Partida Rol por web

-No son malos recuerdos, de hecho tambien disfruté mi tiempo cómo gladiador, cuándo fui campeón, ahora soy libre y disfruto de mi trabajo, y de verte a ti-

Pese a haber sufrido de l esclavitud, fue más afortunado que otros, bien dotado en todoa los apatectos físicos.

-Hubiera sido aquel padre y mentor qué que se merecía... Pero ahora estoy aquí....-

Besó sus mejillas, y luego atrapó entrw sus labios el pabellos de la oreja de Livia, comenzando a jugar con esta.

Rie un poco por sus caricias y la suave y agradable sensación de cosquilleo que le brindaba el galo con sus labios y el aire que escapaba de ellos. Mas a pesar de sus intentos, la amargura no habñia desaparecido de la mente de Livia quien suspira y se esconde más aún entre los brazos de Kellan:

-Deberíamos dormir...han sido unos días agotadores...mañana será otro día...¿si?

Aún escucha la amargura en la voz de la romana, más atenuada, pero persistente, una persistencia que estababa seguro que podia aliviar con el tiempo, hacerla olvidar hasta que solo se quede con lo más felíz de su vida anterior.

-Está bien... Descansa Livia...-

Y al oido de ella dijo algo más, un "amor mío" que se sintió más cómo un calido viento, en vez de ser unas palabras, dejó que se acomode para dormir, y tener sueños más felices.

La romana se acurruca entre las suaves sábanas y disfruta de los cojines, abrazádolos contra su cuerpo y se apega bien contra el Doctore, pronto se queda dormida como si estuviera agotada, algo que realemente está, pero con la felicidad de alguien que no ha disfrutado de una cama así en meses.

Livia dormita de seguido durante varias horas, casi la mitad de la noche, pero entonces, de madrugada, empieza a convulsionar, al principio muy poco, frunce el ceño en sueños, tiembla y gimotea; luego estos espasmos pasan a ser sacudidas violentas y los gemidos se convierten en balbuceos ininteligibles. La romana esta teniendo una pesadilla y bastante terrible a juzgar por el hecho de que incluso ha empezado a sudar:

-No...ummm... aaa...no...Marco...no le toques...no...no di...no...no...ré...ada...Marco...hijo..hijo...¡CARLO!- a pesar de sus devaneos y sus gritos, sus ojos permanecían cerrados fuertemente aunque sus manos y sus piernas ya amenazaban con golpear a Kellan.

Se despierta ante el gimoteo de la romana, levemente y de a poco en un primer momento, habiéndose tomado la advertencia de la mujer con calma, notando en su despertar cómo afloraba el sufrimiento de la mujer entre las palabras manifestadas en la pesadilla.

Sin embargo, esto no preocupó a Kellan, se mantuvo firme en todo momento- acariciando y conteniendola, susurrando en su oido unas palabras dulces y muy cercanas.

Acariciando su cuerpo con calma, incluso dispuesto a recibir un golpe o varios, no le importaba nada, a cada caricia se ponia un poco más excitado, y de hecho fue un poco injusto, por que ella había tenido dos climax y el ninguno, por eso, toco de nuevo sus pechos y su sexo, con ligeresa y calma, para hacerla más receptiva.

Los gimoteos y las sacudidas de la romana se intensificaron al notar las caricias del galo, aún no se despertaba, pero intentaba alejarse de las manos de Kellan por puro instinto, cerrando sus piernas con fuerza y encogiéndose:

-No...Marco...por favor... hoy no... déjame...- suplicaba aún en sueños pero pronto se empieza a despertar poco a poco, agarrando la mano del Doctore y se giró mirándolo con una mezcla de terror y angustia- Kellan...- musita en un susurro.

La seguridad en el rostro del hombre se nota y buen, incluso en aquella oscuridad, aquelloa ojos claros no dejaban de relucir, rodeó su mano con la suya.

Esas son las pesadillas... Que no dejan que descanses en paz?

Dijo en voz baja, en su experiencia, sabía que la mujer tenia ahora miedo a la intimidad también, al coito, a quedar inpregnada con su semilla, pero tenía claro cómo hacerla disfrutar sin llegar a aquello.

Hay una manera de sanar... Pero debes confiar en mí... Sabes que no voy a lastimarte-

Podia darle sensaciones más agradable, y nuevas experiencias para sanar su lastimado corazón, la besó en la mejilla, y llevó aquella mno libre a la zona íntima de la mujer, tocandola, habil y certero, sabiendo en dónde presionar para que ella ceda a la voluntad de loa bajoa instintos.

Livia parecía realmente desconcertada, temblorosa, traga saliva y se queda muy quieta:

-​​​​​​-No...Kellan...por favor...no me hagas esto...- le pide con un hilo de voz, su cuerpo tenso y sintiéndose vulnerable- por favor...no...- estaba claro que Livia no estaba colaboradora, aún tenía el miedo de la pesadilla, del tocamiento no consentido...toda la tranquilidad con la que se había quedado a dormir ahora se estaba esfumando...pero en su actitud de no huida había una especie de triste resignación. Sabía que se haría lo que el doctore quisiera...al fin y al cabo ella era la esclava. No importaba que huyera...el la encontraría tal vez fuera mejor...dejar que el hiciese lo que quisiera con ella...como había hecho ya su marido.

Duilius disfrutaba de tocar o de dirigir sus manos a aquellas partes intimas de la romana, que parecia aterrorizada, ante la súplica y el miedo ante aquella situación que se estaba gestando, el pone una cara de satisfacción, incluso de disfrute malvado cuándo va descendiente por la piel del vientre de la mujer.

Hasta que se detiene justo en su ombligo, y aquel gesto malvado desapareció,  ambas manos fueron a su rostro, y la besó en la frente, soltó una risa ligera ante la vulnerabilidad de la mujer.

-Eres muy tierna cuándo estas así de asustada-

Dijo rodeandola entre sus brazos de la misma forma tierna y dulce que al principio.

Pero me gustaría que volviera la Livia que se montó sobre mí cómo un potro salvaje, que besaba mis labios, buscando beber la miel de ellos, que arañaba mi pecho-

A su oreja acercó los labios, para provar convencerla de que le permita hacerlo.

-Dejame mostrarte otra vez cómo se debe amar-

La queria complacer de la forma correcta, ya que estaba enamorado, y no importaba cuanto ella diga que se busque una esposa, Kellan la quería a ella.

Era imposible que las maneras y los gestos de Kellan, por, aparentemente, bienintencionados que fueran, lograsen que Livia se relajara. Ahora mismo la romana estaba en parte con el galo y en parte aún viviendo en su particular pesadilla, concretamente estaba recordando los días siguientes a su boda...cuando todas las promesas parecían de verdad, cuando aquel hombre parecía que iba a protegerla, le decía lo hermosa que era...cuando era una niña asustada y forzada pero no lo sabía. Así se sentía de nuevo...así la hacía sentir el galo. 

Venga Livia, sabías donde te metías cuando dejaste la celda esta noche...sabías lo hacías cuando te quedaste a dormir...sabes cómo son los hombres, él tendrá lo que quiere y si no se lo das, lo tomará...es mejor que se lo des susurraba una malévola voz en su cabeza, instándola a ceder es tu deber como mujer y como esclava ahora y si no haberlo pensado mejor, ahora no puedes huir porque esto es culpa tuya. No eres mejor que esas rameras que venden su cuerpo en los lupanares. Deja de hacerte la digna, que ya no eres una niña ni eres noble. Aquella voz la estaba machacando, la retenía en la cama, quieta como un perro que espera una paliza, los ojos de Livia temblaban de un lado para otro, buscando una salida que no quería llegar, una señal que le permitiera huir...mas no había nada, salvo la sensación de que la que estaba haciendo algo mal era ella...¿quién era ella para decidir sobre su cuerpo? En verdad ya no le pertenecía...y la domina no estaba aquí para reclamarla...

Alza la vista un poco con temor y su mirada se encuentra con la del galo, él tan suplicante y ella que ya no sabía como decir que no...los hombres acaban teniendo lo que quieren... dice de nuevo su voraz pensamiento.

-K...Kellan...solo...solo...no me hagas daño...- musita con un tenue hilo de voz, apenas audible, pero la romana agacha la cabeza con gesto derrotado, sumiso y complaciente, vuelve a acomodarse en la cama, bocarriba, tratando de controlar su temblor, su cuerpo queda expuesto, desnudo bajo el del doctore...presto para que él la tomara.

-K...Kellan...solo...solo...no me hagas daño...-

Esas palabras habían calado en el , y su rostro que parecia querer más diversión, solo mostró contemplación y algo de dolor, no ppdia hacerle eso a ella, y ahora se encontraba en esa lucha interna por querer amarla y por querer dejarla tranquila, es una cosa que lo hacia poner mal.

Y no le gustaba, de nuevo se sentia que la forzaba, que la violaba, lo adecuado es que no fuera de esa manera, si ella no estaba cómoda, solo una de las partes disfrutaría, y eso no le gustaba.

Volvió a recostarse a su lado, boca arriba, mirando al techo, pensativo.

-Sabes... No te veo cómoda, no lo estás, estás muy tensa, como si creyeras que voy a mal tratarte... Y hace unas horas eras una fiera insaciable que quería experimentar la pasión por primera vez, siendo yo quien recibí el daño-

Soltó otra suave , tocando la parte que ella había rasguñado.

-No quería esperar a mañana, queria disfrutar y que disfrutaras ahora, de ser posible toda la noche, que volvieras a rasguñarme el pecho, o que clavaras tus uñas en mi espalda

La miró con súplica, a pinto de soltar una pregunta que incluso para el seria muy contundente.

¿Acaso buscas que no te ame?

La sorpresa de que no la tomara fue bastante impactante pero más aún fueron las palabras del galo, las cuales hicieron brotar silenciosas lágrimas de los ojos de Livia que se hallaba en una suerte de laberinto emocional que ni ella lograba desentrañar.

mira lo que has hecho...eres penosa Livia...ahora haces sufrir a un buen hombre por tu capricho...

La romana se incorpora en la cama y se queda sentada abrazándose las rodillas intentando contener su tono de voz para que no suene a llanto...no deseaba hacer más daño a Kellan.

-​​​​​​-No...Kellan...yo...lo siento...no no sé qué me pasa...mi cuerpo es...mi cabeza no responde. Me siento...maldecida...hago daño a todo y a todos... Perdóname Kellan...yo...yo estoy aquí para tí...eres un...eres un hombre bueno conmigo, no debería rechazarte...- Livia suspira entrecortadamente, se le aturullan las palabras de disculpa, no entiende que le pasa por la cabeza...la culpabilidad la abruma, desearía no estar tensa y darle lo que él desea...pero el miedo la paraliza.

Sus palabras hiciero mella en su corazón, la romana parece no estar preparada, y su alma aun llena de dolor por la muerte de su hijo, más la rodeó entre sus brazos , dando le un abrazo calido y consiliador.

-Trae paz a tu conciencia Livia, no debes disculparte, solo mantente firme, que estaré para apoyarte-

La pasión de Kellan se vio menguar en gran medida, por más que el cariño por la romana estaba manifestado, se sintió un poco lejano a ella.

-Descansa un poco más dulce Livia, aún faltan horas para el alba-

Pidió a la mujer para que duerma un poco, al menos, pueda estar más tranquila, o aspirar al menos a eso.

Suspira tristemente y se muerde el labio inferior pero al menos ahora ya no parece angustiada, solo algo entristecida:

-Lo siento...te prometo que...que estaré mejor...seré fuerte. Encontraré una razón para seguir...- musita acomodándose de nuevo entre los brazos del doctore y besa suavemente su piel. El rostro de Livia está húmedo por las lágrimas pero al menos su respiración se iba normalizando- eres un buen hombre Kellan...un buen hombre...- su voz se va apagando, demasiadas emociones, demasiado miedo...la romana estaba física y emocionalmente agotada y estaba quedándose dormida de nuevo acurrucada contra el cálido cuerpo del galo.

En ese instante las palabras sobraban, debia dejarle descansar un poco más,  solo pudo sonreir a sus afirmaciones, el estaba más que seguro que ella es una dama fuerte, y que no tenía nada que demostrar.

Acariciaba su cabello en un intento por calmar su estado de ánimo y relajar su conciencia, resguardando la de la fria noche en el interior de su habitación, en esa fria noche.