Partida Rol por web

- Ummm, bueno, pero que sepas que estaré esperando a que salga, hay una cosa que me ronda la cabeza ... y ya me he topado un par o tres veces con ella y quiero saber si sabes algo

Salgo de la habitación y me dirijo al comedor a buscar a Anat

Subo por las escaleras hasta los cuartos de los gladiadores, y continúo el pasillo hasta la puerta de Delderius, donde me paro y llamo a la puerta para pdoer entrar

"Noc noc"

- Pasa Svaltafer - digo desde la puerta

- He bajado y preguntado a un mozo y me ha comentado que desde hace bastante que Anat no está por allí ... y por cierto ... los animos están bastante exaltados ahí abajo ... y como me "conocen" ... no se quedan tranquilos ante mis palabras, tendríamos que dejar ver al humano y quew se marchara .. creo que la gente no me cree mucho JAJAJAJA

Delderius toca ligeramente la mesa casi con fastidio.

- Vaya... es curioso lo revueltas que están las aguas. Muy curioso. En fin... esperemos un poco. Supongo que habiendo sido entregado su amigo estaran mas calmados. Y tengo un experimento que realizar. - hago un gesto invitando a Sval a sentarse- Cuentame. Querías hablar. Hablemos

De nuevo, un golpe de nudillos repica en la puerta.

- ¿Quien es? - pregunto desde el otro lado de la puerta

"Bueno esperemos pues, y a ver quién es"

Me siento esperando tranquilizando mis nervios

La puerta gira en torno a sus goznes, precediendo a unas greba negra de indómita fuerza. Tras ella, Valter, héroe de su pueblo y padre de Svaltafer, entra tambaleandose, con una fea herida en el costado. Parece que le han atravesado incluso su mítica armadura.

-Escondidos como mujeres. Valter escupe al suelo. Vergonzoso.

Mareado por la perdida de sangre, el invencible campeón clava una rodilla en el suelo.

Escucho la pulla hiriente con desagrado, aunque la situación desde luego era ultrajante. No iba a excusarme, sin embargo.

- No hay nada malo en tratar de obtener el máximo beneficio de una situación. - digo con calma- Pero si de lo que se trata es de la necesidad de que se produzca una matanza, me vale. Demos la excusa para que la ciudad se rompa en pedazos y para que haya muertos por doquier. Iba a salir a buscarte cuando esto se solucionara, para tratar de buscar una solución a la ciudad antes de que tengamos una revuelta entre manos. ¿Te han herido ahí abajo? - le pregunto mientras observo si la herida es grave

Cuida tus palabras, niño. He matado a mejores que tu por menos. Valter se puso en pie lenta, dolorosamente. Y una banda de patéticos esclavos y aprendices de guerrero glorificados no podrían siquiera rozarme. No, esto es obra de una amenaza bastante mayor que un par de Norteños frustrados. Después reparó en el humano que se escondía en la esquina. ¿Quién es el humano?

Niego con la cabeza

- No es nadie. Solo era mi experimento social del día - abro la puerta- Anda, lárgate - le digo dejando que salga de la habitación.

Y cuando lo ha hecho, cierro la puerta y miro a Valter
- Yo no me escondo Valter. Puedes creerme. O no. Pero no lo hago. ¿Qué amenaza existe sobre nosotros? ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

Valter arrancó una de las cortinas del cuarto, para hacerse un improvisado vendaje. El mayor hijo de concubina de Semillas del Infierno que se pueda imaginar está en la ciudad. Uno de nuestros hermanos de la Luz, que no tuvo agallas para enfrentarse a los "razonables" bastardos que nos desterraron hace milenios. Pero claro, vosotros no habíais nacido cuando el Cisma...

Su nombre es Lorethien. Y no creo que podamos detenerle.

Mis ojos se empequeñecen. Son demasiadas cosas, y no tienen relación visible unas con otras. Es evidente que las circunstancias me están sobrepasando. Y eso no me gusta

- ¿Y por qué viene contra nosotros ahora? ¿Sabemos qué desea? ¿Puede estar detrás de las actuales revueltas entre nuestros esclavos?

No creo que sea capaz de considerar a nadie más que a sí mismo, el maldito. No, Lorethien sigue su propio interés, y puede condenarnos a todos. La mirada de Valter se perdía en el infinito, mientras recordaba...

La espada se sentía liviana en la mano. No es que le importase. Parte del disciplinado entrenamiento de los Altos Elfos consistía en probar las burdas armas de otras razas, y con cualquiera de ellas, el hombre que sería conocido como Valter el Despiadado se encontraba cómodo.

Pero no había nada como el acero Élfico. Liviano, hermoso, una mezcla perfecta de la practicidad y el arte cuyo propósito era simple. Matar a tu adversario. Incluso los Altos Elfos, guiados siempre por si implacable razón, comprendían la necesidad de protegerse e incluso el beneficio de la guerra.

Y ante sí tenía a un adversario, y uno formidable. Uno de los más aventajados discípulos de la Academia del Arte de la Guerra. La institución que contenía los veinte mejores guerreros de toda la Isla Eterna. Sí, uno de los más aventajados, pero no el que más. No es que le enorgulleciese, por supuesto. Toda emoción nublaba la razón. Sencillamente, era una realidad que no tenía porque negarse. ¿No era acaso la humildad otra emoción?

El intercambio de golpes fue intenso, ambos con sus armas sin embotar. Lanzó varios golpes, y alguno de ellos marcó a su adversario, desgarrandole la ropa sin tocarle. Sus instructores no esperaban menos de un alumno de la Academia que el control perfecto, la respiración perfecta, el guerrero perfecto.

Entonces, el dolor recorrió su estómago. Su adversario, sintiendose humillado, había lanzado su espada y herido al alumno estrella en el vientre. Todos los presentes le dieron de inmediato la espalda, excepto aquellos que se apresurraron a socorrer al herido. Y levantando la vista, el que será Valder vio una mirada de odio.

En la sala de curaciones, mientras la dulce joven sanaba sus heridas, bromeaba. Veo que las enseñanzas de Malekith se extienden por nuestro pueblo. Me pregunto cuanto tiempo pasará antes de que todos nos convirtamos en orcos irracionales.

La joven le reprochaba negando con la cabeza. Es un grave asunto. El consejo comienza a preocuparse. No es el primer estallido de cólera que atiendo desde que ese filósofo comenzó a pregonar el retorno a la emoción y el abrazo a las pasiones. Me preocupan mis hermanos.

Era hermosa como un día de verano. Casi deseaba estirar la mano para acariciarle la mejilla. No lo comprendía, ella era de una casta diferente y posiblemente no tuviesen patrones ni gustos compatibles, pero a su lado se sentía... bien. Satisfecho.

Arrodillado frente al sarcófago de preservación, el hombre que luego sería conocido como Valder lloró por primera y única vez en su vida. La enfermedad había sido tan repentina como insospechada. Era algo tan infrecuente entre su raza... apenas uno cada mil años.

¿Es esto suerte? ¿Destino? Apenas podía pensar. Toda su disciplina militar yacía rota en el suelo. Era curioso que fuese ahora, y solo ahora, cuando se dio cuenta de que la había amado. Su primera emoción. Esta era la segunda. La terrible desesperación.

La puerta se cerró con fuerza a su espalda. El hermano de su amada. Lorethien, el hechicero. Si alguien estaba incluso más destrozado que él, era ese hermano. Entró con una sorprendente calma. Y eso que ya hacía tiempo, desde la muerte de su hermana, que le habían condenado al ostracismo, por sus violentos ataques de emoción. Como el que el sufría ahora, que se había atrevido a venir a verla por primera vez.

Se levantó, enjugándose las lágrimas. Yo... ¡Qué pensarás de mí!
-Que amabas a mi hermana casi tanto como yo. Las palabras eran compasivas. Distantes, pero compasivas. Y que tal vez me ayudes a recuperarla.
-La Ruina interna no tiene cura, Lorethien. Lo sabes.
-Que nosotros conozcamos, pero hay conocimientos que no poseo. Aun.
-Eres uno de los mayores hechiceros de la Isla Eterna. Si tú desconoces como...
-Cierto, pero hay conocimientos que están prohibidos por el Consejo, conocimientos que podrían devolver a mi hermana a mi lado.
-No querrás decir... la idea era demasiado atroz para considerarla. ¿Quieres matar a tu hermana, para que vuelva como una abominación de la muerte?
-¿No lo ves? Lorethien parecía enloquecido. ¡Puedo hacerlo! ¡Tengo el poder! Si reuno lo que necesito, ella volverá a la vida, como antes. Lucharé con la misma muerte y acabaré con ella, si puedo volver a traerla.

La idea de que su propio hermano convirtiese el cuerpo de la mujer a la que amaba en un cascarón animado, solo por calmar su dolor, fue más de lo que pudo soportar. Y el hombre que sería Valter conoció una nueva emoción. El Odio. El Odio que arrastró la pena, el amor, la razón. Golpeó al hechicero. Una. Dos. Diez veces, hasta que su cara sanguinolenta escupía sangre. Y solo cuando lo redujeron entre varios, pudieron sacar a Lorethien y llevarle a la enfermería. ¡Juro por mi vida que no permitiré que la profanes!, aullaba.

Ese fue el día que nació Valter.

Y ahora está aquí. Expulsado por nuestros hermanos de la Luz de la Isla Eterna. Con el único objetivo de corromper el alma de su hermana hasta una pantomima de lo que fue. Y voy a impedírselo.

Delderius esuchó con atención. Era una historia sorprendente, y reveladora. También era muy llamativo que viniera a verle a él. Comprendía que Valder fuera a ver a su hijo. Al fin y al cabo era un asunto de familia. Pero, ¿a él?. Delderius se acarició el mentón, pensativo.

- Comprendo... ¿Qué necesitas de mi, Valder?

Mi estupefacción crecía por momentos, desde la msima entrada de mi padre en la habitación ... que por cierto era de quién quería preguntarle a Delderius, hasta la historia del alto elfo loco.

- Padre, auqnue se que nunca me has tenido en demasiada estima, este es un problema que nos atañe a todos, y mis ganchos están a tus ordenes igual que antaño en el entrenamiento, ordena y lo haré

Yo mejor que nadie sabía de lo que mi padre era capaz de hacer, y verlo tambaleándose con esa herida en el costado y haciendose un improvisado vendaje, me hacía estremecer ante lo que nos íbamsoa enfrentar, pero el destino de todos nosotros estaba en juego y alguna vez hayq ue dejar la locura y la demencia de lado para poder pensar.

Hmmm... La mirada de Valder seguía perdida. Creo que Lorethien está relacionado con una orden llamada los Constructores, pero no he conseguido demasiada información al respecto. Parece que son más resistentes al dolor de lo que parecen...

- Padre perdona mi atrevimiento y mi ignoracia ... pero ¿qué o quienes son los Constructores?

Valter soltó un bufido. Gente más necia que tú. Los Constructores son una panda de bobalicones que creen que hay que liberar a los esclavos para que nos demos la manita con las demás razas y todos nos llevemos bien. ¡Si deseamos algo, lo cogeremos! ¡Por los dioses de dos rostros! ¿Que tienen esos patéticos sacos de sangre que podamos necesitar?

Así que tienen sus pequeñas reuniones y lo pasan en grande pensando como hacer que el Reino sea más vistoso y más querido. Débiles y pusilánimes cretinos...