Partida Rol por web

Reinos de Ceniza: Coliseo de Sangre

LUGAR: Joya de la Arena

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21/07/2008, 08:59
Director

Mientras descendía por las escaleras, Deseo observaba con detenimiento el enorme salón. Ante ella se desplegaba una gran mesa llena de alimentos, algunos de los cuales no había visto jamás. Alrededor de la sala, en las sombras, criados de todas las razas aguardaban, dispuestos a cubrir cualquier necesidad de su ama e invitados. Algunos portaban odres de agua, para conservar su frescor. Otros, botellas de vino, cubiertos o cualquier otra cosa. Permanecían casi fuera de la vista, en las sombras. Al otro lado de la mesa, iluminada por un cálido hogar (El Creador sabía lo frías que eran las ciudades de los Demonios del Norte) se encontraba un joven Elfo Oscuro, vestido de rojo, que se levantó de su asiento, al otro lado de la mesa, para dedicar una gracil inclinación a su invitada.

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21/07/2008, 12:25
Deseo

Deseo avanzó, asombrada, deslumbrada. Aunque el lujo, de vista por lo menos, no le era ajeno por ser quien era, aquello excedía toda medida. La mesa que presidía el lugar era una explosión de manjares, un exceso, a todas luces. Y no parecía suficiente, pues entre las sombras aguardaban multitud de criados con otros tantos placeres dispuestos.

Casi no se apercibió del elfo que se levantaba y saludaba hasta que llegó frente a él. Se detuvo, y aunque iba vestida con tanto esmero y elegancia como podría haberlo hecho la más sofisticada princesa elfa, su naturaleza humana, su educación austera, parca mejor, hizo que se sintiera azorada. Devolvió el saludo con gracia innata, pero calló. Se maldijo a sí misma por no saber qué decir, y, sin embargo, así se sintió.

Inquieta, y fuera de lugar.

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21/07/2008, 12:40
Olshva

Mi dulce Deseo... vuestro sobrenombre os pega de sobremanera. El elfo se acercó a ella, sinuoso como una serpiente, para agacharse a besar su mano. Movimiento en el que invirtió tal vez más tiempo del que debiese. Mi nombre es Olshva. Por favor, prescindamos de formulas de tratamiento caducas. Ambos sabemos mi casa y mi rango, no es necesario entre gente que tiene tanto en común... Las palabras salían de forma casual, pero con un toque ácido. En las calles se decía que aquel hombre y su hermana buscaban desbancar a Morkhalee y dominar la ciudad. ¿Que hacía allí?

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21/07/2008, 17:49
Deseo

-¿Tanto en común...?

Deseo había a duras penas conseguido deslizar su mano de la presa que el joven elfo había hecho de ella, entre sus dedos oscuros y largos, y sus labios. Se separó de él, y mantuvo una sonrisa altiva. Aunque no desagradable. Por fin había podido recuperar su aplomo, su dominio.

Cierto, quizá este no era un escenario típico, no era una arena. Pero, desde luego, había un combate. Y de ese lenguaje, de ese claramente era Deseo una experta. Tenía otra arma, y la usaría. No estaba indefensa...

-¿Qué tenemos en común nosotros, Mi Señor Olshva? No os hacía Gladiador, por vuestro aspecto...

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22/07/2008, 08:44
Director

Por favor, solo Olshva. La sonrisa parecía cándida. Parecía.

Bueno, en mi juventud, cuando apenas tenía un siglo, sí que busqué el desafío de la batalla. Pero, con la edad, uno se da cuenta de que las batallas más peligrosas se practican en los pasillos de los palacios. Creo que habéis luchado contra nuestro representante en la arena, Parnassus...

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22/07/2008, 10:04
Deseo

-Cierto. Parnassus, la Muerte de Obsidiana. El mejor. He luchado, he ganado y he perdido. Ambos hemos muerto en manos del otro...

Parecía que iba a desvelar el motivo de su presencia allí. Desde luego, no era gratuíta, algo había impulsado a este elfo oscuro a cruzar las puertas del Feudo de la Dama Morkhalee. Lo extraño es que ella no hubiera querido estar presente, con los rumores que corrían por ahí. A menos de que esos rumores no respondieran a la realidad, y entre ellos hubiera algún pacto. O una tregua... por alguna poderosa razón. Pero, ¿qué tenía Deseo que ver en todo eso? De hecho, aún no conocía el verdadero motivo por el que su padre había jurado dar a su primogénita en diezmo...

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22/07/2008, 11:15
Morkhalee

La dama Morkhalee hizo entonces su aparición, seguida de diversos guardias. Curioso. Con sus habilidades mágicas, era más que capaz de protegerse ella misma, y jamás había llevado escolta desde que se encontraba allí. Olshva... le saludó con un leve gesto. Parecía irritada, pero su gesto se dulcificó cuando posó sus ojos en Deseo. Mi querida niña... espero que vuestro viaje fuese agradable. Dijo, mientras esperaba el ceremonioso saludo de Deseo.

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22/07/2008, 11:27
Deseo

Era el momento. El momento para el que la habían preparado toda su vida. No habían valido caricias de madre, halagos de padre. No, a Deseo se le había negado todo cuanto hace de la vida de una mujer algo agradable, tranquilo, conocido, seguro. Su vida había consistido en fortalecerse, endurecerse de cuerpo y espíritu para que cuando llegara este momento estuviera preparada.

Había llegado de AltaRoca en pago a un Pacto estipulado hacía dieciocho años, y ahora debía entregarse. Ni se planteó una alternativa, ni pasó fugaz, ínfimo por su cabeza. Era imposible, cualquier posibilidad distinta a ser ofrecida a Morkhalee había sido arrancado mucho antes de su ser, si es que alguna vez había florecido. Ahora era un inicio, un renacer. Por su gente, por su padre, por su pueblo. Le habían inculcado que cualquier asomo de rebeldía a esta entrega se pagaría desproporcionadamente. No sería a su costa, sería a costa de todos los suyos, de sus gentes, de su pueblo, incluso de su raza...

Así que le salió de dentro, instintivamente, como uno se humilla ante su dios.

Se giró, al oirla, y olvidó a Olshva, olvidó sus vestidos, los manjares, se olvidó de sí misma.

Se inclinó ante ella, como se habría inclinado un siervo a su Rey.

-Mi Señora Morkhalee...

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22/07/2008, 12:15
Morkhalee

La Ama del Coliseo la miraba complacida. A pesar de tu educación, posees una gracia natural en tus movimientos, mi niña. La sonrisa apareció en su rostro, como si su disgusto se hubiese esfumado. Acarició levemente la mejilla de Deseo. Las mujeres, querida Deseo, debemos ser más fuertes, más astutas y más despiadadas en este mundo para conseguir el respeto de los hombres. Por favor, sentaos. Tenemos mucho de que hablar.

- Tiradas (1)

Tirada: 4d10
Motivo: Carisma + Gracia
Resultados: 1, 1, 1, 9

Notas de juego

Aunque tu set es de solo alto 1 (En la parte rol, el Ancho indica lo rápido que se hace algo, mientras que el Alto indica la calidad) al tener la ventaja de Belleza, tus tiradas sociales tienen siempre un valor mínimo de 5. Así que 3x5, Morkhalee complacidísima y un poquito de PX pal bote rolero ;-)

Si te surge alguna duda, aqui estamos.

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22/07/2008, 13:16
Deseo

Se incorporó de nuevo, y asintió a las palabras de la Dama. Sabía que tenía razón, ¡Oh sí!, Desde luego, la tenía... miró a Olshva, y supo exactamente a qué se estaba refiriendo Morkhalee.

-Aún me falta mucho camino para dominar esas artes, Mi Señora. Pero no me asusta aprender...

Se sonrió en su interior, aunque nada reflejó su rostro. Seguía con una expresión suavemente solemne, a la espera de lo que posiblemente sería la declaración que marcaría su futuro. Se sentó, tal como ella les había pedido, y se mantuvo en silencio, espectante, ávida.

Notas de juego

jejeje...
bote rolero, eh??
:P
Me encanta!!

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22/07/2008, 13:52
Morkhalee

Los tres que estamos sentados a esta mesa tenemos un papel que cumplir, en el destino de esta ciudad y del mundo. Deseo, tu has sido criada en las artes de la guerra desde tu infancia. Olshva, la Casa de Obsidiana extiende sus dedos por cada sombra de Angkortak. Y yo he sacrificado todo lo que tenía por el poder de mi hechicería. El destino tiene su sombra puesta aquí. Y puede que más aun. Las crípticas palabras de la hechicera pesaban como una mortaja.

Hace siglos vi lo que se avecinaba. Era inevitable. Aun cuando compartíamos mesa con nuestros hermanos de la luz, cuando las teorías del Emperador no eran herejía, sino fruto de debate. Antes del exilio. Ví el futuro y comprendí lo que necesitaba hacerse. Y llevo pagándolo desde entonces.

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22/07/2008, 17:59
Deseo

La muchacha escuchaba prendida de las palabras de la Hechicera. Algo muy importante se estaba revelando, algo crucial. Y antiguo, algo que provenía de mucho tiempo atrás, y que les arrastraría, a ellos y a sus descendientes, para mucho más tiempo.

Casi no se atrevía a interrumpirla, pero en cuanto la Dama Morkhalee hizo un alto en su declaración, no pudo evitar verter su ansioso interés, junto con sus preguntas. Quizá sonara pueril, pero no le importó.

-Mi Señora, disculpad que os pregunte, más no entiendo... Decís que os fué revelado aquello que había de suceder... y debía ser terrible, por el modo en que lo habéis dicho. ¿qué es lo que visteis, qué le espera al mundo, a nuestro mundo, que os asustó tanto que os hizo supeditar vuestra vida a evitarlo...? ¿Y cómo puedo yo, desde una posición tan vulnerable, tan humilde, interferir en el Destino? Toda mi vida me han mantenido en pie preguntas sin respuesta, no tengo a mi alrededor y en mí misma más que misterio... y ahora... ¿qué enigma desata mi presente...?

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23/07/2008, 13:12
Morkhalee

Mi niña, tu papel en todo esto se escribió hace años. Cuando ví lo que había de llegar y temí no solo por mi raza, sino por todas ellas. Mi historia comienza hace mucho, mucho tiempo. Cuando mi raza era una sola, antes del cisma que nos separaría por siempre de la Isla Eterna de los Altos Elfos...

En medio de la habitación, permanentemente blanca e inmaculada, en el abrazo del cristal eterno yacía la joven. No tenía esa juventud eterna de los Elfos. Ni siquiera había llegado a la plena forma. Apenas una niña, preservada eternamente para que su enfermedad no la consumiese. Sobre el sarcófago que la conservaba eternamente viva, o eternamente muerta, su hermano lloraba desconsolado.

-Debes dejarlo atrás, Lorithen, susurró la voz de Morkhalee. Se sentía una intrusa, adentrándose en el dolor de su antiguo amigo. De su antiguo amor. No te haces más que daño.

-Déjame.

-Ha pasado casi medio siglo. Has llorado lo suficiente a tu hermana. Debes seguir con tu vida. Los otros...

-Los otros pueden irse al Olvido.

Se había puesto en pie, pero aun daba la espalda a la mujer a la que una vez prometió amar eternamente. A la que juró ser más hermosa que las dalilas, que los amaneceres. No es que no siguiesen las enseñanzas de la razón, como todos los Elfos, y despreciasen las emociones, al menos en su juventud. Pero el cálido sentimiento que les había embargado cuando estaban juntos era tan hermoso como cualquier otra muestra de belleza.

Todo acabó el día que su hermana enfermó. Apenas 40 años. Una niña. La debilidad de su hermano por ella era palpable. Era amor puro. Cuando cayó inexplicablemente enferma... algo de él murió con ella. Se encerró en su sala de preservación, y ya no volvió a salir. Jamás. Nada le importaba más que su pena.

Sus hermanos le ignoraban. Su demostración tan clara de emoción les molestaba. Por mucho que pidiese ayuda para buscar una cura para su hermana, nadie podía estar con él mucho rato sin sentirse incómodo. Incluso los seguidores de Malekith, aquel pensador que sostenía que los Elfos debían volver a estar en contacto con su pasión, querían estar a su lado. Solo le quedaba ella. Para ella era peor. Ver lo que había sido, aquel hombre atento, maravilloso, vital, vivo. Y lo que era hora. Aquella sombra devorada por el dolor y la angustia...

Morkhalee salió corriendo. No podía verle. No así, de nuevo.

Aquella noche, rompió el sello del Orbe. Aquel orbe de su familia, capaz de ver el pasado y el futuro, le daría la respuesta que buscaba. Si no superaba su obsesión, si no podía dejar marchar a su hermana, se alejaría. Tal vez fuese egoista dejar a alguien en su momento de mayor dolor, pero la lógica dictaba que era lo adecuado. Y, más allá de ella, Morkhalee no quería sufrir más. Verle así... se le clavaba en el alma, más allá de donde la disciplina podía bloquear.

Sabía que lo que hacía no era una decisión de su Razón. Ante la misma situación, otra Elfa habría abandonado a Lorithen sin contemplaciones, buscando una pareja más afín a sus gustos y aficciones, compatible y atenta, sin pizca de amor entre ellos.

Pero ¿no decía Malekith que el amor, al igual que el odio, daban fuerzas más allá de los límites?

Su abuela le habia dicho que el orbe podía volver loco a alguien de débil voluntad, que el futuro no estaba escrito, que seguir los designios de una mano invisible podía provocar aquello mismo que se quería evitar...

Pero no podía esperar más. Deseaba saberlo. Con una mano titubeante, abrió el Orbe y miró en su interior.

El grito cortó la noche.

Morkhalee dejó un momento de silencio. Se sentía abrumada. Era gracioso, tras tantos años, que aun la afectase.

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23/07/2008, 18:17
Deseo

Deseo escuchaba cautivada, atrapada por las palabras de la Dama Oscura. A quien por una vez, por primera vez y con una extraña sensación ambivalente, descubría capaz de sentir, ¡de querer!

La miraba arrobada, pintando en su mente la imagen que ella describía, haciendo suyo el sufrimiento, las dudas, la angustia que ella expresaba...

Cuando Morkhalee se detuvo, quizá entregada a una visión profunda, íntima, de sus propias vivencias, de las revelaciones que le fueron brindadas a través del Orbe, Deseo, sin darse siquiera cuenta, se adelantó en su silla, se irguió, inquieta, esperando, anhelando.

No habló, no salieron de sus labios las palabras, pero cuando la Hechicera parpadeando levantó los ojos, tropezando con los suyos, su mirada iba preñada de urgencia. Y lo que no profirió su boca lo dijeron sus pupilas. ¡Seguid, os lo ruego...!

Notas de juego

dioses, Meltar, ¡qué gustazo de historia!
:)

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24/07/2008, 08:38
Olshva

Por favor, Morkhalee, es injusto dejarnos en vilo. ¿Que tiene que ver ese hombre con la amenaza que decís se cierne sobre nosotros? Olshva parecía genuínamente preocupado por el destino de la ciudad, y de los Reinos. Cosa que resultaba extraña, en un Demonio del Norte.

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24/07/2008, 08:40
Morkhalee

Más para sí que para sus invitados, Morkhalee prosiguió. Tras ello, supe lo que tenía que hacer. Cuando las diferencias entre la filosofía de Malekith y sus seguidores y el resto de los Elfos dió lugar a la guerra civil, comprendí que no podía quedarme y hacer lo que debía. Así que me uní a los Elfos Oscuros.

Y pasó lo que temía.

Un humano, loco de codicia, intentó esclavizar a la misma muerte, haciendola enloquecer y devastando más de la mitad de su Reino. Y la Dama Muerte odió a los seres vivos, creó de los cadaveres sus seguidores, y se creó la nigromancia.

Y viendo su potencial, Lorithen tuvo esperanza por primera vez en siglos. Tomó el cristal de preservación de su hermana en busca de devolver a la vida a esta. No hay magia que no se atreva a probar. No hay límite que no vaya a romper. Nada le detendrá.

Hasta que asesine a la Muerte.

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12/08/2008, 12:38
Deseo

Se hizo un silencio denso, cortante, profundo alrededor de Morkhalee. No habló el noble Olshva. Ni habló Deseo tampoco, en un primer momento. Debía asimilar con serenidad todo cuanto la Dama Oscura estaba narrando, todo cuanto había ido vertiendo entre ellos, delicadamente pero sin descanso, y que ahora inundaba la consciencia de la muchacha hasta casi ahogarse en su significado. Porque ese significado era devastador.

Habló por fin, casi murmurando.

-Comprendo... y entiendo. ¿Qué visteis en el Orbe, mi Señora, si puedo preguntar...? ¿Qué destino queréis evitar...? ¿Acaso Lorithen puede llegar a asesinar a la Eterna Muerte, y con ello traer la tiniebla perpetua a nuestro mundo...?

Un escalofrío recorre a la siempre fuerte Deseo, un escalofrío extraño, al que nunca se abandona: el miedo. Una cosa es este renacer impoluto en el Coliseo, aunque enfermizo sin duda. Y otra es una vida en la muerte, sin más futuro, porque la eternidad niega el futuro al negar el tiempo...

-¿Qué hay que hacer, Morkhalee? ¿Qué esperas de mi, de nosotros? ¿Para qué he nacido, mi Señora...?

Preguntas... demasiadas. Pero necesita saber... necesita las respuestas. Un parpadeo, leve. Un temblor en los labios. Un aleteo en el corazón. Deseo piensa en sus compañeros, y, por primera vez en su vida, siente algo. Nunca le han enseñado a querer, nunca la han querido. Lucha, sangre, sacrificio... eso ha sido todo. Ahora algo nuevo ha nacido en ella, y no se ha dado cuenta hasta este momento. Sus compañeros... su Mundo. Al margen de orígenes, razas, al margen de sus vidas. Un Destino... y podía ser funesto...

Notas de juego

Rebienvenido, mi Samurai!
Aquí sigo ya, para que podamos continuar con esta magnífica escena, de la que disfruto no sabes cuanto!

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12/08/2008, 13:01
Olshva

Mi papel tampoco está claro en esta empresa, alta Dama. Después de todo, siempre hemos sido adversarios declarados. No es que os desee mal ninguno, pero quiero el poder absoluto en la ciudad, y devolver a mi casa a sus tiempos de gloria. Os encuentro una grata compañía, pero el destino nos ha puesto en lados opuestos de la mesa de juego. Olshva parecía impávido, práctico. Parecía como si su enfrentamiento a Morkhalee fuese un simple regateo, un problema de mercaderes que no tocaba lo personal. Simplemente, era como habían caído los dados.

Por supuesto, el fin de la vida como la conocemos sería un terrible... inconveniente. Pero no sé que podría hacer para serviros.

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12/08/2008, 13:10
Morkhalee

Debéis comprender algo. He consagrado mi vida en la creencia de que el destino es mutable. De que tenemos el control sobre lo que pasará. Morkhalee miró con dulzura a Deseo. Aunque las visiones que tuve mostraban un destino aciago, mi creencia en que podamos detener a Lorithen es absoluta. Si lo dudase un solo instante... La voz de Morkhalee se apagaba, clavada en su copa de vino, fianmente ornamentada. Después levantó la vista. Lorithen está en la ciudad. Busca un orbe específico y ha llegado a matar para conseguirlo.

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12/08/2008, 13:13
Olshva

¿Os refería al asesinato de Khurgle, el administrador? Creía que había muerto a manos de los norteños, o al menos eso creen los Jueces. Olshva frunció el entrecejo. Era la primera reacción que tenía que no parecía fingida, o al menos calculada.