Partida Rol por web

El general parece casi reir al escuchar tus gemidos, disfrutando en gran medida de ellos mientras te sigue embistiendo sin descanso, sin parecer frenarse en su ritmo. "Brinda...di mi nombre, repitelo con esa voz de deseo." le decia el hombre en lo que no estabas segura si era un pedido o una orden.

El dedo se meta y tal vez siente esas heridas pero no quedan claro por la actitud del hombre, de de pronto lo saca y sigue dilatando esa parte de ella con mucho entusiasmo. Pensando en la posibilidad de usarlo mas tarde. Aunque su mente rapido va a otra parte al nuevo beso que te proporciona en los labios. Mientras su mano ahora fuera de nuevo te da un par de palmadas en tu gran culo.

Aunque pronto lo sentiste tensarse y en tu interior sentiste que crecia, al menos por un segundo antes que viniera dentro tuyo con una ultima embestida en lo mas profundo que podia llegar. "Uff...Brinda. Eres mia."

Gallio... Hum... Estoy a punto... digo entre estremecimientos de todo mi cuerpo. Respondo a su beso mientras siento como el placer se va acumulando cada vez más en la parte de baja de mi cuerpo, anunciando mi inminente orgasmo.

Y en el momento en el que siento su cuerpo tensarse, mi cuerpo reacciona liberando toda la tensión en un placentero orgasmo acompañado de ese gemido tan característico en mí y que el general ya ha escuchado alguna vez.

Me quedo apoyada en el escritorio intentando recuperar el aliento, aunque escucho sus palabras. ¿Qué soy suya? Soy de su esposa, y eso no lo puede cambiar. No entiendo entonces a qué se refiere con que soy suya. Pero lo dejaré para otro momento en que pueda pensar mejor.

Ahora me quedo esperando, como él mismo me enseñó, para saber si quiere dejarlo aquí o quiere que sigamos. Que soy consciente de que tiene capacidad para poder seguir si quiere.

El general se encuentra respirando agitado, sin salir de Brinda se la encuentra mirando ahi tirada en su escritorio. Deja sentir sus manos en ella, en tu culo en un principio pero luego las eleva por su espalda sintiendo el calor de ella y la suavidad de su piel a pesar de los maltratos que recibia. Aunque encontraba marcas hechas por los egipcios.

"Estas cansada?" pregunto al ver que solo se quedaba ahi acostada. "Seria una lastima que fuera asi, que deseaba darte un buen recuerdo." comento el hombre nuevo bajando sus manos hasta su cadera separando los cachetes de ella. Tras llevarse una mano a la boca vuelve a ponerla abajo. 

Entonces volviste a sentir un dedo mojado de èl pero esta vez su pulgar, este se movia por alrededor de tu ano. Circulando en es parte pero de vez en cuando metiendose delicadamente y estimulando los bordes ignorando cualquier herida hecha ahi. "Aun te duele?" pregunta y sientes que sigue explorando ahi con un un unico dedo.

Tranquilo, Gallio. Todavía tengo mucho aguante respondo con una sonrisa mientras siento sus manos recorren mi cuerpo. Sin embargo lo que hace a continuación me hace estremecerme.

He escuchado a otras esclavas hablar de lo que les gustaba cuando eran libres ese tipo de sexo, e incluso he visto alguna de las veteranas disfrutar con algo como eso a pesar de la brutalidad de los egipcios. Pero para mí siempre fue doloroso, aunque el mismo tiempo tengo confianza en el general. Y tampoco se siente mal cuando ha explorado ese agujero con sus dedos.

Hace tiempo que el dolor desapareció. Al menos el físico. Trago saliva sintiéndome nerviosa. ¿Acaso quieres probar por ahí? Yo... estaría dispuesta, pero comprende que será lo más parecido a una virginidad que tengo ahora mismo: nunca me lo han hecho para mi placer y todavía no sé si lo disfrutaré. Siempre fue doloroso... pero me ha gustado cuando has jugado con tus dedos ahí...

Cierro los ojos disfrutando de sus caricias en esa zona así como de sus palabras. Finalmente lanzo un suspiro y afirmo, girando la cabeza.

Sí, quiero que me lo hagas por ahí. Y no solo porque sospecho que, cuando sea gladiadora y alguien esté conmigo, puede que me lo quiera hacer por ahí. Es más bien porque sé que contigo podré por fin probar como es hacerlo por ahí y seguramente disfrutarlo.

Vuelvo a mirar hacia delante respirando profundo un par de veces para calmar mis nervios, aunque el final lanzo un gemido cuando su dedo empieza a moverse con mayor facilidad. Recordando una escena que vi en algún momento, aunque ahora no recuerdo cuándo ni dónde fue, llevo una de mis manos entre mis piernas para acariciarme ahí también.

Mantengo las caricias sobre mi sexo mientras noto como el general acerca su miembro. Sonriendo muevo un poco las caderas para que se frote por entre mis labios y así se humedezca con mis propios jugos.

Cuando siento la presión de su miembro sobre mi estrecho agujero, acelero la velocidad de mis dedos sobre mi clítoris buscando olvidarme de lo que sucede ahí atrás. La presión aumenta poco a poco hasta que mi esfínter cede, dejando que entre su glande.

Ahí me levanto para apoyar una mano en su pecho. Déjame acostumbrarme un poco. Lo cierto es que siento todas las heridas tirantes, como si en cualquier momento fueran a volverse a abrir. Quizás no suceda, pero es la sensación que tengo.

Espera hasta que me mueva suplico más que pido al romano. Lentamente el dolor inicial va desapareciendo y vuelvo a llevar la mano entre mis piernas. Entonces muevo un poco las caderas hacia atrás dándole vía libre para que continúe el recorrido. Pero humedece un poco esa parte le digo pensando que igual ha perdido la humedad que tenía.

A medida que recorre mi interior voy sintiendo como las sensaciones empiezan a ser más placenteras que dolorosas. Quizá cuando me violaron me dañaron el esfínter pero adaptaron un poco mi interior, y por eso una vez superada la barrera inicial puedo aceptarlo un poco mejor.

Cierro los ojos mientras mantengo la excitación sobre mi sexo y el general se va adentrando en ese sitio que hasta ahora siempre me había dado dolor.

Cuando retrocede y empuja de nuevo lanzo un gemido de placer. Mucho... mejor digo girando la cabeza con una sonrisa. Todavía duele y siento como me escuece un poco el agujero en el principio, pero al mismo tiempo es placentero. Más placentero que doloroso diría. Mmm... Sigue así y pronto podrás moverte más libremente sin hacerme daño.

Dejo que se vaya adentrando más, con esos golpes siendo cada vez más profundos y rápidos, hasta que noto con asombro que pega su puvis con mis nalgas. Lanzo un profundo gemido ante eso.

Arqueo un poco la espalda dejándole más acceso a mis pechos mientras yo misma empiezo a mover mis caderas, disfrutando cada vez más de sentir su miembro en mi culo, empezando a gemir.

Creo que nunca lo sentiré como cuando me lo hacen por delante, pero eso no significa que no pueda disfrutarlo también.

El comentario de los ama serpientes me hace reír un poco mientras le miro. Que sepas que eres increíble, Gallio. Gracias por todo lo que me has dado, incluyendo esto. Siento su nalgada pero mi única reacción es mover mis nalgas cómo incitándolo a repetir.

Gimo con más fuerza ante sus embestidas mientras empiezo a disfrutar todavía más de cómo se mueve su miembro en ese estrecho agujero que se va agrandando para él. Ahora todo es mucho más placentero, su mano sujetando mis pechos, mi mano en mi sexo y su polla en mi culo.

Estoy disfrutando sintiéndome cada vez más caliente, casi diría que acercándome a un orgasmo, cuando empiezo a sentir la semilla de Gallio llenar mis intestinos. Por un momento me puedo sentir un poco frustrada por no haber alcanzado el orgasmo, pero al fin y al cabo solo soy una esclava.

Aún así giro la cabeza para mirarle con una sonrisa. Yo diría que los dos son tuyos ya, y ese encima lo has estrenado al menos para dar placer.

Me subo a la mesa con una sonrisa, sintiendo como me "ayuda" con sus dedos, y abro completamente las piernas para darle completo acceso a mis agujeros.

Lanzo un profundo gemido inclinando la cabeza hacia atrás mientras disfruto de los movimientos de sus dedos en mi interior. Mis manos se agarran con fuerza al borde de la mesa mientras siento como el placer vuelve a crecer.

Siempre te ayudaré... Mmm... Siempre... digo antes de lanzar otro gemido, uno que anuncia la inminencia de mi orgasmo, mientras muevo las caderas hacia arriba. Al poco rato empiezo a convulsionarme mientras lanzo profundos gemidos de placer y mis jugos empiezan a desbordar mi sexo alcanzando la mano del romano. Y es que no todos los días puedo disfrutar de algo así.

Cuando el orgasmo se pasa termino sobre la mesa, con las piernas temblando e intentando recuperar la respiración. Gracias... digo en un suspiro, siendo consciente de que Gallio no tenía por que haber hecho esto.

Con un suspiro simplemente afirmo a Gallio, quedando un poco tumbada en el escritorio. Puedo sentir como mi ano palpita y empieza a escocer un poco, pero no me arrepiento de haberlo hecho. Incluso puedo sentir algo de la esencia del romano todavía escurriendo.

Cuando finalmente mis piernas dejan de temblar y puedo recuperarme un poco, me levanto y miro al general. Si no quiere nada más, domine, supongo que es mejor que me vaya retirando.

Aún así, espero su confirmación de que no quiere más antes de ponerme la ropa. Que se dé cuenta de que voy aprendiendo cosas como esa.

Una vez con su permiso me visto y, con una leve reverencia y una sonrisa, me marcho.