Partida Rol por web

Al final la primera parte del plan salió mejor de lo que hubieran podido esperar, aunque la jovencita sabía que debía actuar con rapidez antes de que los guardias que se encontraban en la mansión no notaran la ausencia de los dos hombres que Naywa había noqueado.

Leonor bajó rápidamente por la pared, esperando que su amiga cumpliera la segunda parte del plan de conseguir una cuerda para que pudiera escapar después, aunque, una vez en el jardín, comenzó a notar de nuevo aquella presencia que conseguía producirle escalofríos y que ya no le resultaba tan desconocida como la primera vez que la sintió.

¿Por qué las cosas no podían ser más fáciles? Se preguntó a sí misma tras contemplar como un guardia se adentraba en el lugar desde donde supo que provenía la fuente de su estremecimiento. Acto seguido comenzó a otear la estructura de la vivienda para tratar de encontrar alguna entrada alternativa que pudiera estar conectada a aquella sala, y poder colarse por una ventana paralela. Si aquello no era posible, intentaría utilizar su destreza y agilidad para no hacer el más mínimo ruido y ocultarse de la vista del guardia al entrar, aunque esperaba poder encontrar algún otro camino más fácil que la condujera hasta allí.

Ella podía ver otras entradas a esa parte de la mansión, un par de ventanas en la planta baja una de las cuales estaba iluminada y si se acercaba le parecía escuchar a un par de personas hablando de algo aunque debía quedarse un rato para poder entender la conversación. Mientras la otra ventana esta oscura y no se veía bien donde daba esta pero parecía una habitación con alguien durmiendo dentro.

La puerta si bien era un peligro por no saber donde daba había quedado abierta algo que ambas ventanas no lo estaban. Pero ella no sabia que se encontraría tras la puerta o si el guardia se había alejado lo suficiente para que si entrara no se diera vuelta. Pero lo que si sabia es que no tenia mucho tiempo para pensarse todo.

La jovencita no tenía mucho tiempo para pararse a pensarlo todo, a pesar de lo importante que era que no la pillaran. Si hubiera contado con todo el tiempo del mundo, lo más seguro es que se hubiera arrimado a la ventana iluminada para tratar d escuchar la conversación, o habría abierto la ventana donde había una persona durmiendo. No obstante, no sabía si aquellas ventanas conducirían al pasillo que necesitaba, o si se encontraría a alguien en los pasillos, por lo que comenzó a andar hacia la puerta entreabierta para apoyarse en la pared y echar un vistazo rápido antes de entrar, deseando que el guardia ya no estuviera.

Su corazón estaba acelerándose por momentos, aunque tenía que ser fuerte de espíritu, o no saldría de allí con vida.

En su vistazo vio un par de puertas a cada lado que seguramente llevaban a las habitaciones de las ventanas, lo otro que llego a ver fue al guardia doblar en la esquina del pasillo para perderse de su vista.

Con cuidado ingreso tras esté, metiéndose en el edificio para no quedar tan expuesta en el jardín y además siguiendo aquella sensación tan extraña que le generaba el espíritu. No tuvo mas elección que seguir al guardia que tras la esquina continuando caminando por el camino que seguro era su patrulla.

La joven le pareció que lo mejor seria esperar a que volviera a desaparecer por una de las esquinas, ya que no había lugares para ocultarse a pesar que el pasillo tenían unas cuantas puertas en este pero ninguna abierta. Por lo que no sabia si alguna de ella se encontraría trabada sumado a eso estaría el ruido que haría al abrirlas.

Tras unos minutos de paciencia la joven por fin tuvo el pasillo libre. Avanzo al nuevo pasillo revisando las puertas que en su mayoría se encontraban cerradas excepto por una de ellas que al entrar encontró un estudio chico.

Como se esperaba de un estudio había un escritorio grande en un costado con silla en este y varios papeles. Un baúl cerrado de gran tamaño al lado y un ropero cerrado con llave al parecer al notar la cerradura. Los papeles no estaban en blanco aunque no por eso llevaban anotado algo importante, sino mas bien varias repeticiones de las mismas palabras escritas con mejor caligrafía mientras avanzaba en la hoja. Lo demás eran hojas con preguntas y respuestas, nada complicado pero refiriéndose mayormente a la historia y a la matemática.

Afortunadamente para ella, el guardia había doblado la esquina, por lo que pudo seguirle por el pasillo sin que sospechara de nada, aun sintiendo aquel escalofrío que le indicaba que seguramente había un alma que no había podido obtener el descanso eterno cerca del lugar.

El corredor por el que se movía era bastante estrecho, y estaba segura de que la verían si alguien caminara por allí apareciendo de improvisto. No obstante no había nada que pudiera hacer salvo esperar a que tan solo estuviera el guardia al que estaba siguiendo, y que este no se girara para realizar el recorrido inverso.

Las puertas estaban cerradas a su alrededor pero, tras esperar a perder de vista al hombre que vigilaba la mansión, Leonor consiguió entrar en un pequeño estudio repleto de papeles. Tras echar un vistazo a todo lo que encontró, la jovencita pensó en abrir el baúl o el armario para tener algún lugar donde esconderse si se daba el caso.

Por todo ello sacó sus ganzúas y probó suerte primeramente con el baúl, con mucho cuidado de no destruir la cerradura, para pasar al ropero, en caso en que no pudiera abrir aquel pesado arcón. Después, su intención era continuar buscando la fuente del posible espíritu, para tratar de encontrarle cuanto antes y poder salir de la mansión Ziani antes de que alguien diera la voz de alarma.

El arcon se abrió con facilidad ante la habilidad de la huérfana, seguido a este tambien lo hizo el armario. Lamentablemente ninguno era idea para que ella pudiera ocultarse adentro. Ambos se encontraban llenos de cosas.

El armario por su parte tenia unos equipos de medición que recordaba haber visto por la biblioteca o la fortaleza del puerto, incluso había un par de telescopios de distintos tamaños, junto a un atril que habias visto en pintores y por ultimo una balanza con varios pesos junto a ella. Habian cosas mas chicas todas reunidas cerca de los objetos mas grandes que en su su función era complementarlos.

En el arcon solo encontró papeles y documentos viejos de nuevo con una escritura mas o menos buena. También encontró tarritos de tinta y demás instrumentos para la escritura todos ordenados de tal forma para no estorbarle. Por un momento al ver eso pensó en la vez que le había pedido a Esmail que compartiera con ella algunos materiales y este no había querido. Pero ahora se encontrar de nuevo con los materiales a su mano, tal vez para tomarlos para ella.

Sus habilidades para abrir cerraduras no le habían fallado, haciendo que la tarea de descubrir qué había dentro del arcón y del armario fuera pan comido. Lamentablemente no había ningún espacio donde ella pudiera esconderse llegado el caso y, aunque resultara extremadamente tentador el hecho de tomar algunos papeles, una pluma y un bote de tinta para poder escribir, también sabía que no había venido aquí a robar, sino a descubrir qué era lo que estaba sucediendo.

Por todo ello, suspiró profundamente ante la oportunidad que estaba dejando pasar y se dispuso a cerrarlo de nuevo todo como si nadie jamás lo hubiera tocado. Acto seguido, trató de sentir el lugar exacto donde pudiera encontrarse el espíritu. Debía encontrarse cerca, pero al andar a ciegas, todo era mucho más difícil. Tan solo esperaba que no la descubrieran, o realmente se encontraría en grandes y, posiblemente mortales, problemas.

Antes de salir la joven escucho a través de la puerta no sintiendo movimiento fuera, algo que comprobó luego con su mirada cuando volvió al pasillo. No sabía bien lo que había pasado con el guardias ya que aunque se adelantaba no lo encontraba pero dudaba que hubiera vuelto en sus pasos mientras ella estaba en esa habitación.

Su concentración en aquel espíritu la hizo seguir avanzando ignorando esa paranoia que tenia en ella en ese momento y que la mantenía muy en alerta para no ser atrapada por ningún guardia o lo que era igual de malo que seria que alguien activara una alarma. Pero por suerte eso no paso y la joven continuo avanzando mientras recorría esa gran mansión.

Fue tras avanzar por un buen rato, noto una puerta medio abierta que le atraída su atension. Al fijarse por la el corto espacio que había notando como un hombre llevando encima una armadura de caballero ligera se encontraba revisando una de sus muñecas sin notar la presencia de ella. Por su lado la joven notaba no solo por su figura casi difusa sino por ese sentimiento que le daba aquel sujeto que este hombre se trataba de un espíritu.

Leonor se asustó visiblemente al escuchar aquel movimiento que la obligó a agacharse instintivamente, a pesar de no tener un lugar claro donde poder esconderse en aquel cuartito tan pequeño. No obstante, tras unos segundos donde contuvo la respiración y su corazón casi se escapó de su pecho, nada ocurrió, por lo que pudo asomar la cabecita y otear con cuidado ambos lados del pasillo para comprobar que ningún guardia se encontraba en las inmediaciones.

Pero no tenía demasiado tiempo para pensar donde podía estar el hombre al que había estado siguiendo, por lo que, sin demorarse ni un segundo más, se dispuso a seguir hacia adelante haciéndole caso a su instinto, el cual le decía que estaba bastante cerca de su objetivo.

Tras largo rato deambulando por la inmensidad de aquella lujosa mansión, finalmente se topó con una puerta que afortunadamente para ella se encontraba entreabierta. Al atravesarla, y descubrir la figura difuminada de un caballero con su armadura, la jovencita no pudo evitar temblar como siempre lo hacía ante la presencia de aquellas almas errantes. No obstante, tuvo la suficiente entereza como para cerrar la puerta por la que había entrado y acercarse lentamente hasta el hombre, rezando para que su voz no fuera oída por ningún otro habitante de la vivienda.

-Buenas noches, Caballero. Espero no molestaros ¿Sois vos Martín? – Preguntó con calma, deseando no alterar al espíritu que tenía frente a ella.

Cuando la puerta se cerro el caballero se dio vuelta enseguida en un movimiento casi instantáneo, su rostro pálido parecía nervioso o mas bien asustado a pesar del gran tamaño que poseía y que estaba con su armadura puesta. Aunque el miedo de parte el caballero no fue lo único que noto la joven, sino también dos cortes. Uno estaba en su muñeca conectada a una mano parecía inutilizada estando caída y su otro corte mas prominente era el que tenia en el cuello que le generaba lo que algunos llamaban una segunda sonrisa.

“Buenas noches…” dijo el Caballero poniéndose mas serio y seguro al notar de quien se trataba. “Me confunde con alguien mas, me llamo Alfons. Me puedes llamar Sir Alfons.” Respondio el fantasma con una extraña calma aunque sus ojos veía directo a la puerta como si esperara a que alguien apareciera.

“Quien eres? Porque cerraste la puerta? Necesito tenerla abierta para escuchar si viene alguien.” Comento tras un par de preguntas. De nuevo dejando ver una preocupacion por quien podia a llegar a venir por la puerta.

La jovencita esperaba cualquier cosa del espíritu que tenía frente a ella ya que había visto reacciones diversas en cada uno de los que había tratado con ella. No obstante, a lo que no terminaba de acostumbrarse era a contemplar las horribles formas de morir que cada uno de ellos presentaba, a pesar de que no contaban con un cuerpo físico. Era como si la impronta de aquel traumático momento quedara tan grabada a fuego en su memoria que no tenían más remedio que exteriorizarla en una imagen grotesca de su antigua vida. No obstante, esta vez no tuvo demasiado problema en asimilar la muerte del caballero, puesto que lamentablemente había visto a más de un hombre morir de esa forma.

-Buenas noches Sir Alfons, discúlpeme por la confusión. No distinguí vuestra procedencia Alemana – Respondió la jovencita, que empezó a preguntarse a quién esperaba el espíritu con tanto ahínco – Cerré la puerta para poder hablar con vos con tranquilidad pero ¿Puedo saber a quién esperáis? Quizá yo pueda ayudaros.

El caballero negó. “No es importante.” Dijo por fin mostrando ese acento que recordaba en su enemigo, aunque solo por un momento pareciendo acomodarse para hablar un italiano como correspondía. “No se que quieres hablar conmigo, ni aun se quien eres.” Comento el espíritu que dirigió su mano inútil a ella antes de quedársela viendo confundido por su estado.

Continuando confuso se tomó la muñeca con fuerza y agito la mano vencida. “Desde que desperté que esta asi, no le des importancia seguro se me pasa.” Llevándose la mano detrás de él para esconderla, avergonzado de esta pero pareciendo no darse cuenta del corte que se mostraba con mucha facilidad en su cuello.

El caballero ante la propuesta de ayuda de la joven la examino de arriba a abajo. “No podrás ayudarme, quien me buscan son gente peligrosa riesgosa para que un joven como vos me ayudes. Abre la puerta que quiero escuchar los pasos.” Le respondió volviendo a insistir para que abra su cuerpo pareciendo perder cierta lucidez. "Seria mejor que te vayas." advirtio volviendo a mirar vigilante a aquella puerta cerrada.

Leonor sabía que el espíritu podía llegar a asustarse si ella le revelaba su estado o hacía alusión a su muerte, por lo que, de la mejor forma que pudo, intentó reconducir la conversación para obtener la información que andaba buscando.

-De nuevo os pido perdón por no haberme presentado. Mi nombre es Leo, y precisamente deseaba ayudaros a evitar que esa gente continúe haciéndole daño a otras personas – Le respondió, sin darle ninguna importancia a la mano del caballero y sin mencionarla para nada en la conversación para intentar conseguir que se sintiera más cómodo.

-Veréis, he descubierto que se ha generado una lista de personas a las que intentan eliminar, y ya han conseguido matar a algunos. Yo conseguí hacerme con dicha lista y he estado buscando a esas personas para prevenirlas del peligro. Desconozco su ubicación y también ignoro quién es la gente peligrosa que mencionáis, pero si vos pudierais darme alguna indicación sobre su paradero o los motivos por los que quieren eliminarles, quizá podamos salvar varias vidas vos y yo – Le pidió, mirándole con algo de tristeza.

– Puedo daros los nombres si queréis y ser vuestro recadero si así lo deseáis, milord. – Finalizó, accediendo a su petición para no contrariarle y entreabriendo la puerta ligeramente, no sin antes pararse a escuchar para ver si venía alguien.

El espíritu suspiro dejando salir un aliento blanco y frio, no solo de su boca sino de su cuello. “Es un trabajo duro el que te has impuesto leo. No seré nada fácil de proteger…” comento mirándolo serio ignorado como los demás su condición.

“¿Una lista que conseguiste?” pregunto incrédulo con lo que le decís. “Supongo que yo estoy en esta…y has venido a prevenirme.” Comento aunque por un momento lo viste de nuevo temeroso mientras se achicaba y parecía desvanecerse por unos cortos segundos.

Sin embargo negó con la cabeza tras unos segundos. “Dame los nombres, porque no soy de tener pocos enemigos por lo que hago. Tampoco se su ubicación exacta…pero están aquí, en esta ciudad.” Confeso no pareciendo sentirse orgulloso de ese hecho sino preocupado. Un alivio le llego al rostro al ver como la joven abria la puerta. “Asi es mejor, hay que andar atento joven. Cualquier sombra puede ser nuestros enemigos.” Comento aun paranoico.

Leonor sonrió levemente tratando de olvidar lo mucho que le dolía el que hubiera llegado tarde para proteger a este hombre que parecía tan noble y tan bueno de corazón. No obstante, guardó un respetuoso silencio cuando él le informó que sería muy duro conseguir protegerle, para evitar tener que confesarle que había fallado en su empresa. En lugar de ello, asintió ante sus preguntas mientras decía.

-Así es milord. Quizá con los nombres de la lista podáis saber qué enemigos concretos os buscan a vos y al resto de los mencionados. Se trata de Sir kevyn de origen inglés, un español llamado Martín, Un polaco llamado Reiner, Gero Tribuno, Rodrigo de Navarra y vos. – Dijo casi en un hilo de voz, procurando que nadie más escuchara esos nombres - ¿Sabéis qué es lo que tienen todos ellos en común y por qué alguien desearía mataros a la par que a ellos? Asimismo… ¿Hay algo que deseáis que le transmita a algún ser querido por si os ocurriera cualquier cosa?

El caballero escucho aunque se veía en sus ojos espectrales que su mayor atension recaía en la puerta ahora abierta. Lejos estaba de mirar a los ojos a la joven y por un segundo con el tiempo que tardo en responder parecio que no la había escuchado.

“Conosco a algunos de ellos personalmente, de otros he escuchado hablar….respecto a que podrían tener en común es una cosa y esa es su fe en nuestro señor. Una Fe distinta a otros, una fe que los guiaba a hacer lo correcto o necesario cuando nadie mas actuaba.” Respondio el caballero pareciendo tomar mejor forma mientras hablaba con orgullo. “Se me ocurre que eso mismo habría generado que alguien quisiera matarlos.”

“Nada, ellos viven lejos y saben lo que les diría….aunque si alguno llega a venir diles que se vaya, que la venganza no lleva a nada.” Comento el espíritu con rectitud.

“Sabes ellos no hacen ruido…los asesinos.” Empezó a decir su voz pareciendo fallar de ves en cuando. “No importa cuando lo intentes no podrás escucharlos, pero si ver sus sombras aunque algunos dicen que incluso eso tambien niegan a sus victimas. Como es eso posible sin contar con la ayuda de demonios?” le pregunto al chico. “La muerte tal vez nos arrastre a todos eso sin duda pero si estas a favor de nosotros y con dios, debes prometerme algo pequeño.” Le encaro volviendo su mirada a este.

Parecía que todos los que había mencionado en la lista eran devotos acérrimos del señor. La jovencita no sabía si aquella era la razón por la que buscaban su muerte o qué era lo que habían hecho para enfadar a tantos, aunque esperaba que no se hubieran unido para acabar con la vida de nadie, tan solo por sus creencias o su color de piel.

-¿Qué es lo que hacían que otros no hicieran? – Preguntó algo temerosa de obtener la respuesta, aunque arriesgándose a preguntar igualmente.

Cuando mencionó a las sombras, no pudo evitar sentir un escalofrío al recordar al príncipe y lo vulnerable que se sintió en aquella habitación rodeada de penumbras. No obstante, seguramente el espíritu se refería a algo muy distinto, aunque bien podía tratarse de criaturas de la noche.

-Estoy con vos. Decidme qué he de prometeros – Respondió para tratar de averiguar un poco más qué era lo que deseaba el caballero.

“Lo que todo cristiano debe hacer en esta tierra llena de demonios y paganos. Hay que mostrar la fuerza y poner derecho a los demás que simplemente dejan que la corrupción avance.” Comento su espíritu alterándose de nuevo deformando su figura a la vez que la agrandaba. “Si tan solo hubiéramos hecho eso antes la cuarta cruzada no habría terminado en fracaso.”

Asintio a la joven revisando una vez mas la puerta antes de volver a ella. “Deseo que prometas que si algo me llega a pasar alertes a los demás en la lista, les digas que es momento de pedir una ayuda mas directa al Cardenal para que nos permita mas soldados y finalmente nos deshagamos de la mugrienta presencia de los musulmanes.” Dijo su voz volviéndose mas gruesa y temible. “Prométeme que estarás ahí para ayudar a arrojarlos al rio para que se ahoguen tanto ellos como sus crias.” Le decia volviéndose mas agitado incluso haciendo que la puerta se habrá mas que lo que la había dejado Leonor, dejando a la joven mas expuesta de repente. "Hay que acabar con esos asesinos diabolistas."

Por las palabras que el espíritu decía, la jovencita se dio cuenta de que aquellos miembros de la lista, posiblemente fueran fanáticos religiosos que se habían unido para atacar a cualquiera que no compartiera sus ideologías. Si eso era así, lo más seguro es que sus muertes no fueran un acto tan horrendo después de todo, puesto que quizá ellos habían sido los responsables de la quema de las casas en el barrio musulmán y de la muerte de la pobre niña espíritu.

Cuando el caballero muerto le hizo aquella petición, imponiendo su figura a medida que hablaba, Leonor supo que no debía alterarle más, por lo que asintió mientras le decía – Os prometo que buscaré a las personas de la lista pero ¿Sabéis donde he de buscar? Quizá podáis darme el paradero de Rodrigo de Navarra. – Le sugirió, siendo el nombre que aun no estaba tachado en el papel que tenía, a pesar de que empezaba a tener ganas de salir de allí y dejar al muerto en paz.

La figura detuvo su crecimiento sacando de su espalda la mano inútil mirándola curioso. “Rodrigo, esta bien escondido. Al parecer sobrevivió a varios ataques de estas criaturas infernales. Dicen que solo tiene un contacto afuera en esta ciudad. Un francés pelado, con gran barba. Un caballero.” Te describía deteniéndose muy seguido mientras tapaba su herida con la otra mano.

“Una musulmana me rebano el cuello…” dijo de repente mientras su cuello comenzaba a sangrar con un oscuro liquido que mientras mas se escapaba mas chico ponía al caballero.

Aquello si bien era un espectáculo fascinante o perturbador al ser la posible recreación de su muerte, pero la pelirroja no pudo detenerse a observarla demasiado tiempo escuchando las pisadas de un guardia que avanzaba por el pasillo y que probablemente se asome por la puesta abierta.