Entro en pelotas y busco ropa que ponerme XD
UN par de pasitos apresurados entran en la habitación.
Casi como si el suelo quemara. Pero no. Era más la intención de que anda se saliera de su sitio, y que lo vieran ojos ajenos. Me hubiera bastado con unas hojitas de parra pero esa gente no entendía de modas.
Y yo sin mi trikini! ¡Dios, cuanto echo de menos la playa en estos momentos!
Me senté en una de las camas mientras me hacía con algunos trapos, improvisando falda y sujetador extraño. Noté un bulto en la cama algo duro que golpee con los nudillos ¿Qué es esto? Me incliné para ver que había tan duro bajo la cama y...
- ¿Daniya?! ¿Qué haces aquí escondida?- Me arrodillé para meter la cabeza justo al alado de la suya, dejando el culo fuera del agujero donde estaba metida.- Hey, ¿estás bien, cielo?
Todo el mundo a su alrededor era oscuridad. Eso estaba bien, era una oscuridad buena, de esconderse. Una en la que nada podía afectarla, ni llegar hasta ella, estaba escondida en su agujero. Pero ahí estaban fuera, las cosas terribles, la araña monstruosa, hambrienta de su alma, hambrienta de su ser. Quería consumirla y desvanecerla de la existencia sin llegar a morir, sin llegar a pisar los salones de su padre. Ni muerta, ni viva, solo... nada.
La cama parecía tan frágil sobre ella, su escondite tan endeble... en cualquier momento, la araña irrumpiría allí, atravesaría la madera y se la llevaría. Y Masud solo miraría, porque estaba enfadado por algo, no sabía muy bien por qué. Sentía que estaba perdiéndole, que cada vez podía confiar menos en él, que cada vez era más... bestia. Más animal que humano. Esa parte de él siempre le había dado miedo y ahora parecía estar más cerca de la superficie.
Y ya no tenía armas para defenderse de nada de todo aquello que la aguardaba fuera, sedienta de su sangre. Abrazó el metal inútil y las lágrimas rodaron por sus ojos, pequeñas y silenciosas.
Lo que vio Brynja al asomarse fue a Daniya hecha un ovillo, acurrucada en posición fetal en aquel minúsculo espacio, que la hacía parecer aún más pequeña de lo que era. Estaba abrazada los restos de sus armas, con los ojos fuertemente cerrados, y se movía adelante y atrás mientras susurraba que la araña iba a venir a comérsela. Una y otra vez, repetía lo mismo, y no dio muestras de haber oído siquiera la pregunta de Brynja.
Estaba asustada, más que de costumbre.
Suspiré cansada, no sabía si de que ella fuera siempre tan esquiva o de que me diera cuenta de que no podía hacerla salir. Voy a tener que pedir más flechas como la que usó Daniya la otra vez.
-...Vaaaale...- Miré un poco a todos lados y sonreí, ciertamente pícara. No es que me riera de la situación. Era plenamente consciente de como se sentía. Pero si por algo me caracterizaba era porque mis enfados nunca eran eternos. - ...puesss... entonces entro yo.
Me apreté como pude en aquel sitio tan estrecho. ¿Cabíamos? Posiblemente no y por eso crujieron las tablas de las camas que tenía por encima, al meterme a lo bruto. Pero como decía mi madre hay tres cosas en esta vida que no se pueden decir: "De esta agua no beberé","este cura no es mi padre" y "esto no cabe ahí".
Una vez pude, abracé a Daniya y me quedé así hasta que ella dijera algo. Estaría con ella el tiempo que fuera necesario. Ni siquiera necesitaba que hablara ella. Asique también hundí mi cara en el hueco existente entre la suya y su hombro.
-Ya estoy aquí contigo.- Susurré.
Daniya se ahogaba. Se ahogaba cada vez más, no como cuando estás en el agua, sino como si alguien le apretara una gruesa y basta manta de lana contra la cara y le impidiera respirar, una presión sobre los pulmones como un toro tendido sobre su pecho. Estaba sola, sin armas, con Masud enfadado y en su forma bestial, escondida bajo una cama endeble. Era débil. Débil y sola, no iba a tardar en caer.
La araña desvanecería su existencia del mundo, y ahí se acabaría todo. En la nada. En la negrura de la no existencia. Daniya sintió que ni siquiera podía levantar el pecho para llenar de aire sus pulmones.
Y entonces lo notó. Una descarga suave de electricidad por cada centímetro de su piel, un hormigueo cálido y reconfortante. El aroma de la lluvia, de la lluvia que cae y deja el mundo fresco y limpio. El cosquilleo que se siente en la nariz justo antes de una tormenta que lava toda la suciedad del cielo y la tierra. Algo la envolvía, protegiéndola, con cariño, inundándola de seguridad, de ese aroma que parecía abrir de nuevo sus pulmones.
Poco a poco, muy poco a poco, aquella presencia fue expulsando el miedo, la araña y todo lo demás, como la lluvia que lava el barro. Susurró algo que no entendió, pero que calmó su desbocado corazón y dejó que su respiración se volviera normal. Las lágrimas se secaron en sus mejillas.
No sabría decir cuánto tiempo estuvieron así, pero pareció mucho. Finalmente, Daniya volvió a la realidad. El ataque de pánico remitió y abrió los ojos viendo por fin de verdad lo que le rodeaba. No recordaba ni qué hacía allí ni qué llevaba puesto, ropas mugrientas de los arcones de Asgard. Vio que estaba en el hueco que había hecho bajo una de las camas, aunque ahora en realidad estaba elevado sobre el suelo y con las maderas astilladas. Brynja estaba allí y el hueco era sin duda pequeño para dos personas, pero no le importaba. La tenía envuelta en un abrazo de oso que hacía que se sintiera más segura que en ninguna parte, con sus brazos fuertes rodeándola y la cara en su hombro. Le hacía cosquillas con el pelo en la nariz y la mejilla. Daniya casi se echó a llorar otra vez, pero de alivio. Aquello era todo lo que deseaba y necesitaba.
-Gracias - susurró a su oído- Gracias de verdad.
Lo dijo desde el fondo más sincero y profundo de su corazón. Y, sin embargo, a continuación el silencio fue como expectante, como si hubiera algo más que quisiera decir pero que no terminaba de decir.
Notaba como temblaba ligeramente y como volvía a la normalidad, aún más relajada después de abrazarla.
- De nada pequeña-
En mi interior sonreía, incluso por fuera si no fuera por ese amasijo de pelos en el que estábamos envueltas había visto que yo también lo hacía exteriormente. Teniéndola en mis brazos me sentía a gusto y relajada. ¡Pero...que coño! También mi mente volaba y me excitaba a la vez. ¿Por qué no?
- Deberíamos salir de aquí, Dani- susurré intentando llegar hasta su oído.- Me voy a clavar una astilla en el culo y ... - palpé con una de las manos, la que aún podía mover ligeramente, las ropas de Daniya.- ...no creo que estas ropas sean muy resistentes.
Reí un poco, produciendo cierto efecto de calor sobre mi propio rostro al exhalar.
-Además, estamos tan apretadas que… hija, una no es de piedra, ¿sabes?- Gruñí pícaramente esperando que Daniya dijera algo. Igualmente, si lo que necesitaba era seguir así, Así seguiríamos. Quizá dormir un poco así, abrazadas fuera lo que necesitaba.
Lo malo...era el sitio.
Su respiración se había normalizado del todo, y ya no quedaba nada del pánico asfixiante que había sentido antes. Ahora, más bien, lo que tenía era calor, pero no solo un calor propio de estar ahí metidas como embutidos, sino un calor desde dentro del pecho, desde su interior. Se sentía tan segura, tan a salvo, tan... querida. Era una sensación tan agradable que Daniya no quería dejarla por nada del mundo.
No sabía muy bien lo que iba a decir, tal vez un agradecimiento, o tal vez otra cosa, pero entonces sintió el susurro de Brynja en su oído. Su voz suave y segura parecía hacer que la recorrieran descargas de electricidad de arriba abajo.
No entendió el comentario sobre no ser de piedra (probablemente se refería a que se estaba haciendo daño con alguna astilla o pata de la cama) pero tuvo que reconocer que tenía razón. Aquello no es que fuese pequeño para las dos, es que simplemente no cabían. La cama se había levantado varios centímetros del suelo, y ahora más que estar metidas debajo, parecía que alguien les hubiera puesto una cama encima. Ahora que pasaba el ataque de pánico y pensaba ya racionalmente, tenía que reconocer que aquello debía de parecer bastante ridículo.
A regañadientes, se revolvió en el hueco, y le susurró a Brynja que salieran. Sin embargo, como una cría de mono agarrada a su madre, se negó a romper el contacto. Finalmente y tras romper un par de tablas más acabaron fuera, sentadas en el suelo, con la espalda contra la cama, o lo que quedaba de ella.
Daniya se enroscó y se agarró a Brynja como una lapa. No quería soltarla nunca.
-Yo... yo... -susurró. De pronto no supo cómo continuar y se calló antes de entrar en un bucle infinito de yos. Resopló un poco, frustrada. -Yo... tú... es decir...-Brff. sí que había mejorado. Daniya trató de dejar de balbucear e intentó poner en orden sus ideas, pero era como intentar poner orden en unas arenas movedizas. -Quiero... yo...-¿Qué era lo que quería? ya ni lo sabía. Tampoco ayudaba el hecho de que el olor de Brynja y el calor de su cuerpo la distraían más que media botella de arak de un trago-Yo quiero esto.-Bueno, además del logro de una frase completa, aquello no dejaba de ser cierto. Pero tampoco era lo que quería decir realmente-No. No esto... es decir, sí, pero no... no todo. -Por todos los dioses de todos los panteones, qué demonios estaba diciendo. Aquello no progresaba. Apartó la cara de sus ropas, a ver si por lo menos se le aclaraba la cabeza, pero ver la sonrisa de Brynja y su expresión cariñosa era básicamente igual de malo para sus neuronas. Suspiró agradeciendo la paciencia de Brynja-Quiero esto. Pero también lo demás... Te...-Su voz se apagó tanto que no la habría oído de no estar junto a su oreja-Te quiero a ti. Te... quiero.
Cerró los ojos con fuerza. Notaba el peor vértigo de su vida, como si el estómago se le hubiese puesto totalmente del revés. Agradeció estar sentada, porque si no se habría caído.
La escuchaba… y no.
Daniya balbuceaba algunas sílabas mientras yo fruncía el ceño esperando que dijera algo. Esperaba paciente, primero porque no tenía prisa de ir a ningún lado. Segundo porque el cuerpo de Daniya junto al mí era algo que yo también necesitaba.
Era cálido y suave. Su pelo me acariciaba la mejilla provocando que me estremeciera levemente cuando alguna brizna de su cabello juguetonamente pasaba por mi cuello. Y pese a donde estábamos, olía de maravilla. Quizá era porque miraba a Daniya con otros ojos.
AL principio era la "amiga" de Shiro. Aunque quizá todo quedase en una gran confusión que nunca se terminó de solventar. Después en una hermana a la que cuidar. ¿Y ahora? Dicen que el roce hace el cariño, y Daniya y yo últimamente estábamos rozándonos mucho.
Seguía pareciendo una cervatilla inválida pero sabía que en el fondo no era totalmente así. Me lo demostró cuando se pinchó con la flecha. Esperaba que eso la diera fuerzas para avanzar y no ser tan asustadiza. Tenía esa fe en ella, aunque diera pasos demasiado cortos y necesitase un empujón.
La miraba a los ojos mientras formulaba esas palabras que no terminaban de salir, deseando que lo dijera. ¡Lo sabía! En el fondo lo sabía, y no hacía ni falta que terminase la frase, pero... Aun así, la dejé terminar, pese que mi corazón bombeaba con tal fuerza que parecía explotar.
- Has tardado mucho en decirlo.- Dije mientras una de mis manos se dirigió a su rostro y acarició su mejilla.- Yo también, cielo.
Mis ojos se posaron en sus labios, que levemente temblaban. Odiaba que temblaran unos labios si no era por puro placer. Un mecho rebelde de mi cabello turquesa se deslizó entre ambas y lo aparte con la misma mano. Acto seguido uní mis labios a los suyos, besándolos suavemente, buscando con mi lengua la suya, encontrando en ello un beso perfecto para ambas.
En cierta ocasión mordí su labio inferior. Nervios que tenía dentro saliendo sin control ahora. Sonreí en medio del beso. Quería decir algo más pero preferí besarla nuevamente, reavivando mi pasión. Pensé en parar pero... a la mierda!¿Por qué? Puede que no fuera buena idea. ¿Y qué?
Que me juzgaran los dioses si podían, porque mi mano libre comenzó a deslizarse desde su cadera, hasta su ombligo, comenzando a subir lentamente, con caricias, sobre su piel por debajo de la ropa.
Daniya jamás se había sentido así. Todo lo que ocurría, todo aquello, era absolutamente nuevo para ella. Tenía tantos sentimientos dentro que sentía que se iba a desbordar y a reventar como un bote demasiado lleno, como un globo. Toda su piel parecía hipersensible, todo lo que la tocaba mandaba señales multiplicadas a su cerebro como lanzas. Sentía un vértigo brutal ante lo que Brynja pudiera responder, y también un pánico absoluto. ¿Y si decía que no? ¿Y si decía que ella no la quería? ¿Y si decía que no quería volver a verla ni a abrazarla, ni nada? Durante un segundo por su cabeza pasaron mil escenarios a cada cuál más terrible y casi notó que se le paraba el corazón.
Entonces Brynja le acarició la mejilla y sintió su contacto suave mandando un hormigueo cálido y reconfortante por todo su cuerpo, de la cabeza a los pies. Y lo dijo. Dijo que ella también la quería, que también sentía todo eso que Daniya sentía. El corazón le dio un vuelco, un alivio total se extendió por todo su ser, y soltó el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta.
Y entonces Brynja, con sus ojos brillantes clavados en ella, se inclinó y la besó.
El corazón se le detuvo en seco un instante, y tras eso Daniya creyó que le explotaría, que le rompería las costillas desde dentro de tan fuerte que golpeaba en su pecho. Sentía los labios de la japonesa en los suyos, de una suavidad que no parecía de este mundo, una suavidad sobrenatural, imposible. Cada roce parecía electrocutar cada una de sus células, y al notar su lengua en la suya creyó que se desmayaría. La caricia en el interior de su boca era tan suave que sintió que se derretía como una vela, que se caía al suelo convertida en puré de Daniya. Se abrazó a Brynja y pegó su cuerpo al suyo, buscando que estuvieran lo más juntas posible, que sus cuerpos se fundieran. Por primera vez, de todas las que se habían abrazado, fue consciente de la presión de sus curvas sobre las suyas, y notó que la piel de su cara ardía por el sonrojo.
Cuando Brynja le mordió el labio, Daniya soltó el primer gemido de su vida. Fue bajito y corto, pero lo que sentía ahora mismo no era ni bajito ni corto, más bien como si tuviera una hoguera en el estómago. De repente tenía un calor sofocante. Brynja metió la mano por debajo de su ropa mientras aún se besaban, y Daniya notó que la cabeza le daba vueltas como un tiovivo por cada caricia, más y más rápido según subía su mano, suave y juguetona. Mientras la respiración se le aceleraba dentro de la boca de Brynja, se pegó a ella, poniendo las piernas una a cada lado de sus caderas.
Si en ese momento le hubieran preguntado su nombre, habría tenido problemas para acordarse. No sabía ni lo que hacía cuando comenzó a acariciar la espalda de la japonesa bajo la ropa.
Al principio no sé si me aceptaría como tal.
Lo más cerca que había visto a Daniya "tener algo" era con Shiro y tampoco fue muy bien. Por no decir que no hubo nada. ¿Sabía acaso de los gustos de ella?
Pero no tenía tiempo de pensar. No en aquel momento. Me movía como si lo hubiera hecho un montón de veces, pero lo cierto es que con cada persona la cosa cambia. Y con Daniya era algo tan distinto como intentar asemejar un huevo a una castaña. Sus caricias me hacían estremecerme, como si pequeñas chispas salieran de mi espalda, allá donde ella me tocara, y recorrieran mi piel por completo, extendiéndose hasta más allá de la punta de mi pelo.
Y cuando se puso encima de mí, con sus piernas rodeando mis caderas sentí como si mi corazón fuera a desbocarse, infierno abajo, por un abismo. Esa fue la señal clara de que me deseaba, al menos, tanto como yo a ella. Rei ligeramente por lo contenta que me sentía. Era un pequeño "tic" que tenía y que pocas personas me habían hecho sacar.
Mi mano subió, milimetro a milímetro hasta que se encontró con el pecho de Daniya. Su suavidad me hizo ponerme nerviosa y a la vez más excitada aún. Al principio rodeándolo con suavidad desde abajo. Segundos después, buscando rozar su aureola y encontrar la punta del iceberg más suave que se podía encontrar.
Mi boca siguió con los besos. Era tan dulce... su lengua suave que deseaba que me matara, que lamiera mis heridas después de que ella misma me las provocara con su boca, a pequeñas mordidas. Deslicé mi nariz por sus pómulos hasta encontrar su cuello y morderlo como si fuera un vampiro, "curando" con pequeños besos tan leve dolor que pudiera producir.
Tome una de las manos de Daniya, entrelazando sus dedos con los míos. Deseaba más! deseaba que me tocara, que jugara conmigo al mismo nivel. Guie su mano hasta mi pecho deseando que jugara con él al igual que yo lo hacía con el suyo, porque pronto iba a perder un poquito de mi paciencia y mi boca recorrería, quizá, el camino más abajo de la clavícula.
Daniya no sabía lo que hacía. Jamás había hecho nada parecido, y sus caricias eran torpes, al igual que su beso, pero no podía pensar en eso. No podía pensar en nada, en realidad: no podía parar. Su mente se había convertido en un revoltijo de sensaciones, en una batidora descontrolada, y solo se movía por impulso, por puro instinto. Cuando Brynja rió, Daniya sonrió un poco, contra su boca, sin romper el beso. Por algún extraño motivo se sentía... feliz. Feliz y excitada, sentía un calor en el pecho reconfortante y agradable, extendiéndose por todo su ser. Como si esa risa y el contacto de esos labios fueran todo lo que necesitaba en la vida. Todo lo que quería.
Subida encima de ella, sentía cada roce de su cuerpo, y su lengua en el interior de la boca le hacía estremecerse en sus brazos. ¿Cómo era posible que fuese tan suave? Sentía que su mano jugaba por el interior de su ropa, y cada caricia parecía incendiar su piel, dejar un rastro de llamas por donde pasaba. Ascendió por su vientre y alcanzó su pecho, comenzando a acariciarlo. Daniya gimió contra la boca de Brynja, notando cómo sus dedos se fundían contra su piel. Sus caricias eran suaves, concienzudas, y cuando alcanzó la punta Daniya cruzó las piernas tras la espalda de Brynja, abrazándola con todo su cuerpo, brazos y piernas.
Brynja le cogió la mano y se la puso sobre sus propios pechos. Daniya comenzó a acariciarlos sin saber muy bien lo que hacía, pero solo sentir su forma bajo la mano, suave y firme, hizo que su sonrojo aumentara, pues notaba el espacio entre sus piernas llenarse de humedad. Trató de acariciarlo como la japonesa lo hacía, pero la ropa le molestaba, así que metió la mano por debajo y comenzó a darle sus torpes y tentativas caricias, apretándolo un poco y jugando con la punta entre los dedos.
La japonesa comenzó a besarle y morderle el cuello y Daniya gimió, jadeó contra su pelo, cada vez que Brynja besaba y mordía. Al principio tuvo miedo de que no le gustase por inexperta, por torpe, pero Brynja parecía querer seguir, parecía tan excitada como ella misma, así que dejó de pensar del todo y solo se centró en lo que quería. Y quería aquello. Siguió acariciándole los pechos con cada vez más confianza, y con la otra mano bajó, por toda su espalda, hasta meterla por debajo de los pantalones y acariciar sus muslos y el trasero de la japonesa, mientras notaba cómo crecía la humedad entre sus piernas. Llevada de un súbito impulso, dio un suave beso en la oreja de Brynja, casi oculta por su pelo, mientras ella seguía besándole el cuello.
Mantenía los ojos cerrados, fuertemente, mientras sentí cada uno de los besos de Daniya sobre mi piel.
Igualmente, sus caricias, se tornaron más duras y placenteras. Ese hormigueo por mi espalda paso a instalarse en el frente de mi torso, sobre mis pechos, deseando que la yema de sus dedos volviera a pasar una y otra vez por la misma zona. Un escalofrío indicó que estaba más que excitada y el calor de nuestros estómagos se iba fundiendo cada vez más, provocando pequeños jadeos, paradas para poder respirar mientras aún tenía en mi boca la piel de la egipcia.
Hasta que abrí los ojos levemente y me encontré con una sorpresa: No estábamos solas.*
Al parecer el descanso de los indignos era como un cobertizo, como estar en un campamento. Solo que allí a nuestro alrededor y de forma silenciosa empezaron a arremolinarse algunos asgardianos, curiosos y salidorros, al vernos en aquella tesitura.
No había caído en ese detalle, y cuando vi a más de uno meterse la mano entre los calzones fue cuando, de súbito, me recorrió cierta vergüenza y paré con Daniya. Pero no me despegué de ella ni lo más mínimo. Al contrario, la susurré al oído y entre jadeo y risa tuve que decírselo.
- Tenemos público.- reí ligeramente.
Miré a un lado y a otro. Puede que le dirigiera una mala mirada a alguno de esos mirones. Pero desde luego no tenía intención de parar. Y sin embargo se me ocurrió otra cosa mejor: Las habitaciones privadas que nos habían asignado a los"vencedores"
- No te muevas.- dije con un beso sobre sus labios, con la voz entrecortada.- Por favor...
Cogí a Daniya por las nalgas, como una bebe Koala y me levanté, sin mucho esfuerzo, obligándola a que no se moviera ni un solo centímetro. Deseaba que ese toque durara para siempre, asique ¿Por qué romperlo? Una vez de pie ya una velocidad que nadie hubiera imaginado que podría usar cargando con alguien, me dirigí a las habitaciones de descanso altas.
A fin de cuentas, puede que muriéramos en la arena, pero merecíamos un premio. Y el mío era Daniya.
*Ya me advirtió la jefa que allí podía pasar esto XDD
Post 1/2---> Descanso Altos XD
Brynja era igual de suave por todas partes: daba igual dónde tocara, era cálida y suave como una manta de seda. Sus labios en su cuello parecían tener el poder de disolver su raciocinio y toda su consciencia, dejando solo una mente revuelta y en blanco como leche batida. Cada uno de los jadeos de la japonesa hacía que su calor aumentara. Era como tener una forja en el estómago.
Cuando Brynja paró de repente, Daniya tuvo miedo de que hubiese sido por ella. ¿Había hecho algo mal? Tal vez se había dejado llevar demasiado, tal vez había sido torpe o ella no quería tanto como Daniya había creído. Pero ese momento de pánico pasó breve, y fue sustituido por la mayor vergüenza que Daniya había sentido en todos sus años de vida.
Cuando había empezado a besar a Brynja, Daniya se había olvidado por completo de que existían más personas en el mundo a parte de ellas dos, había sido como si todo el universo desapareciera y solo quedaran las caricias y la lengua de la japonesa. Sin embargo, no era así, por desgracia, y al ver a toda aquella gente mirándolas con ojos hambrientos casi le da algo. En circunstancias normales habría echado a correr, pero estando como estaba solo se abrazó más fuerte a la japonesa.
Daniya cerró los ojos con fuerza y mientras su cara alcanzaba la temperatura de la superficie del sol se agarró a Brynja como un mono a una rama. Cuando la cogió de las nalgas y se la llevó Daniya soltó un gritito: sus manos eran tan firmes y fuertes que sintió un escalofrío.
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