Partida Rol por web

Juan trataba de superar la barrera de hierro impuesta por parnassus y sus escudos, pero era inutil.. sus fuerzas continuaban menguando por el tiempo que pasaba dentro de aquel gas toxico... estaba en clara desventaja.. y esa forma de pelea, la de mantener a alguien a raya.. era claramente el fuerte del favorito del coliseo...

Solo le quedaba esperar un milagro

Todo terminó muy rápido. Parnassus siguió presionando a su contrincante dentro de la nube de gas, que ni tan siquiera podía hablar. En segundos sus pulmones ardían y respiraron por acto reflejo. Fue la última vez que lo hicieron antes de despertar con los Monjes.

Y de nuevo me hallo en el coso, rodeado de aquellas estridentes e insaciables gargantas... ávidas de sangre... de sangre de sus juguetes. Desgraciadamente, habiendo visto frustrado mi anhelo de sangre por una quimera, me había convertido en uno de ellos... lo que en un principio fue un disfraz se convirtió en una maraña asfixiante de la que no había salida... por el momento.

El universo, en mi mano, en forma de diminutas partículas de arena discurre entre mis dedos... abandonando el contacto de mi piel... marcando una nueva cuenta atrás.

El engañoso horizonte me había dibujado una meta ilusoria a la que me vi irremediablemente arrastrado... una falsa meta que esconde un enorme precipicio, sin retorno, que debía solventar para poder continuar por la senda que había elegido.

Al menos el cálido sol asoma entre las espesas nubes reconfortando mi tostada piel... al menos las ráfagas de viento acaricia mi rostro, meciendo mis negros cabellos... tan negro como el oscuro pozo de mis ojos. Y fue el mismo viento que me trajo su familiar esencia... la negra albina... su máscara de porcelana... su esbelto cuerpo... su pegajoso apéndice... su afilado colmillo.

Mi sonrisa le dió la bienvenida. El baile de mi obediente lanza se detuvo a su llegada, siendo el cordial saludo de mi tierra el que floreció poco después. -. Bien hallada... siempre.- El oscuro pozo de mis ojos se fijó en los de la mujer tras la nívea máscara. -. Que el viento te sonría... después de esta contienda.- Mi sonrisa cómplice se acentuó.

Aferré la lanza a ambas manos y afiancé los pies en la arena... el combate iba a comenzar.

Absorbió por completo la luz de la arena… su presencia impresionante, pavorosa me saludo con una sonrisa cómplice…

Agradecida incline la cabeza, mi sonrisa no podía verla… un combate con el viento del desierto era mas un placer que una obligación, los hakhim le reconfortaban el alma… no lo sabia porque pero todos los que conocía Kiurbu.. Aymee… Anat… todos ellos, el honor la fuerza… todos sus movimientos destilaban pasión de una manera u otra era un cortejo a la muerte… siempre agradecida de sus súbditos.

Que la luna te sea propicia y que el viento acompañe tus movimiento oscuro heraldo…

una ligera inclinacion y mi latigo ya estaba en la muñeca del guerrero... un suave tiron y solo la marca roja quedo en su muñeca mientra la lanza volaba libre por el aire...

Mi protectora lanza fue arrebatada, inesperadamente, de mis manos por su rápido apéndice... irónicamente, ahora era el viento quién se la llevaba dejándome completamente indefenso a su filo.

Su pegajosa lengua se puso otra vez en acción buscando esta vez una de mis piernas que, en última instancia, habían abandonado de su salto su posición en procura del objeto perdido. Rodé por el suelo, con ella ya en mi poder, incorporándome justo a la vera de la albina negra. Fue entonces cuando mi vengativa lanza, enredó su brazo para proyectar su esbelto cuerpo contra la polvorienta arena.

La había visto en actitud muy acaramelada recientemente con otro de los de su raza. Sin embargo... ¿qué habría de realidad en eso?. El silencio se adueñó de mis labios, mientras el oscuro pozo de mis ojos escruta los suyos.

... hoy estas callado mi noble nomada...

Estaba en el suelo y con rapidez me levante para encontrarme con su lanza atacando incesante... el dolor recorrio mi cuerpo ninguna mortal pero todas dolorosas...

Estaba otravez depie en la arena... otra vez en movimiento...

Mi hambrienta lanza atravesó su carne una y otra vez, insaciable, hasta que la albina negra se puso en pie acrobáticamente. Su cuerpo rezuma sangre que tiñe sus sedosos ropajes... su oscura piel. El dolor apenas asoma en sus continuos movimientos... y su rostro me es velado.

-. Tengo muchas cosas en las que pensar...- Le respondo mientras mi protectora lanza es obligada a atajar sendos latigazos a la altura de mis piernas. -... y otras que no me incumben.- Giro, a continuación, mi cuerpo para alejarme del alcance de su látigo... a la vez que mi afilada asta araña su otra pierna.

El oscuro pozo de mis ojos se posa nuevamente en los de ella nada más finalizar el movimiento evasivo. -. No pecaré de entrometido.- Mi obediente lanza inició un nuevo baile a mi alrededor.

Cada uno tenemos nuestros secretos... unos nos atormentan otros nos complacen. Procura terminar con los que te atormentan noble Kiurbu... hay veces que la huella que dejan no se puede borrar...

La rapida lanza del guerrro desvio la daga sin problemas… el combate se estaba torciendo y no a mi favor precisamente…

Querido, en que te parece que te entrometes… en mis asuntos seguro que no, poca gente conozco menos entrometidos que los hakhim…

Su múltiples envites fueron desviadas una y otra vez por mi protectora lanza, hasta que ésta vió la oportunidad de enrollar su brazo para arrojarla contra, de nuevo, contra la ávida arena... y aun en ésta su látigo buscó mi brazo para encontrar, impotente, el asta.

-. Te he visto con otro de tu raza... un cazador... en una taberna.- Dejando el hilo de mis palabras en el aire... al igual que mi mortal filo.

A... vale... una buena persona el cazador con un trabajo bastante malo...me pidio ayuda para un asunto y me meti por interes en los asuntos de mis...amigos...

Anulando por complote mis movimiento, otravez mi heraldo de muerte...

Con fuerza su lanza clavo mi mano en la arena salpicando de sangre su cara...

La pantera se defendía con uñas y dientes desde el suelo... obligándome a anular sus envites para finalizar clavando la mano que porta el látigo sobre éste... inutilizando su pegajoso tentáculo.

Casi al instante de escuchar sus palabras la liberé. Situación que aprovechó para rodar sobre si misma y ponerse en pie... huidiza de mi obediente lanza... huidiza de mí. Sin embargo, acompañé su movimiento si darle descanso, acorralándola con cada paso a pesar de sus esfuerzos por librarse de mi acoso.

-. ¿Cómo amigos te refieres a Parnassus y Renato?... o a un tal Khurge...- Le dije mientras mis oscuros ojos escrutan a través de la albina máscara.

Como amigos, tengo que a todo aquel que he lelgado apreciar... Anat, Parnasus... todo aquel que me trato como a un igual... tu, Aymee... hasta Ricardo me cae bien...

El cazador es un conocido, con ideas comunes... no para considerarlo amigo pero si tenerle aprecio...como a ti... ti te dejaras conocer mas viento oscuro...

Mientras divagaba en la gente que conocia en el ultimo segundo consegui interponer el brazo sano en el camino de la lanza... dolio pero tenia la cabeza sana....

Mi asfixiante lanza vuelve a enredar su cuerpo para arrojarla al suelo... a mis pies. -. No quieras conocerme, albina negra, más allá de lo que ves, mi máscara...- El ardiente fuego de mi insaciable alma, atraído por la sangre de la pantera asomó a través del pozo de mis ojos... mi compañera rencorosa no olvida nuestro primer encuentro con la albina negra. -... que, al igual que la tuya, oculta algo que no quiero mostrar.-

Mátala Ormuz... mátala... quiero verter sangre... déjamela a mí. No compañera, la pantera no nos ha hecho ningún mal... está confusa...

Sin embargo, todo combate tiene su fin... y aun herida la pantera puede resultar letal. Ya no tenía sentido seguir alimentando la despreciable lujuria de los espectadores.

Ya, pero yo llevo la mascara porque no soy capaz de ver la expresión de la gente cunado ve mi cara... llegara el dia que conseguiré ir sin ella...

Tu alma por muy oscura que sea, estas luchando contra ella por lo que eso hace que al menos una pequeña parte de ella ya merezca ser mostrada... por mucho que digas que es una mascara... prefiero ver esa mascara porque creo que alfinal sera la persona que deseas ser..

El combate era atroz... mis envites torpes de aprendiz poco podian hacer contra la sed de sangre de la lanza...

Sin dudarlo segui envistiendo... una cosa era clara, siempre habia que morir luchando...

Sus palabras me pertubaron más de lo esperado, quizás por eso mi cuerpo quedó bloqueado... paralizado, enfrascado en sus pensamientos. Instantes de incertidumbre que aprovechó la albina negra para sesgar mi brazo y alzarse acrobáticamente. El dolor me trajo de vuelta a la realidad para observarla de nuevo ante mí, malherida, pero imponente.

-. Espero que llegué ese día para mí también...- Y sólo una sangre aplacaría la sed de mi oscura alma... quizás entonces... quizás entonces consiga tener una vida. -... hasta entonces seguiré con ella, no sólo para protegerme a mí si no para proteger a otros.- El fuego arrecia en mis pupilas, demostrando la disconformidad de mi compañera.

Aferré la obediente lanza entre mis manos y afiancé los pies en la arena...

no era mi dia eso estaba claro...

Con un corte torpe de colegia me quede al descubierto mi guardia baja a la mierda y mis piernas tan lejos la una de la otra que ni esquivar podría su siguiente envite... cerrando los ojos me espere la parte mas dolorosa de la arena...

La resurrección...

La máscara se desprendió por unos instantes... alentada por el fuego de mi insaciable alma. La punta de mi sedienta lanza atravesó, sin piedad, su garganta para silenciar su voz. Ya no era yo quién la enarbolaba sino mi maldita alma.

Su cuerpo se desplomó ante mí... inerte... bañado en sangre... la albina negra.

Esta vez no hubo acompañamiento ni palabras, demasiado abrupto el viaje a la muerte.

Norteño....

La sonrisa se dibujaba radiante en los labios... en el brillo de los ojos, que avanzaban suaves hacía él... Ricardo se recortaba contra la pared negra, extrañamente oscura incluso para aquella tierra... y yo, vestida de blanco de Luna, con la túnica de mi Diosa... ondeaba leve a cada paso... a cada giro de las dagas, que dibujaban en plata las caderas y su oscilar...

Bien hallado Ricardo.... que las sendas que vuelven a cruzarse... nos enseñen del camino... la voz fue suave, como suave era el miel de la mirada... Mirada que se sobresaltó al crujir de aquel techo que nos cubría... al rechinar de goznes... al destello ardiente que empezó a llorar aquel lugar...

La lava destilaba y caía sobre aquellas paredes... cambiando negro por rojo abrasador... y el hálito de aquel magma nos envolvió en una bofetada abrasadora... espesando el aire y las miradas que se replegaban ante el brillo anaranjado de la roca fundida...

Un crepitar amenazante inundó toda la sala... sonido que pronto se opacaría por las risas y gritos de los Elfos que desde lo alto... nos observaban...

El leve bufido se me escapó del pecho mientras el dorado de la mirada se tornaba rojo bajo la luz de la lava que me rodeaba... mientras podía sentir las gotas de sudor acudir a mi piel y recorrerme la espalda....

Muramos por el acero... Ricardo... la mirada se me atigró cuando abandonando a aquellos elfos descendió hasta las pupilas de Ricardo... Y las dagas levantaron la guardia devolviendo destellos naranja de sus filos... y el cuerpo se me cimbreó cuando me acerqué a él en el inició del baile de muerte que habríamos de danzar... Y la sonrisa se volvió dulce...

Ten cuidado con esas paredes...