Partida Rol por web

Los tres gladiadores salieron a la arena. Parnassus, el favorito del público y Aarshlût, de descomunal tamaño, flanqueaban a Ricardo, al ser ellos los que contaban con mejores escudos. El norteño miraba a todos lados, concentrado. Sabía los terribles sufrimientos que uno de los macabros eventos de Morkhalee podía conllevar.

Como todos sabéis, cuando el primer nigromante, un humano con un ansia de poder que ni nuestro pueblo conoce, desató la devastación de la Muerte, sus tierras quedaron marchitas y sin vida. Todos los habitantes del Oeste del Reino Humano se volvieron seres muertos, animados y sanguinarios, con el único deseo de acabar con toda vida. Hoy día, los orcos mantienen a raya al enemigo eterno, y todos son temerosos de adentrarse en el terrible poder de la Muerte. Incluso nosotros. Morkhalee hace una breve pausa.

Así, hoy veremos a humanos y orcos intentando frenar el poder que unos desataron, y otros combaten, en un desesperado intento de no morir. Capturados en las misma tierras de la Muerte por nuestros barcos, ¡os traigo a los muertos vivientes!

Como siempre, ante la perspectiva de sangre y muerte, el coliseo ruge de placer.

La reja opuesta a los gladiadores se abre, y de ella aparecen casi una treintena de cadaveres, animados por la oscura fuerza de la Muerte. Hambrientos, deseosos de carne fresca, se precipitan contra los gladiadores, que cierran filas para defenderse.

Vosotros defendeos que yo mataré de nuevo a estos pobres diablos

Sabiendo que Parnassus y Aarshlût podían defenderse perfectamente de sus enemigos y en la medida de lo posible cubrirle a él, Ricardo se enfrentó a los no-muertos con arrojo.
Uno de los zombies se acercaba al norteño, y obsequió con un tajo que le cortó el brazo, aunque no sin antes recibir él mismo un golpe en su brazo izquierdo.

Estaba un tanto nervioso cuando hablaba la Reina de los condenados (Así la llamo yo, jeje). Igualmente me conformaba con mirar a Parnassus y a Ricardo, mientras no nos separásemos ibamos a salir vivos de esta.

-Confío en ustedes muchachos.

Tomé fuertemente mi hacha y acerqué mi escudo. Cuando vi que salieron zombies, sonreí un poco.

-Una vez me mandaron a luchar contra estos. Si que nos divertimos ese día.

ver al enemigo me había liberado un poco las tensiones, aunque no mucho porque eran demasiados.

Sin darme cuenta, ya tenía a uno de ellos encima mio. Me lastimó fuertemente (No sé con qué pegan master) el pecho, pero lo alejé pegándole con el hacha fuertemente.

-NO ME VAN A TENER MALDITOS ZOMBIES.

Parnassus avanzó para dividir la marabunta a sus compañeros y Ricardo comprendió el movimiento al instante. Se cobijó tras la cuña formada por el gladiador y sajó la cabeza del primer Zombie que pasaba. Aarshlut, menos descostumbrado a combatir con ellos en equipo, recibió el mermado chorro de zombies que se le echó encima, arañándole el pecho; pero un oportuno barrido de su hacha los apartó a un lado, mientras se reunía con sus compañeros, comprendiendo la maniobra de espalda contra espalda. Para cuando llegó, aun así, era tarde: uno de los seres se había colado por el flanco desprotegido y mordía la pantorrilla izquerda de Parnassus arrastrándose. EL orco sajó su cabeza al llegar a ellos y lo alejó de una patada:

-En media luna: yo pongo el muro, Aarshlut lo completa y mantiene la puerta; Ricardo, acaba con ellos por el hueco.- organizó el guerrero, entrenado en tácticas de equipo.

Los cadaveres caían bajo los filos de los guerreros, pero eran tantos, demasiados. Los tres gladiadores cerraron filas, para prepararse la marabunta que se les venía encima.

Los zombies trataron de arrollar al luchador en cabeza, saltando por encima de sus escudos y aferrando su cabeza, pero Parnassus no tenía problemas para controlar a tan burdos atacantes, utilizando un escudo como muro y otro como cuña. para empujarlos con fuerza por su punto más débil. Aun así, tenía que comenzar la ofensiva; si la cobertura que les proporcionaba no era suficiente para sus compañeros, los enterrarían en cuerpos, y entonces, todo estaría acabado.

Los zombies entraron como una marea contra un acantilado, lo único que podían hacer era aguantar y llevarse el menor daño posible.

Ricardo vió como se le subían varios no-muertos encima a Parnassus y le agarraban la cabeza, pero el veterano gladiador logró quitarselos de encima.

El norteño tenía sus propios problemas. Uno de los zombies agarró su brazo izquierdo y trató de arrancarselo, pero con un corte de sus puñales le hizo cambiar de idea.
Lamentablemente eran muchos y no podían estar al tanto de todos. Otro cadaver andante le acertó en la pierna izquierda, aunque era un daño menor. Había tenido suerte, esta vez.

El orco tenía también sus problemas.

Me acomodé rápidamente en la estructura defensiva que formaban Parnassus y Ricardo, sirviendo de apoyo a la misma. Pero viendo como los orcos seguían avanzando empecé a reir y le dije a los humanos.

-Ustedes tienen experiencia en luchar contra 2 rivales, pero no contra 30 zombies, esto hay que hacerlo rápido y ofensivo. Mientras más rápido acabemos con ellos, más fácil será. Mientras más tardemos más nos cansaremos, más daño recibiremos y será aun más dificil.

Dicho eso, abandoné momentáneamente la línea de defensa y empujando a unos cuantos zombies, le pegué a uno en el pecho, partiéndolo en dos. Igualmente con el descuido, uno me pegó en la pierna, pero nada grave.

Rápidamente volví a la posición defensiva.

Ricardo mantuvo su flanco, pero Aarshlut salió un instante de la formación para talar a uno en dos mitades. El ataque tuvo éxito, pero dejó su pierna izquierda expuesta, que rápidamente fue visitada por los dientes de uno de los no muertos. El aullido de cólera fue inmediato.

Aunque Aarshlût derribó a otro muerto viviente, su número era brutal, excesivo, atacaban sin estrategia, solo movidos por su ansia de muerte. Sus manos les herían, sus dientes desgarraban su carne.

Parnassus trató de reagrupar y replantear la situación, pero el acoso era constante. Apenas si conseguía mantener a los atacantes a ralla, como para organizar una ofensiva. Necesitaban un desliz... algo en uno de los zombies que les diera una oportunidad clara. Bloqueó a sus acosadores con éxito y entonces advirtió que se encontraban en una mala posición, por primera vez:

-¡A la pared! ¡Necesitamos un flanco del que no tener que preocuparnos! ¡ Si no no lo conseguiremos! Burbuja abierta al tocar la piedra.- declaró Parnassus reculando al ritmo de sus compañeros.