia la barra del bar... hacia la sugerente mujer de piel oscura tras ella... sabía perfectamente con quién me había entrevistado aquel día... la había visto hablar coloquialmente con la albina negra...
-. ¿Tienen precio esta noche tus labios, mujer?.- Le dije intencionadamente a la elfa de piel oscura... llamando su atención. -. Quisiera pagar por ellos...- Aparté con ambas manos la capucha hacia atrás, desvelando mi rostro... mis largos cabellos azabaches... mi piel tostada por el sol... mis marcados rasgos. El oscuro pozo de mis ojos se posó en ella... la perenne sonrisa acudió a los míos.
Hijos del viento...
La mujer miró a Ormuz, con una ligera mirada de cansancio. -Me temo que mis labios, y todo lo que tengo, no están en venta, ni alquiler. Así que ya puedes irte, humano, que no hay nada más en esta taberna para tí.
Asentí con la perenne sonrisa en los labios a la vez que mi rostro retorna al amparo de la capucha. -. Lástima... estoy convencido que esos labios tienen mucho que ofrecer...- Murmuré de forma audible para la mujer. Nadie quería hablar... aquello de por sí ya era muy significativo. Pude obligarla a hablar, arrancarle las palabras como había echo con muchos otros... sin embargo, aquel no era el momento... ni el lugar.
Giré sobre mi mismo para encarar la salida. Acepté los designios del destino con serenidad... el destino de la norteña no parecía estar unido al mío.
Abandoné la taberna...
Ya me dirás si veo algo en el exterior...
Los gladiadores parecían haberse ido hace un tiempo. Ormuz estaba solo en la calle, iluminada por aquellos extraños globos iriscentes que los Elfos Oscuros usaban bajo su domo de piedra. Incluso así, era un lugar frío.
Me dejé acariciar por la noche... su brisa adornada por el aura que desprendían aquellos globos luminiscentes que no conseguían aplacar su frialdad. Mis aliados, la noche y el viento, estaban presentes... me acompañarían... y junto con ellos me encamine hacia aquel lugar en el que había sido capturado... quizás aquello me ayude a recordar, a despejar mi ofuscada mente... almendras amargas.
La capucha vela mi sombrío rostro... mi insaciable alma me susurra mientras camino...