Partida Rol por web

La germana no tardo en aprovecharse de esa nueva facultad que tenia ahora como lider, saliendo de noche para visitar a sus amantes. Esta ya era una segunda vez que lo hacia y aunque desconfiaba de los guardias seguia su camino a la habitacion privada que le dio el domine.

Sin embargo en el camino a esta esta vez se encontro con un viejo conocido. El centurion que la habia capturado y torturado en el pasado se encontraba frente a ella. Este la miraba con un rostro neutral como si esto no significara nada para èl. Pero La germana podia notar como en sus ojos habia algo mas, la mirada de un depredador.

"Buenas noches Soenya. Tanto tiempo." fueron las primeras palabras del hombre.

Caminaba con calma en dirección a la habitación que usaba a menudo para encontrarse con sus amantes, aunque a quien más solía solicitar era al Nórdico, pues entre ellos estaba aquel pacto, aquella unión...

Esa noche sus pasos se detuvieron en seco al escuchar aquella voz, al sentir aquella presencia que tanto odiaba y le asqueaba. Respiró unos segundos, cerrando los ojos para lograr encontrar las palabras adecuadas. 

- Buenas noches, Herius Cincius Senilis. No hace tanto tiempo de la fiesta... ¿Se le ofrece algo?

Sus puños estaban apretados, recordando las palabras de Livia y pidiendo a Freya y Loki que realmente fueran acertadas... 

El centurion se fue acercando con una calma que solo podia tener alguien libre y en control. “Cierto que de la fiesta no hay mucho tiempo, pero siento que no interactuamos mucho.” comento el hombre observando que habias cerrado los ojos.

Si no lo abrias no notarias como su mano se levantaba y se dirigia a ella. A su rostro pero con precausion parecia al menos ver los signos en el cuerpo de ella.

“Buscaba hablar contigo. Yo me acuerdo de ti y vos de mi?” pregunto dejando de ver si esconder una sonrisa sadica.

Y menos mal, demonio del averno... 

Suspiró y volvió a abrir los ojos para encontrárselo de nuevo frente a ella. Lo peor de todo es que estaba siendo escoltada por los guardias, los mismos que estaban bajo su mando...

- Aquí me tenéis, Señor... - Decir aquella palabra le costó horrores - ¿De qué deseáis hablar?

Sus ojos se elevaron hasta encontrarse con su rostro, la mirada de ella era una mirada cargada de ira y frustración mientras buscaba controlar su respiración.

- Sabéis que sería difícil no acordarse de usted... Si no hubiera sido por usted no estaría en este lugar, ¿correcto?

El sonrio como no hacia con otros, tal vez solo con las mujeres en su poder o tal vez solo con ella. “Me alegra que te sea dificil olvidarme...” comento contento sin disimularlo bajando su mano que iba a ti. “Si por este lugar te refieres a Roma estas en lo correcto. Si dices aquí la verdad que me sorprendio mucho verte aquí.” confeso mientras te daba una mirada larga a todo tu cuerpo.

“Deseaba hablar de algo...pero parece que se me ha ido de la mente en este momento.” respondio finalmente a tu pregunta de antes. “Hablemos de lo que haces aquí. En el pasillo.” dijo y aclaro. “Puedo decir que los guardias se alejen y asi me lo cuentas en privado.” le propuso con tranquilidad.

No quería seguirle el juego pero si era la única forma de averiguar cosas debía hacerlo... 

Permaneció quieta, sintiendo como un escalofrío la recorría mientras él contemplaba su cuerpo de aquella forma que tan malos y dolorosos recuerdos le traía.

- No será necesario, ellos ya saben qué hago aquí. Disfrutando de una de mis ventajas como líder de las gladiadoras.

Y tu ya sabías que estaría aquí... Eres su jefe...

Herius sin duda disfruto cuando lo dijiste y asintio ante lo que sabian los guardias. Todos los presentes lo sabian, pero eran los guardias quienes peores ocultaban su lascividad ante esto. "Lider de tu pueblo y ahora lider de las gladiadoras...parece ser que el liderazgo es que no puedes escapar..." comento el hombre acercandose mas a ti. "Me pregunto si igual no sera eso lo unico que el destino piensa repetir contigo." comento con una oscura intension en sus ojos.

Entonces finalmente toco tus hombros con sus fuertes manos. "Me alegras que puedas disfrutar, eres una fuerte guerrera." te felicito aunque sonaba bastante falso. "Tal vez incluso deberias pedir algo mejor que exclavos. Un buen romano que no tenga perjuicios contra tu tribu. No seria mejor?"

- Quizás sea porque han visto la capacidad que tengo para dirigir y liderar... Después de todo uní a diversas tribus contra un enemigo común... 

Sus ojos se fijaron ahora con intensidad en el centurión, después de todo él sabía que el enemigo del que hablaba era él mismo y seguramente le gustaría oírlo... Era orgulloso y si algo había aprendido de las charlas con Livia era que a los romanos les gustaba que les recordaran sus logros... 

El roce de sus hombros provocó un escalofrío que no pudo evitar, los recuerdos de aquellos días comenzaban a surgir y apretaba sus puños con más fuerza, buscando concentrarse en su dolor para no caer de nuevo ante el miedo. 

- Lo lamento, no tengo permiso para tales peticiones, Señor. 

Después de todo era cierto, le habían concedido el permiso para reunirse solamente con otros gladiadores o con sus amantes, por lo que él quedaba fuera de aquello. 

El romano se vio orgulloso aunque agrego algo mas a eso. “Un enemigo que los termino aplastando. Pero hablamos de mi y Roma, no habia otro final posible.” dijo sin poder evitar agrandarse a si mismo. Resaltandoselo a ella.

En sus hombros sentiste sus manos y dedos que rozanban tu piel, incluso corrio un poco tus mangas sacandolas de encima de tus hombros. Agradecias que la ropa tuya estaba mas pegada y se necesitara mas que eso para dejar tus pechos al descubierto.

“Ya veo. Es una lastima.” decia y lo sentiste molesto, aun a pesar de todo queria tu presencia pero tal vez no tanto para romper las reglas. “De cualquier forma podrias tomarte un tiempo para mi. Ya sabes como puede terminar todo. Contigo disfrutando como paso en el campamento, luego de tantas noches.”

Se mantuvo en silencio, escuchándole, aprendiendo, buscando aquellos puntos en donde poderlo atacar con posterioridad.

- Dispongo de poco tiempo y el que tengo lo uso con aquello que se me permite tener. Soy una esclava y he de obedecer los designios de mis dómines. Si deseáis algo, Señor, deberéis hablar con alguno de ellos. Deberéis pedirles que os dejen pasar tiempo con una salvaje bárbara, a vos, un importante centurión romano... 

No iba a entrar en su juego, sabía que era lo que buscaba pero no iba a concedérselo. Aquellos recuerdos aún la atormentaban y a consecuencia de aquello había cambiado como lo había hecho y aún así, no le daría el privilegio de verla caer de nuevo... 

El hombre te miro volviendose un gesto mas neutro y frio. “Salvaje? Salvaje eras cuando nos enfrentamos o cuando te tenia en la cama.” te devolvio pareciendo ignorar las demas palabras. “Mientras ahora pareces pedir permiso para hacer cosas. La domina te domestico bien.” comento esta vez riendo. “Lamentable.”

Les hizo un gesto a los guardias para que se alejen un poco mas dejandoles distancia, intimidad. “Yo solo te puedo domesticar y nadie mas. Entiendes?” te pregunto. “Por lo que empezare a hacerlo ahora que estoy trabajando aquí.”

Poco a poco él iba hablando, mostrando sus cartas y dejando claras sus intenciones.

- Tu me trajiste a Roma... ¿Qué esperabas que sucediera? Hago lo que mejor sé hacer, mantenerme con vida...

Observó como los guardias se alejaban y las palabras de él provocaron un nuevo escalofrío en su cuerpo.

- Podéis pero... ¿Cómo se tomarán tus nuevos jefes que te tomes demasiadas confianzas con una de sus gladiadoras? Con la líder de sus gladiadoras... 

Sus ojos lo miraron de nuevo, pero esta vez no pudo ocultar el fuego de la ira y el desprecio que sentía por él. 

"Ya, la verdad que cuando te deje te esperaba que murieras en un par de dias. No te esperaba encontrarte de frente." comento risueño.

Se quedo pensando en tus palabras. "Seria algo lamentable y posiblemente me llevaria un aleccionamiento, nada grave pero molesto. Aunque no deberian enterarse ellos, despues de todo no tendrias que contarle, cierto?" Pregunto con su mirada fija en ti, una parecida a la del campamento. "Solo vos sabes que nos conocemos. Deberiamos dejarlo asi."

- Pues no fue así, sino que me diste algo por lo que vivir...

Acabar con tu sucia vida, demonio...

Su expresión seguía siendo fría y cargada de odio e ira. 

- No, no tendría, salvo que me preguntaran y entonces no podría mentirles a mis dómines, ¿correcto? Además, sé cuánto te agrada dejar marcas y preguntarían...

A nadie había contado sobre muchas de las marcas que llevaba, pero muchas de ellas se las había causado aquel hombre incluidas las más dolorosas y profundas, aquellas que no se veían... 

No pudo evitar reír ante sus últimas palabras. 

- ¿Seguro? Muchos saben que me trajo a Roma un militar que estuvo en tierras germanas y muchos más vieron cómo te acercaste a mi en la fiesta y lo que ocurrió... No es difícil hilarlo todo... 

El te miro con muy mala cara cuando le refutaste lo primero. Ahi lo habias hecho enojar pero parecio no respondera ello inmediatamente. "Hay muchos militares que han vuelto de Germania. Ademas lo que paso en la fiesta no es algo que todos hayan visto eso lo se y los demas romanos que vieron no lo recuerdan. Creeme las bebidas romanas y demas complementos de las fiestas son muy fuertes"comento pareciendo confiado de que a pesar de todo los importantes en la casa no habian visto su acto.

"De cualquier forma tienes razon me gusta dejar marcas, por lo que ahora tendre que pensar en otra cosa." comento como si se le hubiera ocurrido algo de repente.

Entonces miro a la puerta de la habitacion un momento. "Suerte con lo tuyo. Ya nos veremos." dijo dispuesto a irse.

Sonrió con cierto aire de victoria al contemplar aquella mala cara y escuchar sus palabras hizo que dicha sonrisa se ampliara, pues ni él mismo estaba seguro de aquello y eso, eso le otorgaba a ella una pequeña ventaja... 

- Puede ser... O puede no serlo... 

Aquellas otras palabras provocaron un ligero escalofrío pues recordaba de lo que podía ser capaz aquel hombre y sabía que podría dañarla aún sin dejar marcas físicas e incluso sin matarla... No creía que quisiera matarla pues le gustaba jugar y parecía haberla escogido como su juguete favorito. 

- Gracias, Señor. - Dijo mientras comenzaba a marcharse - Y no lo olvide, mi rostro será lo último que vea cuando se reúna con sus dioses... 

Él podría recordar también aquella frase, pues no era la primera vez que se la decía... Ya que la última vez que la escuchó fue cuando la dejó medio moribunda en las garras de aquel esclavista. 

El centurion la vio por un ultimo instante, su mirada siendo una fria y terrible. Luego con un gesto llamo a sus soldados para que todos se retiren.