Partida Rol por web

El olor del río era lo peor. No su aspecto, grotesco de por sí. Ni siquiera el sonido de aquel líquido espeso que se movía lentamente. Era un río de sangre. Aquel olor no era extraño para Deseo. Pero nunca lo había sentido tan fuerte, en tanta cantidad.

el río la separaba de su ascenso, y desembocaba cerca de la playa en la que había desembarcado. Se mezclaba con el agua en su desembocadura, haciendo dificil la navegación.

Parecía vivo.

A su izquierda, al final de la playa, el ruido de un árbol al caer la sacó de su ensoñacion.

¿A donde la llevaba su destino?

Había desembarcado cuando se lo habían dicho. Iban dejándoles uno a uno, como gotas de un macabro rocío en una flor escarlata. La Isla.

Y se había encontrado con una playa en la que el Rio de Sangre se adentraba en el mar, ansioso, sediento. Deseo se estremeció. No tenía miedo, ya no. Pero estaba como hipnotizada... el olor... la soledad. Había tenido que luchar lo indecible para que Ricardo comprendiera, la respetara. La amaba, como ella a él... pero el destino aún no había dicho su última palabra. Y lo que estaba en juego... era demasiado importante.

Mucho más que ellos dos, más que el Torneo. Más que el Río de Sangre, por mucho que fuera nutrido con la sangre de inocentes... Se retorcía, vivo, se reía de ellos. Pero marcaba su camino, y Deseo estaba dispuesta. Su Destino. Lo seguiría, lo seguiría hasta que estuviera segura de que aquello en lo que creía, aquellos a los que amaba, estaban a salvo...

El ruído del arbol cayendo la hizo detenerse, casi antes de que lo hiciera la imposibilidad de cruzar el Río de Sangre. Se giró, a su izquierda, aún en la playa. ¿Qué ocurría...? Desvió su vista, y después, sus pasos...

Deseo no veía nada fuera de lo corriente, solo otro arbol que caía, este algo más cerca de su posición. Y luego otro.

Algo se acercaba desde aquel bosque.

No sabía lo que la Isla podía esconder. O albergar, aunque se mostrara abiertamente. Pero no necesitaba descubrirlo. Eso no era a lo que ella había venido, sino a hallar el Templo, y una vez allí a luchar por su Destino.

Se escondió, y se desvió del paso que le llevaba hasta los árboles que caían. Iría tan inadvertida como fuera posible, no quería sorpresas, ya habría ocasión para ellas bajo el mármol de la cima. Seguiría ascendiendo, cauta, silenciosa, discreta, siguiendo el curso ascendente del Río de Sangre, hasta su nacimiento...

Remontar el rio la llebava a adentrarse en el bosque, aquel en el que los árboles secos cubrian aquella presencia que comenzaba a notar. En el sonido, en el temblor de cada pisada.

Sintió el sudor bajar por su espalda. Un enemigo al que atacar, un ser al que enfrentarse, a eso estaba acostumbrada. Pero a no saber...

El río parecía estrecharse a medida que se internaba en el bosque, pero no podía saber su profundidad. Los árboles secoscubrían hasta el lecho, algunos sin llegar a clavar del todo sus raíces en aquella zona.

Tenía que cruzar el Río de Sangre si quería apartarse de lo que fuera que estaba acercándose, y también si quería seguir subiendo. Los árboles secos podían ser una manera. Quizá no encontrara un vado, pero quizá podría usar las ramas secas que se tendían de una orilla a otra, en uno de los puntos en los que el cauce era más estrecho.

Siguió buscando, en silencio. Quizá encontrara algún árbol caído, o arrancado por lo que se movía ahí cerca, que estuviera tendido sobre el lecho. Quizá incluso pudiera cortar un tronco no muy grueso con su Guadaña... siguió mirando a su alrededor, intentando no hacer ruído, pero sin dejar de moverse.

Jadeaba, el corazón le latía dolorosamente en el pecho. ¡Estaba tan cerca...!

Deseo encontró un enorme arbol cercano al río, casi a su vera. Las raíces estaban casi arrancadas, como si la tierra misma repeliese aquel arbol azabache... Pero era lo bastante largo como para cruzar, si pudiese derribarlo.

Podía seguir explorando... pero no creía que fuera una buena idea. El tiempo se le echaba encima, y quería cruzar, alejarse de "eso". De modo que controló sus nervios, midió con los ojos el tronco, y preparó su Guadaña. Necesitaba golpes certeros, y rápidos.

El material del que estaba hecho ese árbol no era madera normal... ni mucho menos. Azabache, eso parecía. Y el azabache... era piedra...

Levantó la Guadaña, y la dejó caer con todas sus fuerzas, en el lugar que le pareció más débil, más indicado. Con el primer golpe cayeron esquirlas, y se hizo una hendidura, pero no llegaba a la mitad del grosor del tronco. Sudaba, ansiosa. El tiempo corría... debía precisar más.

Volvió a levantarla, con más ímpetu aún. Apretó los dientes, y la dejó caer de nuevo...

Esta vez, sí... El tronco se partió herido probablemente por el primer impacto, como leña seca. Como manteca. Deseo se afanóa a moverlo, rogando en su interior que lo que se acercaba no llegara justo ahora, que no llegara...

El tronco calló con rapidez ante la fuerza de la mujer, estableciendo un pequeño puente sobre aquel río antinatural. Se subió al tronco y pasó con equilibrio, antes de que aquel ser que sentía más que verlo llegase a su altura.

Una vez desde el otro lado divisó entre los árboles aquello que la acosaba. Era un ogro de Dos Cabezas, como el que había visto en la arena, que se dirigía presto hacia el puente improvisado de Deseo.

Le vió cuando ya había cruzado. Un enorme ogro de dos cabezas, sus pasos atronaban como terremotos, y blandía un tronco de árbol, tan grande como el que ella acababa de derribar, como maza. Se acercaba acortando distancias, y se dirigía hacia el Río de Sangre.

Quizá podría luchar con él... quizá podría vencerle. Pero...

Deseo no lo pensó dos veces. Adentró el tronco en el caudal carmesí, si aquel gigante bestial quería alcanzarla tendría que cortar otro, o entrar en esa corriente traidora. Y luego, una vez la madera azabache se hundió, burbujeando, se dió la vuelta hacia la cima, y echó a correr. Tenía que luchar en el Torneo... y ganarlo... o morir en él. No podía permitirse morir antes.

Deseo corrió internándose en el bosque, sin mirar atrás. Al llegar a una zona del bosque, se encontró con Garruk, que miraba a su alrededor, como si la hubiese sentido. Del suelo comenzó a brotar sangre, encerrándolos en un círculo. Un círculo del que solo uno de ellos podría salir.

Tras la caída de Garruk, Deseo podía avanzar sin problemas. Llegó sin dificultad a la falda de la montaña. Sobre ella, le templo iluminaba el firmamento con destellos de pura magia. ¿Qué más ocultaba aquel lugar?

El ascenso no entrañaba peligro. La pendiente no era demasiado pronunciada, pero debía mantenerse alerta. Su arma pesaba, y podía desequilibrarla.

Y estaba tan cerca de su esquivo destino...

Con paso seguro incluso a pesar del enorme arma que constituía la Guadaña, la mujer siguió ascendiendo. Alerta, sí, pero firme. Estaba muy cerca de su objetivo final... el templo. Y quizá allí hallaría la respuesta que buscaba... su destino. Deseo...

En su cinto el Orbe apenas representaba una ligera presencia. Pero en su mente, era distinto. En su mente se entremezclaba su significado con las imágenes difusas de Morkhalee, de Lorethien... y de Ricardo. Tanta vida, tanto futuro. O tan poco.

Debo apartar todos estos pensamientos, toda esta inquietud de mi alma. Debo estar serena, la serenidad me mantendrá lúcida y lucidez es lo que necesito para salir adelante... en esta desquiciada Isla de Tormentos.

A cada paso que daba, el perfil resplandeciente del templo se acercaba un poco más.