Partida Rol por web

Miro mi nota y luego miro la de mi hermana. Bueno, no está mal para ser una materia sobre animales... No va a impedir que duerma por las noches.

-Vamos a hacer algo entretenido?- les digo a Nick y a mi hermana Morgana -Investigar?- propongo, aunque no tengo muy claro el por donde empezar.

Me despedí de mis compañeros según se fueron de allí y me volví hacia Dariel.

- Conmigo no cuentes hasta de tarde. Ya me está rugiendo el estómago, así que iré a comer y luego a clase. Después, si no coincidimos en ella, búscame, o te busco o... bueno, podemos activar los poderes de mellizos, a ver si nos siguen funcionando. -Recogí las cosas y me puse la mochila al hombro.- Por cierto, ¿tienes por ahí alguna hierba de Soleil? Ya sabes, algún té raro. Para activarme. Últimamente estoy demasiado dormida por las mañanas.

Tras entregar su trabajo y matado el tiempo admirando el exterior, Eli se fue al comedor. Ya no hacía tiempo para salir por ahí fuera. Y se acercaba el tiempo de ir a clase.

Agité la mano, despidiéndome, al ver que Dariel pasaba de mi culo.

- Ya nos vemos luego, pringao.

Tendido allí, junto a la cabaña, estaba vuestro otro profesor de Conocimiento de Criaturas Mágicas.

Sarth - Melem, para quien no lo conociera, era un centauro y antiguo profesor de primero. Ahora había cambiado de asignatura y se iba a dedicar en cuerpo y alma al desarrolló de la materia sobre criaturas mágicas.

El centauro os estaba esperando allí, en el lugar que ya era habitual para el desarrollo de aquella clase y con una sonrisa os fue indicando dónde debíais sentaros. Había una pequeña fogata, y a su alrededor un montón de jirones de paja para que os sentarais y os calentarais. Junto a cada uno de ellos había algunos tocones donde os podríais apoyar para desarrollar la clase teórica del día.

Buenos días, queridos míos. Dijo el profesor. Estoy encantado de impartir esta materia este año, y espero que vosotros lo estéis de que la imparta yo. Creo que es importante que hoy estudiemos una criatura mágica, como lo son los basiliscos ¿No os parece? Dijo a modo de pregunta retórica.

Bien, sentaos y empezad a escribir. Dijo con un tono que simbolizaba que, para quien no le interesase, aquella clase podría suponer un auténtico aburrimiento.

E irguiéndose y sacando pecho, comenzó a relatar como si fuera de memoria, el contenido de aquella clase.

"El basilisco es una serpiente verde brillante que puede alcanzar más de quince metros de largo. El macho luce una pluma escarlata sobre la cabeza. Tiene colmillos excepcionalmente venenosos, pero su arma más mortífera es la mirada. Cualquiera que mire directamente a sus grandes ojos amarillos morirá al instante. Sin embargo, si se lo observa a través de algún objeto o reflejado la víctima solo quedara petrificada. Los fantasmas pueden verlo directo pero de igual forma solo resultan petrificados. Esto es debido a que los fantasmas ya se encuentran muertos y no pueden volver a fallecer. Pero los fénix son inmunes a esto. Las acromántulas y los basiliscos son enemigos a muerte, son enemigos naturales.

Los colmillos del Basilisco poseen un mortífero veneno, capaz de matar un humano en minutos; el único antídoto contra esta mordedura son las lágrimas de fénix, también es capaz de destruir objetos que luego son imposibles de reparar incluso con magia. El veneno de este es muy potente incluso después de muerto. La piel del basilisco es de características similares a la de un dragón, capaz de repeler hechizos. Muda de piel a intervalos regulares, al igual que el resto de las serpientes, cuando crece.

El Basilisco tiene ojos amarillos

Si la cantidad de comida es suficiente (el basilisco se alimenta de todos los mamíferos y pájaros y de la mayoría de los reptiles), puede llegar a vivir muchísimos años. Se cree que el basilisco de Herpo el Loco vivió cerca de novecientos años y el de Salazar Slytherin aproximadamente mil años. El canto del gallo es su debilidad mortal. El macho se diferencia de la hembra por una pluma escarlata en su cabeza.

La cría de basiliscos es ilegal desde la Edad Media, aunque la práctica se puede ocultar fácilmente sacando el huevo que estaba debajo el sapo cuando aparecen los empleados del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Sin embargo, puesto que nadie puede controlarlos excepto los hablantes de pársel, los basiliscos resultan tan peligrosos para los magos tenebrosos como para cualquier otro".

Estaba claro que sabía de lo que hablaba. Y no necesitaba libro alguno para recitar aquellas palabras.

Bien, pues como deberes quiero que hagais una breve redacción sobre lo que sabéis y conocéis sobre los basiliscos. Aceptaré una primera parte del trabajo, quiero que me la entreguéis ahora. Y para los exámenes de diciembre quiero que hayais ampliado vuestro conocimiento y me hagais entrega de una segunda parte.

Ahora, sentaos comodamente y escribid en silencio todo lo que sepais.

¡Ah! ¡Y no me olvido! Dejadme junto al tocón vuestro trabajo de los ciempiés. Iré pasándome a recogerlos y los corregiré yo. ¡Muchas gracias!

Enya llegó a otra de las clases que le causaba gran interés, algo que no parecía que hiciera el mismo efecto sobre el resto de sus compañeros de casa, ya que nadie había llegado. El centauro se plantó y empezó a hablar del basilisco de tal forma y con tal claridad que era imposible perderse en la explicación. Enya prestó atención a cada palabra y, cuando terminó de hablar, preparó el ejercicio que había que hacer en clase y además anotó en su cuaderno de notas que tenía que hacer una redacción para diciembre. El basilisco... Mientras empezó a pensar en él, le entró un pequeño escalofrío. Era un ser bastante temible. Entonces el macho se diferencia de la hembra en esto y esto. Come tal cosa. Me suena que hace unos 40 años hubo un ataque en Hogwarts. Ah, sí, el famoso Harry Potter hizo algo, ¿qué era? Siguió intentando recordar para hacer una buena redacción.

Repasó una y otra vez lo que había escrito. Tiró un primer borrador y reescribió de nuevo. Finalmente, escrutó cada línea de nuevo y su caligrafía. Intentaba que fuera legible. Se le pasó por la cabeza si sería capaz de poner los ojos amarillos como un basilisco. Creo que luego practicaré en el dormitorio. Enya dejó tanto el trabajo de los ciempiés como la introducción a los basiliscos junto a ella y esperó a que el profesor Sarth pasara junto a ella. Cuando llegó a recoger el trabajo, se dirigió a él: Siento no haber venido a clase la última vez, estaba enferma. Ithan sobre todo y un poco Asterope me han ayudado a hacer el trabajo de los ciempiés.

Ithan llegó casi cuando la clase comenzaba. No parecía tener prisa, y cuando llegó se sentó en su sitio, sacando los enseres para escribir, preparándose para aquella clase que no solo le aburría, además le recordaba que siempre había deberes después. Pero el centauro se puso a hablar, e Ithan simplemente comenzó a copiar sin demasiado interés.

Lo copió entero, según fue hablando. Después escribió su primera parte del trabajo y dejó ambos trabajos donde el profesor le indicó, sin decir palabra.

Kelly llegó poco después de sus compañeros de Gryffindor -Hola- saludó a Enya y a Ithan. Aun no había llegado el resto por lo que tomó asiento cerca de ellos.

El calor de la fogata y el lugar en si le parecían muy acogedores, aunque fuera al aire libre. Aquella, junto con transformaciones, clase era su favorita y estaba dispuesta a aprender todo lo que pudiese, por lo que no olvidó preparar pergamino y pluma para tomar nota de lo que decía el profesor, así como para empezar la redacción sobre lo que había aprendido leyendo el libro.

Una vez hubo tomado nota comenzó su redacción. "El Basilisco..." empezó a escribir con letra redonda.

Esta asignatura no atraía precisamente a Matt. No se dejaba impresionar demasiado por las criaturas mágicas. Sin embargo, esta vez no pudo disimular cierto agrado al conocer de qué criatura hablarían. Un basilisco. Su tamaño intimidaba y su aspecto era fiero, peligroso, o eso había visto en imágenes. Al fin un animal que no es ñoño, pensó Matt divertido. No era un dragón, criatura que sí entusiasmaba a Matt, pero tampoco estaba mal. Pero no había ningún basilisco ahí, tendrían que usar su mente para visualizarlo.

Cogió su pergamino y empezó a pensar qué escribiría.

Basilisco. Se trata de un reptil gigante, concretamente de una serpiente, dada su carencia de patas. No obstante, no las necesita, es capaz de moverse ferozmente y sus ojos son capaces de matar a distancia. Sin olvidarse de su veneno... sin el antídoto adecuado el animal o humano que es envenenado muere. Veneno que además es capaz de corroer objetos inanimados.

La diferencia principal entre los dos sexos es que el macho porta una pluma en su cabeza- aunque si veo uno de esos lo normal es que corra antes de mirarle y exponerme a sus ojos amarillos, pensó Matt- y viven muchísimo más que los humanos y que la mayoría de criaturas. Eso las hace aún más temibles. Cientos de años cazando les hace experimentados y mortíferos. Son tan peligrosos que está prohibido criarlos. Claro, que nadie en su sano juicio los criaría sin estar loco o creer que tiene una buena razón para hacerlo. 

Y a Matt no se le ocurría ninguna razón para que alguien hiciera tal cosa. Cuando hubo terminado, dejó sus redacciones donde el profesor indicó.

Maxwell estaba frustrado, y lo expresaba gruñendo entre dientes. Escribir en el aula era complicado, y el resultado nefasto. Hacerlo allí fuera, sentado en el suelo con las piernas cruzadas y el cuaderno apoyado en el regazo era una cruel tortura. Que conocimiento de criaturas mágicas fuera la asignatura en la que más gilipolleces había que copiar no lo hacía más agradable.

Y aún tengo que hacer la puta redacción. ¿Qué mierda sé yo sobre basiliscos? El profesor los había pintado como bichos de los que molaban. Resistentes a la magia, capaces de matar con una mirada y extremadamente longevos. Se hubiera arriesgado a morir por echar un vistazo a uno. A diferencia de los ciempiés, sin embargo, era improbable que los terrenos de Hogwarts alojaran monstruos de ese tipo.

Consultando el libro y poniendo buena parte de su propia cosecha, recordando lo que había leído sobre basiliscos en libros muggles, peleó contra los útiles de escritura, hasta llenar su pergamino de caracteres abigarrados, irregulares, deformes y, con suerte, legibles. Cuando acabó, dejó ambas redacción donde había indicado el centauro.

Según llegaban a la zona de clase, Erzsébet parecía irse animando un poco. No llegaba a ser ella misma, pero al menos mantuvo el paso de Orsolya sin que tuviera que andar tirando de ella.

Al llegar, Orsolya saludó a Kelly con una gran sonrisa. Esperaba que llevara un trabajo de ciempiés tan currado como los que llevaban ellas.

La clase trató sobre el basilisco. ¿Qué gracia tenía tener una asignatura como aquella si no les traían los animales para estudiarlos? Bueno, tampoco importaba. Aunque el profesor dijera que eran difíciles de encontrar, seguro que en algún punto de Hogwarts habría alguno, fuese bosque prohibido, mazmorras, cuartos oscuros y secretos, debajo de la cama de algún alumno... Simplemente tendrían que buscar, al igual que habían hecho con los ciempiés.

Apuntando ideas varias sobre ellos, las crías también se dedicaron a dibujar como creían que eran, o mejor dicho, como esperaban que fueran. Si los ciempiés hubieran sido unos compañeros de aventuras más que aceptables, lo cierto es que un basilisco como corcel podía ser increíble.

Dejaron sus antiguas redacciones a un lado para que el profesor pudiera cogerlas cuando pasara a su lado.

El profesor comenzó a corregir los trabajos al tiempo que el resto hacía los deberes. La cara de Sarth-Melem era un verdadero poema. No paraba de sonreír. Se podría decir que nunca nadie antes le había visto tan contento.

¡Es increíble! ¡Sinceramente no me esperaba una calidad y una profesionalidad tan absoluta con los trabajos que habéis redactado! Parecen propios de un entendido en la materia, ahora supongo que sabréis casi tanto como nosotros sobre esos pequeños ciempiés. Estoy muy orgulloso de lo que habéis hecho, está claro que Psíone os supo motivar bien, y espero que yo sepa hacerlo igual que ella. ¡Porque verdaderamente son extraordinarios!

Salvo los que no me presentaron nada, como fue el caso de Enya, el resto tengo que premiaros con grandes puntuaciones que jamás antes había visto en esta asignatura. ¡Enhorabuena a todos, no puedo evitar ser tan generoso con vosotros, porque es sorprendente!

Y haciendo un gesto con la varita, las hojas que estaban alrededor del profesor se colocaron de tal forma que dejaron ver una impresionante tabla que dejaban como resultado unas puntuaciones extraordinarias.

¡Mi más sincera enhorabuena a las gemelas Padurearu, se nota que esta asignatura es su favorita! Las había visto muchas veces buscando ciempiés por los jardines y los terrenos, pero no sabía que fueran a hacer un trabajo tan bueno. ¡Enhorabuena!

Erzsébet terminaba de dibujarle un cuerno a su basilisco, que hacía perfecto juego con sus alas emplumadas cuando la hora de entregar los trabajos de clase llegó. Sabía que su hermana sacaría muy buena nota por la redacción de los ciempiés, al fin y al cabo los bichos, monstruitos y todo tipo de cosas viva, incluso las rocas, eran su especialidad. Lo que no se esperaba es que ella también se llevara un buen mordisco de puntos. Sonrió contenta a Orsolya, que empezaba a recoger sus cosas sin mostrar ninguna alegría por los resultados. O, ¡vaya puntuación! y no eres Slyth ni la profesora esa, la Grynch, dijo haciendo referencia a Green. Orsolya encogió los hombros. E, es como cuando tu te dedicas a hacer piruetas con la escoba y te dan puntos por ello, no tiene merito, ¿verdad? Erzsébet se quedó un poco pensativa y asintió con la cabeza. Pues tienes razón. ¡Pero yo sí estoy feliz! Sin tu ayuda no lo habría conseguido, abrazó a su hermana, aparentemente repuesta de su apatía mañanera.

Lo habéis hecho muy bien, se acercaron ambas a felicitar a Maxwell y Matthew. Era Erzsébet la que hablaba. Si acababa de quedar una cosa clara en aquella clase es que los Hufflepuff eran muy trabajadores. La nota más baja había sido la de Max y éste había sacado casi la misma que el que más había sacado de Gryffindor. Una pena Kelly, dedicó un vistazo hacia la niña. Si llego a saber que lo llevaba tan mal, la dejo copiar.

Terminando de recoger, Orsolya deicidio que estando su hermana bien, lo mejor que podían hacer era ir a practicar conjuros que aún tenían pendientes. Chicos, nos vamos al aula de duelo. Se que tenemos clase después de comer, pero me gustaría que Erzy aprendiera el Raiinniin antes. ¿Vale?, preguntó esto último a su hermana. Erzsébet sonrió, dispuesta a darlo todo, ahora que parecía habersele quitado el algodón que rellenaba su cabeza. Solo esperaba que su varita funcionara y se hubiera librado del maleficio de la varita de Matthew. Hasta luego, se despidieron de ellos y de los Gryffindor.

Camino al castillo, ambas levantaron sus varitas al grito de Artifficus, embutiéndose en sus atuendos de duelo.

Enya estaba un poco frustrada. Ella no había podido estar en la clase de los ciempiés. Había estado enferma. Además, había estado recuperando varios hechizos y es verdad que solo le había dedicado una tarde en la biblioteca al trabajo. De ahí a "no haber entregado nada" creía que había un trecho, pero suponía que lo había hecho tan mal que era como no haber hecho nada. Sin embargo, creía que el trabajo del basilisco iba a irle mejor. Pero ahí estaba el trabajo de los ciempiés, reconcomiéndola por dentro.

Decidió ir hacia el aula de duelo junto con las gemelas a ver si podía practicar con ellas o con alguien más hechizos para seguir recuperándolos. Chicas, voy con vosotras. Y mirando a los de su casa. Si no venís, nos encontramos luego a la hora de comer. Hasta luego. Teniendo en cuenta que los de su casa andaban un poco difusos últimamente, lo mejor iba a ser buscar otras ayudas. 

Maxwell se quedó mirando la tabla con cara de circunstancias. ¿Eso era un aprobado o un suspenso? Las gemelas le habían felicitado, buena señal, aunque sus puntuaciones habían sido mucho más altas. El profesor se había marchado al galope al terminar la calse, así que no le podía consultar. No lo había convocado para recuperación, así que suponía que estaba, cuanto menos, aceptablemente bien.

Encogiéndose de hombros, guardó su redacción y se marchó de la clase a comenzar el trabajo sobre basiliscos, antes de que se le volviera a olvidar la existencia de aquella clase.