Partida Rol por web

"Oh, pero si es el colorado maricon." fueron las primeras palabras que salieron del ladronzuelo. "Míralo peque, al parecer piensa que tiene los huevos para unirse a esta banda." Decía riendo un poco acompañado con el jovencito que andaba con él en el puesto de los panes.

Mientras Sabino te faltaba el respeto, Mamadou te miraba con algo de desconfianza como si al igual que Sabino te preguntara que hacías ahí y no fue hasta que recordaste que te vio junto con Amedeo que te diste cuenta porque esa mirada rara. Entonces te vino a la cabeza lo perjudicial que seria si las demas personas se enteraban de ello, en especial porque podrian verte como un amigo de los guardias.

Un suspiro de alivio salió de los labios de la huérfana al descubrir que el panadero se encontraba perfectamente bien. Tras advertirle de que tuviera mucho cuidado y rogarle que no le mencionara bajo ningún concepto, se dispuso a volver a la taberna donde esperaba ver a Camila, no sin antes cerciorarse de no encontrar a ninguno de los fanáticos en las inmediaciones. Aquello fue una alegría para la pelirroja, puesto que eso significaba que todos habrían pensado que la pareja que Naywa había matado aun estaba cumpliendo con la misión y no echarían en falta su ausencia.

Lamentablemente fue Donna quien la recibió en la propiedad de Fracciolo, volviendo a usar ese tono desvergonzado que siempre había usado con ella creyéndola muchacho, lo cual hacia que sus colores se acrecentaran a un más. Tras librarse de ella como pudo y volver a colarse en su cuarto sin ser vista, Leonor pudo dormir unas cuantas horas hasta estar lo suficientemente despejada como para cumplir la misión que tenía por delante.

Tras comer algo usando una pequeña parte de las monedas que había conseguido, la joven escondió cuidadosamente el resto en un pequeño hueco que encontró en un lateral en la pared de su cuarto y salió de allí para encontrar a la banda de almas descarriadas de las calles. Cuál fue su sorpresa al toparse de frente tanto con el desagradable de Sabino, como con el joven Mamadou que la había ayudado a petición de su abuela.

Sabía que si la consideraban aliada del guardia, lo más seguro es que estuviera perdida, por lo que, apretando los dientes, decidió seguirle el juego al ladronzuelo, para no darle pie a que pensara que era débil de ninguna manera – ¡Anda! Pero mira quien está aquí. Al final va a resultar cierto que en esta banda admiten a cualquier desecho. Yo al menos tengo la suficiente inteligencia como para saber a quién robarle y a quién no… Y desde luego los suficientes huevos como para partirte la cara. ¡Vamos Sabinito! Que la última vez comisteis gracias a mí. ¿Quieres que te dé de comer algo un poco diferente esta vez? – Finalizó en tono divertido fingiendo aires de superioridad, esperando que aquel matón se lo pensara dos veces antes de atacarle, y rezando para sus adentros para que Mamadou no le delatara.

Los demás jóvenes reunidos se encontraban mirando con algo de curiosidad lo que pasaba entre Leonor y Sabino, entre ellos también se encontraba Mamadou. Ninguno hacia esfuerzo alguno para separarlos o para intervenir a favor de alguno.

Sabino en un momento parecía que se arrojaría sobre ti, dudo quedándose parado en su lugar para responderte con palabras. “Por lo que vi, tú no sabes cómo robar. Incluso apostaría que si fuéramos a robar casas, vos tocarías la puerta y les preguntarías a los dueños si te permiten robarles la casa.” Le burlo mirándola con enojo. “Se ve que no entiendes una mierda, que ahora crees que necesite a un blando como vos para alimentarme.”

Si bien los insultos parecían entretener al grupo de jóvenes, una voz entre ellos grito que pelearan y pronto el resto le siguió para el fastidio de la joven Leonor. Sin embargo no tuvo tiempo de encontrar al responsable antes que Sabino se adelantara a golpearla.

Ella no se encontraba tan distraída como esperaba el chico, esquivando con gran facilidad el golpe que quería llegarle al estómago. Contagiada con los gritos de pelea y queriendo conservar su acto de chico duro Leonor también dio un golpe hacia el joven, por su parte Sabino lo esquivo por poco. Aunque antes que volvieran a golpearse entre ellos, el pequeño compañero de Sabino se adelantó con una navaja en su mano.

“No te metas!” le ordeno Sabino, aunque el pequeño parecía indeciso.

Lo cierto es que no era lo que Leonor hubiera deseado, además de que parecía que Sabino tampoco estaba muy dispuesto a luchar, pero entonces, el típico busca broncas de turnos, le azuzó para que le pegara un puñetazo, y no tuvo más remedio que satisfacer al corrillo para demostrar su hombría. ¡Con lo que hubiera disfrutado respondiéndole verbalmente ante sus insultos sobre lo que era o no era capaz de robar! A veces odiaba al sexo masculino por cómo eran capaces de dejarse llevar hasta tal punto por sus instintos primarios…

Afortunadamente vio venir el puñetazo que pasó rozando su estomago e intentó devolverle el acto cariñoso con otro golpe a pesar de su escasa fuerza. Nadie salió herido de momento, no obstante el sentido del peligro de Leonor la advirtió de que las cosas estaban empezando a ponerse feas cuando el compañero de Sabino sacó un cuchillo de entre sus ropas, dispuesto a ayudar a su compañero.

La joven pelirroja no tenía la más mínima intención de atacar a un muchacho mucho más joven que ella, pero tampoco estaba dispuesta a dejarse matar, por lo que trató de situarse lo más lejos posible del bambino. Aun así, aprovechando que su contrincante se había despistado un poco dándole órdenes a su compañero, aprovechó para intentar robarle el medallón de oro que sabía que llevaba aun al cuello. No obstante, si le era imposible hacerlo, volvería a la carga para conseguir asestarle un puñetazo antes de que el ladroncillo se diera cuenta de qué era lo que había querido de hacer realmente.

Aun así, aprovechando que su contrincante se había despistado un poco dándole órdenes a su compañero, aprovechó para intentar robarle el medallón de oro que sabía que llevaba aun al cuello. No obstante, si le era imposible hacerlo, volvería a la carga para conseguir asestarle un puñetazo antes de que el ladroncillo se diera cuenta de qué era lo que había querido de hacer realmente.

El momento que Sabino estuvo distraído fue el indicado, por no solo confundió la maniobra con un golpe débil sino que incapaz de darse cuenta que su medallón faltaba luego del acercamiento de Leonor. Todo ese movimiento ponia mas nervioso al pequeño que aun no guardaba la navaja y genero un empujón fuerte de paso de Sabino. “Cobarde atacándome de esa forma.” Le recrimino.

Pero antes que él pudiera realizar una mejor represaría y Leonor pudiera mostrarle el trofeo que habia tomado sin que se diera cuenta a parecio un hombre de color fornido que vestía una túnica negra simple y llevaba en su mano izquierda un largo baston. Aunque lo que mas llevaba la atención de la mayoría eran unos grabados que llevaba en la frente de su cabeza, en un idioma que la pequeña no podía entender pero se arriesgaba a decir que era egipcio.

"No tolerare que sigan peleando en mi hogar y en especial en mi presencia." dijo con una calma helada mientras se despegaba de las sombras en las que había permanecido hasta el momento e ingresaba en la luz que dejaba ver con mayor facilidad sus facciones.

Miro primero al pequeño compañero de Sabino. "Te pido que guardes el cuchillo, pequeño." El pequeño por su lado quedo un instante quito mirando a quien le hablaba antes de mirar a Sabino, que le asintió rápido para que lo haga sin demora. Una vez hecho el hombre suspiro. "Bien hecho, aunque para la próxima hazlo bajo mi orden."

Dicho se volvio a mover hasta acercarse a Sabino. "Espero comprendas que una vez ingreses a este grupo, quien dará las ordenes seré yo. Nadie más." dijo imponiéndose ante Sabino con una mirada fija, aunque también había depositado su mano libre en el hombro del chico, tomándolo con fuerza mientras hablaba o al menos asi parecía por la forma casi minima que se retorcía el joven.

Soltándolo y dirigiéndose al último. "Asi que estos son los nuevos reclutas..." dijo examinando detenidamente a Leonor como buscando algo. Aunque no duro mucho antes de retirarse al centro del grupo.

"Espero de todos ustedes que hayan escuchado mis advertencias, estas están hechas para que podamos tener un grupo sin conflicto alguno porque cuando termine de aceptarlos dentro del grupo se convertirán en hermanos de cada uno. Sin importar el color de su piel o el origen." expreso con cierto entusiasmo en su voz. "Estoy seguro tendran preguntas y yo sere quien las responda. No teman no hay pregunta que reciba castigo."No sabias porque pero haia algo en su voz que no te hacia calarte como posiblemente esperaba el hombre, aunque tal vez era por el acento pronunciado que tenia.

No había estado en sus planes robarle el medallón a Sabino, pero la rápida intervención de aquel extraño hombre cuyo tatuaje se divisaba con total claridad en su oscura frente hizo que la situación se congelara y que ninguno de los presentes continuara con la lucha que habían empezado. Aquel hombre era lo suficientemente imponente como para que cesaran cualquier indicio de hostilidad y le dedicaran toda su atención, por lo que la huérfana decidió guardar silencio y memorizar cualquier cosa que pudiera serle de utilidad en un futuro, en especial aquel símbolo aparentemente egipcio situado en su cabeza o la más mínima muesca del bastón que esgrimía como si de un sacerdote se tratase.

Leonor tragó saliva mientras observaba como el muchacho guardaba el chuchillo con reticencias, no sin antes comprobar que Sabino le daba permiso para hacerlo. Estaba claro que al hombre aquello no le había gustado nada, y lo más seguro era que más adelante le diera una lección para que supiera quien estaba al mando en este momento y lugar. No sabía por qué, pero intuía que el desagradable ladrón y su pequeña banda sufrirían un traspiés dentro de no muy poco, por lo que quizá el haberle quitado el medallón podría incluso haber salvado a Sabino de un castigo ejemplar por insubordinación cuando se negara a darle su precioso tesoro a nadie. Con lo bocazas que era aquel chico, seguro que exhibía su trofeo como lo había hecho con ella, por lo que no tardarían en querer apropiarse de una pieza de oro como esa.

Aquel discurso no le gustó nada a la joven, la cual se esforzó por fingir el mismo entusiasmo que el resto de los presentes de la congregación. No deseaba atraer más atenciones de las necesarias de primeras, por lo que mantuvo silencio, aguardando a las preguntas de otros. Al fin y al cabo ella no sabía cómo habían convencido a toda esa gente para unirse a la banda, y tampoco sabía por qué estaban todos aquí y qué era lo que pretendía ese peligroso sujeto, así que no dijo una palabra mientras se dedicaba a ver y escuchar todo lo que pudo, tratando de pasar desapercibida.

La memoria de la pequeña no tendría problema en recordar el tatuaje claro que llevaba con orgullo el hombre, ni el bastón que en un principio parecía un palo de madera hasta que noto el reflejo del metálico en la punta y la base.

Por un rato todos quedaron callados nerviosos de ser el primero en hablar y tal vez pensando de una forma parecida que Leonor. Al menos hasta que Sabino dio la primera pregunta. “Cuando nos darán la comida que prometieron?” pregunto sin esforzarse en cambiar su tono al que habia usado con Leonor.

Eso parecio ser suficiente para que el resto consiguiera valor para hacer sus propias preguntas. “Que tendremos que hacer para ingresar?”, “A quién robaremos?”, “Tiene camas para nosotros?”, “Uno de mis hermanos se unió a este grupo, podre estar con él?”, “Deberemos cambiar de religión, señor?”

El hombre aguardo en silencio hasta que terminaran sus preguntas. “Recibirán la comida muy pronto, no se deben preocupar por ello.” Contesto pareciendo ignorar el mal tono de Sabino.

“Tendrán que presentarse habitualmente a este lugar por tres días, no habrán exámenes físicos o preguntas personales para cada uno. Pero se esperara que sean leales al grupo y no divulguen nada de lo que diremos en este lugar.” Respondió con calma mirándolos a todos. “Yo en principio creo que todos los presentes en este momento tienen posibilidad de formar parte del grupo, pero debo estar seguro que puedan tomar esta responsabilidad en serio basándome en su asistencia.”

“Para quien haya venido por un lugar para dormir o por comida, pronto los guiaremos a una casa donde encontraran ambos. Sobre conocidos que se hayan unidos antes que ustedes, hare lo posible para que los encentren en los días siguientes.” Siguió contestando con una sonrisa amigable enfocándose en el joven que pregunto por su hermano.

“Robaremos a quienes se lo merezcan y lo distribuiremos a quienes lo necesiten. Como escuchan…aun sus amigos que no desean robar se beneficiaran por sus acciones. Así que espero se esfuercen para realizar el buen servicio que los nobles de esta ciudad no pretenden darles.” Comento elevando un poco más su profunda voz como si estuviera a punto de realizar una misa ante ellos. “Podrán seguir con su religión tanto como quieran, como dije no discriminaremos a nadie aquí por sus creencias.”

La joven pelirroja guardó silencio mientras Sabino exigía las respuestas. Parece ser que a todos los presentes les habían prometido algo diferente: Comida, un sitio para dormir, reunirse con algún ser querido o familiar… De repente una idea le vino a la cabeza y se le ocurrió pensar que quizá su hermano Theo formara parte de este grupo. No obstante lo descartó al instante, puesto que él nunca hubiera aprobado el robo como medio de vida, ni aunque se repartieran las ganancias entre los más necesitados. Aun recordaba como más de una vez la había reñido en el pasado, por pillarla robando alguna cosa pequeña a un transeúnte incauto… Si, definitivamente su hermano era mejor persona que ella.

Aun así, todo esto le olía endiabladamente mal, puesto que no se creía para nada todas esas falacias sobre una comunidad perfecta que aquel hombre estaba intentando venderles. Y más aun, escuchándole emplear ese tono adoctrinador más propio de embaucadores y predicadores charlatanes, que de alguien en poder de la verdad.

Tres días… ¿Por qué tres días? Estaba segura de que les daría algún tipo de droga de comer o de beber para conseguir su lealtad absoluta. Por lo que, pese a lo hambrienta que pudiera estar, Leonor no pensaba aceptar nada que viniera de aquel hombre o de sus seguidores pese a que simulara comer y beber, y desde luego que fingiría estar conforme con cada cosa que dijeran. Si había que ser una fanática, ella sería más fanática que ninguno… No sabía que tan bien le sentaría al rebelde de Sabino seguir órdenes.

Al revisar alrededor alguno de los demás jóvenes parecían no muy convencidos, otros tenían un rostro bastante neutro a las palabras del hombre y luego estaba una minoría que parecía genuinamente contenta. Sabino parecía estar entre los primeros, el pequeño entre los últimos y finamente Mamadou entre los del medio.

Sin mucha demora llego un joven que dijo algunas palabras al Jefe en el oído y este asintió. “La comida esta lista, pero no la comeremos aca sino en un lugar mas privado.” Dijo y con un gesto de su baston les indico que lo siguieran. Sin esperarlos comenzó a avanzar internándose en el centro del barrio que se encontraban alejándose de los canales y caminando por calles que no se encontraban lo suficiente bien iluminadas.

Luego de unos minutos llegaron a un lugar que parecía el adecuado por los manteles en el suelo, que tenia cuencos con lo que se veía como caldos de verdura. Estos parecían recién preparados por el olor y humo que largaban. Se encontraban debajo de una larga casa que poseía un camino en medio de ella y que les deba un buen refugio a los jóvenes que iban a comer. “Siéntense como deseen y coman. Yo ire a hablar con uno de nuestros compañeros.” Dijo el hombre retirándose dentro de una casa muy bien iluminada, que dentro tenia muebles muy modestos.

Leonor observó los rostros de los presentes, tratando de evaluar las acciones de cada uno. Estaba claro que aun no podía confiar en ninguno de ellos como posible ayuda en caso necesario. Por lo menos, no de momento. No obstante Mamadou la había ayudado en el pasado, por lo que no pensaba dejarle en la estacada si el chico la necesitaba en algún momento.

Al escuchar sobre la comida, la pelirroja se olió lo peor. ¡Seguro que tenía algún tipo de droga para que todos fueran más sumisos! Por lo que trataría de hacer como que se la comía sin que ninguno de los presentes se diera cuenta de nada.

Otra cosa que la preocupaba era los oscuros caminos por los que los conducían. Todos ellos lejos de cualquier vía de escape rápida, y muy separados de la guardia. La joven estaba empezando a sentirse asustada con todo esto. No obstante continuó interpretando su papel, fingiendo estar dentro del grupo más optimista y entusiasta de los presentes.

Cuando situaron los cuencos humeantes delante de ellos, el rugiente estomago de la huérfana pareció enfurecerse ante el delicioso aroma que desprendían. Esperaba de corazón estar en lo cierto con la comida y no desperdiciar una suculenta sopa de verduras por haber sido quizá demasiado paranoica. No obstante, agradeció que se tratara de una sopa, porque era bastante más sencillo deshacerse de ella sin que la pillaran infraganti mientras simulaba que comía y mientras ofrecía ciertas verduras a su compañero de al lado con el pretexto de que no le gustaban.

Para su fortuna o maldición sus compañeros terminaron siendo los únicos que conocía. Primero llego Mamadou que no dudo en tocar algo de la sopa y luego apareció Sabino junto a su amiguito. Sabino colocándose complemente enfrente de la joven huérfana.

“Mejor malo conocido…” dijo haciendo referencia a un antiguo dicho que al parecer había sido creado en Roma. “Entonces supongo que piensas irte luego de la comida, cierto?” pregunto Sabino en clara intención de provocarte. Mientras su compañero ingería la sopa con una rapidez de alguien muerto de hambre, lo que era raro si considerabas la cuestión de los panes.

“Vamos chico, deja pasa lo que te hizo. Ya aburre que le estés peleando a que será nuestro compañero.” Intervino Mamadou aunque por lo frio de su tono no te parecía que había intervenido para defenderte sino para callarlo al otro.

“Es que es un traidor…” reclamo en voz baja Sabino.

Mamadou se le quedo mirando un rato y luego fue con Leonor “Lo eres?” pregunto dandote la sensacion que parte de él lo creia asi, pero esperaba ver que le decias.

La joven pelirroja no tuvo suerte, y se encontró rodeada de los mismos muchachos que ya conocía… tan solo esperaba que no la quisieran matar mientras comían, aunque las preguntas que habían empezado a hacerle tampoco eran algo que le agradara en absoluto.

-Dijo el ladrón que todos son de su condición – Replicó haciendo referencia a otro dicho bastante conocido cuando Sabino la acusó de marcharse nada más comer.

Tras la intervención de Mamadou, Leonor casi sonrió al ver como trataba de defenderla. No obstante su sonrisa duró poco al escuchar los susurros del ladrón y las miradas de los presentes. ¡Maldita sea! Odiaba tener que justificarse, y menos por algo que le resultaba completa y absolutamente injusto.

-Depende de lo que quieras decir con “traidor”. Sabino me pidió que le quitara un pan al chico que nos había dejado ver la llegada del cardenal encima de su puestecito, y que había sido súper amable con nosotros. En lugar de eso, engañé a un guardia para que me consiguiera dos panes para Sabino y para cada uno de sus chicos y así todos contentos. Pero a este cazzo di merda no le pareció bien, y aun así le robó los panes al hijo del panadero e hizo que su padre le pegara por su avaricia. ¿No te han enseñado a no robarle a los que son tus amigos, especialmente si son tan pobres como tu? - Respondió mientras simulaba comer algo de sopa.

Aquel refrán de respuesta causo una sonrisa peligrosa en Sabino, que dejo pasar sin más sus primeras palabras tomando un sorbo muy chico del caldo. Aunque eso no impidió que hablara hasta dejar a Leonor en una posición que tuviera que justificarse aunque ella no lo desea.

Luego en un momento que si bien le parecía desagradable, era bastante novedoso al tener a tres chicos escuchándola sin decir palabra y además cada uno prestando toda su atención a lo que decía la pobrecita huérfana.  

“Ese padre le habría pegado igual, para eso están los padres para golpear a sus hijos por el resentimiento que sufrieron antes cuando el padre ellos les pegaba.” Comento levantando los hombros como queriendo sacar importancia al tema del golpe.

“Creo que te confundes como la primera vez que nos vimos. Ese chico no era mi amigo y no, no es igual a nosotros. Él tiene un hogar, dinero de su padre y todo el pan que quiera en su vida. Sos bastante tonto al compararnos como iguales…” respondió casi enseguida mirándola victorioso, solo distrayéndose cuando su compañero más pequeño termino su caldo. Le ofreció el suyo, pero el mas pequeño lo rechazandolo a pesar de la insistencia de Sabino.

Mamadou no parecía muy a gusto con las palabras de Sabino. “Todo el pan que quiera en su vida.” repitió las palabras de Sabino. “Y vos como no quisiste tratarlo como un amigo perdiste la oportunidad de aprovecharte de eso…Supongo que eso es ser inteligente para vos?” le pregunto con un gesto neutral antes de largar un suspiro.

“Creo que en esto apoyo la solución de…” se quedó pensando un rato, pero pareció no recordar el nombre que le había dado la joven entonces la miro para que le digiera.

Luego de escuchar de nuevo su nombre y asegurarse de aprendérselo esta vez, lo miro examinándola como si fuera un interrogatorio. “Entonces pudiste engañar a un guardia como hiciste eso?” pregunto pareciendo sujetar su lengua antes de realizar una segunda pregunta que posiblemente ella sabia.

Escuchó la respuesta de Sabino, estando bastante en desacuerdo con él. El hijo del panadero puede que tuviera más dinero que ellos, pero desde luego no era rico ni mucho menos, y todos los días tenía que ganarse el pan que comían con el sudor de su frente. No era justo que pagaran un acto de buena voluntad de aquella manera y tampoco estaba de acuerdo en que todos los padres golpeaban a sus hijos, puesto que Theo siempre le había dicho que sus padres jamás les pusieron una mano encima… Ojalá pudiera acordarse de ellos como lo hacía su hermano. Hubiera sido un bonito recuerdo.

Aun así no dijo nada al respecto, puesto que fue Mamadou el que decidió interferir puntualizando muy inteligentemente que, si se muerde la mano que te da de comer, no obtendrás comida en el futuro.

Tras recordarle al joven de color cual era su nombre, Leonor supo que la pregunta sobre cómo engañó al guardia llegaría. No es que se le diera mal mentir, pero no era algo que le gustara hacer. Desde luego decir que le había ayudado a atrapar a un asesino, no la dejaba en muy buen lugar dadas las circunstancias en las que se encontraba, por lo que trató de ser lo más convincente posible cuando empezó a hablar.

-¿Sabino, viste el miedo que daba el capitán de la guardia? Pues parece ser que sus hombres le tienen aun más miedo – Afirmó algo más confiada. – Pillé al stronzo besándose con una ragazza durante su guardia y le amenacé con decírselo a su capitán si no me compraba los panes… y si no me daba cierta información sobre un tipo que me robó hace un par de días. A veces es bueno ser piccolo, puesto que nadie se fija en que sacas información útil que te pueda servir en el futuro. Lo de los panes me salió mejor que lo del tipo – afirmó encogiéndose de hombros con una media sonrisa en los labios – puesto que al final tan solo pude robarle las botas antes de que me atrapara. Aunque de seguro le ha jodido bien eso de tener que andar descalzo por ahí.

Sabino asintió de mala gana ante la pregunta que le hiciste, pero era algo que solo alguien mal de la cabeza no afirmaría. Por lo demás se quedó mirándote en silencio junto a Mamadou mientras dabas tus explicaciones. Al final miro al joven de color como preguntando si creía lo que decias.

Mamadou tomo un sorbo del caldo antes de responder. “Eres muy listo Leo y tienes huevos, cualquier otro tendría miedo de chantajear a un guardia. Yo te diría que tengas cuidado que en cualquier momento se deshace de ti con sus amigos.” Te advirtió con un tono neutro que no dejaba en claro si te termino creyendo o no.

Sabino por su lado encogió sus hombros eligiendo para tu suerte quedarse callado por el momento.

“Qué raro ese tipo del tatuaje, espero que no sea uno de esos locos porque pretendo quedarme en este grupo. No sé ustedes.” Comento sacando el foco de la conversación de Leo hacia el hombre del baston.

Perece ser que todos se habían tragado el asunto del guardia, o al menos era lo suficiente creíble como para que no continuaran haciendo preguntas. No obstante estaba claro que Mamadou era bastante listo, y seguramente algo se olía. En cualquier caso nada podía hacer al respecto, por lo que decidió seguir el ejemplo de Sabino y no responder nada en absoluto ante los halagos y consejos que recibió, y agradeció el cambio de tema.

-Si que es raro, aunque habla bastante bien – Mintió, puesto que a ella su discurso no le había inspirado absolutamente nada - ¿creéis que es el jefe de todo el grupo, o que solo trabaja para alguien? Y ¿Sabéis algo más sobre estos tres días? ¿Hay que pasar una prueba o simplemente con venir tres veces seguidas es suficiente?