Gwendoline observó la escena de la profesora Green con sorpresa, ningún profesor había sido nunca santo de su devoción pero aquella gnoma no le caía mal del todo y verla así le produjo cierto desasosiego, especialmente porque el principal acusado de aquella aberración era uno de los profesores que les había estado dando clase, al recordar el aspecto de la profesora acusada comprendió lo de las lechuzas... los gatos comían aves... entonces a media que se fueron desarrollando el resto de acontecimientos un temor comenzó a cernerse sobre la pelirroja.
- Serezade... susurró angustiada, miró a Cass y le acarició la cara, agradecida por sus atenciones- Hasta mañana darling... no te disculpes, no podías hacer nada, no podías saber lo que nos tenían preparado...- salió del comedor acompañada por el chico y una vez se hubo despedido se apresuró a subir hacia los dormitorios de Ravenclaw, con el vestido remangado, corriendo y salvando los escalones lo más rápido que podía, con una terrible sensación oprimiéndole el pecho.
¿Que haya podido haber matado a todas las mascotas, si damos por ciertas sus palabras, mientras estaban por aquí?, contestó a Daphne con otra pregunta. Si algún profesor ha tenido algo que ver, está claro que ha tenido ayuda. La lechucería, las salas comunes de las cuatro casa, ¿habrían matado también las criaturas de fuera del castillo? Las que vivían en el bosque, el lago e incluso las que se ocultaban en las cataratas. No, no creo que sea ninguno de los que está aquí. Quien haya sido ha tenido una tarde muy ocupada. Por descarte eso colocaba a Helen Green como una de las culpables más probables.
Según la llamada a filas iba atendiéndose, con gestos pesarosos de alumnos dejando atrás aves que más que mascotas eran familiares en algunos casos, y con muecas de impaciencia de aquellos que tenían prisa en llegar a sus dormitorios para tratar de desmentir las palabras de Helen, Mircea siguió avanzando con Daphne hacía el lugar donde había visto por última vez a los cuatros niños.
Buscaba entre los alumnos disfrazados a sus compañeros de casa. Varias veces le había acusado Oliver de estar mucho tiempo con Perry, pero en un momento como el que habían vivido, se descubría los verdaderos amigos. Con Daphne rota tras el descubrimiento de Nimu y Mircea completamente inmovilizado, reviviendo sus fantasmas interiores, si hubiera pasado cualquier cosa, los dos habrían caído sin posibilidad de defenderse y había sido el Ravenclaw, el chico con gafas tan peculiar que adoraba las cosas muggle de hacía al menos medio siglo, quien había acudido a ellos. Había tantos que valoraban la amistad por tonterías como no ayudar con un conjuro, o no dar el pésame por haber fallado un hechizo que con un poco de práctica sería fácil de sacar... Bueno, era cierto que había niños más necesitados de atenciones que él, así que no podía echarles nada en cara. Pero con lo ocurrido había tomado una decisión, solo pedir ayuda a aquellos que realmente le importaban; las cosas iban a cambiar.
¿Has visto a Sara?, preguntó preocupado a Daphne. Desde que había visto los intentos de la chica de hacer bailar a Neil, no había vuelto a verla.
No tardó en localizar a Orsolya, que parecía tratar de esconderse. ¿Qué hacéis? ¿Tú no deberías estar con los de tu casa?, preguntó a Kelly, indicando a los Gryffindor que ya se marchaban.
¿Donde está Erzsébet?, exigió a su hermana. Escrudriñó entre los disfraces y localizó a la gemela camuflada entre alumnos de Ravenclaw, tratando de salir del comedor. Ella siempre era la culpable, si la detenía, Orsolya no se marcharía sola. Corrió hasta alcanzarla, ¿a donde te crees que vas? Ni siquiera tienes una varita. Hay otras formas de hacer estas cosas y por hoy vete olvidando. Venga, a la sala común, ¡ahora!
Motivo: Rastrear Erzsébet
Dificultad: 15
Habilidad: 0+10
Tirada: 4 9 10
Total: 9 +10 = 19 Éxito
A medida que Mircea iba dando su opinión al respecto, a Daphne se le pasaba el mismo nombre por la cabeza: Green, Green, Green, Green... Pero no quería pensar en nada de eso en ese momento, así que siguió a su amigo, intentando no perderlo entre tanta gente. O, más bien, que él la perdiera a ella.
Desde que había comenzado la música, no había visto a ninguno de sus compañeros de clase. ¿Dónde estaba Oliver? Ni siquiera lo había localizado en toda la noche. ¿Dónde estaba Sara? Por ella sí que temía, pues sabía que estaba sola. Oliver al menos había venido con pareja y tenía amigos en otras casas. Pero su inocente Sara... Lo estaría pasando fatal con la masacre. Y, tenía que admitirlo, Daphne también la necesitaba a ella.
Así que cuando Mircea le preguntó por ella, giró la cabeza en todas las direcciones. Pero era tan bajita y eran tantos los alumnos gigantescos a su alrededor, que no divisó nada-. No sé dónde está. ¿Seguirá por aquí? –Le temblaba ligeramente la voz-. Si no nos encuentra, supongo que volverá a la sala común con los prefectos –Esperaba encontrarla en la tejonera.
Mircea la llevó donde estaba Orsolya, a quien empezó a echar la bronca. Y es que la gemela parecía estar agazapada detrás de unos alumnos, como si quisiera esconderse, aunque su cuerpecito sobresalía por todas partes. La acompañaba Kelly, que rápidamente se marchó con los demás Gryffindor. Cuando su amigo salió corriendo a buscar a la segunda Houdini, Daphne se agarró fuertemente a Orsolya. No sabía si lo hacía para evitar que se escabullera o para sujetarse ella a otra persona.
- Orsi, ¿no crees que deberíamos irnos todos a la sala común? Tu hermano tiene razón. ¿Y dónde has dejado a Maxwell? –Se preguntaba si el cuarteto entero se quería apuntar a esa peligrosa aventura.
Gabi escuchó las palabras de Oliver y le ordenó con todas sus fuerzas a sus pies que se movieran. Despegarse del chico no fue tan fácil, sin embargo, a medida que iban caminando, terminó por separarse de él sin soltarle el brazo. Intentaba por todos los medios no mirar el terrible escenario en el que se había convertido el Gran Comedor, pero si no quería pisar ningún animalito,se veía obligada a ver por dónde estaba caminando.
Cuando llegaron junto a Di, se limpió las lágrimas y soltó el brazo de Oliver, la niña entendía que el rubio iba a ayudar a tantos de sus compañeros como fuera posible, y ella no quería estorbar en un momento tan difícil. Así que se quedó a un lado, sin saber muy bien qué hacer, mirando lo que hacía el resto para evaluar cómo debía actuar.
Aún temblando, se dio cuenta de que muchos de ellos habían desenfundado sus varitas, cosa que a ella no se le había pasado por la mente. Lentamente, sacó la suya en un bolsillo oculto de su disfraz ¡Disfraz! ¡Qué ridícula se sentía ahora! Vestida, como estaba en un montón de vendas blancas que ahora lucían manchadas con sangre fresca.
Vio también a una de las gemelas junto a Kelly, revisando a las lechuzas, intentando reanimarlas. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y apartó la mirada. Por su parte Ithan iba y venía entre sus amigos de gryffindor y slytherin. En ese momento reconoció a Asterope en el suelo, rodeada de varios compañeros, se quedó dudando si avanzar en su dirección o quedarse donde estaba. Todo había pasado tan rápido, volvió a recordar el sonido de las lechuzas cayendo y el olor de la sangre penetró con más fuerza en su nariz, haciendo que se volteara de golpe, tapando una leve arcada con la mano. Miró aterrorizada a los chicos de segundo que tenía a su lado, lo último que ninguno de ellos necesitaba era que alguien vomitara.
Tomó una bocanada de aire y tragó grueso, intentando hacer desaparecer la incómoda sensación en su garganta, volvió a mirar en dirección a Asterope y vio cómo la niña se había despertado y se incorporaba, hablando con el resto. Enya también estaba con ellos y ya no estaba llorando, sus compañeros eran fuertes y ella también debía serlo. A kelly y Orsolya se le habían unido las otras niñas de primero y Eli, todos parecían estar ayudando a su manera.
-Tengo que hacer algo.- Pensó la niña, sintiéndose impotente de repente, justo en el momento en el que Cristopher liberó todo lo que había comido sobre los pies de Edward, no pudo evitar arrugar la nariz ligeramente, el pobre no se había podido aguantar, eso era seguro.
Pero en ese momento los profesores y prefectos reaccionaron y la niña se quedó paralizada viendo y escuchando sus instrucciones. -¡¿Dormir?!- Pensó. -Nadie va a poder dormir hoy ¡Están locos!- Indignada, volvió la mirada a Oliver, cuando un estruendo en la puerta le hizo saltar en el sitio y hacer que su corazón latiera a toda prisa.
La súbita aparición de la Profesora Green y sus dramáticas declaraciones dejaron a la niña en el sitio, boquiabierta. Si antes no sabía qué hacer, ahora estaba totalmente en blanco. Las palabras de Oliver la sacaron de su ensimismamiento y no pudo evitar sollozar cuando el niño le preguntó por su mascota.
-Guuuus.- Dijo, volviendo a abrazarse del chico, llorando desconsoladamente por la pérdida de su hámster.
Por un momento se sintió entregada al dolor de la pérdida de un ser querido, aunque pronto los gritos de los prefectos le hicieron sentir como una niña tonta, todos debían irse, incluyendo Oliver, el pobre Oli que no había hecho otra cosa más que consolarla.
-Yo, lo siento.- Le dijo mientras se separaba de su abrazo, quería añadir algo más, pero negó con la cabeza y se dirigió hacia Diana, caminando posteriormente junto a ella hacia la fila de los gryffindors. Las lágrimas corrían por sus mejillas, pero ya no sollozaba, sólo estaba llorando en silencio mientras avanzaban hacia su torre.
Pero somos cuatro y ella no sabe tratar con animales, seguro que los trata como a sus alumnos, argumentó Erzsébet ante las excusas de Kelly. ¿Acaso la chica no quería ir a descubrir qué era el causante de todo aquello? Orsolya podría tratar hasta con un dragón cabreado, así que todo son ventajas, confirmó totalmente convencida.
Orsolya encogió los hombros. No sabía si podría lograr algo así pero sí era cierto que se le daba muy bien tratar con las criaturas y animales mágicos. Y sino, siempre tenían piedras para lanzarles y que se alejaran. Era una lástima que aún no conocieran el conjuro Ammanssus. Además, añadió, Abracitos y Retortijones vuelven a su fase larvaria cuando mueren. Gracias a esto podremos ver como renacen, sonrió y con la esperanza de que Brândusha y Viorica les hubieran protegido.
El gran comedor se iba vaciando y ellas aún estaban dentro, tenían que salir antes de quedarse solas y ser tan visibles.
Erzsébet corrió agachándose, era difícil con el vestido, hasta meterse entre unos ravenclaw de cuarto curso.
Orsolya se quedó rezagada, aún un poco mareada, cuando llegó su hermano. Nada, contestó totalmente convencida a la acusación de Mircea, e irguiéndose todo lo que su 1.39 de estatura le permitía. Miró alternativamente al chico y a Kelly, y después a la fila de Gryffindor, donde pretendía haberse escondido para huir. Bajó la cabeza al constatar que había perdido su oportunidad. Ante la pregunta de donde estaba Erzy, consiguió no buscarla entre los Raven. Quizás ella conseguía escapar y así mientras la buscaban, ella misma podía aprovechar a salir por patas.
Cuando Orsolya se quedó sola, Daphne se agarró a ella. Entendía que la chica era algo inocente y frágil, veía en ella restos de haber llorado, quizá necesitara apoyo tras aquel trance. Dio palmaditas en su mano, tratando de reconfortarla. Supongo, no sé. Los adultos no saben tratar con animales y si ha sido un animal el que ha hecho esto, seguramente lo quieran matar antes de tratarlo con cariño. Sin su hermana al lado, su convicción se reducía. Maxwell debería estar por aquí, comentó buscando.
Pero, oh no, Erzsébet tampoco pudo marcharse. Miró desairada a Mircea, ¡claro que tengo una varita!, dijo mostrando una que claramente no era la suya ni la de su hermana. Había aprovechado a quitársela a un Huffie despistado, su casa estaba tan llena de ellos... Al ver que aquello hacía que su hermano se enfadara más, bajó lentamente la varita hasta ocultarla a la espalda. ¡Pero para eso estamos aquí, ¿no?! Para resolver misterios. Es una escuela de magia, no me irás a decir que se hace aquí lo mismo que en una escuela muggle, estudiar y hacer exámenes. Bufó como una gata al ver que con su hermano ahí, poco tenía que hacer. Vale, a la sala común como una maga inútil..., soltó por lo bajo mientras el chico le conducía hasta Daphne, Orsolya y Maxwell.
A la sala común
Justo cuando estaba pensando que seguir a los gilipollas de los prefectos era el curso de acción razonable, las gemelas le leyeron la mente. O eso pareció. Y no les gustó lo que vieron. Así que decidieron hacer precisamente lo que Maxwell había descartado.
¿Qué podía hacer?
Podía darles un par de golpes en las respectivas bocas de los estómagos, cargarse una a cada hombro y llevarlas a la sala común, más o menos sanas y salvas. Por desgracia, no era buena idea. Era fuerte y grande para su edad, pero carecía de la anchura de hombros necesaria para que no se le escurrieran, y no tenía claro que fuera capaz de llevar a ambas al mismo tiempo.
En lugar de eso, podía darles un buen golpe en la coronilla y arrastrar a cada una de ellas de una pierna, relativamente sanas y salvas hasta la sala común. Sin embargo, no era la mejor de sus ideas. El rastro de sangre dejado por las heridas podía atraer a la criatura que había provocado la masacre animal.
Que podía tratar de razonar con ellas, o incluso intentar convencerlas, ni se le pasó por la cabeza.
Arrastrarlas era una buena idea, no obstante. Era más fácil que llevarlas a cuestas. Podía atarlas y amordazarlas, y llevarlas a la sala común, tirando de la cuerda. Por desgracia, no llevaba una cuerda encima. Alguien había dicho alguna vez que había que llevar una cuerda siempre, porque nadie podía prever cuándo sería útil. Maxwell no había hecho caso a la recomendación.
Podía limitarse a agarrar a las dos de las orejas y conducirlas hasta la sala común. Sí, sin duda esa era la mejor idea de todas. Era la que requería fuerza y medios mínimos.
Y lo hubiera hecho, de no ser porque, cuando finalmente decidió el curso de acción, no había orejas de gemela que coger. El niño suspiró, se encogió de hombros y se despidió de Kelly con un cabeceo.
No quedaba más remedio que imitar a las niñas. Así que se metió entre la multitud, aguardando un momento de despiste para abandonar los grupos y escabullirse hacia la lechucería, tras las gemelas, para evitar que se hicieran matar.
Por fortuna, Mircea había sido más rápido. Ya había atrapado a Orsolya cuando Maxwell lo vio, y caminaba con decisión hacia algún lugar. Suponiendo que estaría yendo a por su otra hermana, siguió de lejos al mayor —al menos entre los que él conocía— de los Padurearu.
El niño rumano, guiado por la determinación, no tardó en encontrar a la gemela de los ojos azules y llevársela de allí.
Maxwell se dio media vuelta, aliviado, y desandó sus pasos.
Encontró a los Padurearu y Daphne juntos, cerca del prefecto de Hufflepuff. No vio a los demás tejones, pero desconocía si habían acudido al baile, por lo que no le dio importancia. La temeridad no era un rasgo característico de sus compañeros de casa.
Se escurrió como una anguila de la muchedumbre, y su cabeza apareció por encima de las de Daphne y Orsolya, como surgida de la nada.
Motivo: Esconderse
Dificultad: 0
Habilidad: 0+10
Tirada: 1 5 7
Total: 5 +10 = 15 Éxito
/A la sala común.
Por suerte Mircea, el hermano mayor de las gemelas las obligó a cambiar de parecer, bueno, más que a cambiar de parecer a volver a su dormitorio. Kelly se despidió de sus amigos de Hufflepuff, habría sido una gran noche si no hubiese sido por lo acontecido en los últimos momentos.
Volvió a su fila, y guiada por los prefectos de Gryffindor regresó a su dormitorio.
Al dormitorio
Mientras los prefectos organizaban a los alumnos de sus casas y los profesores se dividían entre aquellos que se quedaban, y aquellos que se iban a investigar, Booky se dedicó a aparecerse por distintas localizaciones del castillo, incluido las salas comunes de las distintas casas. Cuando acabó con sus indagaciones, se quedó en el Gran Comedor hasta que todos los alumnos se hubieran marchado y bajó hasta las cocinas para hablar con sus antiguos compañeros. En todo momento, su compañera dríade no se separó de él.