Livia aguantó el castigo sin proferir un solo grito ni quejido, aunque finalmente las piernas le temblaron y acabó cayendo de rodillas en los últimos bandazos, por lo que, sin que el doctore pudiera evitarlo, algunos latigazos la alcanzaron en la espalda, marcándola considerablemente y haciendo brotar algunas gotas de sangre. A pesar de todo, Livia parecía dispuesta a incorporarse, aunque Duilius se acercó en ese momento, dando por finalizado el castigo y, cuando abrazó a la romana se encontró con que ella exhibía una forzada sonrisa tranquilizadora, con el labio partido por varios sitios y los ojos llorosos por el dolor contenido:
-No...no te preocupes. Solo es...no es nada.- dice tragando saliva pues se le había quedado la boca algo seca y tenía la voz trémula. La romana carraspea y hunde la cara en el hombro del doctore- está todo bien...es lo que debíamos hacer. Y no será la última vez... sólo pido a los dioses que si alguien debe hacerlo siempre seas tu. Porque otro tendrá que usar las cadenas más fuertes que tengáis en el ludus.- dice riendo un poco con los labios muy pegados al cuello del doctore, hablándole bajito con tono tierno.- recuerda que...yo soy la esclava y tu el doctore...eso no va a cambiar.
Se apartó un momento de ella, para besar sus mejillas y sus lágrimas, siendo contemplativo y afectuoso, sentía el mal estar de que ella fuera la castigada, y volvió a abrazarla, acurrucandola, disfrutando de ese momento íntimo.
-Y yo velaré por qué nadie lo haga más que yo, preciosa Livia, no lo olvidaré, puedes estar tranquila-
-Estoy tranquila...confío en ti, Kellan...- musita suspirando, calmando su agitado corazón apoyada en su pecho, se iba quedando relajada, casi parecía apunto de dormirse, estaba agotada realmente después de tanto trabajo y emociones en el día.- deberíamos irnos de aquí...manda que me lleven a mi celda, estar demasiado tiempo aquí sin que se oiga el chasquido del látigo podría levantar sospechas.- dice al cabo de unos momentos, notando cómo el sueño venía a por ella y deseaba luchar contra él.
La mujer tenía razón, debían salir de ahí cuanto antes, ya que levantarán sospechas y eso no era lo indicado, dió un toque gentil on sus labios en la frente, para apartarse de su abrazo.
-Abrid la puerta, la esclava ya recibió su castigo-
Golpeó la puerta con fuerza, pareciendo que iba a derribarla, para luego volver los ojos a la mujer, instandola a acercarse a él.
Livia asiente con la cabeza y se limpia la cara lo mejor que puede con las manos, aunque le quedan los surcos que las lágrimas habían hecho en sus mejillas como prueba de que efectivamente había sido castigada...eso y su espalda echa jirones, con la piel levantada en varios sitios, bastante enrojecida y algunas gotas de sangre manchando sus ropas. No era el castigo más grave que se había provocado en ese ludus pero desde luego era algo peor de lo que Duilius había calculado, pues la piel de la romana había resultado ser más frágil que la de otros esclavos.
Se queda tras el Doctore y espera a que les abran la puerta.
La puerta se abre y el guardia algo asustado deja pasar al Galo. Por suerte para ambos nadie vino en ese momento al aislamiento. Tal vez tanto la Domina como la sirvienta que las cuida a ella estuvieran ocupadas. Lo importante que el castigo fue impuesto y pronto verian si fue suficiente.
Cada uno deberia ver como resultaria todo este vaiven, pero seguro la Domina y las compañeras de Livia lo notarian.
Cierro con esto.