Ivanka no parecía ser ella misma a pesar de la fiesta de bienvenida y los nuevos integrantes del campamento, observaba el cielo nublado con cierta impaciencia a la espera de la noche, otra noche durmiendo con todos los demás. Los observaba a todos, uno a uno, escuchaba sus nombres y trataba de memorizar sus caras.... pronto muchos de ellos estarían en el Hellheim.
No dudaba que en otros campamentos de semidioses habían plantado cara a los ataques, y habían luchado con todo su poder y aplomo, sin embargo las voces de los semidioses llegaban a sus oídos por docenas desde el cruel reino de Hela, diosa de la muerte.
En las noches Ivanka hacía extrañas muecas y repetía un nombre – Siriana – Parecía que hablaba con alguien en sus sueños, pero durante el día solo se quedaba pensativa, acariciando los los cuervos tatuados de su hombro derecho... debía pensar, debía preveer qué hacer en caso de un ataque sobre el campamento ygdrassil. Ivanka estaba preocupada, sí, pero no como el cerdito frente al lobo quien tiembla y huye a esconderse, sino como una niña quien teme equivocarse de camino en la bifurcación del bosque cuando va a casa de la abuelita.
La muerte no es el final,
sino el comienzo de otro camino
Ivanka pensaba entonces en los amigos que había hecho en el campamento: Kled, Diana, Anjij... había mucha gente allí - Eco... - recordaba los buenos momentos, no querría verles al otro lado, aún quedaban muchas misiones de los mentores, muchas canciones que escucharles cantar, no quería que sus voces quedaran apagadas en el eco de los caminos al Hellheim, no aún. Pensaba en todo lo que había conocido en este campamento, y le entristecía que al final todo pudiera acabar.
Aquel día....
Con las últimas luces del crepúsculo el ragnarok fue anunciado. El cielo se tiñó de rojo y el bosque guardó un luto prematuro. La piel de la nuca y los brazos se erizó más la mirada de Ivanka se desviaba a su alrededor. Fue su momento más activo en los últimos dos días. Parecía que perseguía algo con la mirada, sentía el caos arremolinarse alrededor
Ya vienen – Premonizó justo antes de la vibrante explosión.
El látigo colgaba de su cinto, sus mentores habían insistido en que la hija de una diosa debía saber empuñar un arma, pero ella no parecía tener especial habilidad en ello... al fin y al cabo, sabía que jamás iría al Valhalla.
Se puso en pie tranquila, sonriente observando a sus compañeros, intentando tranquilizarles con una sonrisa antes de alzar de nuevo la vista, en busca de los próximos acontecimientos
Fuego... en todas partes, sentía el retumbar del mundo.... la voz gutural que atravesaba su cabeza
Sentía a su corazón encogerse, sentía sus movimientos ralentizados y no prestaba tanta atención al fuego que salpicaba desde la crujiente corteza de los árboles como a lo que quisiera estar mirando a su alrededor, parecía buscar el rastro invisible de quien le estuviera hablando.
En aquel momento se dio cuenta de que el miedo había explotado en los corazones de todos los miembros del campamento, apenas la mitad de un puñado estaban dispuestos a combatir. Habían dejado de lado las creencias de antiguos dioses y banquetes en salones dorados, pensaban en huír, tal vez algunos sobrevivirían.
Prefería acompañar a los vivos, que guiar a los muertos por el temible camino al infierno. Era su lado humano. Ivanka no era su madre, Ivanka estaba en el reino de los vivos y seguiría viva.
Observó al ser, un ser cuyos ojos se posaban sobre los de Ivanka. Reviviendo sus peores pesadillas, mostrándole lo que haría con ella antes de enviarla a un infierno en el que sería recibida como un cadáver más, o peor, el cadáver de una fracasada que no supo hacer honor a los dones que se le habían dado.
¿Qué sentía? ¿Miedo? ¿Rabia? ¿Quería proteger a sus amigos? Aquella criatura quería matarla... y Ivanka empezó a sentir el deseo creciente de matarla a ella, un deseo que no era natural en la frágil muchacha. Quería coger el pescuezo de aquel ser y hacer que sus vasos sanguíneos se petrificaran vomitando una sangre alquitranada y marchita al tiempo que todo su cuerpo quedaba innerte y retorcido en una momificada posición antinatural.
Lamentaba el no haber podido contactar con los espíritus destrozados y amnésicos de los semidioses que habían caído al hellheim, lamentaba no haber podido augurar con la exactitud que ella misma se había exigido, lo que aquí iba a ocurrir.
Tras seis meses en el campamento me había dado cuenta que aunque semidioses, eran mas humanos de lo que creían. Traían con ellos todos los sentimientos y las rencillas que caracterizaban a cualquier persona, a lo que debíamos añadir los roces que nuestros padres tenían entre ellos. Y aunque los Mentores intentaban que eso no sucediese, pues mantenernos juntos era muy importante para ellos. Sobre todo eramos semidioses, pero uno nunca puede olvidarse de donde procede.
Desde que llegue al campamento había visto como llegaban y se iban miembros de la pequeña comunidad a la que ahora pertenecía. Miembros con los que en un principio había intentado mantener las distancias, aunque con el paso del tiempo eso resultó ser imposible. Y las fiestas de bienvenida se habían sucedido en mayor o menor medida, fiestas que todos disfrutábamos por igual, era el momento de conocer un nuevo miembro y eso siempre provocaba expectativas, algunas veces expectativas que llegaban a ser bastante decepcionantes.
Pero allí me encontraba, con la esperanza de llegar algún día a conocer a mi padre y quizá llegar a ser lo que el esperaba de mi. Si mi madre llegase a verme ahora, no se creería lo que puede llegar a cambiar una persona en seis meses. Incluso había hecho un amigo, algo impensable tiempo atrás. Y por que no decirlo, la confianza que había ganado en ese tiempo había llamado la atención de los Mentores.
Aunque en los últimos días una calma tensa se había apoderado del campamento y los rumores se extendían de boca en boca, rumores nada halagüeños. Todo el mundo en cierta medida parecía nervioso y era una sensación que se contagiaba con suma facilidad, los mas jóvenes fueron los primeros en sucumbir a ella, pero los veteranos no nos sentíamos indiferentes. Aunque proseguíamos como si nada sucediese, esa sensación se notaba en el ambiente y los mas cercanos a mi pronto cayeron en un silencio incomodo mientras reían e intentaban actuar con normalidad de cara al resto del campamento.
Intente imitarlos como pude, mantener una imagen de seguridad y confianza cuando trataba con el resto de semidioses pero en privado prefería tener las armas cerca en todo momento, que se pospusieran todas las misiones quería decir que algo sucedía fuera del campamento y quería estar preparado para lo que sucediese.
Para aparentar mas tranquilidad tome la decisión de invitar a quien quisiera del campamento a acompañarme en la casa de Ve, tras la cenas intentaba celebrar pequeñas reuniones en lo que consideraba mi pequeño orgullo, la casa era suficientemente grande como para albergar a una veintena de personas en la planta baja y otra docena mas en el primer piso, pero lo que mas me gustaba de la misma y en lo primero que te podías fijar nada mas llegar eran las dos tallas a la entrada. Ask y Embla recibían a los invitados de la casa de Ve.
En ese momento poco podía imaginar que todo aquello desaparecería.
Había sido un día normal, el entrenamiento y el estudio eran las notas predominantes en el campamento. Pero siempre había un rato antes de la cena en la que nos relajábamos, era ese momento en que tras un duro día tu cuerpo solo desea tumbarse a ver los últimos rayos del sol y esperar para disfrutar de la cena.
Mas en esa ocasión no era como las demás, había algo, no sabía como explicarlo... algo en el ambiente, esa sensación de que algo no anda bien, no conseguía relajarme como en otras ocasiones. Observe mis brazos y como el vello se me iba erizando, que estaba ocurriendo. Volví mi mirada al cielo y este se torno rojo, de un rojo intenso como la misma sangre.
Esto no esta bien, esto no esta nada bien...
Los rumores que en esos días se habían extendido por el campamento tomaban forma delante de mis ojos. Para cuando la explosión hizo retumbar el suelo yo ya me encontraba de pie, apoyado en el árbol bajo el cual descansaba.
Intente con todas mis fuerzas aclarar mis ideas, pero resultaba muy difícil en ese momento, trataba de ver que era lo que se nos venía encima, pero allí no había nada. Me preguntaba si los demás estarían tan confundidos como yo. No, no podía acabar así. El entrenamiento, eso podría ayudarme... apreté fuerte los puños preparado para lo que surgiese.
Imbécil, pelear cuerpo a cuerpo. Menuda idea... un arma, necesito algo mas que mis puños.
Y justo cuando estaba preparado para salir corriendo y encontrar un arma, lo vi. Fue solo un instante, pero allí había algo, una sombra, algo que se movía increíblemente rápido y de pronto desapareció, dejando tras de si como única señal de que no estaba soñando un rastro de fuego en el suelo del bosque.
De pronto los arboles estallaron en llamas y el humo comenzó a extenderse.
Corre... No necesitaba ni pensarlo pues mis piernas ya se habían puesto en movimiento en dirección al campamento. No podía verla, pero estaba ahí, esa sensación de ser observado... mas bien de ser cazado. Mis piernas se movían todo lo rápido que eran capaces y esa sensación de que estaba detrás de mi no desaparecía.
Siente el retumbar de mundo...
¿Tienes miedo?
Miedo, tengo pánico... Los rumores de los campamentos caídos se agolpaban en mi mente, mientras el calor sofocante me seguía rodeando... no puedo morir aquí, no puedo morir aquí. Hay gente que me espera, tengo que volver a verlos, a como de lugar.
Los gritos en el campamento se hacían cada vez mas fuertes, estaba cerca. Pero mis piernas estaban al limite, notaba ese calor en los músculos de cuando estas al límite y pronto te van a fallar. Y en ese último punto conseguí llegar a mi destino, recogí como pude un escudo y una espada y miré a mi alrededor.
El campamento era un caos, la gente gritaba e iban de un lado al otro sin saber que hacer. Todo el lugar era una pesadilla rodeada por un mar de fuego, solo se podían distinguir varias figuras que se preparaban para luchar.
Si he de caer hoy, pagaran muy caro el intento.
Me giré para enfrentarme a lo que pudiese salir del bosque, mientras con todas mis fuerzas gritaba.
- ¡¡¡Preparaos, hay que proteger a los mas jóvenes. No podemos dejar que se acerquen al campamento!!!
No sabía si alguien me había escuchado, pero durante un instante me sentí capaz de todo, durante un breve instante. Hasta que la figura que me perseguía salio del bosque.
Algo que ni en mis peores pesadillas había podido imaginar se acercaba lentamente hacía mí, con sus ojos purpura clavados en los míos. Y lo comprendí, era mi fin, mis manos comienzan a temblar y caigo de rodillas. Nada de lo que hubiese intentado había podido salvarme. Tenía de nuevo esa sensación, como cuando me encontraba delante de Josva... vuelvo a ser un niño indefenso, quiero huir, quiero volver a encerrarme en mi habitación y llorar.
Por mis pómulos resbalan unas lagrimas que dejan surcos en la negrura de la ceniza y se evaporan por el calor. No soy nada ante ese ser y me va a destrozar, soy como un juguete roto, un alma prematuramente deteriorada que se aferra a una vana esperanza de ver la luz. Una luz que lentamente se va apagando, mientras a mi alrededor caen mis compañeros.
Compañeros, ahora son eso. Tantas veces me he alejado de muchos de ellos y ahora buscaba el consuelo de su ayuda. Soy un hipócrita. Me merezco lo que me ocurra por no ser mas fuerte, por no confiar mas en la gente. Tengo que ayudar.
Intento moverme, mi cuerpo no reacciona. Levantar las manos en vano. Nada, soy incapaz de hacer nada.
Adiós madre. Padre me hubiese gustado conocerte.
Cierro los ojos y me entrego.
Siento una mano sobre mi hombro y con temor abro los ojos para ver si el ser ya me ha alcanzado, pero ante mi aparece un rostro familiar, el rostro de alguien con el que he compartido risas y tiempo en esos seis meses. No puedo rendirme, no tan fácilmente. Aun hay personas a las que debo ayudar.
Temblando me ayudo de la espada para conseguir ponerme en pie y comienzo a moverme. Ya no me duele nada, mi cuerpo se siente revitalizado y ligero, lo mismo que en un sueño y combato, combato por sobrevivir, por que sobrevivan aquellos que necesitan mi ayuda. Combato por ver otra puesta de sol tumbado bajo un árbol del bosque, por otra celebración mas de bienvenida.
No se cuanto tiempo pasó, pero el último golpe alcanza su objetivo. El ser cae, con sus manos aun intentando aferrarse a mi. Con esa sustancia negra manando de sus heridas y su boca, sustancia que ahora me cubre tras la lucha y me regocijo. Sus ojos clavados en mi muestran miedo, el miedo que sentía hace un momento. Le miro con odio, ese ser no era nada, nada comparado con los semidioses que luchaban por su vida. El desprecio en mi mirada pone una mueca de confusión en el rostro de ese ser y fallece.
Todo se torna silencio mientras la imagen del ser que había vencido con mis propias manos cambia. Cambia a un rostro familiar, un rostro que me había infundido fuerzas para pelear, un rostro amigo.
Suelto la armas mientras un nudo en mi garganta amenaza con ahogarme mas incluso que el humo que se extiende a mi alrededor. Y grito, un grito agónico de odio y vergüenza, mientras vuelvo a caer de rodillas al lado de mi amigo.
Extiendo la mano para tocarlo y veo como su sangre me cubre. Presa del pánico me froto la manos y el cuerpo en un intento por hacer desaparecer la sangre.
Es un sueño, estoy soñando... o muerto, el ser me ha alcanzado y he muerto.
Río histérico mientras me froto. Es una locura, todo lo sucedido es una locura. Alguien me agarra del cuello y tira de mi, me arrastra lejos de aquel lugar mientras mis ojos no se apartan uno de los cuerpos sin vida que descansan sobre el suelo del campamento.
Caigo sobre la ceniza y la sangre... y me vuelvo a levantar, ya no veo con claridad por las lagrimas, solo manchas borrosas que me gritan algo que no consigo entender. Me muevo como un zombie entre la destrucción de lo que una vez fue el campamento Yggdrasil. No se hacia donde voy, solo camino, un paso mas... un paso mas.
Despierta.
Todo sigue igual, la destrucción y la muerte danzan a mi alrededor.
Sigo soñando, quiero despertar.
La oscuridad me envuelve y sigo caminando, escucho una voz que me guía, pero no me detengo. Otro paso, solo un paso mas.
Despierta.
Abro lentamente los ojos.
Sobre mi la luz del día brilla y yo me encuentro tumbado bajo un árbol. Respiro aliviado. Todo ha sido un sueño, un aterrador sueño del que no quiero acordarme.
Miro a mi alrededor y me encuentro con los ojos de dos personas. A una la conozco bastante, se llama Idris, era uno de los mas veteranos del campamento siempre con su porte seguro y su arrojo a la hora de luchar, a su lado la joven pelirroja que suscitaba miradas entre los hombres del campamento, Alina era su nombre, aunque no había socializado demasiado con ella.
Las sonrío, pero pronto dejo de hacerlo al fijarme en su mirada y en su aspecto. Vuelvo a mirarme las manos y allí esta, reseca marcando mi vergüenza, no había sido una pesadilla.
El silencio se adueña de mi.
Declan O'Leary hijo de Hermód emisario de los dioses.
Por su carácter desenfadado y amistoso, como su padre cae bien a todo el mundo. Es un personaje al cual Heske cogería cariño inmediatamente, lastima que haya acabado de una forma tan cruel.
¿Cómo pasas estos últimos días?
Cuando echas la mirada atrás ¿Qué es lo que más recuerdas?
Cinco días… Cinco días era lo que tenían para volverse un equipo. Era muy poco para tantas cosas que estaban pasando y la incertidumbre los ahondaba a todos. Era difícil lidiar con la tensión y pensar en ser equipo al mismo tiempo, pero eso no podía detener la determinación de Alina.
Hace apenas tres meses que había llegado, ya que su padre se había resistido a dejarla marcharse, pero llegó el momento de hacerlo al darse cuenta de que ya no podía manejar su potencial. A pesar de esto, trató de enseñarle a la chica todo lo necesario sobre la historia de la familia de su madre. Conocería tal vez a quienes pertenecían a su misma ascendencia y podría socializar con todo tipo de personas.
Todo habría sido más difícil para ella si no fuera porque pudo aprender nuevas técnicas de combate y ver personas tan diversas que mejoró rápidamente su propio estilo de batalla.
Entre todo, lo que más recordaba era ese primer acercamiento con la excéntrica Kled. Una chica única, con la cual había aprendido a entenderse con gran rapidez. Sin ella, todo habría sido más aburrido.
¿Cual fue tu primer impulso? ¿Cómo te preparaste para el ataque?
Al ver el color del cielo, Alina corrió a buscar a Kled, tratando de advertirle, tratando de buscar la manera de luchar a su lado, pero el temblor de tierra retrasó sus movimientos. Afortunadamente, siempre llevaba una mochila con pociones consigo y sus armas, una guerrera como ella siempre debía estar preparada. En la confusión pudo verla, pero todo pasaba demasiado rápido. Se perdió en la multitud.
El fuego, el bosque quemándose a gran velocidad y la impotencia de no poder ayudar. Trataba de sacar a quien necesitara ayuda, pero el encontrar aquella mirada extraña hizo que Alina se congelara. Su cuerpo se paralizó, sus piernas temblaban.
- Muévete, muévete… - se gritaba a sí misma, pero era inútil.
Era difícil respirar y la grotesca figura parecía notar su pánico. Aquel humo pesado como alquitrán llenaba sus fosas nasales haciéndola toser, pero su cuerpo simplemente no reaccionaba, sudaba, sus pupilas de gato se asomaban y el brillo de sus ojos gatunos se llenaba de temor.
¿Qué fue lo que no pudiste hacer?
Su muerte llegaría, lo sabía y lo peor es que no podría hacer nada. Pero recordó a su padre y recordó que no podía defraudarlo. Ella le juró ser una guerrera de nombre y ser grande. No podía rendirse ahora. No pudo moverse, pero al menos miró a la bestia mentalmente y le dijo – Debes matarme primero – era algo ridículo porque no podía escapar, pero eso fue lo que logró hacer en aquel momento de pánico. Si era su fin, al menos conservaría su orgullo.
Luchó lo que más pudo, luchó incluso cuando la fuerza le faltaba. Sentía la sangre salpicar su rostro, pero no se detuvo. Sus propias heridas sangraban, su respiración era agitada y lo único que la mantenía de pie era el recuerdo de la promesa que le había hecho a su padre. No podía morir allí, no aún. Además, ella de verdad quería llegar a conocer algún día a su madre.
No supo cómo logró vencer a ese ser, pero su corazón seguía latiendo a mil por hora. Derrota a la criatura y ve cómo los iris violeta la llenan de una nueva sensación de terror.
Una mano la sacó de su ilusión de muerte, era la mano de Kled. Ella la había encontrado en la multitud…
Cayó y pudo ver a esa persona allí, ahogada en su propia sangre. Ahogó un grito, le llamó con urgencia, trató de llegar a ella, pero no pudo caminar. Gateó hacia ella y lloró como una niña pequeña que había perdido a sus padres. Abrazó su cuerpo bañado en sangre mientras lloraba. No le importaba si su cabello se manchaba con su sangre, solo lloraba por la muerte de Kled. Recordó sus locas ocurrencias y recordó lo mucho que le divertía. Jamás la escucharía reír otra vez…
Entonces, se despertó dando una bocanada de aire y alarmada aún con lágrimas en los ojos. Sus ojos de gato se manifestaron por un momento, pero no tardaron en volver a su característico verde rápidamente. Miró a su alrededor buscando a alguien, pero no le veía. No sabía si era bueno o malo este hecho. Vio el bosque y sintió su cabello ahora algo tieso por la sangre. Había huido, había un portal. Su… Su instructor… El Campamento… Todo volvió. La ensoñación había sido tan vívida que dudaba de lo que había sido real y de lo que no. Su inseguridad era notoria en la expresión de pánico que acompañaba su rostro.
Entonces vio a aquellos cuyo idioma no dominaban, aquellos que habían llegado al mismo lugar que ellos. Alina hablaba un poco de inglés, y podía defenderse al comunicarse. Su última parada sería el Bifrost. Alina se sentía nerviosa y expectante. Una parte de sí quería conocer a su madre, otra parte solo buscaba sobrevivir. Tomó la fruta y disfrutó de la fuerza que le daba, para seguir su camino y cruzó los dedos. Solo esperaba que todo esto no fuera otro sueño y que Asgard sí era lo que les esperaba.
Recuerdo que me desperté y fue cuando todo se volvió real, que quise dormirme de nuevo. Quería volver a ese mundo de pesadilla, por muy horrible que fuera, porque sabía que eso era nada más que una pesadilla precisamente, algo irreal... ¿verdad? Me levanté lentamente entre los cuerpos de sin vida de los demás, con el dilema constante de si buscar en ellos las caras de mis amigos o si evitar verlos a toda costa en ese estado. Me encogí sobre mí misma, llevando mis baquetas en las manos como la última fortaleza que me quedaba para no derrumbarme, temblando a pesar de ello. Hacía frío y cada paso que daba me congelaba todo el cuerpo, llegando al punto en que tenía miedo a andar por si mi cuerpo se resquebrajaba como un bloque de hielo.
Entre toda la muerte, la sangre, la tristeza, recuerdo que me guiaron. Alguien me guió fuera de allí y lo seguí sin rechistar, con pasos quebrados y los ojos constantemente al borde de las lágrimas. Tenía miedo de hacer daño a alguien más si lloraba, si dejaba caer una simple lágrima. ¿Y si era yo la que había destrozado todo? Ya nos habían atacado otra vez... ¿Y si era alguien concreto a quien buscaban? No podía ser yo, ¿no...?
El temor volvió a desaparecer con otro nuevo sueño, otro nuevo despertar en un lugar más agradable. Pero por mucho que así fuera, no conseguía quitarme de la cabeza lo ocurrido. Me levanté y vi a mi lado a Shuren-san. No había tanta confianza entre nosotros y en otra ocasión habría sido descortés ese gesto, pero no iba a pensar en ello en ese momento. Le di la mano con fuerza y le miré a los ojos mientras notaba que se me escapaban las lágrimas sin que quisiera. No hay nadie más. Estamos solos. Confío en ti. Eso fue lo que le dije en silencio, aferrándome a él como única salvación.
La esperanza aumentó cuando nos encontramos con otro grupo de occidentales tras muchas noches de supervivencia. Una pelirroja y dos rubios, una de ellas con una enorme bestia. Estaban tan perdidos como nosotros y de alguna forma eso me hizo sonreír de nuevo. No estábamos solos. Y si había más aquí, podría haber más en otros lugares. Podríamos reunirnos de nuevo, ir a ese lugar seguro que llamaban "Asugard". El puente de luz era nuestra salvación y no dudé un momento en tomar una de esas manzanas y cruzar con los demás...
Durante esa época de paz, solía dedicar mi tiempo a meditar y mantener mi mente ocupada con libros, practicando tiro con arco o tocando el Yueqin, intentando alejar de mi mente pensamientos impuros, ese sentimiento festivo en el ambiente, ayudaba a ello, mirando atrás me llaman la atención los giros que puede dar la vida y lo importante que es mantener la mente clara y no dejarse llevar por los impulsos.
Si en vez de perder la calma, hubiese entrado en pánico o actuado de forma temeraria como muchos de mis compañeros, no estaría hoy aquí, al menos eso es lo que quiero creer, que actué guiado por la lógica, la alternativa seria admitir que los traicione, yo los abandone y me salve a mí mismo, recuerdo el miedo paralizante que sentí y los gritos de mis compañeros, es algo que se quedara conmigo para siempre...
***
Negué con todas mis fuerzas que todo esto fuese real y me deje cobijar por el mundo de ensueño que me ofrecía uno de mis maestros... yo los abandone... tal vez si me hubiera quedado un momento más, podríamos haber salvado a alguien más o estaría muerto yo también, casi que lo preferiría, cargar con la culpa de haber sobrevivido es... demasiado.
Si al despertar hubiera estado solo, no lo habría soportado, tener a Maiko a mi lado ha sido de mucha ayuda, su mano aferrándose a la mía fue lo que me salvo de caer en la locura, que irónico, el contacto físico al que tanto rehuyó, es el que me ha salvado, gracias a ello es que decidí que pagaría mi deuda con mis demás compañeros salvándola a ella.
Ahora es cuando tengo tiempo de sentarme y escribir esta palabras, el último mes no hemos tenido tiempo para nada más que sobrevivir, pero desde que conocimos a este grupo de Nórdicos, hemos logrado descansar mejor, antes teníamos que turnarnos las tareas solo entre nosotros dos, pero entre seis es más llevadero, el lobo que los acompaña es una bestia atemorizante, pero he dormido más tranquilo al saber que se encuentra vigilando el campamento, no sé hasta cuando seré capaz de volver a encontrar un tiempo para escribir, mañana partimos a Asgard, espero que este viaje nos traiga las respuestas que buscamos.
Todas las noches me voy a dormir con la esperanza de que todo esto sea una pesadilla y al despertar, lo haga en la cama de mi habitación en el campamento...
***
Si no fuera por Aoi, no lo habría logrado, su mano en mi hombro, fue lo que libero mi corazón de las tenazas que lo tenían sujeto, siempre estuvo ahí para mí, desde que llegue al campamento, fue el único con el que tuve la suficiente confianza para contarle mis problemas, supo escuchar y darme buenos consejos, mirando atrás, pude haberlo hecho mejor como amigo, él siempre estuvo ahí para mí, pero yo nunca hice algo por él, seguro que tenía sus propios problemas, pero cuando estábamos juntos siempre tenía una sonrisa para mí... y yo lo mate... aun ahora puedo sentir lo caliente de su sangre sobre mis manos, casi puedo jurar que me dirigía es misma sonrisa aun con mi espada clavada en su pecho.
Aoi
Tras lo primero instantes en esa nueva zona, no podíamos caer en el desaliento, estábamos vivos y preferiría que siguiese siendo así.
Lo mejor sería encontrar lo básico para subsistir hasta que pudiéramos hallar una salida. Por lo que me acerque a las dos supervivientes, como había podido comprobar en el campamento la mayoría eramos de distintos países por lo que la comunicación se hacía mediante un chapucero ingles.
- ¿Os encontráis bien?... No, claro que no. Ninguno de nosotros esta bien, acabamos de perder el campamento y a la mayoría de los que allí se encontraban, como íbamos a estar bien ... ¿Estáis heridas?.
Repase sus cuerpos con la mirada por si tenían alguna herida visible y de pronto caí en la cuenta, que demonios estaba haciendo, en lugar de calmarlas quizá las este incomodando mas. Podrían llegar a pensar que era alguna especie de depredador sexual mirándolas de ese modo. Por lo que aparté la mirada tan pronto pude.
- Tenemos que encontrar una salida de este lugar.
El huargo al que Idris llamaba hermano fue el primero en notarlo y ponerse en alerta. No estábamos solos.
Desde la espesura del bosque aparecieron otra dos figuras, se trataban de otros dos humanos de aspecto oriental. Y aunque la tensión del primer momento era palpable, sus miradas y su aspecto también mostraban que habían pasado por algo similar a lo que nosotros habíamos vivido.
Alina fue la mas valiente en ese momento y la que primero se acerco a los desconocidos. Escuchaba atentamente y por lo poco que pude entender, los dos desconocidos se llamaban Shuren y Maiko, y eran como nosotros.
Me señale el pecho.
- Mi... nombre... es... Heske.
Parecía tonto, pero no encontraba otra forma mejor de expresarme. Y no sabría si llegaríamos a entendernos completamente. Cuanto tiempo llevaban vagando por aquel bosque, no lo se. Pero teníamos que salir de allí.
El siguiente mes y algo intentamos poner todo de nuestra parte para sobrevivir. Buscaba comida y agua para el grupo, pero Idris siempre conseguía dejarme por detrás. Me ocupaba de las heridas que pudiésemos sufrir, pero Alina también me superaba en ello. Parecía que no era necesario durante ese tiempo.
Por lo que me dedique a ayudar con lo que buenamente podía y a intentar comunicarme con Shuren y Maiko, la mayor parte del tiempo por señas y un ingles demasiado básico. Y por las noches cuando las sombras se extendían por el bosque y la sensación de vulnerabilidad aumentaba intentaba contar alguna anécdota de Honningsvag o de mi madre para levantar los animos.
Odiaba ser el centro de atención, pero que mas podía hacer.
Tras todo ese tiempo vagando por el bosque al fin pudimos hallar una salida. El Bifrost, el puente arco iris que separaba este mundo de Asgard. El puente que me llevaría mas cerca de mi padre.
Pero para cruzar el umbral del bifrost teníamos que comer las manzanas que crecían salvajes al lado del mismo.
Su sabor inundo mi paladar y su esencia recorrió todo mi cuerpo, era una sensación increíble. Podría comer mas de ellas si no fuese por que mi destino me aguardaba delante. Acaso podrían ser estas las manzanas de la diosa Iðunn, aquellas que solo los dioses podían degustar.
Fuese o no así, me encamine con renovadas energías hacia Asgard.
Bueno ahí esta por fin la última parte de mi prologo.
Pedir disculpas a Idris y a Alina si no es de su agrado las situaciones del mismo que las afectan, y a Shuren y Maiko siento no haber destacado nada mas de ellos en el post, pero como tampoco aparecen sus partes en el prologo, no sabía que podía destacar de los mismos.
Por mí está perfecto n.n. Además, creo que era necesario hacer algo así con Shuren y Maiko también XDD.