Sintió el hombro de la romana sobre su hombre y mientras escuchaba sus palabras constreñía sus puños con rabia e ira, provocando que sus manos comenzaran a sangrar mientras apretaba sus dientes mostrando una facción salvaje e iracunda.
- Él se lleva la mayor parte de mi odio...
Los ojos fríos, salvajes y asesinos de la germana se posaron en los de Livia pero estaba claro que esa mirada no iba dirigida a ella.
- Pero todos y cada uno de sus hombres verán sus vidas desvanecerse ante mi espada... Me bañaré en su sangre y regaré la tierra con ella...
Cogió con rabia alguno de los muebles más cercanos como alguna silla o mesa pequeña y lo lanzó contra una de las paredes, estrellándola con furia.
Miró a todos lados y suspiró hastiada.
- Necesito follar...
Parecía que el sexo ayudaba a calmar su estado...
Livia se aparta un poco para que la germana pueda coger la silla más cercana y observa como la destroza con gesto casi de admiración. Cuando Soenya se ha quedado con las dos patas de la silla en las manos, Octavia no duda en acercarle otra por si quiere repetir:
-Pff chica de verdad tienes una rabia dentro que haría empalmarse al dios de la guerra...y tú libido haría sonrojar a Venus.- dice mirando alrededor y ve a unos guardias que habían puesto oídos a toda la conversación- no os deis por aludidos que esto no va con vosotros. Ya podéis ir a meter las pelotas en agua fría.- les dice con sorna sin prestarles más atención- Me fascina que aún tengas ganas de disfrutar de los placeres de la carne...a mi me cuesta.
Niega con la cabeza.
- Tranquila, un buen coito me calmaría más... - Miró a los guardias - Ni en vuestros más húmedos sueños... - Lanza lejos de ella las patas de la silla y mira a Livia - Yo antes no era así... Ahora, es como si necesitara el sexo para calmar mi rabia, mi ira y quizás... Mi miedo.
Curiosamente, la romana era con la que más confianza estaba cogido.
-¿Miedo? ¿Tu?- sacude la cabeza, incrédula, como si le hubieran dicho que la luna y el sol se habían caido del firmamento.- Entiendo que aquellos soldados quebraron tu espíritu...pero jamás había escuchado que una mujer pudiera reaccionar así con estas cosas...claro que estas cosas no se hablan mucho en Roma...como si no sucedieran ¿sabes?
Se encoje de hombros.
- Si Livia, miedo... El miedo nos mantiene con vida, nos hace pelear más por nuestras vidas... Cuando sientes miedo en el campo de batalla luchas con mayor fuerza para sobrevivir... Aunque también se cometen más errores... - Suspira. - Por ello debemos aprender a controlarlo pero nunca debemos olvidarlo...
La mira con calma y niega con la cabeza.
- No, no quebraron mi espíritu sino que encendieron un fuego que era demasiado débil... Y esa será su condena... - Sonríe - En mi tierra es algo normal y habitual. No hay tabúes respecto al sexo... O al menos, no los había entre mi pueblo...
Livia puso un gesto serio y pensativo, parece realmente preocupada por la germana, y hacía un gran esfuerzo por entenderla, aunque no podía hacerlo del todo:
-Dices cosas muy extrañas, a veces parece que dices una cosa y la contraria a la vez. ¿No serás tu un filósofo de esos no?- dice con una suave sonrisa, una pequeña broma- Mira...aunque es difícil para mi ponerme en tu situación...creo que eres buena persona...probablemente eres mejor persona que yo. - se encoge de hombros y mantiene un rictus amable- en fin, que lo que quiero decir es...que no te fíes de ningún romano pero si has de fiarte de alguien y no te queda más remedio...me encantaría ser tu último recurso, si es que la situación es tan desesperada como para recurrir a alguien de los míos.- ¿a qué se estaba refiriendo la romana? ¿hablaba de prestarle un hombro en el que llorar? ¿hablaba de echarse una mano en la arena? ¿o acaso...?
- ¿Por qué son extrañas? Quizás sea más bien que no sé expresarme aún bien en tu idoma... - Sonríe - Jamás me fiaría de un romano Livia. Tu, no eres romano... Eres romana...
Hablaba haciendo referencia a que ella era una mujer y, curiosamente, realmente ella solía decir que de quien no se fiaba era de los romanos, en masculino, de los hombres romanos...
Puso una mano sobre el hombro de ella y sonrío.
- Tu también puedes confiar en mi Livia, especialmente cuando estemos en la arena... Una aliada nunca deja de lado a otra aliada - Le guiñó un ojo.
Pone un gesto extraño al notar la diferencia por primera vez, aunque ahora se daba cuenta de que Soenya si lo había recalcado siempre. Sonríe ampliamente y lanza una mano hacia la germana para estrecharla, aunque a la manera romana, estrechando brazo con brazo:
-Me dan igual tus creencias...las respetaré. Me da igual con quien te quieras acostar, lo respetaré...es posible que te regañe si no eres disciplinada con los guardias y otros romanos...pero quiero que sepas que a pesar de eso...sangraré por ti, Soenya.
Aquel saludó la descolocó un poco, pues lo había reconocido y en lugar de terminarlo como lo harían en Roma, atrajo el cuerpo de ella hacia el suyo para después dar un par de palmadas en su espalda.
- Al menos unamos ambos pueblos...
Dijo entre risas para después escuchar sus palabras con calma.
- Tu solamente dime si hay alguien con quien no quieras que me acueste, y lo respetaré por ti... Os prometí a ti y a Verina que me comportaría, ¿recuerdas? Y yo mantengo mi palabra...
Sonrió con aprobación ante las palabras de la romana y miró en todas direcciones buscando algo, hasta que finalmente encontró un sencillo cuchillo y lo cogió, ignorando a los guardias pues no era por ellos...
Tomó el cuchillo e hizo un corte, como pudo, en la palma de su mano haciendo que ésta sangrara y le ofreció el cuchillo a Livia.
- Sangraré por ti hermana, igual que tu por mi...
Esperó a que ella hiciera lo mismo para estrechar su mano y sellar así un pacto de hermandad.
Livia se queda un poco rigida ante el brusco movimiento de la germana de acercar sus cuerpos para entrechocarlos como hacían los bárbaros. No la incomodó pero se sorprendió y no supo como reaccionar hasta pasado el primer instante, después del cual sonrió de nuevo y palmeó de vuelta la espalda de la germana, aunque con un gesto mucho más torpe, como si tuviera que calibrar la fuerza empleada para no ofender a Soenya.
Cuando se separaron, la romana observó con curiosidad lo que la germana hacía y pronto lo entendió. No había pactos así entre romanos, pero ella había leído de este tipo de comportamientos en las tragedias griegas. Si, tal vez esto acabara en tragedia, probablemente, pero...carpe diem.
-Por tus dioses y por los míos...que me lleven las moiras si falto a mi palabra.- dice tomando el cuchillo, imita el gesto de la germana haciéndose el mismo corte y luego, con el goteo y bajando por su brazo, le ofrece el estrechamiento.
- Por tus dioses y los míos, que me lleven a Náströnd si falto a mi palabra.
Tras las palabras estrechó la mano de la romana, sellando el pacto entre ambas y mirando de nuevo a su alrededor.
- Ahora faltaría un poco de alcohol
Río para amenizar un poco el momento.
-Hay vino...¿te vale?- dice ofreciéndole una jarra que había en alguna mesa del comedor- Venga, dale una oportunidad, te prometo que conseguiremos hidromiel para otro día.
¿habria que ir pensando en ir cerrando no?
Se encogió de hombros y aceptó el vino, después de todo era lo único que había...
- Bien, tendrá que ser con esa agua sucia vuestra...
Dijo entre risas para después brindar con Livia .
Yo creo que si, que se quedan bebiendo en el comedor xD
pues aquí lo dejamos, gran escena :-)
espero que te gustase, jefe
Estuvo buena. Varias cosas interesantes.
Escena terminada.