Partida Rol por web

El favorito del público Elfo Oscuro. El siervo de los Nobles Elfos. El guerrero definitivo. Con sus dos escudos llenos de afiladas hojas, Parnassus es conocido como la Muerte de Obsidiana.

Entro en la arena decidido a combatir una vez mas. Mientras avanzo hacia el centro de la misma, miro a un lado y a otro y escucho por parte del publico aclamaciones pero también abucheos.
Pues esta vez, voy a enfrentarme de nuevo contra uno de los favoritos del publico.
Ante mi aparece mi oponente. Inclino la cabeza con brevedad y, a continuación, desenvaino mi espada y me pongo en guardia.
Hecho esto, digo.
Estoy listo para empezar. Adelante. Ambos sabemos lo que toca ahora.

Parnassus no esperaba volver a enfrentarse a Juan de Alvarado en breve; había vencido la última vez, y esperaba que eso hubiera valido al público. Pero los espectadores dudaban de si había sido un golpe de suerte, y la contienda entre los partidarios y detractores del guerrero de los escdos ya estaba montada. Siendo así, la inteligente Morkhalee no tardó en preparar una nueva contienda. Los licores, la pitanza, la pasión y el oro volverían a correr por las gradas, y no había nada que complaciera más a la dama el fa oscura.

Parnassus saludó a su oponente con un gesto de cabeza, como acostumbraba a hacer con los oponentes que respetaba, y aprestó los escudos mientras comenzaba un incremental conjunto de zig-zags, tratando de desbaratar el habitualmente lineal estilo de su adversario.

Entonces, para sorpresa de su adversario, que ya seguía sus cambiantes evoluciones laterales, alteró su pauta repentinamente y cargó hacia adelante en un rápido salto.

De acuerdo. Voy.

Con rapidez, me lanzo al ataque tratando de sorprender a Parnassus. En una rápida sucesión, lanzo primero un tajo al pecho de mi oponente y, después, giro mi muñeca y ataco con un segundo tajo al pecho.
Ambos nos hallamos ya en pleno combate y todo el coliseo ruge su aprobación.

Ahora, me inclino levemente hacia la izquierda y trato de tocar con una estocada uno de los brazos de Parnassus.
Tras la maniobra, retrocedo un paso y alzo mi acero en posición de guardia defensiva.

Juan respondió con habilidad a la carga repentina; era un territorio que dominaba, así que Parnassus no le iba a pillar en esa. Lanzó un par de puyas que fueron detenidas por los ecudos sin problemas, y luego aprovechó la descolocación de estos para arañar el brazo izquierdo del guerrero, sobre la guarda.

Viendo su oportunidad, Parnassus se agachó, levantando el escudo sobre el que descansaba el afilado sable, para alejar el arma de las posibilidades de parar su segundo escudo que se dirigía inexorable contra la pierna izquierda de Juan.

No debo dudar frente a un enemigo de tal habilidad. Acabo de alcanzarle en su brazo izquierdo y, aun así, resiste perfectamente el dolor y contraataca sin perder velocidad.
Por tanto, me hago a un lado tratando de evadirme de su golpe a mi pierna y, seguidamente, lanzo dos tajos.
Uno a su cabeza y el otro a su brazo diestro.

De nuevo, doy un paso al frente con mi objetivo frente a mi.
Ahora, lanzo una estocada recta al rostro de mi oponente sin dudar.
Y como es costumbre en mi, retrocedo un paso y vuelvo a mi posicion de guardia defensiva.

Juan trata de alcanzar el rostro de Parnassus cuando este se agacha, pero su brazo se interpone, desviándolo a la trasera del cráneo. Un feo tajo aparece en su antebrazo en el proceso de recoger el arma del espadachín, pero Parnassus aprovecha el movimiento para retroceder él mismo con los escudos y acabar de desgarrar la pierna de su contrincante. La sangre cae a la arena, mientras ambos luchadores se preparan.