Partida Rol por web

El escenario que se encontró Leonor al entrar en la habitación fue el de una dama desnuda debajo de unas sábanas que ya no la tapaban del todo, siendo claramente acusado por dos intrusos que tenían la cara tapadas y cuchillos en su mano. Gianna por suerte pudo aprovechar no solo que la soltara uno sino otro para finalmente estar libre de salir aunque igualmente se encontraba en medio de un enfrentamiento por lo que tendría que tener cuidado.

La sirvienta se había quedado en mitad del camino dándose cuenta que desarmada no podría con ninguno de los hombres. Ademas su prioridad desde el principio era su ama que llamaba para que vaya con ella.

Por otro lado Dante se encontraba sonriendo con algo de sutileza, aunque su razón para hacerla no quedaba del todo claro pero al menos Leonor podía ver cierta emoción en su forma de moverse que solo se habia detenido un poco antes de avanzar de una forma casi impensada al saltar hacia la cama para enfrentar desde una posición avanzada a uno de ellos.

El hombre sin oponente miraba todo muy nervioso, pareciéndose no saber que hacer en ese caos que se habia formado. En especial cuando vio a un Dante totalmente desiquilibrado caer ensima de su compañero, quedando ambos en el el piso con un resultado incierto.

Tenía que actuar con rapidez. Gianna estaba en peligro y totalmente indefensa a merced de aquellos hombres que Dios sabe qué querían hacerle. La sirvienta se encontraba en medio de ellos, corriendo igual peligro al no portar armas para defenderse por lo que debía apresurarse para que ninguna dama resultara herida o no se lo perdonaría nunca.

Afortunadamente, cuando Dante y ella entraron en escena, la preciosa anfitriona consiguió soltarse del agarre de los rufianes, hasta mejorar visiblemente su situación. Dante, por su partre pareció disfrutar d este momento mientras sonreía, permitiendo que la emoción del inminente combate le embargara, y saltando temerariamente contra uno de los enemigos, hasta que ambos cayeron al suelo.

El otro rufián, el cual aun estaba decidiendo su próximo movimiento, se encontró frente a frente con la mujercita vestida de rojo, la cual portaba una afilada daga en la mano dispuesta a usarla contra su contrincante, mostrándole una fiereza y determinación impropias de una dama.

Tras dedicar unos segundos a estudiar a su enemigo, aprovechó la confusión de éste para asestar un golpe al brazo donde tenía el cuchillo, intentando desarmarle.

A Gianna pareció olvidarsele que estaba desnuda cuando vio a Leonor saltar sobre uno de esos malditos, aprovechó la confusión para saltar de la cama cubriéndose con una fina sábana y alejar a su sirvienta de allí para que Leonor, que por un lado la sorprendía muchísimo y su acompañante, el cual no conocía pero que dejaba ver el buen gusto de la muchacha, hicieran lo que quisieran con esos dos. Gianna temblaba de pies a cabeza, tenía lágrimas en los ojos, posiblemente seguía mareada por tanto vino pero estaba impávida mirando aquella escena tan extraña en su alcoba.

El rufian largo un grito de dolor que si bien no les genero ninguna pena a las mujeres por él, lo hizo revelarse como alguien que posiblemente nunca había sido apuñalado. El cuchillo había caído en el instante que la pelirroja lo había apuñalado. Por lo que mas asustado de lo que estaba antes salto encima de Leonor desarmado, tratando de empujarla para que cayera al suelo aunque no le era fácil con un brazo herido.

Mientras Gianna se apartaba de su cama aun algo mareada por todo el vino que había bebido, llegando a su sirvienta para apoyarse y terminar de tapar su cuerpo con la sabana de la cama. Observando la escena noto como dante también forcejeaba un poco, pero parecía llegar a una victoria con unas pocas palabras. ”Muere infeliz.”

"Señora hay que terminar esto rapido." le apuro la sirvienta a Gianna. "Hay mas rufianes que estos dos."

Leonor se sintió aliviada al saber que aquel stronzo no podría clavarle la daba que hace unos segundos había tenido en la mano. El intento de empujarla le resultó extraño, como si los movimientos de él fueran bastante más lentos de lo que hubiera esperado, o como si los enemigos a los que se había enfrentado con anterioridad fueran mucho más hábiles que este desgraciado.

Cuando el hombre se abalanzó sobre ella para empujarla, la jovencita movió rápidamente sus pies para esquivarle por un lateral y aprovechar dicho movimiento para clavarle su puñal en las costillas. No le gustaba matar, pero no tenía ningún problema en hacerlo ante malnacidos como ese, por lo que intentó hundir su arma todo lo profundamente que pudo para, posteriormente, darle un puntapié y lograr que callera hacia atrás.

En ese momento, escuchó las palabras de la sirvienta y un miedo atenazó la boca de su estómago - ¿Cómo que más rufianes? – Preguntó algo alterada pensando en que las damas Giovanni aun seguían en la sala de baile - ¿Dónde están? Dime que los invitados no corren peligro.

Gianna miró a la sirvienta con los ojos muy abiertos mientras terminaba de ver la escena en que estaban Leonor y su amigo, negó con la cabeza.

-¿De qué demonios estáis hablando?

Al ver que el hombre se avalanzaba sobre Leonor Gianna no esperó a la respuesta de la sirvienta sino que se acercó a su cama de nuevo, cogió aquel bonito regalo de su padre, una madonna de mármol y sin pensarlo dos veces le dio de llenó a la cabeza de aquel animal rastrero. Si se moría bien merecido lo tenía por haber entrado así en su casa, cuando le dio el golpe salpicando con su sangre la cara de Gianna, se volvió a la sirvienta.

-¡Hablad mujer!

Finalmente el segundo rufian se encontró muerto luego que su cabeza se encontrara aplastada por la madonna de mármol que blandió sin clemencia Gianna. Mientras Dante se levantaba mirando raro a su rival como si habría encontrado algo raro. “Señoritas...este de aca parece un adolecente.” Comento con extrañeza, tal vez algo de culpa por haber matado un joven, antes de ir con el resto. Por su lado las mujeres no podian identificar la edad del que ellas mataron pero no era muy alto.

La sirviente por su lado estaba sorprendia por el actuar de su señora, pero volvió enseguida a la realidad cuando Gianna le grito que hablara. “Si…eh al parecer un guardia encontró a otro muerto en una de las entradas. Mientras mi compañera, la que estuvo conmigo la mañana que paso...eso, me dijo que esta revisando como nos ordeno y encontró a un hombre actuando raro. Además era igual al hombre que le describi antes. Ella se le acerco solo para ver si podía sacar algo haciéndose la seductora, pero el hombre la aparto usando un acento alemán fuerte. Ella cree que el tipo es peligroso porque rápidamente luego de echarla desapareció.” Le informo con rapidez yendo detalle por detalle.

El combate no duró mucho, y aquellos rufianes acabaron muertos sin el más atisbo de duda. La jovencita de cabellos de fuego realmente no se sintió demasiado culpable al descubrir que no se trataba más que de un par de adolescentes. Al fin y al cabo ella se había criado en las calles y había visto de lo que eran capaces gentes de todas las edades.

Tras ver a los dos asaltantes en el suelo, Leonor pudo centrar toda su atención a las palabras de la sirvienta. No tardó mucho en abrir los ojos con sorpresa y bastante alarmada por la historia de la doncella. Ese maldito alemán ¿aquí?… La situación había cambiado drásticamente, a pesar de que no pudiera reconocerla vestida como estaba y amparada por su máscara.

-Si es el Alemán que creo, los invitados están en peligro. Este hombre es un asesino desalmado y no actúa solo ¿Qué es lo que pasó antes? Si el extranjero está en vuestra casa, de seguro está planeando algo muy malo – Le preguntó a Gianna, esperando que se vistiera cuanto antes, sin saber si salir corriendo hasta el salón principal en busca de las Giovanni.

Mientras Gianna escuchaba todo se apresuró a vestirse porque no le importaba en lo más mínimo los muertos que allí había, sino que tanto la servidumbre cómo Leonor y su amigo, le estaban mirando.

-Hubo un asesinato hace un par de semanas pero no sé mucho más.

Por fin, tras unos minutos, Gianna estuvo vestida. Tenían que hacer algo, pero ellos no eran héroes que pudieran contra alguien así como lo decía la pelirroja.

-Tal vez sea hora de que la fiesta termine.

Miró a ambos y les pidió que la siguieran pero justo en el umbral de su puerta se volvió a ambos.

-Gracias a los dos por haberme salvado. Estaré eternamente agradecida.

La sirvienta ayudo a vestirse a Gianna para que fuera mas rápido y ella pudiera concentrarse mas en lo que decia la pelirroja. “Pero señora como quiere que terminemos la fiesta sabe como son de insistentes alguno de los invitados luego de unas copas y otros seguro se encuentran ocupados en los cuartos haciendo cosas privadas.” Comento rápido la sirvienta que esperaba una orden mas precisa de como harian con los invitados.

“Mierda me hizo un corte en el brazo, ni lo note.” Decia el duelista que recién tras tocarse noto la herida en su brazo duelista tal vez hecho por un ultimo ataque del joven antes de morir. “Yo tengo que buscar a mi hermana y prima para sacarlas de aca, pero no creo que sea lo mejor dejarlas solas.” Comento el duelista que también tenia su plan en todo este lio. "No tiene nada que agradecer, solo hice lo que debia." termino diciendo con aire de galanteria.

-Dante, ve a poner a salvo a Celia y Anna, que bastante mal lo han pasado ya. Yo me quedo con la dama para ayudarla a cancelar la fiesta – Afirmó con decisión, tras mirar algo preocupada el corte en el brazo del duelista.

-No te preocupes por nosotras que estaremos bien. Lady Scarpati seguro que tiene bastantes guardias a su servicio ¿No es cierto Gianna? – Afirmó decidida mientras miraba a la anfitriona para confirmarlo, una vez se había vestido y no resultaba incómodo invadir en su intimidad.

Gianna por suerte contaba con ayuda pero no sabía si sería suficiente, de todas maneras le dijo al hombre que fuera, era lo mejor que podía hacer.

-¿Donde esta ese hombre?

Preguntó por el alemán, ella iría a verlo mientras daba otra orden.

-Dad aviso a todos los invitados que se pueda, los que esten ocupados en menesteres divertidos serán los menos y habrá menos gente que cuidar.

Miró a Leonor.

-Vos conocéis a ese hombre, vamos...

-Será mejor que no os acerquéis a él directamente porque es verdaderamente peligroso. Yo le conozco, pero él a mi no, así que al menos contamos con esa ventaja – Respondió Leonor mientras sopesaba la orden que la anfitriona había dado a la sirvienta.

-Os recomiendo que no deis la verdadera razón para que la gente salga de la casa, puesto que alertarles puede ocasionar que se pongan nerviosos y le hagan daño a alguien. – Le sugirió, mientras la seguía.

Dante asintió luego de pensarlo un rato y se marchó por la puerta, dejando a las tres mujeres solas en la habitación. La sirvienta puso atension a que decia su señora aunque era claro que por su rostro que tenia ciertas dudas en sobre su misión.

“No se dónde esta el Aleman, pero les dijimos a unos guardias que se pongan a buscarlo. Tal vez alguno lo encontró…” afirmo no muy segura pero era lo mejor que tenia. “¿Que razón quiere que les de para que se vayan? Prefiero que me diga asi no arruino su reputación.” Comento tal vez no pensando que un posible asesinato seria peor.

Mientras hablaban salieron de la habitación mirando a los costados en busca de cualquier cosa rara pero nada salio en su camino, solo la música que venia del enorme salón.

Gianna siguió el Consejo de Leonor.

-Bien, di a los que podáis que descubrimos que la Guardia está buscando a alguien en nuestra fiesta y queremos evitarles un momento desagradable

Luego miró a Leonor.

-Veamos a ese hombre lejos y luego cidiremos qué hacer... Esperemos que oara ese momento, mis guardias lo tengan rodeado.

Era momento de descubrir a esa alimaña, que venía a su fiesta a matar y sobre todo, descubrir quién le había dado una invitación.

Cuando Dante se fue y las mujeres se quedaron solas, Leonor esperó pacientemente a que Gianna tomara una decisión. Al fin y al cabo ella era la anfitriona y la que tenía que decidir qué acciones tomar sobre su casa. La jovencita sabía de qué eran capaces aquellos que habían irrumpido en la mansión Scarpati, y esperaba que no fuera demasiado tarde para detenerles, fuera lo que fuera lo que pretendían hacer.

-Gianna, tenéis que tener presente que posiblemente no esté actuando solo. Ese hombre forma parte de una especie de secta, y sus integrantes no se detienen ante nada ni nadie. ¿Qué asesinato hubo hace un par de semanas? ¿Acaso el extranjero ya ha estado en vuestras fiestas antes? - Preguntó mientras la seguía, intentando saber si aquella muerte estaba relacionada con la presencia del alemán allí.

Gianna se volvió hacia Leonor porque entendía lo que le estaba diciendo pero es que poco podía hacer ella, no es que fuera a ponerle frente a un desalmado que posiblemente contra ella no tenía nada, sino que había tenido la oportunidad de entrometerse en su fiesta y la había aprovechado.

-Leonor, entiendo que esa bestia no es el Papa pero tampoco hay mucho que yo pueda hacer.

Miró en todas direcciones, Gianna ni siquiera sabía usar un arma y por eso, Leonzio tenía razón, tenía que tenerlo a él y dejarse cuidar por él, el resto se iría viendo sobre la marcha.

-Sólo quiero saber quién es para así poder decírselo a mi prometido, a mi amante, a mi tío, a quién sea que me pueda ayudar con esto. Vamos, ven.

Pero se detuvo un poco antes de salir.

-No quiero ponerte en peligro así que no tienes que venir a fuerzas...

Lo decía muy en serio.

-No te preocupes Gianna, iré contigo y te señalaré quien es. Estoy segura de que lo reconocería incluso tras una máscara – Afirmó con decisión, dispuesta a proteger a la preciosa mujer costara lo que costara, sin darse cuenta de que había comenzado a tutearla.

Ni siquiera la mención de que tenía un amante y un prometido de forma tan abierta y delante de su sirvienta, alteró lo más mínimo a la jovencita, la cual se encontraba extremadamente preocupada por lo que pudiera ocurrir. Por todo ello, cuando Gianna afirmó que no deseaba ponerla en peligro y que no tenía por qué acompañarla a la fuerza, Leonor, de forma instintiva se acercó a ella y la abrazó con extremo cariño, justo antes de reconfortarla.

-Iría contigo al lugar más oscuro para protegerte. No lo dudes ni por un instante ¿Vamos?– Dicho esto la tomó suavemente de la mando para avanzar hacia el salón principal.

-Pues vamos, no demoremos más esto.

Gianna tomó de la mano a Leonor y se encaminaron por el pasillo que las llevaría de vuelta al salón, por suerte había muchas cortinas y algunos que otros invitados aún, ciertamente algunos estaban en menesteres en los que era mejor no voltear a mirar pero bastaba con escucharlos para saber lo que estaban haciendo. Rodearon el salón, no sabía dónde estaba la sirvienta y si los guardias ya estaban haciendo lo ordenado, se escondió con Leonor en una esquina donde estaban a resguardo y pensó en algo que la muchacha le había dicho.

-Ahora que pienso un poco, había una especie de signo junto al cuerpo de la mujer asesinada... No sé qué pensar de todo esto, Leonor. Nunca había ocurrido nada igual en mis fiestas.

Las manos de la noble estaban heladas.

-Tengo miedo...-confesó.

Leonor siguió a la mujer por los corredores de su mansión, procurando permanecer alerta ante todo lo que ocurría a su alrededor. Los ruidos de los amantes la hubieran turbado en otra ocasión, pero el peligro que corrían consiguió que únicamente se centrara en encontrar a ese maldito alemán rubio que parecía rondar su vida de una manera u otra.

Una vez que ambas consiguieron ponerse medianamente a salvo en una esquina oculta del gran salón, lady Scarpati mencionó un símbolo en el cadáver de la difunta. Estaba a punto de decir algo, cuando notó aquel frío en las manos de su acompañante, yu cómo le expresaba sus sentimientos de forma abierta y desesperada.

-No te asustes Gianna. No dejaré que te ocurra nada malo pase lo que pase, y luego podremos investigar ese signo que mencionas. – Se oyó decir mientras la abrazaba con fuerza, mostrando una seguridad que no tenía, y esperando poder ser lo suficientemente fuerte como para afrontar la situación.