Partida Rol por web

La situación ha cambiado drasticamente. Vuelvo a adelantarme y descargo mi acero sobre el lomo de uno de los animales destrozando su columna.
Los gemidos del chucho, se cortan tras un aullido final. Miro entonces de reojo a Delderius y después, a Anat. Y mostrando los dientes en una leve sonrisa, digo a mis compañeros.
Acabemos. Es hora de que obtengamos nuestra merecida victoria.

Vencidos... Gimoteaban vencidos... temerosos... ya solo dos en pie.... Y a las palabras de Juan la sonrisa se me dibujo en los labios... el brillo furioso en los ojos... Y elevé el miel a la Dama Oscura que apretaba las mandíbulas en el palco... Y sonreí... Sí... vencidos... Vencida...

Los últimos dos canes hostigaban al elfo oscuro.. y con el paso calmo me dirigí hasta ellos... con el destello en la mirada... con la furia en el gesto... Las dagas buscando a la diosa, el pecho elevándose al cielo y el giro brusco del cuerpo cuando llegué hasta ellos... Los velos se enredaron en mi cuerpo... el azabache del pelo en mi cara... y el plata de mis dagas en aquellos animales que no debían existir... que no debieron hacerlo nunca...

El arco de sangre salpicó a Delderius que mutilado permanecía en el suelo... y al tiempo que los perros caían... yo me ponía en pie para mirarle con la cabeza inclinada... con el miel ardiente... con el orgullo de mi sangre derramada... y de la suya...

El giro de plata dibujo filigranas sobre mi cabeza... librando el acero de la inmundicia de la sangre de aquellos perros infernales... y una vez libres... una vez purificadas... casi con mimo las resguardé en mi cintura... Con la mirada hundida en la de aquel que permanecía sumido en la tierra... para disfrute de los suyos...

Le tendí la mano...

No hay tormento... ni riqueza... ni poder... que me convierta en tu hetaira... Pero hoy luché contigo... y luchaste bien. Espero haber ganado por lo menos el respeto para me devuelvas el pelo que cuelga de tu arma... la consideración de que aceptes mi mano para levantarte... Pues demostró ser tan brava, y tan fuerte... como la tuya...

Los monjes ya acudían raudos...

Mientras los gladiadores exterminaban a los últimos perros del Infierno, entre gemidos de las pobres criaturas deformadas, escucharon los vítores del público. Aunque el evento se había organizado para ensalzar la creaciones de sus oscuros anfitriones, el coraje de los cuatro habían llegado al corazón de la audiencia de la arena. Coreaban sus nombres con pasión y orgullo. Que curioso era que aquellos tres que permanecían en pie, tan diferentes entre sí, representasen, cada uno a su manera, el culmen del héroe de los Elfos Oscuros.