Partida Rol por web

Una sombra entre sombras... una sombra en la noche... una sombra acariciada por el fria brisa nocturna...

No solía dejar a la improvisación ningún detalle, pero la compleja situación lo requería... Primero la enorme cantidad de protección... luego la verja en la alcantarilla... ahora una inesperada fiesta repleta de gente. Es como si el incierto destino quisiese jugarme una mala pasada... las fichas se disponían a mi alrededor cercándome... arriconándome... Mi instinto me lo había advertido... lo sigúió haciéndo... lo hace ahora, y yo me obligaba a no escucharlo.

Aquella mujer había dicho que tenía información... ¿Por qué me debía fiar de ella?... ¿Por qué no volvía y le arrancaba las palabras por la fuerza?... Maldición, me importa bien poco su pueblo... sólo me importa una cosa.

Me incorporé, sabía que era una temeridad... sabía que no era el momento, pero quizás no hubiese otro... sabía que si aquello era una abrupta senda hacia mi destino debería sobrepasarla para llegar a él. El problema es si no lo es...

Tomé carrerilla... y la sombra se abalanzó sumergiéndose en la espesura de la noche...

Ormuz cerró un momento los ojos, en medio del tejado. Mediante la ferrea disciplina de su antigua orden, reprimió todo pensamiento que no fuese el de su objetivo. Entonces, abrió los ojos y comenzó a correr. Al llegar al borde exacto, dió un salto que le catapultó en el aire. Colocó sus brazos y piernas juntos, para ofrecer menos resistencia al aire, como le habían instruído. A medio salto, sus ojos ya buscaban las sombras que le guarecerían.

Una vez llegado al suelo, rodó sobre si mismo, amortiguando el ruido cuanto pudo, y escondiendose tras la sombra de un frondoso arbol. Afortunadamente, nadie reparó en él. Se permitió una leve sonrisa.

Sombra tras la sombra...

Arropado tras un frondoso árbol mi sombra se solapó a la suya. Recuperé, lo justo, el aliento... el aire con mi perenne sonrisa en los labios. Podía percibir a mis espaldas, más próximas, el murmurante mar de voces de fondo que protegían el objeto de mi misión... de mi voluntad...

Ormuz, ¿cómo llegaremos hasta el pozo entre tantas almas?. Aun no lo sé compañera... aun no lo sé... pero lo sabré.

Asomé mis azabaches ojos... acechantes, bajo el manto negro de las sombras... arropado por aquella tela del mismo color... sombra entre sombras... viento. Busqué el pozo, marcándolo en mi mente como el centro de todo y, a partir de ese punto, comencé a trazar círculos a su alrededor pretendiendo desvelar cada uno de los obstáculos... cada una de las trampas con las que me hallaría antes de hallarlas, hasta llegar a mi.

Los rumores del gentío no llegan con claridad a tus oídos. Y Ormuz no se encontraba a salvo en su actual escondrijo. Apenas le quedaba media hora para cumplir su misión. Aquello era una locura.

Tenía una ventana relativamente cercana. Podía entrar en la casa, y tal vez conseguir un medio para llegar o una distracción. No debería ser un problema para alguien de su habilidad.

Acercarse de frente estaba descartado. Era imposible. Y no tenía forma de lanzar un proyectil para distraer a la gente. No había usado el arco desde...

...que el viento le arañase la cara no tenía importancia. No después de verle. El Califa Loco. El asesino de todo lo que había amado, cuando era otro hombre, cuando no era la venganza de las sombras.

No era su objetivo. Pero no podía evitarlo. No quería. El arco estaba tenso y él era solo una sombra. Darían la alarma, la misión fracasaría, la otra sería libre. No importaba. Era su venganza esta vez, no la del viejo de la montaña.

Ni siquiera fue consciente de soltar el arco, solo de ver como la flecha volaba hacia su cabeza...

No era momento de recuerdos, sino de resolución. Tal vez, si era lo bastante rápido, podía acercarse al pozo y dejar el vial sin que le viesen. Pero le localizarían y escapar sería un juego de vida o muerte.

Se estaba quedando sin opciones... y sin tiempo.

Los recuerdos azotaron mi mente... recuerdos de otro dónde... de otro cuándo...

Como aquel entonces ahora me encontraba en otra misión... con otro objetivo, uno que me proporcionaría la información necesaria para alcanzar aquel otro... el anhelado, o eso quería creer.

No me queda mucho tiempo, menos aun para que vuelva a pasar la patrulla. La primera vez me había movido rápido improvisando un sitio, tras este árbol, para parapetarme. Sin embargo, no tardarían en percatarse de mi presencia si permanecía allí por mucho tiempo.

Las opciones que se me planteaban en la cabeza eran escasas... una de ellas, la más directa, siempre podría recurrir a ella. La otra la de la ventana...

Ormuz cuidado... muévete...

Mi insaciable alma me alertó oportunamente, irrumpiendo mi hilo de pensamiento... debía moverme de nuevo o me descubrirían...

Sombra entre sombras... abandoné el precario refugio del árbol.

Ormuz se movió como una exhalación por el terreno, deteniendose lo justo en diversos parapetos como para que no le viesen invitados, criados ni guardias. Alguna espera fue más lenta de lo que esperaba, desgraciadamente. Pero consiguió acercarse por la parte oriental del patio. El tiempo se escapaba de sus manos como la arena que se le resbalaba entre los dedos en el desierto. No tenía demasiado tiempo.

Ahora estaba demasiado lejos para adentrarse en la mansión. La ventana que había junto a él era demasiado alta... aunque si su salto era lo suficientemente bueno...

Pero ahora estaba cerca de los guardias. Uno de ellos patrullaba por sus cercanías. Tal vez, solo tal vez, pudiese eliminarlo y vestirse como él. Despojarle de sus ropas sería un trabajo lento, y le dejaría poco margen de actuación. Pero era una manera de llegar hasta el pozo.

Sombra entre sombras... sombra acechante... sombra letal...

Observé a aquel incauto de piel oscura aproximarse a mi posición... me concentré en cada uno de sus movimientos, la zona era lo suficientemente discreta para intentar poner fin a su vida, silenciosamente, y adueñarme de su uniforme... que quizás me permitirían acercarme a mi objetivo la distancia suficiente sin llamar la atención. No sería fácil... todos eran elfos oscuros y yo un hakhim... pero el yelmo que portaban quizás velase mi rostro lo preciso.

No hay tiempo Ormuz... Lo sé compañera.

Me abalanzo sobre él con el filo presto... sombra en movimiento... mi mano ocluyó su boca aferrándolo contra mi cuerpo con fuerza... conteniendo su futil resistencia... enmudeciendo su ahogado grito, mientras perforo su pecho desgarrando su corazón. Su vida se escapa con el viento... se la lleva con él.

Sin liberarlo, arrastro su cuerpo hasta el refugio de la sombras...

Un vistazo rápido para cercionarme de que nadie se percató de mi letal maniobra... y comienzo a adueñarme de sus ropas.

Rematarle en silencio prueba ser más dificil de lo que parecía, y quitarle sus ropas le lleva al antiguo Hassasim más tiempo del que pensaba. 9 minutos. Solo 9 cochinos minutos.

La ropa del guarda cubría algo su rostro, pero no lo suficiente. Debía actuar con mucha cautela.

Aun no se había enfriado su desnudo cuerpo y yo, su asesino, ya me había adueñado de sus cálidos ropajes… despojándole de ellos. Ropa sobre ropa… un disfraz improvisado… obligado.

Sombra si ser sombra… invisible como el viento…

Ormuz no olvides su arma… Lo sé compañera, y procuraré no llamar la atención de aquellos entretenidos ojos que no perderán su lujurioso tiempo en un simple vigilante. Sin embargo, deberé cuidarme, muy mucho, de los suyos.

Esperé unos instantes, con sangre fría ante el incesante paso del tiempo, a que las circunstancias fuesen más favorables… buscando ya una vía de escape apresurada en caso de que mi manto fuese desvelado. El veneno presto, al alcance de mi rauda mano, para ser evacuado en el interior de aquel pozo.

El yelmo ocultaba parcialmente mis rasgos… había procurado ocultar mis trenzas y mi cabello bajo su peso ayudado con el trozo de tela negro. Tomé aire…

Había estudiado los movimientos de aquel hombre… debía imitarlos… debía mostrar seguridad… debía ser él… debía ser viento…

El momento oportuno había llegado… que el Profeta me ampare…

Viento del desierto…

Inclinando un poco el rostro, para que no le viesen, el asesino camina entre el gentío. -El hombre inocente camina despacio, le decía su maestro, hace tanto. Y por tanto refrena sus pasos, respirando con una tranquilidad que le cuesta cada onza de autocontrol que tiene. No se hace ilusiones. Incluso con sus increíbles habilidades, si le descubren entre el gentío, no duraría ni un instante.

Por el rabillo del ojo, nota que su supuesto compañero le mira con cara de preocupación. No había tenido tiempo de ver todo el patrón de patrulla de su víctima. ¿Estaría dirigiendose a donde no era? Esperaba que el engaño durase lo suficiente como para... ¡Maldición! el hombre de la puerta se ponía en marcha. Hacia él. Pero estaba cerca, estaba al lado del pozo. Abrió con disimulo la redoma y la dejó caer mientras una mano le daba la vuelta y se encontraba cara a cara con el guarda. ¿Pero quien e...?

Y entonces lo notó. Un olor levísimo a almendras amargas. Y todo se convirtió en oscuridad.

Sombra discreta… sombra enmascarada…

Mi discreta presencia se sumerge dócil en aquel océano de desconocidas almas… almas amenazantes… almas que si descubriesen que atento contra la existencia de alguna afín a ellas se tornarían mortales a mi propósito.

Había sido enseñado a ser calmo como la brisa… o a arreciar como una tormenta de arena. Ahora soy brisa, aunque la tormenta apremie, precipitadamente, en su núcleo… estoy tan cerca, tanto, que la tentación de salir corriendo es irresistible. Un poco más…

Mis vigilantes ojos azabaches observan, aquí y allá, con disimulo… la inesperada fiesta se halla en su zenit. Ninguno de sus participantes muestra interés por mi presencia… pero había alguien más entre ellos, alguien con otras preocupaciones.

Ormuz, te ha visto… Lo sé compañera… lo sé, debemos seguir… no hay marcha atrás ahora… Viene hacia aquí… Ormuz… haz algo.

Un velado y rápido movimiento de mi presta mano… el objetivo estaba cumplido.

Ahora debía entregarme de nuevo al destino… lo encaré con determinación.

Cita:

Almendras amargas… mi mundo se oscureció repentinamente…
Sombra devorada por la noche…