Partida Rol por web

El tren es una locomotora de color escarlata. No hay servicio de restaurante, pero si hay una bruja que lleva un carro donde los estudiantes pueden comprar varios tipos de golosinas y zumo de calabaza. Hay uno o dos vagones al principio del tren para los prefectos de Hogwarts. No suele haber tampoco adultos a bordo del Expreso Hogwarts, excepto la bruja que lleva el carro y el conductor.

El tren estaba casi al completo y la mayoría de los compartimentos y vagones iban saturados de maletas, jaulas de animales y sobre todo gritos y conversaciones. Pocos minutos después de que estuvieseis instalados el tren hizo un sonoro ruido y éste arrancó.

La mayoría de familias mágicas estaban allí despidiéndose de sus hijos, para algunos sería el primer año en Hogwarts, para otros sería ya el último. Los alumnos estaban pegados a los cristales de sus compartimentos, otros estaban sacando un pañuelo por la ventana, pero todos sabían que el expreso arrancaba y que en unas horas llegarían a la Escuela.

El viaje sería largo y llegarían para la cena, hasta entonces lo mejor sería ponerse cómodo y esperar a que terminase. Debían llegar frescos y relajados, pues nada más llegar comenzaría la ceremonia de Selección y ese era un acontecimiento único e irrepetible que serviría para asignas a los alumnos de primero en una casa que le marcaría para toda su vida.

Después de pasar un buen rato intentando encontrar a sus amigos, Oliver se da por vencido y entra en un compartimento cualquiera.

A lo mejor es que no han llegado aún.

No importa. Aprovecha para sentarse en uno de los asientos, sacando al señor Bigotes de la jaula, y dejando al gato campar a sus anchas por el vagón. Y, acto seguido, saca una enorme bolsa de golosinas con una W impresa en ella. Y comienza a dar cuenta de todo lo que cae a su alcance, comiendo a dos carrillos.

Lo cierto es que está algo alicaído. Tenía tantas ganas de ver a Cassius, a Ardeen, a Mircea, a Daphne y a Sara que verse allí, solo, le sabe a poco.

Bueno, no pasa nada, Oli... Seguro que llegan enseguida, no te preocupes.

Y, mientras hace tiempo, decide abrir una rana de chocolate. A ver qué cromo sale esta vez...

Christopher se quedó al otro lado de la puerta con Isidoro en su jaula. Vio a un chico blanco dentro y suspiró.

Nada, no hay negros confirmó con tristeza. Apoyó la mano en el tirador y abrió el vagón con una gran sonrisa.

¡Hola! dijo mientras dejaba a Isidoro en un asiento y él se sentaba al lado. ¡Ala! gritó mientras señalaba al gato de Oliver con un dedo ¡También tienes un gato! ¿Es un gato normal o es mágico? preguntó con curiosidad sin apartar los ojos del animal.

Eeh.. Bueno, mi nombre es Christopher, Chris Jamal.

Oliver estaba con la boca llena, comiendo a dos carrillos cuando aquel chico entra. No le suena absolutamente de nada. Debe ser de los nuevos...

Aún así, sonrie de oreja a oreja, con la boca aun llena de gominolas y tendiéndole una mano, intenta hacerle hueco entre papeles de chocolatinas y caramelos:

-¡Hfola! ¡Me fllamo Oliver! ¡Y si, tengo un gato... pero no es mágico! ¡Es el señor bigotes! - exclama, con su habitual efusividad, indicándole con un gesto que se siente donde pille- ¡Encantado! ¡Siéntate, siéntate! ¿Quieres? - le dice, ofreciéndole todo aquel enorme repertorio de golosinas de todos los tipos que tiene a su alrededor. ¿Eres de primero?

Oliver puede ser muchas cosas, pero lo que no es, sin lugar a dudas, es tranquilo. Y eso es algo que se puede notar con facilidad, en medio  de todo aquel despliegue de amabilidad y simpatía tan propio de él.

Christopher saludó con un apretón de manos a Oliver y se sentó en cuanto el chico hubo despejado el lugar.

¡Oh, gracias, te voy a coger uno! djio cogiendo con la mano dos o tres, a pesar de que eran un poco pequeñas, y se las llevó a la boca todas a la vez.

¡Yo también tengo un gato! Bueno, es un kneazle. Se llama Isidoro. ¡Isidoro, sal a jugar! dijo mientras abría la jaula. El gato salió y se colocó encima de su trasportín y examinó a Oliver en la distancia. No bufó, así que Christopher supuso que Oliver no era mala persona. Isidoro bajó y empezó a olisquear al señor Bigotes.

Sí, soy de primero. Me ha llegado la carta este verano. ¡Me ha hecho tanta ilusión! ¿Tú eres de segundo, verdad?

Arnold consiguió entrar en su vagón después de perderse varias veces, llevaba a su gato Thor en el hombro y cuando entró y vio a los dos niños sonrió.

- Hola- dijo soltando todo lo que llevaba al suelo con una amplia sonrisa.

-¡Hola! Yo soy Oliver y él es Christoper... - sonrió Oliver, presentándose,  en cuanto vio llegar al vagón al chico pelirrojo que, igual que ellos también tenía un gato.- ¡Pasa, pasa! ¿Quieres? - le ofreció también de aquel enorme montón de golosinas, como al otro chico.

Y, acto seguido, centró su atención de nuevo en Christopher, asintiendo- ¡Que chulo es! Y yo soy de segundo, sí... Estoy en Hufflepuff. ¿Vosotros a qué casa queréis ir? ¿Tenéis hermanos o algo en el cole?

Los miró, con curiosidad. Los dos parecían chicos majos. Y, como siempre, Oliver estaba dispuesto a llevarse bien con ellos.

¡Hola Arnold! dijo saludándole desde su asiento. Qué raro, otro blanquito. ¡Pero es peor! Es pelirrojo pensaba mientras no dejaba de sonreír.

En el cole no tengo familia. Todos mis primos son mayores y ya han terminado los estudios. Y aún no tengo hermanos, así que... terminó la frase encogiéndose de hombros.

Yo espero ir a Ravenclaw, ¿y tu? preguntó al pelirrojo.

Arnold se sentó al lado de los dos niños.

- Hola yo me llamo Arnold. Pues no tengo hermanos en Hogwarts yo soy el mayor. Pues a mi me gustaría ir a Grifindor, aunque para chinchar a mis padres siempre les digo que quiero ir a Slyterin. Es que en mi familia lo normal es que terminemos en Grifindor.

Oliver sonrió a los dos críos, conforme los escuchaba hablar de sus esperanzas respecto a sus casas.

-Bueno, ahora cuando lleguemos a Hogwarts, el sombrero os dirá a qué casa iréis... ¡Nunca se equivoca! - dijo, mientras seguía comiendo, hablando con la boca medio llena.- De todas formas, ya veréis como pase lo que pase, os encantará vuestra casa... ¡El colegio es genial! Por cierto... ¿Os gusta montar en escoba? - preguntó entonces, mirándolos con curiosidad. Era una de las cosas que más le apasionaba: el vuelo en escoba.

-Si si me encanta,aunque tambien me gusta hacer trastadas y gastar bromas.Sonrie el pequeño Wesley con cara de picaro.

-¡Thor,Thor!,ahi quieto y no salgas hasta que yo no te lo ordene.Maldito bicho peludo.Con razon decia mama que los gatos son bichos peludos y muy ariscos.

-Bueno compis,le dice Arnold a Oliver y a Christopher,¿a vosotoros que equipo de quiddicht os gusta mas?,y ¿cual es vuestro cromo favorito?.-El mio es de Albus Dumbeldor.

-¿A mi? ¡Pero qué preguntas son esas! ¡Los Kenmare Kestrels, por supuesto! Además, últimamente están jugando genial, sobre todo desde que tienen a ese O´Hare en el equipo... Es el nieto de Darren O´Hare, el jugador que inventó la formación de ataque "cabeza de halcón", ¿sabéis? Y el tío se sale... tendríais que verlo sobre una escoba...

Y es que, si algo apasionaba a Oliver era volar, y el Quidditch. Por eso le había alegrado tanto descubrir que el jefe de Huffelpuff no era ni más ni menos que Viktor Krum... ¿Qué más se podía pedir? Y de hecho este pensamiento se enlazó con la siguiente pregunta, la referente a los cromos:

-¡Mi cromo favorito es el de Viktor Krum, claro! Es el jefe de Hufflepuff, ¿sabéis? ¡Y nos enseña vuelo!

Se nota que, al hablar de él, Oli ve en Krum un ídolo más que un profesor cualquiera. Y así, sonriente, miró a sus compañeros, esperando conocer sus gustos respecto a Quidditch.

Al mirar por la ventanilla pudisteis ver como el cielo se iba tornando en un profundo color púrpura. El tren lentamente parecía ir aminorando la marcha. Era el momento para ponerse las túnicas, las negras para los alumnos de primer año y las de su casa para los alumnos de otros cursos.

Una voz retumbó en tren:

<< Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos.
Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio.>>

El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. La noche era bastante fría aquella noche. Y por unos segundos os invadió el terror pues no había nadie por allí. Pero en seguida apareció una lámpara moviéndose seguida de un sonido de cascos.

Un centauro llamado Nicos, grita: ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! La gran cara peluda del hombre mitad caballo, mitad humano rebosaba alegría sobre el mar de cabezas

Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien donde pisáis. Los de primer año, seguidme.