Partida Rol por web

El olor de las especias ahoga el olor de la calle. Las estancias están arropadas con finas telas rojas, que cubren parcialmente las diferentes estancias reservadas. Pero aun puede atisbarse a los ricos Elfos Oscuros, fumando hierbas alucinogenas o acariciando la piel de una atenta cortesana.

Al entrar, una sensual mujer humana os recibe. Mi señor Valter, vuestra generosa compañía es siempre un placer para nosotras. La sonrisa, el tono, toda ella parece creada para sugerir placer. Os he guardado un reservado, y tenemos preparada vuestra Shiktha y calentada para tomar. Sed bienvenidos, tanto vos como vuestro acompañante, a la mansión de los sentidos. La inclinación que les dedicaba dejaba entrever parte de su escote. No todo, claro. Lo justo para desear ver más.

Delderius observó el lugar con una sonrisa placentera. Había escuchado, por supuesto, hablar de él. E igualmente era probable que hubiera acudido en alguna que otra ocasión, pero en una sociedad tan jerarquizada como la de los elfos oscuros la parte que había contemplado era, estaba seguro, muy inferior a la que hoy verían sus ojos.

La misma esclava que nos recibió era...extraordinariamente apetecible. Delderius deseó divertirse con ella. Pero el elfo oscuro era un invitado, y a su modo, era alguien astuto e inteligente.

- Desde luego, Valter. Teníais razón. Mucho mejor aquí, no hay duda. - digo al héroe elfo oscuro mientras repaso sin el más mínimo reparo el cuerpo de la esclava y espero que mi acompañante tome la lógica iniciativa del anfitrión

Aparta, zorra, espetó Valter sin contemplaciones. Y con paso decidido se dirigió a su reservado, ignorandola por completo. Descorrió las cortinas y miró a Delderius por encima del hombro, para que le siguiese. La ira consumía su rostro.

Bueno, menos mal, alguien entre mi raza que trata a los esclavos como los animales que son... empezaba a desfallecer.

Sin hacer comentarios ociosos seguí a Valter hasta el reservado. Realmente no pensaba que la zorra hubiera hecho nada malo, pero lo bueno de la esclavitud es que el fallo estaba claro de quien había sido. Ella había cometido un error para uno de sus señores, y eso era imperdonable.

Pero no había cometido un error para conmigo y por eso no la castigué. Seguí mi camino y llegué hasta donde me esperaba mi anfitrión

- Os veo disgustado. - afirmé esperando que él se explicara si le apetecía mientras tomaba asiento

No tolero a los seres inferiores, ya sean esclavos, humanas libres que se dan aires o hermanos de raza que sean inútiles. En medio del reservado había una pipa, de labrados Hakhim, con varias boquillas para el humo. Valter tomó una de ellas y aspiró el humo. Ah, esto está mejor. Probadlo.

Con andar elegante, y mirando con aparente apatía a mi alrededor (que esconde un hondo deseo de ver donde estoy y como es, así como la leve paranoia inherente a todo elfo oscuro que no sea un completo imbécil) acompaño a Valter al reservado y acepto su ofrecimiento, dando una honda calada a una de las boquillas del Shiktha. Entrecierro los ojos y me recuesto en uno de los sillones, dejando que la droga me haga efecto y sonrío

- Os entiendo. Lo que nunca comprenderé es como se consiente que haya humanos libres. No están hechos para ser libres. Aunque reconozco que las mascotas, una vez saben cual es su lugar, me agradan. Domarlas, coleccionarlas y usarlas puede ser placentero

Placeres menores. Si no existiesen otros Reinos ¿Contra quien lucharíamos? No es que no haya matado a otros miembros de mi raza, pero me resulta más tolerable que otras formas de vida. Valter exhaló el humo, que tenía un color verdoso oscuro. Sus pupilas se dilataron un poco, a medida que la combinación de hierbas de diversas partes del mundo conocido golpeaban su consciencia.

Delderius también siente como el Fénix le toma en sus alas, pero su cuerpo se adapta a esta. el combinado habría dejado inconsciente a un hombre menos curtido. Pero una vez resistido, la sensación era deliciosa. Cada poro de su cuerpo estaba vivo, mandando diversos mensajes de placer a cada rincón de su consciencia. Suspiró lentamente, sobreacrgado de sensación.

Las mujeres... bueno, uno se cansa. Pero la batalla, la muerte, el dolor... Eso no tiene precio.

Asentí a las palabras de Valter con una sonrisa

- Os entiendo - dice con sencillez- Aunque sigo sin entender que haya miembros de razas inferiores libres...dentro de nuestro dominio. Dentro de nuestro reino. Y sí. Nada como vencer a los enemigos, ver su cara de terror, su sometimiento. Eso es glorioso

A pesar de sus escasas virtudes, hay cosas que aprender de los demás seres. Yo mismo viaje en su día hasta las tierras del Clan Murcielago, en la frontera entre los Orcos y el Reino de la Muerte. Fue una vívida experiencia. Aunque tediosa al final. Los horrores de la frontera no tienen un cerebro con el que buscar la caída de su adversario. Excepto... bueno, es lo mismo. Pero depuré mis habilidades con hachas gracias a un shaman que mostró interés en mí. Toma otra bocanada y vuelve a expulsar el aire. No, necesito agentes libres por la ciudad. Son apestosos y carentes de gracia, pero pueden resultar útiles. Sonrió, abiertamente. Si no, ya les habría matado a todos.

Notaba perfectamente mi cuerpo cargado con el placer de la droga, pero no dejaba de estar atento a las palabras de Valter. El héroe elfo oscuro tenía razón, y ligeramente asentí con la cabeza

El placer estimulaba mis centros nerviosos uno por uno y era una sensación embiagadora.

- Valter, os agradezco enormemente esa deferencia de traerme aquí y compartir vuestros pensamientos conmigo. - dije tras un espacio de tiempo que no podría determinar con exactitud- No se muy bien qué he podido hacer para merecer el honor de vuestra atención. Y desde luego si hay algo que deseais de mi teneis toda mi atención - dije con toda la sinceridad de la que alguien como yo era capaz.

Valter hizo un leve gesto de asco. No finjas halagarme, niño. Yo ya mataba y paladeaba las mejores cosas que la vida tiene que ofrecer antes de que tu padre pudiese tenerla enhiesta. A tí solo te interesa el poder que puedas adquirir a mi costa. Después de una tercera bocanada, Valter se dejó caer los hombros, al fin relajado. Se permitió un leve gemido de placer, algo que Delderius intuía que no dejaba entrever a muchos. He estado viendo atentamente los combates del Coliseo, con discrección. Lo último que necesito es que Morkhalee insista en que la gente la vea junto al gran guerrero del Imperio. Solo tres de nuestro pueblo tienen un mínimo talento. Liu An es una patética sombra de nuestro pueblo, tomando el té con luchadoras sin talento. Y mi hijo... siempre ha sido una decepción. Pero tú... puede que sirvas para algo.

Con toda la atención de la soy capaz escucho a Valter con atención mientras me encojo de hombros

- Por supuesto me interesa el poder - afirmo con una sonrisa, mientras espero a que el héroe diga lo que tenga que decir

Bien. Valter deja la pipa sobre la mesa. El Imperio necesita gente como nosotros. Alguien que luche por él con corazón patriota y disfrute de ello. Alguien que meta el temor en los corazones de sus enemigos y lo exprima como un tomate maduro. Si...

La droga recorría el cuerpo de ambos. Pasado, presente, todo se fundía en una oleada de placer imparable, incontestable. Olor de una rosa. La visión del domo de la capital desde las heladas montañas. El grito de una esclava, llorando mientras estaba sobre ella. El olor del prado en la población humana, cuando era un niño. La caricia de su hermana. La sangre propia cuando le torturaron. El odio feroz por...

De repente, Delderius despertó. Se encontraba solo.

Me levantó del lugar y me acerco a la primera esclava que vea

- Tú - le ordeno- ¿Se fue hace mucho Lord Valter?, ¿dejó algun mensaje para mi?

Una de las jovenes elfas oscuras que se encontraba tumbada en un cojín te mira con coqueto interés. El señor Valter dijo tener una serie de asuntos que atender, y que observaría con interés vuestro desarrollo en la arena. Te dedica una sensual sonrisa.

Sonrío a la joven mientras la observo con indisimulado y lascivo interés. ¿Veo alguna señal que la identifique como esclava?

- Ajá. ¿Y tú eres...?

Ella sonríe abiertamente. Difícil de complacer, mi señor. Mi nombre es Orkasha. Las escasas y vaporosas ropas de la mujer dejan poco a la imaginación, a decir verdad. Unas cuantas joyas, y unas telas trasparentes que saben donde ajustarse. Se inclina ligeramente, sin apartar la vista de Delderius.

- Bien, Orkasha... has acertado. Soy difícil de complacer. ¿Crees que podrías lograrlo tú, pequeña? - digo mientras me acerco a ella y mi mano derecha le acaricia, casi con cierta pereza, desmentida por mis ojos, el costado

Oh, estoy convencido de que podría, mi señor... por un precio. El tono es perfecto, la caricia de sus manos en tu espalda suave y caliente. Delderius podía oler su pelo, sentir su piel vibrante junto a su cuerpo. Los restos de la droga aun abotargaban sus sentidos, haciendo que cada caricia estuviese cargada de electricidad.