Partida Rol por web

El tren es una locomotora de color escarlata. No hay servicio de restaurante, pero si hay una bruja que lleva un carro donde los estudiantes pueden comprar varios tipos de golosinas y zumo de calabaza. Hay uno o dos vagones al principio del tren para los prefectos de Hogwarts. No suele haber tampoco adultos a bordo del Expreso Hogwarts, excepto la bruja que lleva el carro y el conductor.

El tren estaba casi al completo y la mayoría de los compartimentos y vagones iban saturados de maletas, jaulas de animales y sobre todo gritos y conversaciones. Pocos minutos después de que estuvieseis instalados el tren hizo un sonoro ruido y éste arrancó.

La mayoría de familias mágicas estaban allí despidiéndose de sus hijos, para algunos sería el primer año en Hogwarts, para otros sería ya el último. Los alumnos estaban pegados a los cristales de sus compartimentos, otros estaban sacando un pañuelo por la ventana, pero todos sabían que el expreso arrancaba y que en unas horas llegarían a la Escuela.

El viaje sería largo y llegarían para la cena, hasta entonces lo mejor sería ponerse cómodo y esperar a que terminase. Debían llegar frescos y relajados, pues nada más llegar comenzaría la ceremonia de Selección y ese era un acontecimiento único e irrepetible que serviría para asignas a los alumnos de primero en una casa que le marcaría para toda su vida.

Me despido de mis padres saludándoles con la mano, asomado a una de las ventanas y tratando por todos los medios que no se me escape ninguna lágrima. Con las ganas que he tenido siempre de ir a Hogwarts, no entiendo por qué ahora en el momento de la verdad me pican los ojos ni por qué noto esta horrible sensación como si me hubiese quedado sin estómago.

Arrastro mi baúl por los pasillos con esfuerzo, pasando de compartimento en compartimento hasta que veo uno libre para poder sentarme, dejando el baúl debajo del asiento después de decidir que era imposible que yo solo pudiera subirlo hasta el porta-maletas. Sin perder tiempo, me pongo la túnica negra y saco la varita nueva, mirándola con admiración tal y como llevo haciendo desde que se compró. ¡Que ganas de poder lanzar hechizos! 

Guardo la varita y saco un libro, pero no uno de esos libros aburridos con más y más letras, sino uno de esos con imágenes que se van moviendo mientras te cuentan una historia, genial para los niños de 2-3 años o, en su defecto, para gente que deteste leer como yo.

-Tú!- señalo con el dedo hacia Nick, sonriendo divertido, al entrar en el compartimento que quedaba libre en el vagón de tren, donde mi hermana Morg y yo habíamos subido. Nos habíamos pasado un buen rato arrastrando nuestras cosas por el tren, pero todo estaba lleno a rebosar y eso empezaba a ponerme nervioso, especialmente porque el maldito gato de mi hermana no paraba de bufar. Maldito bicho! Porque no podíamos traernos a Anakin y a Boba Fett? Al menos no me odian como ese estúpido gato!

Estoy contento, hoy es un buen día, me dejan ir con mis hermanos a su misma escuela y no a la pija y finolis de Beauxbatons. Vale que Ashley pueda ser un pesado con todo eso de la responsabilidad y tal pero prefiero quedarme en familia que yo solo en un punto perdido de Francia. Dejo caer en el suelo mi baúl lleno de pegatinas de grupos de rock, de Greenpeace y de causas perdidas que mi madre sigue y lo arramblo debajo del asiento que hay enfrente del chico rubio. Me siento delante suyo y le miro fijamente, divertido.

-Eh Morg, quiero chocolate, comprraaaaa- medio canturreo mientras le pongo ojillos a mi hermana porque sí, para que llame a quien sea que lleve el carrito y se gaste ella el dinero y no yo, que todavía he de comprar cosas del catálogo de Sortilegios Weasley y no me llega para todo con la paga que nos dan nuestros padres.

Tras despedirnos de nuestros padres, no tardamos demasiado en encontrar un compartimento lo suficientemente vacío como para poder acoplarnos Dariel y yo.
La verdad es que siempre me habían gustado los viajes en tren, y este no sería menos. Sería largo, pero igualmente lo disfrutaría.
Antes de sentarme, coloqué el baúl de forma que ocupase lo menos posible y tomé asiento junto a mi hermano.

- Joder, -me llevé la mano a la boca tras darme cuenta de la palabra, pero luego hago un gesto con la mano quitándole importancia. Mamá no estaba por allí.- ¿te parezco una rana? -Miré a Dariel con una ceja enarcada. No sabía por qué, pero Morg sonaba a rana y no me hacía ninguna gracia que me llamase así. Aunque tenía que reconocer que tampoco me desagradaba del todo. Supongo que por ser un mote que me puso mi hermano. Se le suelen coger cariño a esas cosas.

- Si quieres chocolate, pon la mitad. -Alargué la mano, pidiéndole que soltara el dinero. Sabía de sobra qué se proponía hacer con el dinero que se pretendía ahorrar, pero yo tenía los mismos planes, así que no picaría.

Nimue, mi gata negra, aprovechó que estiré el brazo para restregarse a lo largo de este y de paso, ir acercándose a Dariel poco a poco. Nunca se habían llevado bien, aunque comenzaba a sospechar que a la gata le gustaba chinchar a mi hermano. ¿Quién podía culparla?

Levanto la vista rápidamente al oír el "¡Tú!", claro indicativo de que va a haber jaleo y que mejor levante los puños antes de que me lleve una galleta. Al ver el jeto del chico de la tienda de Escobas, bajo los puños y sonrío levemente. Me hago a un lado en el asiento y me aseguro de que mi baúl no molesta el paso, fijándome en la niña que va junto a... a... ah, sí, Dariel.
- Hola Dariel. -Saludo, sin apartar la vista de la chica, quien prácticamente ha fingido que no estoy. - Hola, soy Nick. -Le digo directamente, dejando el libro de nuevo en su sitio.

- Que ganas de llegar a Hogwarts, ¿eh? He escuchado que hay Dragones en las Mazmorras y un trol gigante guardando el despacho del Director cuando él no está. Cómo me molaría ver al trol de cerca.

-Nick, mi hermana Morgana- les presento a ambos. Hacía poco que nos conocíamos pero me caía bien, es de los míos, de los que saben correr y callar. Enarco una ceja ante la pregunta evidente de mi hermana y me giro hacia ella.

-Por supuesto que eres una rana- respondo con firmeza, como si de verdad fuera así. Pongo morros cuando me dice que ponga la mitad, porque nunca consigo tangarla? Debería ser fácil, soy más listo que ella! Creo. Bueno, estoy casi seguro de que soy más listo que ella. Casi.

-Va-le, joder, que rata eres Sis'- rezongo mientras rebusco entre mis bolsillos alguna moneda que darle para mi parte. De reojo veo la estrategia de su maldita gata, le lanzo una mirada asesina y tengo un duelo con ella, sosteniéndole la mirada fijamente por unos segundos hasta que me aburro -Yo pago pero tú enjaulas a esa bestia- sentencio mientras le doy mi parte del dinero –Compra la bolsa grande, que así hay para los tres- le pido a Morgana.

-Tienen un troll?- respondo al comentario de Nick -Yo diría que eso no es verdad, Ash nunca dijo que hubiera uno, yo lo sabría, esas cosas me las cuenta. Y si no lo ha hecho lo pagará caro- protesto, escandalizado porque nadie me haya informado de que hubiera nada tan interesante en la escuela como un troll de guardaespaldas del director de la escuela.

-Molaría el dragón, síiiii...- se me escapa una sonrisa de pícaro demente, sólo de pensarlo me parece una pasada.

-Ya sabes en qué Casa quieres estar Nicky? Tenemos que ir a ver el Sauce Boxeador y la Casa de los Gritos, mi hermano dice que no vayamos ahí así que tiene que ser una pasada!!- digo excitado totalmente con la idea de escabullirme e ir a sitios peligrosos sólo por diversión.

-Pero definitivamente si hay un Troll, tenemos que ir a verlo- sonrío malvadamente, como sólo un niño travieso como yo puede hacer.

Afirmo con la cabeza cuando me presenta mi hermano ante aquel niño. ¿De qué se conocían? Intercambié una mirada de suspicacia con Dariel. A saber...

Cerré la mano alrededor del dinero que me había dado mi hermano e ignoré completamente tanto su comentario sobre la rana, como su petición de encerrar a Nimue.

- ¿Y qué pasa con el trol cuando está el director? -Enarqué una ceja.- Porque no es precisamente pequeño. -Parpadeé un par de veces, me costaba bastante creerme aquello.

Me levanté del asiento y asomándome a la puerta del compartimento llamé a la bruja del carrito. Compré una bolsa de ranas de chocolate y le pagué con los tres galeones. Uno y medio mio, y lo restante de Dariel.

- La mitad de los cromos son míos. Si quieres compartirlos con él, que sean de los tuyos. -Avisé mientras me volvía a sentar.

Era una mañana soleada, en la casa de los Graham las risas y el aroma a café recién preparado se mezclaban con la emoción y el apuro del comienzo de Clases. Crystal subía y bajaba las escaleras de su casa preparando sus maletas, no quería que se le olvidase nada. El año de clases era largo en Hogwarts y ese año la emocionaba el hecho de que Valentine, su hermanita menor comenzaba su primer año de clases también.

Muffys maullaba correteando por la casa, cuando Crystal buscó su jaula para colocarlo en ella el gatillo que era muy travieso se colgó de la lámpara del comedor, sabiendo que allí Crystal no podría alcanzarlo. Papá James, entró y no pudo contener la risa, al ver a Crytal parada en puntillas de pies sobre una silla tratando de alcanzar a Muffys que se balanceaba en la lámpara del comedor. Por suerte llegó en el momento justo en que Crystal resbalaba de silla y alcanzó a atraparla.

-Tranquila hija, déjamelo a mí yo lo atraparé- El travieso gatito saltó por sobre la cabeza de James y se metió solito en la jaula, sabía que con papá James no se bromeaba.

Crystal se tapaba la boca disimulando la risa. Mamá Elizabeth entró en escena cargando a Peter el pequeño de los Graham, lo dejó en brazos de su padre y abrazó a Crystal. –Mi pequeña Eli, ya es tu segundo año en Hogwarts y aún no me acostumbro a que no estés en casa.- Ambas se emocionaron.  - Me recuerdas a mi cuando asistía a clases.- Dijo mirando a James de reojo, quién le devolvió una sonrisa cómplice y le guiñó un ojo.

La puerta se abrió de  golpe y entro Valentine arrastrando su maleta. – Uf, creo que al fin ya está todo.- Todos se miraron y rieron.

-Daos prisa, hay un tren que abordar.-

Llegaron al andén 9 3/4

Llegamos con el tiempo justo para arribar al tren, ayudo a Valentine, mi pequeña hermanita a subir al tren con todo su equipaje. Una vez en el tren la dejo en el vagón de las niñas con sus pequeñas amigas, prefería ir con ellas. A pesar de ser pequeña, se siente grande ahora que comienza sus clases en Hogwarts.

Luego de despedirme de mis padres, seco mis lágrimas, no quiero que nadie noté mi emoción. Los chicos pueden verdaderamente crueles a veces y mis compañeros no eran la excepción, aunque seguramente para ellos también les causaba algo de angustia dejar sus hogares para ir a Hogwarts, seguramente no lo reconocerían.

Camino por el pasillo buscando un lugar para acomodarme, el viaje sería largo.

Desde fuera se escuchan las risas y las luchas entre Dariel y Morguis por quién pagaría las ranas de chocolate, lo mismo de cada año, ya había olvidado como eran estos sabandijas.

Me cruzo con la Bruja del carrito y le pido: - Por favor, una bolsa de Varitas de Reagaliz, y 12 chocolates, y pago a la bruja con 6 galeones.

Desde fuera escucho: "La mitad de los cromos son míos. Si quieres compartirlos con él, que sean de los tuyos”. Y resoplo. -Espero que los dulces sean suficientes para mantenerlos contentos un rato.-

Preparo mi mejor sonrisa, abro la puerta y me introduzco en el bagón, con todo mi equipaje y con mi pequeño Muffys que no dejaba de maullar. -Buenas a todos, habrá un lugar para nosotros aquí.?-  Al parecer todo el tren está completo

Sonrío con orgullo cuando me pregunta a qué Casa quiero ir. ¡Claro que sé a qué Casa quiero ir! Mi pecho se hincha de orgullo al decir:
- Tengo clarísimo que iré a Gryffindor, la más mejor Casa de toda Hogwarts.

Respondo a Morgana:
- Hombre, es evidente que el trol necesita descansar, ¿no creéis? Pues imagino que cuando el Director está en el despacho, el trol se va a dormir a algún lugar. Supongo que habrá algún modo de que pase sin que los alumnos le veamos. ¡Que no lo sé! Es lo que me han contado... -Añado, no muy convencido del todo. Miro a Dariel. - Igual tu hermano no te lo ha dicho para que no te sientas tentado a ir a ver.

Al oírlos "discutir" por las chocolatinas y los cromos, voy a interrumpirles cuando la puerta del compartimento se abre y entra una niña con una bola de pelo blanca. 
- Hola, sí, claro, aún hay hueco. -Le hago un gesto con la mano para que se siente. - Soy Nick.

Vuelvo a mirar a los hermanos, retomando la conversación.
- Yo no hago la colección de los cromos, ni me gusta mucho el chocolate, así que no os preocupéis por mi. -Sonrío tranquilamente. -¿Y vosotros qué? ¿A qué Casa queréis ir? -Pregunto a los tres, mirando también a la chica recién aparecida.

Me quedé observando cómo Nimue intentaba chinchar a Dariel, a veces era increíble lo descarada que era. Le acaricié el lomo, y tan pronto como lo hice, esta se giró de repente, mirando hacia la puerta. Dos inquilinos nuevos. Una rubia, y una bola de pelo blanca con cara de no saber muy bien donde está ni lo que él mismo es.

- ¡Hola! -le sonreí y luego volví a la conversación con Nick.- ¿Pero qué es la mascota del director o qué? -¿Se podían tener trols de mascota?- Bueno da igual, ¿en serio que no te gusta el chocolate? -Lo miré como si se tratase de un bicho raro.- ¿Por qué? -Mi cara desde luego mostraba un nivel de confusión notablemente alto.

- La verdad es que me da bastante igual a qué casa ir, de hecho, justo por eso siento bastante curiosidad por saber cuál será.

Nimue tras pensarselo durante un momento bastante breve, terminó por maullar y acercarse al nuevo gato que había allí. La observé con interés. Nunca sabía por dónde iba a acabar saliendo esa gata. Muchas veces me pasaba por la mente la idea de que en realidad era una persona transformada.

-Por supuesto que serán de los míos- respondo desafiante a mi hermana melliza -No contaba con los tuyos para nada, todos en casa sabemos que estás muerta por dentro. Sis' tienes un grave problema para compartir las cosas- sonrío torcidamente. Y eso que nuestros padres, especialmente nuestra madre, nos ha enseñado desde muy pequeños a ser solidarios, cooperativos y ese tipo de cosas tan pro-activista muggle que tanto la caracteriza. Pero Morgana nunca está por la labor, supongo. Le ofrezco la mitad de mis ranas de chocolate a Nick.

-Coge las que quieras- le digo a éste, mientras cojo una para mí. Entonces entra una niña desconocida en el vagón, supongo que era esperar mucho que estuviéramos los tres solos.

-Claro, hazte un hueco ahí, es un mundo libre- respondo a la vez que Nick a la niña rubia con un gato. Otro maldito gato, el mundo contra mí, porqueeeee??!!

-Yo soy Dariel- me presento tras hacerlo Nick. Lo acompaño de una sonrisa encantadora, a pesar de su compañero felino -Y esta troll de aquí es mi hermana Morgana- la presento, porque sí, porque sé lo mal que en el fondo se le dan estas cosas, especialmente cuando está de mal humor, como hoy. Cuando quiere puede ser la diva del lugar pero cuando está como hoy, no hay quien la aguante.

-Sis’, retén a esa gata tuya, como se líe te juro que la lanzo por la ventana…- le aviso a mi hermana Morgana. Esa gata suya es aún peor que yo, no hay manera de saber por dónde va a salir y le gustan muy poco las compañías de sus congéneres felinos. Lo sé por experiencia, un día traté de despistarla lanzándole el gato del vecino y fue un completo desastre. El pobre gato nunca será el mismo, lo dejó tuerto. Me giro de nuevo hacia Nick.

-Entonces me quedo con tus cromos- continúo con la conversación que había quedado interrumpida por la entrada de la niña nueva -Compraste algo más Sis? – le pregunto a mi hermana antes de volver a preguntarle a Nick de nuevo -¿Te gustan las golosinas? Las babosas de gelatina están buenas...- le arranco la cabeza a la rana de chocolate y la masticoteo con sumo gusto. Miro de reojo a mi hermana antes de contestar la pregunta de la Casa. Trago el chocolate y respiro hondo. Ella como es chica no importará tanto, pero yo al ser niño se espera algo... más.

-Debería ir a Slytherin, nuestro hermano mayor va a esa Casa y nuestro padre, nuestro abuelo, blablabla, vamos toda la familia es de Slytherin, pero sinceramente no me siento muy de ahí, la verdad, así que supongo que me dará igual a donde vaya a parar- me encojo de hombros.

- No es que no me guste el chocolate -Replico, a la defensiva al ver la cara de Morgana. - pero tampoco me dice nada, no me apasiona así que como muy de vez en cuando. En pasteles de cumpleaños, el Día de Pascua...

Acepto una de las babosas de gelatina ya por compromiso, por no rechazarlo también y que piensen que soy un borde, pero tampoco es que me haga mucha gracia. No soy muy de dulces, la verdad. Me quedo mirando a Dariel extrañado cuando dice que él debería ser de Slytherin por familia, ya que no me lo esperaba para nada, me imaginaba a los Slytherins como pijos estirados.
- Pues molaría que nos tocase a todos en Gryffindor. Al menos conocería a alguien, que yo no tengo hermanos ni conozco a nadie más aquí. Aunque como aquí también haya recuperaciones... fijo que voy. Siempre suspendo Historia y Geografía.

Muevo la mano de un lado a otro en el aire, restándole importancia a las palabras de mi hermano. No es que no me gustase compartir, es que muchas veces das la mano y te cogen el brazo. Si no conozco a la persona, no recibirá nada mío por la cara.

- Mi gata no hará nada, es que tú eres un quejica. -Respondo a Dariel por lo bajini. En realidad ni yo estaba segura de aquello que había dicho, pero tampoco podía darle el gusto de reconocer de buenas a primeras que tenía razón.

- Entiendo. -Contesto a Nick.- La verdad es que no estaría nada mal que estuviesemos en la misma casa, sí. -Aunque lo cierto es que dudaba que acabase en Gryffindor. No me notaba excesivamente valiente... ¿Alguien que tuviese miedo a los insectos podía considerarse algo como tal? No lo creía.

- ¿Y tú cómo te llamas? -Miro a la niña rubia, que aún no había dicho palabra tras haber preguntado si había hueco, y luego miro a mi hermano Dariel, pero a este con cara de "¿ves?, no soy tan borde".

&ltp>Miro a Nick y luego a Dariel ambos había sido muy gentiles en ofrecerme un espacio a su lado. Luego miro a Muffys, este gato es muy perceptivo, copiando mis movimientos mira a Nick y luego a Dariel y maulla como lo hace cuando algo lo espanta, así es que siguiendo el instinto de Muffys, acepto el lugar al lado de Nick. Saludo a los tres: -Hola mi nombre es Crystal Elizabeth Graham,  mis amigos me llaman simplemente Eli. Pueden llamarme como deseen. Nunca hemos compartido vagón… Y éste (digo señalando a mi pequeña bola de pelo), es Muffys. Es muy sociable por cierto- y antes de poder detenerlo Muffys, salta de mis brazos, pasa por encima de Dariel, maulla con todas sus fuerzas y se va directo a saludar a la gata de Morguis… Mi cara se pone del color de un tomate:-Ven aquí Muffys, eres un gato muy atrevido- y rescato rápidamente a Muffys de la situación. La gata de Morgana no parecía entender la euforia de Muffys,  como buena gatita ella parecía muy refinada. Tratando de simular la vergüenza, agrego: -He traído golosinas, alguien gusta una Varita de Regaliz o un chocolate.- Este gato lograba ponerme en situaciones bastante incómodas a veces. Resoplo y  luego de acomodar mis cosas me siento al lado de Nick. Al parecer el viaje sería bastante largo. Acaricio a Muffy y me quedo en silencio.

Afirmo con la cabeza. Estaría bien sí, probablemente mi padre se tiraría algo de los pelos con eso, pero supongo que lo acabaría aceptando. Aunque no sé si quiero estar siempre pegado a mi hermana todo el día. Ella tiene a sus amigos y yo a los míos y quiero que siga siendo así. Por cierto, hablando de amigos...

-Morg, has visto a James cuando fuiste a comprar las chocolatinas?- le pregunto a ésta de forma repentina. Me parecía raro que no hubiera aparecido, de hecho, el puesto que está ocupando la chica rubia era para él, pero no sé dónde está. Se habrá perdido?

Me encojo de hombros cuando mi hermana me lanza esa mirada de autosuficiencia, como si fuera la gran cosa. Eso no demuestra nada! Finalmente la niña rubia se presenta y suelta que nunca hemos compartido vagón. Estoy por soltar un comentario cínico a lo "evidente, es altamente improbable si esta es la primera vez que vamos en el tren", pero me muerdo la lengua y no digo nada. En vez de eso, sonrío a la niña de forma amable hasta que se me tuerce el gesto al saltar sobre mí su puñetero gato para usarme de trampolín y acceder a la gata de mi hermana. Porque me odian tanto estos bichos??

-No gracias, no me gusta el regaliz- rechazo educadamente, algo desquiciado por tener tan cerca dos gatos. No me gustan, no me gustan nada.

-Creo que voy a salir a buscar a James, seguro que se ha metido en algún lío tonto o se ha perdido- me levanto de golpe, nervioso con tanto felino a mi alrededor. Si pudiera les bufaría a los dos y les sacaría las uñas, pero no puedo. Prometí comportarme. Paso por entre el bosque de piernas de los tres, alcanzo la puerta y salgo fuera de nuestro compartimento para llegar al pasillo.

- No, gracias. -Hago un gesto de negación con la mano ante la oferta de Eli. Luego miro a mi hermano y me encojo de hombros.- No sé donde está. Creía que nos lo encontraríamos aquí... Pero la verdad es que es un tren bastante grande. Supongo que no tuvimos eso en cuenta.

Cuando Muffys, el gato de Eli, comenzó a moverse por encima de Dariel, no pude evitar soltar una risilla que se convirtió en carcajada cuando este decidió salir del compartimento en busca de nuestro amigo.

- Los gatos no suelen llevarse muy bien con él. -Le explico a Eli y a Nick.

Cuando Dariel se fue del compartimiento, me sentí realmente culpable: Ese chico seguro iba a odiarme, pensé para mis adentros. Pero cuando Morgana, rió, no pude evitar reír con ella. Tapé mi boca para que mi risa no fuera tan evidente. Miré a Morgana: -entiendo, a Muffys le custa entender eso, es un gatito consentido.- dije tomando a Muffys en mis brazos. Miré a Nick, que ahora se quedaría solo con nosotras y nuestros peludos amigos. Sólo esperaba que él no saliera huyendo también. Vaya manera de comenzar las clases.