Makoa se quedó pensativo ante la respuesta de su ama. ¿Disfrutar? Era incapaz de disfrutar en la situación en la que se encontraba. Pero como si su voluntad no existiese ante Sire, el esclavo comenzó a escanear su mente en busca de un deseo más profundo. Diferentes imágenes le venían a la mente, pero era incapaz de elegir sólo una de ellas.
Tras la desaparición de su dueña, siguió observando el combate. Comprobó que aún tenía mucho que aprender sobre las divinidades: el viejo había superado sus espectativas, al contrario que la chica. La única de sus predicciones que se había cumplido era que el gigante caería el primero. Como era costumbre al quedar un único vencedor en la arena, la gente empezó a volver a la vida. Una imagen que al principio le resultaba perturbadora, pero que ya se le hacía natural.
El combate había terminado, y ya no quedaba nada de interés para él, así que se dio la vuelta, dispuesto a dirigirse hacia Sire. Pero justo antes de irse, echó un último vistazo a la arena. ¿Su mente le estaba jugando una mala pasada? Entrecerró los ojos, como intentando deshacer un espejismo. ¿Por qué ese gigante se parecía tanto a él? Se quedó pensativo, intentando desentrañar el significado del parecido, hasta que la voz de Sire le devolvió a la realidad. La hija de Loki no se caracterizaba por su paciencia, así que el misterio debía esperar.
El esclavo abandonó la grada para dirigirse allí donde le reclamaban.
Y así sin más se había acabado, hacia décadas que ya no lo hacía pero había fantaseado con ese momento. Por supuesto que en su imaginación nunca había ovaciones pero tampoco ese silencio sepulcral. Apenas los aplausos de una de las personas que los habían recibido cuando habían vuelto de Avalon, si no recordaba mal estaba relacionada con la muerte.- Que buena señal...
Miro hacia la grada de los dioses buscando a Tyr, no tenía nada más que decirle pero quería ver su cara para hacerme una idea de que destino me esperaba. En ese momento los cristales empiezan a brillar y el silencio se rompe pasando a una enorme cantidad de gritos y quejidos, nada nuevo sino fuese porque yo no era uno de ellos. Sea como sea al ver que su herida ya iba cerrando con rapidez le ofrezco mi mano a Kled para levantarse mientras que con la otra saco algo que llevaba guardando durante toda la batalla y que aún sentía su calor.
- Que no se diga que no mantengo mi palabra, te has rendido al final así que toda tuya.- le digo con sinceridad dejando la esfera a su alcance, sin trampa ni cartón. Tampoco es que tenga mucho tiempo para seguir hablando con ella pues me asalta Afragu llorando de felicidad.- Una promesa es un promesa, pero se ve que te has acostumbrado a llevar una marca.- le contesto una vez me separo de su abrazo y señalo mi sien para que entienda a que me refiero.- ¿Ha pasado algo al otro lado?
Parecía que todos el mundo quería decirme algo pues se me acerca Massud bastante enfadado aunque parecía bastante claro que no conmigo
- Cuando los dos estemos en mejor estado solo dímelo.- es lo único que le digo mientras le dejo marchar. - ¿Qué me había ganado su respeto? Si había ganado había sido gracias a él, esto era más bien al revés.
Y por último se me acerca Tau, por un momento me espero lo peor y que quiera tratar mis heridas allí mismo de una manera parecida a la que había mostrado con los heridos cuando habíamos vuelto de las nieblas. Pero no, lo que buscaba era respuestas. Además sus palabras hace que me de cuenta de algo que se me había pasado, la falsa justicia no había vuelto. El antiguo nombre de Chuimhne Dheireanach resuena en mi cabeza y a punto estoy de reírme con fuerza, no obstante me controlo y contesto al médico.
- Creo que mate de manera definitiva a su diosa, pero a la vez he sido campeón de la arena. Probablemente no tengan ni idea de como actuar ante eso.- me encojo de hombros con una sonrisa divertida ante la situación.- En cuanto a la nueva vaina de Chuimhne Dheireanach ha sido cosa suya. Las Claíomh Solais no son simples armas tienen voluntad y poder y al parecer una de sus voluntades era ver a ese traidor empalado. Sea como sea si quieres preguntarle algo aprovecha porque no pienso dejarla allí mucho tiempo. En cuanto a Masud, la verdad es que pensaba que seríamos los dos últimos hasta que el empalado de allí demostró que estaba ocultando su poder, así que bromeé con un duelo amistoso para la final. Parece que se lo ha tomado en serio pero dime, ¿sabes porque está tan enfadado?
Por fin, la red desapareció y la luz les devolvió a la arena. Masud gritaba algo, aún a medio transformar, pero Daniya no lo oía. Oía todo como a través de un muro, o bajo el agua. Era como si todo a su alrededor se reblandeciera y perdiera consistencia, como si el mundo fuese acuarela y alguien no parara de añadirle agua. Había salido, pero sabía que no había terminado el peligro. Tenía que salir de la arena: no hacía falta que hubiese un combate para que la mataran, como bien sabía de sobra. Mientras estuviera en la arena, había peligro de volver, y solo la idea le hacía tener ganas de vomitar. No, no iba a volver. Por nada, por nadie. Daniya había ido a luchar por ellos y por su panteón, pero hasta ahí había llegado su valor. No iba a volver a pisar aquella arena si no era arrastrada a la fuerza.
Y para colmo, algo más llamó su atención. Sus armas, sus preciosas armas que la habían acompañado desde los días de Udyat, las armas que Nadyja le había dado, estaba fundidas e inservibles. El acero de su khopesh, con el que había luchado tanto tiempo, era un amasijo fundido y retorcido, y el arco no tenía salvación. Se había deshecho en astillas, y de las flechas solo se podían salvar las puntas. Incluso las plumas, de buitre gigante del desierto, estaban destruidas. En todas las situaciones, en todas las tragedias que había vivido, por lo menos había podido contar con sus armas. Siempre habían estado ahí, un seguro por si las cosas se torcían.
Sin más, hizo lo que siempre hacía cuando tenía miedo: echar a correr. Y "tener miedo" no se ajustaba a lo que le pasaba. Era un recipiente vacío que alguien había llenado hasta el borde de puro terror. Salió a toda velocidad de la arena, sin detenerse por nada.
Si alguien quiere que Daniya se quede, tendrá que ser a la fuerza. Y buena suerte atrapándola xD
Mientras unos y otros reviven, mis heridas sanan y con un chasquido y un brillo momentáneo mis ropas están como si nunca hubiesen sido magulladas.
Entonces Idea me entrega la esfera y, aunque le sonrío y noto cálido el artefacto sobre mis manos, niego despacio.
No me he rendido.
Le guiño un ojo y miro la esfera. Me siento en el suelo.
Sigo mirando la esfera... hasta que ésta se rompe en pedacitos en mis manos.
Mierda, lo sabía. La rompería. ¡Pero era mía!
Sin embargo puedo sentir cómo el cansancio recae sobre mis hombros directamente.
Yo creo... creo que tengo que descansar.
Gracias, Cedric.
Digo, poniéndome en pie y dirigiéndome hacia la salida de la arena, mi cuerpo está aquí pero mi mente... mi mente divaga.
---Ah,eso...-digo mirando al gigantesco Masud que se va alejando- Al parecer antes del combate Masud pidió que le cubrierais sus flancos y nadie de los implicados hizo lo que se acordó salvo tú-digo mirandole fijamente- Sí Masud hubiera perdido el combate y se hubiera convertido en un esclavo de estos dioses yo....-mi cuerpo se estremece-....por suerte no ha sucedido...hubiera destruido hasta los cimientos de este lugar con tal de sacarle de esa situación aunque ya no estemos....- mi voz se quiebra un momento y hago un suspiro tembloroso mientras las heridas se terminan de curar...-En fin....por eso está enfadado,él se jugó el pellejo y solo pidió que le cubrieran.
Dale unas horas...Masud es...como una olla a presión, cuando sube el pitorro para expulsar el gas tienes que darle su tiempo, lo mismo pasa con Masud...
Revivimos.
Yo por segunda vez. Y suspiré como si estuviera más que asumido. Tener una red allí implicaba poder luchar con todas tus fuerzas, sin contener y sin preocuparte por lo que pudiera suceder. Pero por otro lado... sin riesgo te acomodas.
Pensé en lo que me había pasado mientras mi cuerpo se recomponía. El aire olía a lluvia. Lluvia rara. No era como la mía. Era algo peor, como ácido. ¿Qué había pasado? Quizá llovió eso realmente y es la razón del porqué estaba en pelotas, prácticamente en la arena.
Golpee fuerte. Más fuerte que nunca, y puede que aceptar mi herencia, lo que era, podía ser peor. No lo sabía. Pero si llegue a una conclusión: Golpear más fuerte no es necesariamente mejor, ni te hace quedar el último en pié. Ese era el fallo de la red, te hace vulnerable.
Un leve chasquido, mis huesos recolocándose, me hizo darme cuenta de que ya podía moverme, aunque fuera lentamente.
Levantada miré a todos lados, buscando especialmente al que quedara en pie. ¡¿Cedric? Bien!! Un compañero de espadas. Eso era bueno, aunque Masud no estaba para entenderlo. Igual que Daniya que salió corriendo… Huyendo del desastre que allí había.
Me tapé los pechos y los bajos, como pude y con lo que pude, notando como el rubor subía por mis mejillas mientras me cercaba al corrillo de mis compañeros.
-Felicid... no... gracias, Cedric- Agradecí. El ganar no era un premio de una tómbola, sino el poder salir de allí.- Masud...- Tau lo explico bien. - Creo que en quien más confiaba no le… ayudó.- Dirigí la vista por donde Daniya se había marchado.- Esto para el era algo muy personal.
Cada movimiento era un poco vergonzoso para mí, pudorosa como era. De todos los que estaba allí el único que alguna vez me vio en paños menores era Tau. ¡y porque era el médico!
- Si me disculpáis… voy a por algo de ropa, que veo que se me va a salir una teta por alguna sitio...- dije dándome la vuelta.- Y de paso… veré que pasa con la cervatilla.
¡Además, tengo hambre!!
- Buena pelea a todos!- grité a mis compañeros, incluidos los asgardianos que aún seguían recomponiéndose.
Salgo a por ropita^^