Partida Rol por web

El hombre no se inmuto ante tu afirmación y te hizo un gesto con la mano para que empezaras la lectura. Mientras leias el hombre empezó a caminar alrededor tuyo sin hacer contacto contigo, incluso notabas como mostraba cierto orgullo al tiempo que leias.

“Bien, no es perfecto pero es satisfactorio y suficiente para el puesto que planeo ponerte.” Comento el hombre apoyando su mano en tu hombro en gesto mas amistoso. “Supongo que trabajar ahora no te será imposible cierto?” pregunto soltándote el hombro y empezando a tocar algo de tu ropa. “Te deberás cambiar, no sé si tenemos algo de tu tamaño, pero igual le pedirás al guardia de afuera que te lleve a cambiar la ropa y a terminar de lavarte.”

Con eso dicho y luego de darte una bendición se volvió a sus asuntos. Volviste a sentirte extraña ante lo rápido de la entrevista, aunque reflexionabas que el hecho que supieras leer te daba cierto privilegio que luego deberías agradecer a tu hermano. El viaje al vestuario de las barracas no fue complicado, el guardia termino dejándote en el cuarto sola apurándote un poco para luego pasarte a tu puesto. El lugar era uno no demasiado grande, aunque con espacio para tener varias prendas de distintos colores acomodadas en una estanteria, no muy lejos de ahi habia una pequeña fuente con agua y jabon.*

Al terminar la siguiente parada fue en ese mismo subsuelo, a una sala donde algunos adolecentes y hombre de mediana edad se encontraban viendo papeles. Los hombres sonrieron y te recibieron con animo luego que el guardia se fuera. Uno de ellos incluso se ofreció para guiarte en tu nuevo trabajo.

Leonor se puso algo nerviosa al leer. Era la primera vez que leía en voz alta desde que su hermano se había ido, por lo que su voz y su entonación sonaron extrañas saliendo de sus labios. No obstante, pareció que a aquel hombre le gustó como lo hizo, por lo que dejó que apoyara la mano en su hombro amistosamente mientras le devolvía una sonrisa algo tímida y le respondía con un - No será un problema, señor. - cuando este le preguntó si podría trabajar ahora mismo, y justo antes de que le indicara que debería asearse adecuadamente.

Cuando el guardia de la puerta la condujo hacia el vestuario de las barracas, Leonor se mantuvo en silencio, algo inquieta por que alguien descubriera que realmente era una mujer. No obstante, cuando la dejó sola en un cuarto donde no había ni un alma, la joven pelirroja se sintió aliviada de poder disponer de la intimidad suficiente como para desnudarse sin miedo.

Las ropas que allí encontró la sorprendieron, puesto que había creído que debería llevar un uniforme, exactamente igual al del resto de la guardia. Por ello, y tras lavarse adecuadamente para no oler mal con aquella preciada pastilla de jabón, observó las camisas y los pantalones y escogió aquellos que consideró que llamarían menos la atención, de tonalidades marrones, verdes o terrizas, y que fueran algo anchos para ocultar mejor sus cuervas femeninas.

Tras finalizar, salió de los vestuarios para reunirse de nuevo con el guardia, el cual le condujo hacia una sala donde varias personas de diferentes edades revisaban unos documentos ¿Acaso sería allí donde podría encontrar la lista que buscaba o alguna información sobre su hermano? Aun no lo sabía, pero el recibimiento que obtuvo por parte de esa gente la alegró bastante más de lo que hubiera cabido esperar.

Las personas ahí tenían una clara predisposición con la joven, al menos la gran mayoría ya que algunos ni le entregaron la mínima atención concentrándose en su trabajo. El lugar estaba algo amontonado de gente en ese momento, aun cuando veías como algunos de los más jóvenes eran ordenados que llevaran a distintos lugares papeles y libros, saliendo por el umbral abierto en ambas puertas que lo componían.

El hombre que se te ofreció como guía empezó a señalar unos cuantos lugares de trabajo, donde guardaban documentos, donde los copiaban, donde se reunía comer quienes no deseaban salir a comer afuera, el lugar con los materiales y demás libros. Todo algo que resultaba abrumador ahora que notaba el mayor tamaño de la habitación que cuando se metió por primera vez.

“Tratanos con respeto y nosotros haremos lo mismo.” Termino diciendo el hombre en una sutil advertencia mientras terminaba el pequeño recorrido que te dio.

Muy pronto se dio cuenta Leonor del trabajo que se requería de ella. No era demasiado difícil, aunque sí algo aburrido. Lo cierto es que, analizándolo fríamente, este podría ser un buen método de ganarse el pan mientras buscaba a su hermano entre aquellos papeles y trataba de descubrir alguna información sobre los nombres en el papel que tenía en su poder.

No obstante, aquello sería un trabajo tedioso si no descubría pronto cómo buscar aquello que precisaba. Dedujo que los documentos en cuestión estarían clasificados por fechas y lugares, por lo que tan solo tenía que descubrir el sistema de clasificación y reducir su franja de investigación a las fechas más recientes.

Ante la frase que recibió del hombre que le enseñó su nuevo lugar de trabajo, la joven huérfana asintió con educación y se dispuso a realizar cualquier tarea que deseara encomendarle.

–Sí señor, estoy listo cuando guste.¿Qué desea que haga primero?

El hombre sonrió complacido colocando su mano en el hombre del supuesto chico. “Con esa actitud encajaras perfecta aquí. Sigue con ella.” Comento genuinamente contento acariciando amistosamente su hombre antes de sacar su mano.

“Veamos…” dijo acercándose a las mesas de alguno de los escritos tomando un papel y enrollándolo con cuidado antes de meterlo en una pequeña mochila. “Bien comenzaras en un principio a entregar mensajes de aquí por acá en la fortaleza. Nada demasiado complejo, luego empezaras a ser mandado afuera.” Le comento mientras le entregaba la pequeña mochila. “Si bien se espera que tengas algo de sentido común respecto al trabajo, también se han hecho algunas reglas que no deberías ignorar si pretendes quedarte mucho tiempo en este trabajo.” Dijo produciendo una ligera pausa antes de continuar.

“Primero que nada recuérdate a ti mismo que este trabajo que haces es para la guardia de nuestra ciudad y un fallo deliberado de tu trabajo traería consecuencias importantes. Ha habido gente que no tiene eso en mente o han creido que serian defendidos por a quienes vendieron información, pero luego se dan cuenta que son rápidamente abandonados a su suerte.” Le explico en un tono que parecía ser como si tuviera aprendido de memoria aquellas palabras.

“Lo segundo seria que en todo tu trayecto no deberás permitir que nada te distraiga, incluso si un noble, un mercader u otro guardia te lo piden deberás ignorarlos. Solo ante las palabras del Dogo o el Papa puedes detenerte.” continuo pareciendo relajar un poco el tono, bromeando al final con la inclusión del Papa

“Tercero no fastidies a ninguno de los otros jóvenes y si puedes ayúdalos si están siendo detenidos por alguien.” Le dijo mientras se rascaba su cabeza mientras hacia memoria. “Tienes alguna pregunta?”

Leonor prestó especial atención a las explicaciones que le daba, memorizando todas y cada una de las tareas que le serían encomendadas. El hecho de tener que recorrer la fortaleza entregando mensajes, le ayudaría bastante a conocerse aquel lugar al dedillo ante cualquier eventualidad. Asimismo, recorrer las calles entregando mensajes, también era una buena forma de lograr adquirir información variada sobre lo que fuera que estuviera pasando en la ciudad.

Lo cierto es que no había pensado en todas esas cosas cuando decidió aventurarse en esta locura, pero si algún lugar podía traer vientos de guerra, era precisamente el centro de información de la guardia de la ciudad, por lo que quizá podría hacer algo para evitar que Venecia fuera controlada por cualquier ansioso de sangre, de alguna forma sutil y sin que descubrieran que ella había influido en lo más mínimo.

-Jamás traicionaré la confianza que han puesto en mí, señor – Respondió al instante, en el momento en que el guardia sugirió qué era lo que podía ocurrirle si deseaba traicionar a su ciudad vendiendo información, y le advirtió sobre posibles retrasos en la entrega de los mensajes.

Finalmente, cuando le animó a que preguntara cualquier cosa, la pequeña damita pensó su respuesta durante unos segundos antes de añadir – ¿Cuál es el horario de trabajo, señor? ¿Me necesita para entregar mensajes o también para escribir algunas notas?

El hombre afirmo satisfecho con las palabras de la joven y sintiendo que todos sus mensajes habian quedado claro. Paciente espero a que la damita pensara sus preguntas para él al parecer no tenia mucho mas que hacer que ser su guia. “Son buenas pregunta, ire primero por la segunda porque en si es algo que me falto explicarme. Este trabajo de entregar mensajes es un prueba que se realiza con todos los nuevos, incluso los viejos que ves en la habitacion fueron jovenes mensajeros en su infancia. Es una tradicion digamos.” le explico sonriendo. “Cuando pase el tiempo se te permitira quedarte o si es un dia mas tranquilo tendras la oportunidad de escribir, pero se te pagara por los mensajes que entregues.”

“Respecto al horario es algo bastante azaroso para decir la verdad. Puedes estar todo el dia entregando mensajes nadie aquí te detendra a menos que se note que tu cuerpo no aguanta mas. Luego las horas minimas es mas bien la cantidad de mensajes que tenes que entregar. Es algo que luego te daras cuenta con el tiempo. Igual no te preocupes que no llevaras mensajes de noche, eso es peligroso y se mandan a los mas veteranos.” continua explicando haciendo un gesto con su mano para señalarse a si mismo como un veterano.

"Mmm Se entiende cierto?" pregunto con algo de dudas, tal vez porque el ya entendia bien como era todo y no sabia como explicarlo.

Quizá pensó que sus preguntas podían sentarle mal de alguna manera al hombre que tenía frente a ella. No obstante no fue así, sino todo lo contrario y la joven pelirroja pudo apreciar la mirada satisfecha de su interlocutor al tiempo que le respondía a todas sus cuestiones con detalle, e incluso la alababa por haberlas realizado.

El hecho de que el sistema funcionara por número de mensajes entregados era bastante conveniente para ella, puesto que eso seguramente quería decir que no tenía que estar todo el día trabajando si no lo deseaba, y tan solo implicaría que recibiría una paga menor en el caso en que rindiera menos… Bien, no había problema con ello siempre y cuando tuviera libertad, aunque sabía que este no era el momento de preguntar algo así.

-Si si, perfectamente – Respondió con el mismo respeto que había mostrado antes – ¿Los mensajeros tenemos uniforme para que nos distingan? Y… ¿Estamos obligados a dormir aquí, o podemos salir cuando queramos? Siento tantas preguntas pero quiero estar seguro de no meter la pata. - Finalizó, pensando en como lo haría para compaginar este trabajo con sus propios asuntos... o con la promesa que le había hecho a konrad.

Nego rotundamente ante la pregunta de posible uniformes para los mensajeros. “Eso no es posible. El uniforme trae mas problemas y conflictos, además tienes que pensar que nosotros somos de una clase baja mientras los mensajeros uniformados que seguro conoces de los nobles y las ciudades tienen algo de sangre azul.” Suspiro e hizo un gesto para sacarle importancia al asunto pero al parecer había pasado algo que prefería no hablar. “Es mejor que no preguntes o hables mucho de ello, trae malos recuerdos y dolores de cabeza a algunas personas.”

“Dormir puedes hacerlo donde quieras, siempre que no sea en la puerta de entrada de la fortaleza o en los alrededores. Ya sabes eso de que la vista no se arruine.” Dijo con una media sonrisa encogiéndose de hombros. “Aunque es mejor visto si dormis aquí, además te ayudara a integrarte pequeño.” Le termino con un guiño.

Sonrio mas grande. “No te preocupes, es mejor las muchas preguntas a que metas la pata. Hasta te diría que primero preguntes antes de hacer algo, ya que este no es un lugar cualquier.” Le aconsejo.

Leonor pudo imaginar qué había pasado. Mucha gente veía a la guarda con muy malos ojos, y querer hacer daño a alguien que trabajaba para ellos, siempre era un objetivo fácil para cualquier malintencionado en la ciudad. Por todo ello, asintió cuando el hombre le pidió que no preguntara más por ese tema y sonrió ante la sugerencia de que era mejor que durmiera con el resto, para que aquello le ayudara a integrarse.

-¡Así será! Siempre que tenga cualquier duda, preguntaré antes de meter la pata. – Respondió, dejándole claro que ya no tenía más preguntas y que estaba lista para comenzar con el trabajo.

Esas palabras y las anteriores que salieron de la boca de la joven parecieron ser mas que suficiente para que esta comience su labor. Sin demora la presento ante un muy viejo, Leonor no había conocido a nadie asi hasta ahora, hombre que parecía hablarles mientras dormia por sus ojos cerrados. El viejo era un hombre que todos parecian respetar mas porque pudiera haber durado tanto vivo que por su experiencia, algo que Leonor se dio cuenta rápido cuando escucho algunas palabras entre cortadas o sin sentido que salían de su boca. Sin embargo ahí estaba escribiendo a su lenta velocidad un libro que parecían mas memorias y saludando con su nombre falso a Leonor, antes de desearle suerte y rapidez.

Pasado ese pequeño ritual te llevo con otros hombres que no tardaron en darte 4 mensajes diferentes para entregar dentro de la fortaleza y en las afueras. Dandote a entender que lo prioritario era los del interior, incluso que cualquier respuesta debería ser entregada antes que salir afuera pero sin comentarte nada de lo que se hallaba en el interior de los mensajes. Luego te dejaron libre de entregarlos, obviamente tuviste que preguntar al hombre donde se encontraban la mayoría de los receptores de esos mensajes siendo nueva y no recibiendo nada de los demás hombre.

Pero una vez las localizaciones se encontraron en tu cabeza, la mensajería fue bastante sencilla con unas idas y vueltas entre el capitán y los mensajeros respecto a un trabajo importante que debían apresurarse a hacer. Entre los mensajes pudo ver donde anotaban los nombres de los recién llegados apareciendo no solo apareciendo dos nombres de la lista (Reiner y Sir Alfons)  sino que un nombre que no espero ver nunca mas Luca Vestini. Los tres habían llegado hace tres días. Segun lo escrito Luca por negocios y los otros dos por peregrinación.

Tras conocer al anciano encargado de asignarle trabajos, y esperar pacientemente a que terminara de hablar con ella, la huerfanita corrió veloz por las instalaciones de la guardia repartiendo los mensajes que se le encomendaban, y en más de una ocasión sintió deseos de leer el contenido de lo que entregaba. Finalmente, y haciendo caso a la razón, decidió leer únicamente aquellos documentos que no estuvieran cerrados o lacrados para no levantar sospechas, en busca de algo que pudiera serle útil en su cruzada para salvar la ciudad.

El día se presentó duro, mientras se esforzaba en memorizar cada rincón que recorría, logrando con ello ser cada vez más rápida a lo equivocarse en las direcciones del laberintico cuartel.

Finalmente, y tras encontrar un hueco entre mensaje y mensaje para revisar los escritos por los que había decidido entrar al servicio de la guardia en primer lugar, Leonor tuvo que taparse la boca para no soltar un pequeño gritito de asombro, al ver plasmado en el libro de registros un nombre que jamás pensó que volvería a cruzarse, y menos en una ciudad tan alejada del orfanato del cual escapó.

Aquello no podía estar pasando. Luca Vestini estaba aquí en Venecia y al parecer había venido por negocios. ¿Serían sus negocios encontrarla? No lo sabía con certeza, pero el miedo comenzó a recorrer cada rincón de su cuerpecito mientras se decía a sí misma que no volvería a vestir como una mujer hasta que aquella amenaza se marchara de la ciudad y desapareciera de su vida. No obstante tenía que averiguar donde se habían hospedado tanto Luca como los dos hombres de la lista, y si sus llegadas el mismo día estaban relacionadas. Pero ¿Cómo lo haría? Por lo pronto, investigó un poco más para saber si había algún dato más sobre ellos que le diera las pistas que necesitaba. Si no, acudiría a las posadas típicas donde cualquier italiano con un mínimo de dinero y buen gusto se alojaría.

Los tres no parecian tener relacion alguna, al menos en los papeles se los anotaba llegando al par llegando juntos en un barco diferente a Luca. Por lo demas no habia mas anotaciones que los relacionara a aquellos tres, ya que en si las firmas del par se encontraban separadas.

Respecto al hospedaje contaba con el lugar registrado era Luca, en una taberna llamada “La brisa fresca.”. Una taberna que ella no conocia, seguramente porque no se encontraba en los tipicos caminos que hacia ella pero sin duda con unas pocas preguntas podria averiguar donde se encontraba. El Sir se hospedaria en la casa de la familia Ziani, una familia noble que te sanaba del libro dorado por lo que no habia duda que era Veneciano. Por otro lado el ultimo hombre no habia anotado que estaria en una iglesia, sin especificar nada aunque habia una cruz roja marcada tras ello.

Tras repasar los escritos, Leonor meditó profundamente qué debía hacer con toda la información. Por un lado, investigar sobre Luca Vestini era extremadamente arriesgado, puesto que si la descubría, seguramente no podría volver a esconderse de él, pero si no vigilaba sus pasos, podría ser que no le viera venir cuando éste moviera sus cartas. Pedir ayuda tampoco le parecía una buena opción, puesto que si involucraba a Konrad, seguramente le debería un favor tan grande, que se vería en la obligación de pagárselo de alguna manera. ¿Y si teñía sus cabellos? La idea no le gustaba en absoluto ya que siempre había amado sus rizos rojizos, aunque… a decir verdad, era la mejor de las soluciones mientras él estuviera en la ciudad.

Por lo pronto tendría mucho cuidado y echaría un pequeño vistazo a la taberna donde se alojaba e iría a investigar a la casa de la familia Ziani. Para lo segundo, haría todo lo posible para que le encomendaran la tarea de enviar un mensaje allí, para tener la excusa perfecta para entrar, aunque desconocía qué era lo que haría una vez dentro. A continuación dedujo que Reiner se hospedaría junto con los templarios, por lo que quizá también podría conseguir la misión de alguna entrega en dicha iglesia.

Con más información en su cabeza unas cuantas nuevas puertas se le aparecieron en frente a la joven, por un lado un antiguo enemigo de ella y su hermano hacia su aparición posiblemente comprometiendo toda su vida en aquella ciudad. Lo que era peor que ella no sabía su razón para estar ahí o por cuánto tiempo se quedaría, al menos así seria sino investigaba al hombre a pesar del gran riesgo.

Por otro lado su deseo para recibir un correo que la plantara en la casa de la familia Ziani, no terminaba en concretarse haciéndola dar cuenta que los mensajes además de no tener nada demasiado concreto tenían un área limite más o menos clara. Por lo que su llegada a ese hogar debería de ocurrir por sus propios medios.

Por lo que su travesía hacia la mansión Ziani que se encontraba en medio de la ciudad, en la isla más importante de la república fue hecha por mérito propio. Hubo una sensación extraña cuando llego pero solo tardo solo unos segundos en darse cuenta de lo que se trataba. Ella ya había pasado unas cuantas veces frente a esta mansión que se encontraba en un camino importante de la ciudad y las banderas aunque simples habían atraído un par de veces a la joven huérfana.

Frente a la entrada habían unos cuatro guardias que protegían la entrada de la familia, en el segundo piso se notaba por una ventana con un pequeño balcon donde un posible estudio para el jefe de esa familia. La mancion era la tipica con sus tres pisos de alto, pintada en colores claros y casi pegada con las demas mansiones de los vecinos.

Leonor sabía lo peligroso que se estaba volviendo su adorada ciudad para ella. Lo lógico habría sido que se fuera ahora que estaba a tiempo, sabiendo que el hombre que había estado en posesión de su vida, se encontraba tan cerca deambulando por Venecia. No obstante, el hecho de que su hermano continuara desaparecido le impedía poder irse de allí más que cualquier otra cosa, puesto que, por mucho que amara esta ciudad, hubiera podido partir a cualquier pueblo colindante por su propia seguridad, de haber estado junto a Theo.

Pero… ¿Y si Theo era la razón por la que Luca estaba aquí? Y si alguien le había visto y había vendido la información a su perseguidor? O… ¿Y si Luca había atrapado a su hermano y le había torturado hasta lograr que hablara? Tenía que saber qué quería aquel malnacido y tenía que averiguarlo rápido, procurando en todo momento que no la descubriera.

Con esos pensamientos en la cabeza, llegó a la mansión Ziani después de haber intentado sin éxito que alguien le encargara dejar alguna misiva en el lugar. Tras escudriñar el lugar, supo al instante que le sería imposible entrar por la puerta principal al estar fuertemente custodiada. No obstante, aquel edificio estaba tan pegado al resto de viviendas, que imaginó que no sería difícil trepar un lateral de la pared hasta llegar a algún ventanal que se encontrara entreabierto, de la misma forma que había hecho con anterioridad con la basílica y la biblioteca… Lo único malo es que una hazaña como esa no podría ser realizada a plena luz del día, por lo que decidió escudriñar todo el terreno con cuidado, hasta que la noche se convirtiera en su aliada nuevamente.

Sin embargo el día que era una desventaja para sus actividades menos honestas, le ayudo a percatarse de un detalle que la noche posiblemente habria cubierto. Varias fueron las veces que paso por ese edificio pero pocas veces lo vio asi de defendido, he incluso noto algunas miradas inquisidoras desde una ventana de otros guardias y también por un momento vio una silueta en el techo de la mansión, llevando un casco de guardia y lo que parecía como una ballesta. Todo eso le recordaba a la famosa fortaleza del puerto.

¿Acaso eso disuadiría a la joven o lo intentaría a la noche con mucho cuidado? Sino talvez seria buen tiempo de realizar aquella vigia que tanto habia llenado su cabeza antes de llegar a la mansion.

La joven huérfana maldijo su suerte, ya que el hecho de que incluso hubiera guardias apostados en los tejados le hizo comprender, no solo que algo raro pasaba, sino que sería prácticamente imposible que pudiera colarse sin ser vista. Por todo ello, a la damita de cabellos de fuego no le quedó otra que hacer lo que mejor se le daba en estas circunstancias, puesto que, si algo había aprendido en su vida en las calles, es que los vecinos siempre saben más de lo que parece y suelen estar al tanto de todos los cambios que se producen en su barrio.

Por esa razón, y antes de ir a investigar la posada donde Luca Vestini se hospedaba, Leonor realizó la afanosa tarea de recopilar información preguntando a los lugareños en las fruterías, las panaderías o cualquier otro establecimiento donde pudieran haber visto u oído algo al respecto sobre el incremento de la vigilancia en la zona.

La recopilación de datos pudo haber ido mejor eso estaba claro, porque si bien lo que habia aprendido en las calles era algo correcto en este caso se dificulto por las lealtades de los vecinos. No fueron pocos que la echaron o pidieron un dinero exorbitante por la información, por lo que primero que averiguo fue que enorme parte de los vecinos se mantendría callada ante las preguntas de una desconocida.

Justo cuando se iba a rendir un hombre que se encontraba trabajando en su casa, pintándola, parecio ser mas cooperativo que el resto. Comentándote que al parecer los habían visitado un grupo noble y dos grupos religiosos hace poco. Que uno de los grupos religiosos era mas bien un par de extranjeros de alguna otra parte de Europa, tal vez franceses. Según èl habían descubierto finalmente que la familia tenia sangre judía y ahora estaban comprobándolo para luego colgarlos a todos por infieles y ladrones. Mas alla de eso no parecía saber nada mas y la conversación empezaba a tornarse en una de odio contra los judíos.

Leonor quedó sorprendida ante la reacción de los vecinos, algunos de los cuales casi la echan de allí a patadas. Lo cierto es que, con la fama de chismosos que tenían los italianos, aquello la pilló desprevenida, y no fue hasta que no se topó con el hombre que pintaba su casa apaciblemente, que no consiguió obtener nada en absoluto.

No obstante, las noticias que le dio no fueron para nada las que esperaba, puesto que ella hubiera pensado que la propia familia había reforzado la vigilancia de su casa para proteger a algo o alguien desde el interior. Nada que ver con la realidad de las acusaciones que pendían sobre los Ziani ¿Estaría su hombre de la lista involucrado en todo aquello? ¿Abría formado parte de uno de los grupos de nobles que visitaron a la familia en primera instancia? No lo sabía con certeza, por lo que intentó preguntar por la identidad de los nobles al pintor, aunque supuso que no sabría nada por las primeras indicaciones que ya le había proporcionado.