Partida Rol por web

Bueno, ahora es cuando tengo que aguantar hasta encontra un hueco

Ricardo cruzó sus puñales y se dispuso a detener la lanza de Kiurbu. Mientras buscaba su oportunidad para acabar el combate.

El norteño respondió frío... calmo... al igual que la hoja de su filo que había conseguido superar, esta vez sí, mi protectora lanza... seccionando mi rostro. Mi calida sangre beso mi cara en su camino a la sedienta arena... y aquella sangre despertó a mi aletargada alma.

-. Muy bien... sea.- En tono serio, dando por finalizada la conversación mientras muevo acompasadamente mi obediente lanza... mientras mi insaciable alma asoma curiosa, amenazante a través del pozo de mis ojos.

Acto seguido, se abalanzó sobre mí sin tregua... con su filo intencionado buscando poner fin al envite, para encontrar el asta salvadora en última instancia. Ambos quedamos muy próximos, las armas en íntimo contacto y las firmes miradas se cruzaron al igual que lo hicieron tenues jadeos de nuestra respiración entrecortada... unos instantes de inquietante espera. Tras el cual, repentínamente, un empujón mutuo separó nuestros enzarzados cuerpos... el mío, arreciado por el viento, se movió más rápido... giró sobre si mismo, proyectando con el impulso mi mortal filo sobre su cara, obligándole a defender... a perder la posición. Al instante, un nuevo giro a la inversa aprovechó el resquicio que había dejado su zarandeada defensa para encauzar por ella el punzante acero que perforó su garganta en profundidad llegando incluso a seccionar la médula espinal que cedió con un crujido.

Su sangre brota a raudales de la herida abierta salpicando todo cuánto le rodea... mezclándose con la mía... con la arena. Su cuerpo se desplomó sin fuerzas para vivir sus últimos estertores en la absoluta inmovilidad.

Delderius entró en la arena de Kiurbu. Era un contrincante hábil, y deseaba volver a enfrentarse contra el especialista de la lanza. Había pocos guerreros en la arena que usaran ese arma, y eso ya era una buena razón

- Kiurbu... - musitó mientras andaba lentamente hacia el- HAce tiempo que no cruzamos nuestras armas. Hagámoslo ahora. - mientras habla el elfo muestra su prodigiosa habilidad con sus espadas cortas, mientras aguarda tu respuesta

Y de nuevo me hallo en el coso, rodeado de aquellas estridentes e insaciables gargantas... ávidas de sangre... de sangre de sus juguetes. Desgraciadamente, habiendo visto frustrado mi anhelo de sangre por una quimera, me había convertido en uno de ellos... lo que en un principio fue un disfraz se convirtió en una maraña asfixiante de la que no había salida... por el momento.

El universo, en mi mano, en forma de diminutas partículas de arena discurre entre mis dedos... abandonando el contacto de mi piel... marcando una nueva cuenta atrás.

El engañoso horizonte me había dibujado una meta ilusoria a la que me vi irremediablemente arrastrado... una falsa meta que esconde un enorme precipicio, sin retorno, que debía solventar para poder continuar por la senda que había elegido.

Al menos el cálido sol asoma entre las espesas nubes reconfortando mi tostada piel... al menos las ráfagas de viento acaricia mi rostro, meciendo mis negros cabellos... tan negro como el oscuro pozo de mis ojos. Y fue el mismo viento que me trajo su familiar esencia... Delderius... ensalzado por el griterío... sus insaciables hermanos alientan a aquel que sería su elegido...

Ante mí se brindaba una nueva oportunidad de hacerle frente, su afilado acero es enarbolado con mortal maestría. Mi obediente lanza cesó su baile cuando llegó a mi posición. El oscuro pozo de mis ojos se posó en los de él... y la perenne sonrisa le dió la bienvenida antes que mis palabras. -. Bien hallado Delderius...- Incliné tenuemente la cabeza... nunca la mirada. -. Sí es eso lo que deseas... así será cumplido. Adelante!!.-

Aferré la lanza con ambas manos... y afiancé los pies sobre la arena.

Delderius se lanzó contra su enemigo con fiereza, tratando de alcanzarle en sus piernas, pero el ágil movimiento de este con su lanza paró el ataque. Delderius, sin embargo, aprovechó la inercio del movimiento para girar sobre sí mismo, colocándose a la espalda de Kiurbu, manteniendo las armas trabadas, y así, con el arma que le quedaba libre, golpeó a placer la espalda del mortífero lancero, causándole una fea herida, alargada como una brecha que supuraba sangre

- Recordadme, Kiurbu. ¿Por qué estabais aquí? Reconozco que últimamente siento una gran curiosidad por mis compañeros en la arena. - se interesó Delderius antes de empezar con un nuevo ataque

Nuevamente apuntando al torso y la pierna izquierda, pero esta vez combinando sus ataques con espectaculares fintas, el gladiador elfo se lanzó al ataque. Si lograba volver a golpear el torso de su adversario, el combate habría acabado aun antes de empezar.

Su rápido movimiento nos tomó a mi y a mi protectora lanza por sorpresa. Su hábil ataque a mi pierna no había sido más que una distracción, ingenuo de mí, para atraer a mi asta hacia el lugar equivocado... un giro de su cuerpo lo colocó a mi desprotegida espalda y casi, al instante, cercionó mi carne... dibujando su filo... exponiendo la cálida sangre, herencia y orgullo de mis antecesores.

El fuego de mi insaciable alma, impelido por el olor de mi propia sangre, asomó por las ventanas de mis ojos... ventanas veladas a los ojos del elfo de piel oscura. La perenne sonrisa de mis labios se acentuó, justo en el momento en el que, aferrando con fuerza la hambrienta lanza, ésta abandonó la protección de mi pierna para dirigir su afila punta hacia atrás... rozando mi propio costado... para atravesar con brutalidad el vientre de mi oponente. El elfo de piel oscura, Delderius, reaccionó con velocidad al sentir su carne ceder con facilidad ante mi fuego... separándose de mí con otro giro... liberándose del asta, no sin antes dejar su particular sello en la huérfana pierna que sostenía mi cuerpo.

Giro que acompañé con el mío propio... quedando de nuevo frente a frente... el ardiente fuego del desierto frente al retorcido frío de sus ojos.

El dolor contenido se hacía presa de mi cuerpo... aire... desierto... viento.

-. Estoy aquí para saciar mi sed.- Respondí a sus ufanas inquietudes. -. Sed que traigo desde el desierto.- Ambos giramos sobre el mismo eje, sin perder detalle de nuestro adversario... intentando preveer sus siguientes movimientos... sus siguientes palabras... viento. -. He ahí que satisfací vuestra curiosidad...- Realmente supondría este ser hedonista una amenaza. -. ¿Cuál, Delderius, es vuestro mayor anhelo?, si pudieseis elegir únicamente uno... ¿cuál satisfarías?.- Mi acentuada sonrisa le invitó a responder a la desconcertante y sencilla pregunta.

Las extrañas armas se mecían amenzantes ante mí... mi obediente lanza le respondía con su baile.

Ambos nos miramos y nos movimos a gran velocidad. Kiurbu me atacó a la cabeza, pero eso dejó desprotegido un instante su brazo izquierdo. Era todo lo que necesitaba. Hábilmente usé mi kukri derecho para cortar su mano siniestra, desequilibrándolo. Acto seguido golpeé su cara, haciendo que un larga herida asomase en su mirada, y casi arrancándole un ojo.

- Es una buena pregunta... una muy buena pregunta. De hecho vuestra pregunta es mejor que vuestra respuesta. Así que os imitaré en el simbolismo. - una sonrisa perversa apareció en los ojos del espadachín oscuro- Yo también deseo saciar mi sed, Kiurbu. ¿Acaso no es lo que desea todo ser inteligente?

Delderius se movió rápidamente, atacando con sus kukris a ambos brazos de su adversario....

El elfo de piel oscura se movía con velocidad endiablada ante mí, su extraño filo había sido más rápido que mi protectora laza seccionado primero los tendones de uno de mis brazos para después satisfacer sus deseos con la carne de mi rostro. El brazo quedó inutilizado, obligándome a portar la obediente lanza a una mano. Sin duda la combinación de golpes había estado a la altura de sus palabras... algo que, por otro lado, ya me tenía acostumbrado.

Apesar de mi precario estado, mi sonrisa, muda de palabras, se acentuó... quizás demencial bajo la cortina de sangre. Aquella respuesta daba por terminada la conversación por ambas partes convirtiéndola en un mero juego de agudeza, ambos nos reservabamos con recelo del otro... al igual que lo pretendían hacer nuestras estocadas, hasta ahora con dispar fortuna.

Mi brazo inutilizado obligaba... obligaba a un cambio de estrategia... obligaba a arriesgar en el planteamiento. Usar un sólo brazo para enarbolar la lanza era una clara desventaja. En su siguiente acometida me anticipé a uno de sus movimientos quebrando el suyo con un finta para después detener sendos ataques con mi protectora lanza que trazó un semicírculo defensivo aprovechando el giro de mi cuerpo.

El oscuro pozo de mis ojos había estado estudiando sus sincronizados movimientos... enfoque... viento susurrante. Acomodé la obediente lanza a una mano, tomándola a media altura... el fuego de mi insaciable alma volvió a flamear tras la ventana de mis ojos.

Delderius se movió con su acostumbrada rapidez, pero era obvio que en esta ocasión eso no sería bastante.

La lanza de Kiurbu atravesó limpiamente su torso, sin darle ocasión a lanzar un contraataque.

La victoria era del haakim en esta ocasión