Partida Rol por web

Juan Bautista habia conseguido mantener su posicion frente a Parnassus quien esta vez intento zajar su pierna derecha. El espadachin logro levantar su pierna y girar sobre la otra para a la vez que esquivaba el golpe de Parnassus asestar el suyo propio al brazo derecho de este.

Valla.. parece que tambien aprendi algo en todo este tiempo..

Luego el favorito del coliseo parecia algo asombrado por la eficacia con la que Juan se desenvolvia ataco duro para terminar el combate de una vez. Nuevamente los reflejos del guerrero de la espada lo volvieron a sorprender y este esquivo el ataque fatal.

A pesar de la impresionante esquiva de Juan, Parnassus había retomado el ritmo del combate, evitando con su ataque a fondo que el espadachín continuara quebrándole las evoluciones. El primer ataque era solo para colocar el cuello de Bautista, exponiendo el suyo propio para tentarlo a un ataque y que se olvidara de esquivar. El segundo le abrió la garganta. Apenas hubo agonía, mientras el mundo de Juan se volvía rojo y luego negro. Pronto visitaría a los Monjes. Parnassus tenía otro combate al que asistir.

Ricardo entró en la arena. Alegre y risueño.

Muy buenas Juan. ¿Qué? ¿Vamos a ello?

Mientras el norteño hablaba, jugueteaba con sus puñales. Incluso lanzandolos al aire un par de veces. Despues se puso en posición, listo para el combate.

Juan estaba ya situado en un costado de la arena, esperando a su proximo rival. Miraba pensativo hacia el cielo, tratando de descubrir que era lo que le estaba pasando. Hacia varias noches que no dormia bien... terribles pesadillas lo acosaban por la noche, y en algunos casos durante el dia... no eran pocos los momentos en los que Juan despertaba en otros sitios, a los que no sabia como habia llegado. O cuando escuchaba una voz que lo llamaba, pero al darse vuelta nadie estaba alli.

Muchas dudas aquejaban al pober espadachin, cuando la familiar voz de Ricardo interrumpio sus pensamientos. Juan Bautista se alegro de volver a ver a su compañero, que en esta ocasion parecia mas alegre de lo normal.

-Buenos dias Ricardo... se te nota... especialmente contento el dia de hoy. Se puede saber el motivo de tu dicha?

Mientras ambos contendientes se preparaban para la lucha, la amena charla entre dos compañeros se daba en un tono informal y de completa complicidad. Ricardo era una de las pocas personas en el coliseo de la sangre, con las que le agradaba charlar.

Pues bueno. Despues de una serie de desdichas, se me ha aparecido un rayo de sol en el horizonte. Y eso siempre alegra el alma a uno. Las cosas no es que hayan mejorado mucho, pero un camino se recorre paso a paso.

¿Y tú qué te cuentas?. Te veo ojeroso.

A pesar de la conversación estaban en un combate a muerte, por loq ue ambos luchadores fuerona por faena.
Juan Trató de pinchar la pierna izquierda de Ricardo, pero este esquivó sin problemas y le cojió el flanco al espadachín.

Aprovechando que le había ganado la posición a Juan, Ricardo apuntó al brazo derecho de su rival.

Juan Bautista escuchaba las palabras de Ricardo y trataba de interpretarlas.. a la vez que intentaba seguir con vida. Ya que aunque su relacion era buena, ambos estaban en un duelo a muerte.. y el espadachin sabia que su oponente no iba a retroceder un milimetro.

Ricardo avanzo fugaz y zajo duramente el brazo con el que el antiguo soldado humano llevaba su espada, pero a la vez este logro tomar el impulso del golpe de su rival y contra-atacar con un golpe de espada al brazo contrario del guerrero de las dagas.

-Yo.. estuve con algunos contratiempos.... ojala supiera mas.. pero la verdad es que ni yo se muy bien que es lo que me esta pasando...

Vaya, pues eso no es bueno. Yo tengo dificultades, pero al menos se por qué son.

Aun así parecia que sus dificultades no impedían que Juan fuese peligroso en un combate. Lanzó una rápida estocada al brazo herido de Ricardo, y cuando este fue a defenderse se dio cuenta que sólo era una finta. La espada se clavó en el pecho del norteño.

Si me quieres contar lo que te ocurre. Llevo ya aquí algunos años. Y conozco un poco de lo que pasa.

Tratando de pillar desprevenido a su contrincante Ricardo se abalanzó contra Juan tratando de apabullarló con varios ataques rápidos y precisos.

El ataque de Ricardo fue bueno, pero la reacción de Juan estuvo a la altura. El norteño le pegó un corte en la cabeza, al cual respondió el espadachín con un golpe con la guarda de su arma en la testa de Ricardo. Pero a pesar de estar atontado el norteño consiguió apuñalar en la pierna de Juan mientras caia.
Juan trató de aprovechar la ventaja que tenía, pero Ricardo logró esquivar el ataque y se levantó como un rayo. Mientras se alzaba golpeó con su puñal izquierdo en la cara de Juan. Este no pudo hacer nada para evitarlo y cayó al suelo inerte.

Lo siento, me hubiese gustado saber algo más por si podía ayudarte, pero estamos en un combate. Tendrá que esperar.

El norteño esperó a que llegaran los monjes y salieron todos del coso.

Nuevamente estoy listo para un combate. Y al entrar en la arena veo ante mi a Juan Bautista. Desenvaino y, poniéndome en guardia, digo.
Saludos amigo mio. Otra vez nos toca. Adelante, hagamos un buen combate.
Dicho esto, lanzo un tajo sobre el pecho de Juan Bautista y, un instante después, un segundo tajo sobre su brazo derecho.

Juan Bautista ve como su par de alvarado llega al centro de la arena y lo saluda con la misma cordialidad de siempre.

El espadachin saluda con la caeza mientras toma su posicion de combate, nuevamente su contrincante es mas rapido y logra darle dos duros golpes, unao en el brazo del arma apenas desenvainar la espada y otro en el pecho que quedo descubierto tras la primer maniobra.

Tomandose el pecho y el brazo con la otra mano, Juan responde al saludo de su compañero.

-Saludos, Juan de Alvarado...espero que pueda estar a tu altura...por lo que parece estoy algo dormido todavia..

A pesar de los impactos recibidos, Juan Bautista se adelanta y lanzo un potente tajo en dirección a mi pecho.
Pero retrocedo un paso dejando a mi oponente levemente descolocado. Y ese es el momento que aprovecho para atacar.
Detengo el impulso de Juan Bautista con un tajo sobre su cabeza. E inmediatamente hago descender a mi hoja para tocarle nuevamente en el pecho.

Aun intenta Juan Bautista volver al combate. Pero la perdida de sangre de sus múltiples heridas, acaba pasándole factura.
Me retiro un paso y bajo mi acero mientras contemplo como mi oponente cae de bruces sobre la arena. De inmediato me cuadro, saludo y digo.
Suerte y nada mas. No has de preocuparte pues ya te sonreirá a ti en otras ocasiones.
Dicho esto, envaino mientras veo como se aproximan los sanadores.
Y cuando el cuerpo de Juan Bautista, tras una sacudida, recobra la vitalidad, me toco el ala de mi sombrero a modo de despedida y me retiro de la arena.