Partida Rol por web

Ella también está ocupada, humano. Ahora se había dado la vuelta para encararse a Hugo. A menos que quieras que me dedique a ocuparme de tí...

Señor... por favor... su voz era un gimoteo ya. El hombre a su espalda no le permitía moverse. Las lágrimas caían por su rostro, mientras sus esperanzas se iban muriendo poco a poco.

Vamos elfo!, no hay porque ponerse así...Mientras sutilmente mi mano derecha busca el suave tacto del mango de una de mis dagas, apoyándose en él, sintiendo su peso...

Sólo digo que estoy aquí perdido, buscando a ese hombre, y supuse que ella sabría cual es su paradero, pues si no me equivoco es su nueva compra, su nuevo juguete...¿no es así muchacha?...Digo observando la reacción de aquellos dos elfos oscuros, no creía que el engaño funcionara, pero de ser así, podría obtener preciada información de su actitud con respeto a Don Esteban, temor, respeto u odio profundo...y de lograr liberar a la mujer, estaba seguro de que obtendría aún más información. En aquella ciudad sin duda era necesaria, para saber con quien te la estabas jugando...

Y la verdad, no creo que le guste lo que tenéis pensado hacerle a la muchacha...al menos, sin haber pagado antes por ello!.

El tal Esteban es solo un mercader, y como todo humano no sabe su sitio. Bueno, ya cambiará. Como tú. Solo cabe saber si el que te haga cambiar de idea soy yo, cerdo. El hombre se acerca a Hugo, mientras su compañero tapa la boca de la mujer. Esta se revuelve bajo él. De nuevo, eso parece animarle más.

Juan Bautista acato las ordenes de Juan de Alvarado, silenciosamente fue acercandose hacia el callejon para tener una mejor vista de la situacion. Al acercarse puede ver a dos elfos oscuros al fondo del mismo y una elfa que parece apresada por uno de los dos. Entre ellos y lso elfos se encontraba Hugo, recostado contra una pared, pero con los musculos tensos para reaccionar rapidamente.

Esto no pinta bien....

Piensa Juan mientras pasa su mano derecha al mango de su espada...

De reojo observo la reacción de mi compañero ante el lamentable espectáculo al que nos vemos forzados a asistir.
Mi mano diestra ya esta lista para empuñar mi acero mientras, con el desprecio mas absoluto, examino al par de elfos oscuros de arriba a abajo.
Y esta vez, enseño los dientes en un mueca con cierto grado de ferocidad.
No se podia espera nada mejor de unos seres tan patético como estos.
Continuo en silencio pero miro de nuevo a Juan bautista. Le señalo con la cabeza al elfo de la izquierda y después, vuelvo a mirarle.
Pero también le hago un gesto con la mano.
Pues después de todo, somos espectadores sin invitacion de este espectáculo. Y no nos corresponde a nosotros dar el primer paso.

Mmmm...se ve que el amigo Esteban no es muy querido por aquí, al menos por lo que a estos elfos respecta...

Una sonrisa comenzó a aderezar mi oculto rostro, ya era demasiado tarde para echarme atrás, y mis manos ya habían encontrado la presa de la empuñadura de mis dagas. Como muchas otras veces, el destino me había arrastrado a un callejón oscuro, hediondo, para derramar sangre, la mía o la suya, poco importaba...Aquel había sido mi destino desde el comienzo de mis días, y me temía, que así terminarían...

Mientras escuchaba el susurro de mis dagas al abandonar sus fundas, separé mi espalda de aquella pared que me había sostenido, ojos fijos en su oscuro rostro. Sin duda aquel miserable ser había merecido más de mil muertes con anterioridad, quizá era el momento de entregarle el mensaje de la muerte...

Mi nombre es Hugo, no cerdo. Comprendo lo limitado de tu lenguaje, pero te recomiendo que lo memorices, pues si tienes pensado emplear tus armas, sin duda será lo último que recuerdes...

El interior de mi mente rebullía, recordando tiempos mejores, otras compañías, otros lugares, sin duda tiempos mejores...para poco a poco, recordar la danza mortal de la que me había enseñado, rostro bronceado, danza triste, danza poderosa...recordando los movimientos apropiados para la lucha que se avecinaba, mientras una solitaria lágrima recorría mi oculta cara.

Te recomiendo que lo pienses dos veces antes de tomar una decisión. Puedes seguir dirigiendo la punta de tu daga hacia mi garganta. Una mala decisión…o marcharte con tu compañero, para vivir días mejores, y diversiones más interesantes; quedando todos contentos, lo que sería la decisión acertada.

Una vez separado de la pared, dagas en mano, adopto una posición medianamente defensiva, sin perder de vista ninguno de sus movimientos, y desde luego, ninguno de los de su compañero.

Créeme cuando te digo que te estoy haciendo una concesión, que a pocos he hecho, por esta vez puedes elegir tu destino...así que elige con sabiduría.

Me temo que no. O bien te largas de aquí, o bien te mato lentamente. Me pregunto en cuantos lugares puedo clavar esta daga en ese cuerpecito tuyo...

Y en ese momento doy un paso al frente y mirando al elfo que acaba de hablar digo.
No se larga por que no le da la gana. De hecho, considero adecuado que recuperes de inmediato un tono de voz mas respetuoso para hablar con mi compañero. Y podrías empezar, dejando a la dama en paz y respondiendo a sus preguntas.
Y dicho esto sonrio en el callejón con mi mano derecha apoyada en la empuñadura de mi espada.

Viendo la llegada de dos nuevos jugadores, el compañero suelta a la mujer y la empuja contra la pared.

-Creo que no, humano. ¿O es que crees que los jueces pensarán que tu vida es más útil al Imperio que la mía? Aunque mira a los recien llegados con cierto nerviosismo, el Demonio del Norte no retrocede.

Estos elfos oscuros me están cansando con su necedad. Con el hastío notandose en mi voz, digo.
Escuchame bien necio. Esos jueces tuyos supondrían un problema únicamente si logran enterarse de este asunto. ¿Crees que vamos a permitir eso?. Limitate a contestar a lo que mi compañero tenga que decir y suelta a esa joven.
Y un almo de acero de mi hoja se desliza de la vaina.

No tengo tratos con el mercader. Así que podéis iros a buscar Seres de las Nieves si os apetece. El Elfo juega con la Daga en su mano, mientras su compañero tiene puesta su mano en la empuñadura de la espada. Ese parece más calmado, sabe como terminan las cosas en los callejones de Angkortak. Y que debe mantener la sangre fría.

Juan Bautista compartia el odio por los elfos oscuros... y no necesita invitacion alguna al conflicto mas que la actitud de aquel ser vil y despiadado... Pero lo que hizo su compañero le parecio algo innecesario, la idea era permanecer ocultos y distantes, pero ahora no hay mas remedio. Estos elfos no pueden salir con vida de este lugar.. o iran con los jueces y nos acusaran de hostigacion... que con eso es suficiente para un castigo ejemplar y adoctrinar a los demas "insurgentes"

Muy bien... por lo menos tratemos de sacarles la mayor informacion posible a estos cobardes..

Juan da un paso adelante luego de las palabras de su compañero y sin decir nada, comienza a desenvainar su espada, para dejarla a mitad de camino... cuando escucha la respuesta del elfo, la vuelve a guardar.

Tras girar levemente mi cabeza, observé, no sin cierta sorpresa, la presencia de aquellos dos compañeros de arena...¿Qué es lo que hacían allí?, ¿y a mi lado?...

Pero en aquel momento aquellos interrogantes debían esperar...puse de nuevo toda mi atención en aquellos dos elfos oscuros, y en aquella elfa...sabiendo lo traicionera que era su raza, no estaba muy seguro de si salvarla era lo mejor, pero quizá serviría de algún provecho...

En algo estamos de acuerdo, preferiría estar con esas bestias que con vosotros...Así que si no os importa, la dama vendrá con nosotros, para indicarnos la dirección y devolvérsela a su dueño. Cada cual seguirá su camino, y podréis seguir divirtiéndoos como os plazca.

Entré mientras, mis dagas se balanceaban de un lado a otro, inquietas por lo que pudiera pasar...

Asiento con la cabeza al escuchar a Hugo. Aun no he terminado de desenvainar pero estoy dispuesto a hacerlo.
Mirando a uno y a otro elfo, digo.
¿Y bien?. Nuestro compañero ha hablado. Creo yo que con bastante juicio. La decisión final sobre lo que haya de ocurrir a continuación, es vuestra.
Y sigo controlando a ambos elfos

El Elfo parece que va a decir algo, pero su compañero le coge del brazo. Sin palabras, se lo deja clarito. No está dispuesto a perder la vida por tan poco. Así que el brabucón recula, y retrocede al fondo del callejón. Toda vuestra. Seguro que la disfrutáis. Así, entre la conservación de la honra y las ganas de irse con premura, los Elfos Oscuros cruzan el callejón.

Observo como los dos elfos desaparecen del callejón al doblar una esquina.
Dejo reposar mi acero en su vaina y mientras contemplo a la dama por la que he estado a punto de batirme, digo.
No quisiera ser indiscreto Hugo. Pero quizá, cuando resulte conveniente, puedas contarnos el motivo de tu paseo nocturno por el mercado. Creeme. Que acabemos teniendo interese comunes los tres.
Y miro de reojo a Juan Bautista para incluirle en la conversacion.
Pero lo primero de todo, añado Es poner a esta dama a salvo si así lo quiere, claro esta.

La mujer os mira aun atemorizada. ¿Vais... vais a hacerme algo?

Alzo una ceja sorprendido al escuchar el tono de la dama. Tras inclinar brevemente la cabeza, digo.
Por supuesto que no. Al menos por mi parte y creo poder decir lo mismo de mis compañeros. Somos gladiadores. No individuos lamentables como el par de inútiles que acaban de darse a la fuga. Por tanto, creo necesario repetir mi ofrecimiento. ¿Es necesario que os acompañemos?. La decisión es vuestra.
Tras mis palabras, miro a mis compañeros por si alguno quiere añadir algo.

Juan Bautista se encontraba callado, se limito a ser un espectador de toda la escena... dejando finalmente su espada en la vaina simplemente asintio ante la mirada de Juan de alvarado. La verdad es que el accionar de este no era el que él hubiera tenido, dada la mision que venian a cumplir... pero bueno... sera cuestion de ver que es lo que sucede y que tan dispuesto esta Hugo a contarnos sobre su paseo nocturno...

Todo depende del encapuchado...