Partida Rol por web

Entro por la puerta del vagón con la jaula de Pyros en mi mano y mis libros en la otra. A lo largo del viaje debería ser capaz de leer un par de cosas interesantes a cerca de su cuidado en el libro de Cuidado de criaturas mágicas, con lo que ese es mi primer impulso nada más entrar.

Una vez dentro, descubro a una joven alumna, de primero o segundo, que lee un libro en un rincón.

-Disculpa el jaleo, no pretendía interrumpirte.-Digo colocando la jaula de Pyros a un lado y sentándome a leer.- Soy Helios y este es Pyros.-Digo señalando la jaula donde mi fénix aguarda pacientemente a llegar a Hogwarts. Un pequeño graznido a modo de saludo es la atención que mi mascota le dedica a la joven maga antes de comenzar a picotear de su comedero.

Dicho esto, espero unos segundos su respuesta antes de empezar a leer sobre los Fénix.

Enfrascada en un párrafo interesante se encontraba, cuando percibe el nerviosismo de Kevlar que comienza a ulular a modo de advertencia. Un niño menudo con lentes de aspecto insignificante, portaba un fénix con su jaula que llamó la atención de la niña de trenza cocida.

-Está bien, no te preocupes...dice ante las disculpas de Helios. Mi nombre es Ludmila Giles Freire, y él es Kevlar. señalando a la lechuza negra con grandes ojos saltones.

Observa un segundo el familiar de Helios. La cabeza, la forma del pico, las escleras brillantes, el penacho erguido, la forma de la cola y por el último el color de las plumas...Debo decir que el plumaje de Pyros es grandioso, tienes que cuidar su alimentación si pretendes mantenerlo de esa manera...dice la niña que parecía conocer del tema. Hablaba con el mentón erguido de manera algo ampulosa mientras observa de reojo el título de su libro. -Es una responsabilidad grande tener un fénix, espero que lo sepas...dice para luego meterse nuevamente en su lectura.

-Lo se.-Digo sonriendo.-Aunque temo no saber tanto acerca de sus cuidados como parece que sabes tu. Voy a pasar el viaje leyendo y documentándome para cuidarlo como se merece.

Al llegar donde se encontraba el tren, como la primera vez, iba pensando en mis cosas y procurando no tropezar con alguien incómodo.

¿Vería a Gwen de nuevo?, sería algo que me haría ponerme un poco rojo. 

Levanté la mirada un instante por si veía a alguno de mis compis del año pasado, pero nada. Así pues, decidí entrar en uno de los vagones, abrí una de sus puertas, la número 3.

Observé que había gente allí. No les conocía, pero me daba igual. Les saludé con la cabeza, sin decir nada y me acomodé en un asiento libre. Dejé a mi gato tranquilo y me dispuse a leer mi libro sobre Artes Oscuras.

Con paso poco decidido llego al tercer vagón, Perry quiso irse con sus amigos, y aunque no puedo culparle por ello, en cierta forma me siento abandonado y algo traicionado. Soy consciente de que no puede llevarme a todas partes, que si me lleva con sus amigos y les dice algo así como "Hola, chicos, este es Edward, mi hermano pequeño", parecería que es mi niñera o algo así, y probablemente le dificultase las cosas.
Abro la puerta arrastrando mi carro y me quedo algo sorprendido al ver que ya hay gente dentro, aunque observo que tiene un hueco todavía... y ese sitio es tan bueno como cualquier otro. Lo que sí hago es quedarme boquiaberito al ver al fénix, es totalmente increíble.
-Hola, encantado, mi nombre es Edward Ward, soy alumno de primero. - Digo mientras hago una leve inclinación con la cabeza y me quedo mirando a los compañeros de vagón.

Hay una chica bastante guapa con una trenza sentada en uno de los asientos. Tiene una mirada algo extraña, como si quisiera ocultar algo... y eso en unión al rostro de piel blanquecina causa cierto desconcierto, de alguna forma esa expresión me recuerda a la figura de Lilit de la mitología judía.
A su lado hay otro chico, el propietario del fénix. Es bastante bajo, y el resto de su aspecto físico me genera algo de controversia. Eso sí, el hecho de que lleve un libro y tenga gafas, me hace sacar una sonrisa, me recuerda a Perry.
Por último, hay otro chico, de aspecto mayor, quizás como mi hermano, pero también es bajo para su edad, y el hecho de que esté leyendo un libro sobre las artes oscuras... pues sincéramene, me asusta. Seguro que un Slytherin de esos.

Después de haberme presentado y dado mi nombre a todos, termino de entrar en el vagón y dejo mi baúl junto al asiento libre, intentando ajustarlo de forma que debido al posterior traqueteo de las vías no empiece a hacer ruido.
Observo que todos ellos tiene mascotas, de hecho asi todo el mundo que he visto las tenía, quizás hubiese sido buena idea hacerme con alguna, puede que así sufra algún problema de integración o algo...
Emito un leve suspiro, lo cierto es que ya no hay mucho que hacer, la opción de conseguir un animal se ha volatilizado en el momento de entrar en el tren.

Miro al resto de los presentes, valorando si es buena idea intentar iniciar una conversación, pero no estoy seguro si esa buena idea, el chico de pelo entre rubio y castaño no parece muy amistoso, y la chica... el otro chico, el bajito, si parece simpático y creo que podría hacer migas con él, quizás se dirija a mi y me pregunte por algo.

Antes de volverme a concentrar en mis cosas, me percato del libro que está leyendo el pequeño, y la sonrisa de mi rostro aumenta, está leyendo sobre cómo cuidar a su amscota, algo parecido a lo que he hecho yo con ese libro comprado en último lugar.

El tren estaba casi al completo y la mayoría de los compartimentos y vagones iban saturados de maletas, jaulas de animales y sobre todo gritos y conversaciones. Pocos minutos después de que estuvieseis instalados el tren hizo un sonoro ruido y éste arrancó.

La mayoría de familias mágicas estaban allí despidiéndose de sus hijos, para algunos sería el primer año en Hogwarts, para otros sería ya el último. Los alumnos estaban pegados a los cristales de sus compartimentos, otros estaban sacando un pañuelo por la ventana, pero todos sabían que el expreso arrancaba y que en unas horas llegarían a la Escuela.

El viaje sería largo y llegarían para la cena, hasta entonces lo mejor sería ponerse cómodo y esperar a que terminase. Debían llegar frescos y relajados, pues nada más llegar comenzaría la ceremonia de Selección y ese era un acontecimiento único e irrepetible que serviría para asignas a los alumnos de primero en una casa que le marcaría para toda su vida.

Cuando el tren se pone en marcha, me encuentra ya sentado esperando en silencio a que esto ocurriese. Lanzo una mirada al resto de mis compañeros para estudiar sus reacciones y me levanto de un salto para pegarme a la ventana, sin importarme el ridículo que pueda estar haciendo.

Sin dudarlo, agito la mano con vehemencia en cuanto veo a mis dos progenitores, y estos responden a mi gesto de igual manera. Las lágrimas poco a poco van arremolinándose en mi cara y sé que me estoy comportando como un niño que está aterrado por alejarse de sus padres, pero eso es lo que soy... solo tengo once años, y me da un miedo atroz no tener a mis padres a mi lado, ¿acaso tengo que actuar como si no me importase separarme de ellos? me niego.
Poco a poco las lágrimas empiezan a bajar por mi rostro y abro la boca para hablar, sé que no me escuchan, pero aun así... es algo que me sale del corazón.
— Adiós mamá, adiós papá... os voy a echar muchisimo de menos... adiós... adiós... adiós... volveré y os sentiréis tan orgullosos de mi como de Perry... — Digo cada vez en un tono más reducido por el torrente de emociones que estoy sintiendo.

Cuando el tren se ha alejado lo suficiente y ya no es visible el andén, me separo de la ventana aún con las lágrimas a flor de piel.
— Os quiero... — Susurro una última vez antes de abandonar definitívamente esa posición y volverme a mi asiento, tengo el rostro compungido y es evidente que para mi esa despedida ha sido muy difícil.
Una vez llego a mi sitio, me siento y me quedo ahí callado, con el rostro gacho.

Sin prestar demasiada atención a los recién llegados,saludo con la mano y continúo leyendo mi libro. El viaje hasta el colegio es largo, así que tengo tiempo de sobra para estudiar algún hechizo y aprender algo sobre el cuidado de Pyros.

Tras ver la patética despedida de ese chico, procuro no reirme, pero levanto la mirada hacia donde él estaba mirando y siento algo de envidia.

Intento no intervenir en esos momentos.

— Siento... siento el espectáculo — termino diciendo entre dientes, un poco arrepentido por mi forma de actuar — Es... es la primera vez que voy a estar tanto tiempo fuera de casa.

Saludo brevemente a los recién llegados...Ludmila Giles Freire...educada, correcta.

El tren comenzo a andar, Edward que se pega al vidrio y comienza a cacarear...Un niño que salía de su cascarón, con todos los miedos y las ansiedades en su haber. Un claro cambio que se hacía patente al separarse por un tiempo de su familia. Claro que ella iba a extrañar a su tía abuela, pero sabía bien porqué estaba allí. Sabía cual era su fin y a qué iba, pero la habían criado independiente con una mentalidad dura...

Solo atinó a levantar su mirada y mirar de manera condescendiente al niño de primero. -No te preocupes, ha sido un espectáculo gracioso. Espero que sepas cambiarte tu solo la ropa interior...sin inmutar su rostro. Y vuelve a su lectura...

-Helios.-Digo tratando de acabar con aquello cuanto antes para volver a leer.-Y este es Pyros.-Añado señalando a mi fénix.-Si me disculpáis...

Diciendo esto, alzo mi libro y vuelvo a leer. 

En el momento en que la chica de controvertida belleza se dirije a mi me siento un poco mejor, al parecer no voy a ser el único que diga más de una frase. Tomo nota mental de su nombre, Ludmila Giles Freire, sencillo.

Lo que me destroza es escuchar lo que la chica dice a continuación... suponía que podría llevarse una idea así, pero... es demasiado directo, demasiado hiriente... desde luego ya ha quedado demostrado qué es lo que escondía tras esa mirada intrigante: frialdad y dureza, signos inequívocos de los que suelen intentar tener siempre la sartén por el mango sin miedo a denigrar o abusar de los demás.

Agacho la cabeza avergonzado, pienso en responder con un insulto, pero lo descarto, no creo realmente que merezca la pena entrar con tan mal pie en Hogwarts... solo espero que no todo el mundo sea como ella.

Con el rostro sumido en pesar, escucho como el chico bajito se presenta y alzo la mirada unos segundos hacia él.
— Encantado, Helios. — Le respondo, y miro como vuelve a la lectura de su libro, desde luego le estoy molestando, y aunque me gustaría poder entablar una conversación más distendida con él, no lo haré. Al parecer es de los míos, de los que prefieren leer antes que hacer otras muchas cosas, el problema surge en que aunque podríamos comenzar una relación, está leyendo, y esa es una actividad sagrada en la que nadie debería intervenir.

Miro durante unos segundos al ave y me muerdo la lengua para preguntar si se trata de un fénix. A juzgar por su plumaje y el pico, debería serlo, pero solo los he visto en algunas fotos, por lo que no tengo demasiada idea.

Ante el comentario, sin duda, sarcástico de esa chica, me llevé la mano a la boca para tapar la sonrisa que se me acababa de dibujar.

Sin duda sería una buena elección para los míos - pensé.

Ese chico se llamaba Helios, así que tomé buena nota de él y del otro también, nunca se sabía.

El gesto del chico rubio me llama bastante la atención, desde luego se ha de tratar de uno de esos "Slytherin" de los que me habló mi hermano... o al menos eso espero.
Siento una tremenda vergüenza, y lo cierto es que no sé qué hacer para que esta se termine... Menudo grupo que me ha tocado, desde luego...

Una chica, Ludmila Giles-Freire que disfruta intentando dejar mal a los demás y posicionarse encima suyo, que si bien he dado motivos para ello, ha sido bastante cruel, de modo que no siento demasiadas ganas de intentar entablar una conversación con ella.
Un chico mayor, bajo y callado del que ni siquiera sé su nombre que parece divertirse con la humillación ajena, lo cual implica que posee una personalidad totalmente contraria a la que buscaría en alguien con quien quiera relacionarme.
Y por último, un chico muy bajo que, si no es de mi edad, debe ser un año mayor, Helios. Este chico sí me cae bien, al menos inicialmente, pero parece totalmente reticente a relacionarse conmigo, bueno, realmente a relacionarse con cualquiera, ya que no ha hablado más que para decir su nombre y el de su mascota.

Pasado un rato en que realmente estoy aburrido, pienso en ir a buscar a Perry, pero luego lo descarto, ahora mismo debe estar con sus amigos, y no creo que le guste que llegue yo allí como un gatito asustado, tengo que enfrentarme a mis propios demonios.

Me inclino en mi asiento sobre el baúl y lo abro para rebuscar y sacar uno de los libros, primero tomo el de "Historia de la magia", pero lo descarto rápidamente sin llegar a sacarlo, haberlo hecho abría sido anunciar que no tengo a penas idea de magia, y no me parece la mejor idea, de modo que cambio, cojo por el lomo el libro titulado "Cuando el destino es adverso" y lo saco para a continuación cerrar el baúl.
Primero me dedico a contemplar la portada durante unos segundos, fijándome en las líneas y curvas que forma la tipografía del título, una bastante vistosa que contrasta bien con el color de la tapa. Después me agazapo contra el lateral de mi asiento que da a una pared y levanto las piernas para ponerme en una postura más cómoda para la lectura, aunque caigo en la cuenta de que llevo calzado y que sería una falta de educación descalzarme ahí o pisar el asiento con las suelas, así que dejo los pies en el suelo y paso a abrir el libro lentamente, deleitándome con el sonido de las hojas crujiendo al abrirse por primera vez. Inconscientemente acerco la cara y aspiro el aroma de las hojas vírgenes, justo para percatarme de que es un gesto un poco raro, así que adopto una postura más natural y comienzo mi lectura. Cada cierto tiempo despego los ojos del texto para detenerlos en Helios, no porque la lectura me aburra o me distraiga, sino porque después de tantas horas dedicadas al estudio he desarrollado la capacidad de levantar la mirada del libro sin perder el hilo. También soy capaz de hablar y mantener conversaciones no muy trascendentales, pero no parece que vaya a utilizar esta capacidad.