Parnassus es un perro con una firme correa. Lanzó una mirada de disgusto. Ordenale como si fuese tal, y obtendrás resultados. Si la Hakhim tiene el orbe, debe dárnoslo. Estamos demasiado cerca como para perderlo todo ahora.
-¿Qué puedo contarle a Parnassus, Mi Señora? Deduzco por tus palabras que Olshva confía en él plenamente, aunque sea por que está seguro de su sumisión. ¿Puedo hacer yo lo mismo? Será una buena manera de tenerle a mi lado como aliado, por lealtad más que por autoridad. Creo que es más conveniente.
No habéis tratado con alguien cuya voluntad ha sido aplastada. Hay en sus ojos una cierta pena, un vacío... son carcasas sin espíritu. La voz de la hechicera parece tener un leve destello de pena, como si un recuerdo la atormentase aun. En caso de que Parnassus lo tenga, puede que Olshva se lleve una terrible sorpresa. No importa. Lo único que importa es que obtengamos el orbe, y lo pongamos a salvo.
-Haré lo que esté en mi mano. Hablaré con Parnassus. Y con Olshva de nuevo, si así lo queréis. Veré de averiguar qué hacía allí la sacerdotisa. Y quien puede tener el Orbe ahora. Decid, ¿se os ocurre algo más que pueda hacer? Dejo la Mansión de lado, desde luego. El Orbe ya no está allí. No si estuvieron los Ejecutores buscándolo, y no lo hallaron.
Dime si me espero a hablar con Parna, si me voy a ver al elfo (qué morbo! :P) o si preparamos el encuentro entre los cuatro Gladiadores en plan entrenamiento, como sugirió Anat.
:)
No me importa como la hagas, pero debemos conseguir el orbe. Si la hakhim estaba en la casa, ella debe tener las respuestas, o al menos puede haber visto quien lo obtuvo. Cada segundo que Lorethien pase en la ciudad puede causar la muerte a todo habitante de la ciudad. Si consigo poner el orbe a salvo... Los acontecimientos se precipitaban y ambas mujeres eran arrastradas por ellos. Cada segundo era vital.
Ahora mismo la gente está dando vueltas por ahí, así que puedes buscar a Anat o Ricardo, o bien buscar por tu cuenta. Si es que se me distraen que no veas...
-Entonces no me demoro más, saldré a ver a quien encuentro. Os informaré al punto en que pueda saber algo.
Se inclinó largamente ante ella, y se giró, dispuesta a irse. Pero por un momento pareció vacilar, y se detuvo, mordiéndose el labio. Su gesto era indeciso, la miró como si fuera a hablarle. Pero la Dama Oscura no podía darle más respuestas. Ahora, el tejido de los acontecimientos se urdía a base de muchas manos...
Pues al Coliseo que me voy. Delderius me pidió hablar con él, quizá me desplace a su habitación.
Y si en la Casa veo a Ricardo, o a Anat, mejor que mejor.