Partida Rol por web

Argus había puesto todas sus fuerzas en un golpe a la cabeza de su rival, pero se llevó una gran e inesperada sorpresa cuando Kiurbu detuvo su ataque. Ésto lo hizo montar en cólera atacando ferozmente a su rival.

Enfurecido por el gople anterior, el elfo de piel oscura... lamiendo su propia sange, embistió con brutalidad... su filo a punto estuvo de cercenar mi garganta si no fuese por mi protectora lanza que intercepto el embite.

Empuje su cuerpo con los brazos, para quitarme su pegajoso y peligroso contacto de encima... pero éste aprovechó la descuidada maniobra para perforar mi vientre... el graderío brama exultante...

La balanza se igualaba...

El elfo volvió a embestir, no satisfecho por mi sangre derramada, cegado por la furia y la sangre que lamía su rostro.

Esta vez mi obediente lanza se movió como el viento, enredando su cuerpo y arrojándolo contra la arena... una vez sometido contra ésta, mi filo atravesó su pierna.

Esto no había hecho más que empezar...

No había hecho más que empezar... y ambos deseabamos poner fin al otro.

Desde el suelo el elfo se movió con rapidez, olvidándose por completo de protegerse, su mordaz filo arañó mi rostro como antes había hecho mi lanza con el suyo. Esta vez sí sonrió satisfecho, demasiado pronto... pues acto seguido la punta de mi lanza atravesó su cerebro a través de la cuenca uno de sus ojos...

El graderío enmudeció un instante... para después aullar de satisfacción. Malditos herejes, ni a los de su sangre respetan...

Arranque la lanza de su cabeza y me fui de allí como el viento...

Cuando Argus entró en la zona de entrenamiento, vio a Parnassus en medio de la arena blanda, haciendo unos extraños malabares con unos pesos correados de cuero, que soltaba con las aristas de un escudo para cogerlas con otras distintas del contrario, antes de girar. Los movimientos eran espectaculares y Oliver los examinaba con atención. Ante la cara de intriga de Argus, el entrenador le devolvió una sonrisa que invitaba a probar, si se creía al nivel.

El elfo oscuro no necesitó más desafío que ese para lanzarse contra Parnassus. El gladiador lo vio acercarse raudo y veloz en su siguiente giro, e interpuso su escudo en la trayectoria. Argus apenas pudo frenar antes de que las agudas aristas lo punzaran sin piedad. Parnasus continuó con su evolución, aferrando la manga del elfo oscuro como antes hiciera con la pesa, que ahora volaba sin control, al encuentro de la pared del fondo. Lo siguiente que sintió el elfo fue el movimiento del esclavo tirando de todo su cuerpo, incapaz de hacer nada más que pirar con él.

Acababa de comprender lo que significaba aquel entrenamiento, de la forma más dolorosa posible...

Argus sintió el dolor. Como de costumbre, era el primero en sangrar. Siempre.

Cuando comprobó el fruto del entrenamiento de Parnassus, ya supo a que se debía enfrentar. Así que con una hábil maniobra, trató de soltarse.

El giro, como cabía esperar, acabó mal. directamente enfrentado al escudo de Parnassus, Argus no podía maniobrar. Fue cuestión de tiempo que tropezara levemente y el escudo de la Muerte de Obsidiana aprovechara para estampársele en plena cara.

Aun así, el esclavo gladiador aferró al elfo con el otro escudo antes de que cayera, y extendió su brazo listo para golpear nuevamente a su contrincante.